21/3/07

BUSH, EL SUR Y EL FUTURO


El presidente mexicano Felipe Calderón junto a George W. Bush en Mérida. (AP)
En México(20/03/2007)concluyó la gira al exterior más prolongada que haya acometido George W. Bush desde que asumió la presidencia de su país en 2000. Comenzó el 8 de marzo en Sao Paulo y terminó en Yucatán. Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México fueron los cinco países de América Latina seleccionados para este retrasado esfuerzo de quien dijo —cuando por primera vez fue candidato a la jefatura del poder ejecutivo— que si resultaba electo "miraría al sur no como mera ocurrencia sino como un compromiso fundamental".
Giras y contragiras
Los temores de Hugo Chávez y las promesas de George W. Bush.

América Latina / Miguel Rivero,Lisboa / 21-03-2007

Aparte del componente demagógico que tenga esa expresión, muchos analistas coinciden en señalar que los ataques terroristas de septiembre de 2001, en Estados Unidos, llevaron a Washington a relegar la región latinoamericana a un papel subsidiario, como durante la era de la Guerra Fría. Ahora el contexto es una batalla contra el terrorismo en la que Bush ha embarcado a su país, además de trastocar las relaciones internacionales de buena parte del mundo.

El punto de partida de este periplo fue el discurso que el presidente de Estados Unidos pronunció en vísperas de su partida, en el cual manifestó sus deseos de apoyar a los gobiernos latinoamericanos en los temas de educación, salud, vivienda y justicia social, y se refirió a los respaldos ya otorgados en materia de transparencia, seguridad, condonación de deuda y acuerdos comerciales, para señalar al final: la figura del libertador Simón Bolívar "pertenece a todos nosotros que amamos la libertad".

De seguro, esta última frase no fue bien recepcionada por el presidente venezolano Hugo Chávez, quien se considera el más digno representante bolivariano sobre la tierra. Quizá por ello, bajo la mirada atenta y los consejos de su mentor, Fidel Castro, decidió organizar una contragira, con la retórica antiestadounidense en los más altos decibeles.

Pendientes de la postgira

Consultado por Encuentro en la Red, el profesor español Carlos Malamud, especialista del Real Instituto Elcano, señaló que "la gira de Bush tuvo un doble objetivo, aunque ambos están relacionados entre sí: 1) demostrar a América Latina que Estados Unidos sigue interesado en la región, pese al cortocircuito pos 11 de septiembre, y 2) contrarrestar la presencia de Hugo Chávez".

Según Malamud, desde este punto de vista resulta sintomática la contragira programada por la diplomacia venezolana, que parece demostrar más temor del que ha evidenciado públicamente Chávez frente al viaje de Bush y la mayor actividad de Estados Unidos en la región.

Lo más revelador fueron sus duros ataques a la producción de etanol, con el falaz argumento de que a su elaboración se destinarían importantes extensiones de las tierras más fértiles y grandes recursos hídricos, en un continente donde hay niños que se mueren de hambre. El temor de Chávez no es que el etanol desplace al petróleo o que frene las exportaciones de crudo venezolano, sino que modere los precios y disminuya la dependencia de Estados Unidos frente a los hidrocarburos venezolanos.

Volviendo al viaje de Bush, el catedrático español agregó: "Hay que estar más pendientes de la postgira y de cómo se van a materializar en la práctica algunas de las propuestas y de las promesas formuladas en la visita a cinco países de la región. Sólo así sabremos si el compromiso de la administración es más real que declarativo".

Rosario Green, ex ministra de Asuntos Exteriores de México y actual senadora, calificó de "tardía" la iniciativa de Bush. Desde la columna de opinión que publica en el diario mexicano El Universal, Green advirtió que se trataba "de un gesto extemporáneo, del cual pocos resultados concretos habría que esperar" y que "la sombra del presidente venezolano Chávez estaría presente a lo largo de la gira del mandatario estadounidense, en medio de manifestaciones de repudio". Vaticinios que se cumplieron.

Las aseveraciones de la senadora pueden parecer demasiado categóricas, pero sería conveniente que en Washington tomaran buena nota de esos actos de protesta, que en algunos lugares fueron masivos. Manifiestan un sentimiento antiestadounidense al que debe buscársele sus raíces y no simplemente argumentar que son alentados por los nuevos regímenes populistas que han surgido en la región.

Peso y contrapeso

El mismo día que comenzó la gira, el pasado 8 de marzo, la diplomacia estadounidense fue advertida de que carecía de consistencia y habilidad para lidiar con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien ha contribuido a polarizar la región y plantea un gran desafío a la política de Estados Unidos en Latinoamérica.

Así figura en el informe Hugo Chávez: una prueba para la política estadounidense, divulgado por el centro de estudios Diálogo Interamericano, que contó con la asesoría de una comisión integrada por miembros del sector privado y público, entre ellos cinco ex embajadores de Estados Unidos en Venezuela.

Aunque la Casa Blanca no ha presentado el viaje en esos términos, expertos como Steven Volk, presidente del Departamento de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oberlin (Ohio), estimaron que Bush buscó, fundamentalmente, convertirse en "contrapeso" y "voz alternativa" a Chávez durante su gira.

Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano, reflejó esa impresión durante la rueda de prensa en la que se presentó el documento. El experto señaló que "muchos informes dicen que Bush va a Latinoamérica a plantarle cara a Chávez", y recordó, en tono anecdótico, que el mismo 8 de marzo participó como invitado en un programa de la Radio Pública Nacional (NPR) titulado Bush versus Chávez.
El itinerario de Chávez fue seguido con mucha atención por Fidel Castro. Según informó desde La Habana la agencia AP, el convaleciente gobernante siguió muy "de cerca" la gira por América Latina de su aliado, quien arremetió contra la visita simultánea de George W. Bush a la región.

