Rigoberta Menchú quiere ser presidenta de Guatemala "para devolverle a la gente la esperanza" que se desvaneció hace años entre "sufrimientos, discriminación y falta de oportunidades".
Menchú, que en 1992 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz por su defensa pacífica de los derechos de los pueblos indígenas, reconoció hoy en una entrevista con Efe que su camino hacia la Presidencia es difícil al ser la primera vez que los indígenas van a participar en un proceso electoral.
Poco antes de recibir hoy en Madrid un premio que reconoce la importancia de su participación en la investigación del genocidio en Guatemala, Menchú dijo que pese a los inconvenientes hará todo lo posible para "sembrar el entusiasmo" entre los guatemaltecos "que no tienen una opción política" a la cual votar.
"Vamos a hacer el trabajo con pasión", dijo Menchú, refiriéndose a sus compañeros de trabajo en el movimiento político indígena Winaq y del partido Encuentro por Guatemala (EG), del que será candidata en las elecciones de septiembre próximo.
La futura candidata asegura que "lo revolucionario" es que se trata de la primera vez que el movimiento indígena hará campaña en medio de un ambiente en el que "la gente tiene muchas expectativas".
"Los jóvenes, las mujeres, los más humildes -dijo Menchú- aspiran a que haya un gobierno que atienda sus necesidades mas urgentes, y ahí estamos nosotros, con determinación; ya no hay vuelta atrás".
La líder indigenista expresa con contundencia las razones por las que decidió lanzarse a la carrera electoral, "ante la falta de opciones para el pueblo" y en vista de que "los partidos tradicionales frustraron a la gente".
"Queremos compatriotas nuevos en el Congreso -dice Rigoberta Menchú-; ya nos cansamos del "sectorialismo". Y añade: "En Guatemala los políticos siempre nos han dicho 'sector mujer, sector indígena, sector niños, sector joven', y así nos han excluido de la participación política".
Menchú asegura que la alianza entre el movimiento indígena Winaq y el Encuentro por Guatemala (EG) quiere "abanderar la unidad nacional que siempre hemos querido hacer" y está convencida de que "hay muchos motivos para creer que la población guatemalteca votará por nosotros".
Al recordarle que alguien ha visto en su candidatura un "desplazamiento de la izquierda al centro", Menchú casi frunce el ceño para decir que exige "respeto" para el proceso político que está iniciando y que no necesita que le pongan "etiquetas ni moldes".
"Estamos cansados de comparaciones y de acusaciones; ahora queremos que nos permitan demostrar cómo se construye un partido con gente leal a la democracia y no con tránsfugas, de los que hay muchos en Guatemala, que en cada periodo electoral cambian de partido, de mesa y de silla".
Por otra parte, Rigoberta Menchú celebra que tan pronto se anunció su candidatura "muchas instituciones y personalidades" le manifestaron su solidaridad y eso la alienta -dice- porque "cuando parecía que nos dejaban solos, en estos días todo el mundo vuelve la mirada hacia Guatemala".
Ahora, dice Menchú, esperaremos la solidaridad y la ayuda de la gente "para garantizar nuestra seguridad física y para que podamos movilizarnos con libertad".
La Premio Nobel dice que se siente "fuerte" para afrontar el compromiso, pero reconoce que la "debilidad" es económica, pues su nueva organización política "no tiene nada; ningún dinero empresarial de respaldo, como sí lo tienen los otros partidos, que incluso ya han recibido ofertas de la empresa privada y de la pública para sus campañas; hasta de grupos no transparentes, de dineros mal habidos".
"Nosotros vamos a tener que caminar a pie; no tenemos nada", dice Menchú, pero acto seguido añade: "lo bueno es que tenemos las manos limpias, no estamos atados; nadie ha comprado nuestro voto".
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