En San Pablo hubo protestas, disturbios y fuerte represión
SAN PABLO. CORRESPONSAL
Treinta mil personas convulsionaron ayer la avenida más central de la ciudad: la celebre Paulista que alberga la city financiera. Una marcha convocada por movimientos femeninos que celebraban el Día Internacional de la Mujer, junto con los campesinos sin tierra, trabajadores, los estudiantes y los militantes del Partido de los Trabajdores en el gobierno, congregó a miles de personas para decir "Fuera Bush".
La marcha no terminó en paz: hubo una violenta refriega de los manifestantes con la Policía militar, que depende del estado provincial. La represión, como no se veía aquí desde hace mucho tiempo, incluyó gases lacrimógenos, balas de goma y bastonazos y puntapiés a militantes indefensos. Fue tan violenta la reacción de las fuerzas de seguridad que los enfrentamientos terminaron con un saldo de 17 heridos y varios presos. Los camarógrafos filmaron escenas que no se veían desde la dictadura militar brasileña, que concluyó en 1985.
Comandados por el teniente coronel Sidney, quisieron desobstruir una de las manos de la Paulista. No les fue bien. Con hombres acostumbrados a la represión en las cárceles donde están los grupos del narcotráfico los oficiales perdieron el control.
Entre los que marchaban por la avenida central de San Pablo había una fuerte composición estudiantil. "Estamos luchando contra o imperialismo y contra Bush, que está interesado en la dominación de nuestros países", dijo uno de los manifestantes.
Nada diferente de los que se podrá escuchar hoy entre los jóvenes de otros países. Pero hubo algo más: una rubia escultural se envolvió en una bandera brasileña para esperar a Bush a metros de la entrada del Hilton. La muchacha tenía una tanga diminuta y cuando la policía la detuvo se despojó de la verde-amarilla y expuso ante los fotógrafos del mundo su repudio contra Bush. En un gesto concertado en la región, también en Guatemala —otro de los puntos de la gira— varias mujeres repudiaron desnudas la visita de Bush.
"Go Home" le decía desde su esplendorosa piel la brasileña. Con esa imagen, la chica quería denunciar lo que a su juicio era la visita de un jefe de Estado con "las manos manchadas", según denunciaba a los gritos en el momento en que se la llevaban detenida.
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