El periódico oficial Granma reveló la transcripción de una conversación telefónica sostenida por Castro, Chávez y el gobernante haitiano René Preval, en la que no faltaron las bromas. "He seguido de cerca todo. No me he perdido un discurso de ninguno de los actos: Argentina, Bolivia, Nicaragua, Jamaica", comentó Castro en relación con la gira de su colega venezolano.

El abrazo entre Bush y Lula

Bush, el sur y el futuro

El 9 de marzo fue un día negro para Castro y Chávez, a quienes de seguro no gustó el abrazo entre Bush y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Durante esa jornada, ambos mandatarios anunciaron la firma de un acuerdo de cooperación tecnológica para la producción de etanol, biocombustible que consideran permitirá reducir la dependencia del petróleo.

En una declaración conjunta efectuada en un centro de transporte de combustible en las afueras de Sao Paulo, afirmaron que el acuerdo, suscrito por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, es "ambicioso" y contribuirá a "descontaminar" la Tierra. El presidente brasileño aseguró: "cualquier cosa que podamos hacer para reducir las emisiones será algo ganado".

Lula hizo referencia a las protestas en Sao Paulo, en las que los manifestantes denunciaron el acuerdo como peligroso, porque puede restar fuentes de alimentación como el maíz, o conducir a la eliminación de bosques tropicales para dedicar terreno a esos cultivos.

No obstante, el gobernante brasileño dijo que el acuerdo permitirá desarrollar tecnología, de manera que se pueda obtener etanol "sin afectar al suministro de alimentos o sin dañar a los bosques tropicales". Y Bush, por su parte, expresó que permitirá diversificar el suministro de combustible. "Cuando se es dependiente del petróleo, tienes un problema de seguridad nacional; esto quiere decir que dependes de las decisiones de otros países", explicó.

Castro presenció ese día no sólo el abrazo efusivo entre Bush y Lula, sino que se encontró con que desde Sao Paulo le arrebataban una de sus banderas, la defensa del medio ambiente.

Tarde pero optimista

La conclusión preliminar del viaje de Bush es que obtuvo una muy favorable reacción de parte de Lula da Silva y Tabaré Vázquez, quienes marcaron con claridad su distancia respecto a la propuesta antiestadounidense de Hugo Chávez, aunque evitaron criticarlo. La prensa local brasileña y uruguaya censuraron a ambos líderes por no confrontar a Bush desde una posición más firme, no por reunirse con él.

Con Uruguay y Colombia, Bush no pudo comprometerse a concertar acuerdos de libre comercio, decisión que está en manos del Congreso estadounidense. Se ha dicho que llegó con las manos vacías; la realidad es que las tiene atadas. Algo similar ocurre en relación con la reforma migratoria, cuyo destino también depende del Congreso. Lo único que pudo ofrecer en México y Guatemala fue "hacer todo lo posible" para impulsarla.

En Colombia, como se esperaba, aprovechó la oportunidad para abordar el combate al narcotráfico y el terrorismo, con el anuncio del otorgamiento de mayores recursos para el Plan Colombia.

En el caso de México, más allá de las declaraciones de buena voluntad y las frases de corrección diplomática, los presidentes Felipe Calderón y Bush concluyeron su encuentro en Mérida con acuerdos que parecen concretos y viables.

Ambos convinieron en algo tan simple como práctico: combatir el tráfico de drogas desalentando el consumo en Estados Unidos y persiguiendo a los contrabandistas de armas, anfetaminas y elementos químicos para la producción de drogas; así como seguir la ruta del dinero para combatir las organizaciones criminales.

No se habló de petróleo, que Calderón estima de la competencia exclusiva de los mexicanos. El país azteca vende a Estados Unidos en condiciones preferenciales casi el mismo volumen que para el consumo interno. Sí se habló, en cambio, del régimen de La Habana. "En el caso de Cuba, en cierta medida, estuvieron de acuerdo en que no están de acuerdo", dijo el consejero Dan Fisk, al explicar que la situación en la Isla figuró en las discusiones de Bush y Calderón.

"Pero en lo que ambos presidentes centraron la discusión fue en la necesidad de que la comunidad internacional apoye al pueblo cubano y sus aspiraciones. Lo que la comunidad internacional debe ver en Cuba es una transición, no sólo a un autócrata transfiriendo el poder a otro autócrata", añadió Fisk, sin detallar las diferencias.

En resumen, es cierto que ha sido una visita tardía, pero lejos está de representar un fracaso para la diplomacia estadounidense. La región necesita ahora el seguimiento de esta política, que se cumplan las promesas para que se pueda fortalecer la democracia en América Latina, amenazada no sólo por el vociferante Chávez, sino por otros gobernantes de corte populista.
El itinerario de Chávez fue seguido con mucha atención por Fidel Castro. Según informó desde La Habana la agencia AP, el convaleciente gobernante siguió muy "de cerca" la gira por América Latina de su aliado, quien arremetió contra la visita simultánea de George W. Bush a la región.

El periódico oficial Granma reveló la transcripción de una conversación telefónica sostenida por Castro, Chávez y el gobernante haitiano René Preval, en la que no faltaron las bromas. "He seguido de cerca todo. No me he perdido un discurso de ninguno de los actos: Argentina, Bolivia, Nicaragua, Jamaica", comentó Castro en relación con la gira de su colega venezolano.

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