Si bien los biocombustibles pueden suplir o paliar la contaminante industria petrolera, los ambientalistas cuestionan su difusión pues, afirman, se destinarán cereales —base milenaria de alimentos— para abastecer industrias, cuando un alto porcentaje de la humanidad tiene hambre por una mala distribución. Justamente un slogan de las entidades más críticas, que plantean en cambio "soberanía alimentaria", es: "La tierra debe ser para alimentar a la gente, no a los automóviles".
Mientras al Norte se mantendrá la difusión de un "estilo de vida en base a la cultura del automóvil", los países del Sur, aunque a corto plazo ganen divisas por exportar cereales para biodiésel, tendrían cada vez menos tierras para sembrar alimentos y hasta deberían importarlos, plantean.
Además, dicen, si para que no compitan alimentos con combustibles se extiende la frontera agrícola para plantar más soja o más caña de azúcar con las cuales producir biocombustibles, deberán desmontarse más bosques, una causa del cambio climático. En esto coinciden desde Greenpeace o el Institute of Science in Society de Londres hasta grandes movimientos sociales como Vía Campesina y otras redes
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