Crisis argentina
Carlos del Frade(APE)
05/03/2007
Los cirujas no son solamente la última expresión, el epílogo del mercado de trabajo, el escalón final antes de lo ilegal. Los cartoneros son, por eso mismo, una de las más desesperadas y nobles actividades que despliegan los expulsados del llamado universo formal laboral. No quieren ser delincuentes y, entonces, se transforman en arqueólogos de la basura, buscadores de algo de valor que les permita enfrentar la mishiadura impuesta por las minorías.
Dos de ellos, los hermanos Lescano, revolvían las bolsas en las calles de la hermosa capital correntina.
De pronto apareció un papel que les aceleró el pulso.
En inglés y con seis ceros, los cartoneros supieron que tenían, entre sus manos, un millón de dólares.
Lo dieron vuelta del derecho y del revés y aunque no sabían si existía o no semejante cifra resumida en un billete, decidieron ir al Banco de la Nación Argentina en la ciudad de Corrientes, a la vera del Paraná.
Hay que imaginarse ese momento: sintieron, los cartoneros, que los milagros existían y que, por primera vez, les tocaba a ellos.
Fueron cargados de ansiedad, futuros inimaginables hasta ese papel, y pletóricos de inocencia.
El cajero recibió el pedido. Cambiarlo por dinero argentino.
Miró el papel, los relojeó a los hermanos y denunció el hecho.
Lo que vino después es obra de la permanente hipocresía del sistema.
Detuvieron a los hermanos Lescano y le iniciaron una causa judicial por supuesto intento de falsificación de dinero y daño a la entidad financiera.
Los acusaron por violar el artículo 282 del Código Penal que establece 'una pena de tres a quince años para quienes falsifiquen o pongan en circulación moneda falsa', dice la información que apareció en distintos medios de comunicación del país.
La imagen del papel de la suerte, el billete de un millón de dólares, circula en algunos sitios de internet y sus realizadores son empresas privadas de publicidad que utilizan semejante símbolo de poder económico como sinónimo de sus cualidades a la hora de multiplicar el dinero.
También se informó que el máximo valor resumido en un billete de los Estados Unidos son cien mil dólares pero se utiliza para transacciones interbancarias.
Mientras tanto, en el sur, en la provincia de Corrientes, el papel de la suerte terminó convirtiéndose en una postal de pesadilla para los cartoneros.
Y está muy claro que los hermanos Lescano no son consumidores de internet.
Son desesperados habitantes del presente argentino.
Sin embargo, la justicia correntina los detuvo aunque dijo que es un delito excarcelable.
El colmo de la hipocresía.
Mientras todavía nadie hizo demasiado por aclarar el lavado millonario de dólares en la provincia de la yerba, los hermanos Lescano deben pagar por haber vivido el espejismo de una ilusión rantifusa.
No hay billetes que alcancen para pagar el costo de tantas falsedades de guante blanco.
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