Bush: "EE.UU. lleva a la región un mensaje de libre comercio"
Admitió que su país es proteccionista. Criticó las estatizaciones en Latinoamérica. Habló del rol que Brasil podría tener en la región y se refirió a los modelos de gobiernos de Fidel Castro y Hugo Chávez.
Bush sostuvo que "nuestra presencia en la región es muy silenciosa, pero muy efectiva".
El martes, el presidente George Bush recibió en sus oficinas de la Casa Blanca a cinco periodistas representantes de diarios de los países que visitará en la gira que comienza hoy: Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México. Clarín accedió a la transcripción oficial de esa entrevista colectiva. Lo que sigue es la reproducción de los principales tramos.
—¿Cuál es la importancia del desarrollo del nuevo mercado regional del etanol?
—Las relaciones entre Brasil y EE.UU. son fuertes. Recuerdo mi primer encuentro con el presidente Lula. No estaba muy seguro con qué se encontraría cuando vino a la sala Oval. Y, francamente, yo tampoco. La gente tiene una fama que la precede en la vida. Sin embargo, ambos descubrimos que compartíamos las mismas preocupaciones, particularmente, por los pobres. Ambos representamos a naciones grandes e influyentes y podemos trabajar juntos en objetivos comunes como los derechos humanos y el imperio de la ley. Otro tema importante es el comercio. El presidente Lula y yo vamos a destinar tiempo para dialogar sobre la Ronda de Doha para que beneficie a nuestras naciones y a los pobres del mundo. Una forma de incrementar la prosperidad es a través de un mundo que comercie libre y equitativamente. Otro tema es la energía. En mi último viaje a Brasil me impresionó el progreso brasileño y recordé el enorme potencial que puede ser la agricultura en el frente energético. Ahora vuelvo a Brasil con una agenda sobre etanol. Las implicancias políticas de esto son profundas: seremos menos dependientes del petróleo (lo que es bueno para nuestra seguridad nacional), además de que nos ayuda a ser buenos guardianes del medio ambiente.
—Uruguay y EE.UU. firmaron un plan sobre comercio e inversiones. ¿Habrá acuerdo de libre comercio aunque haya opiniones de uruguayos en contra de eso? El presidente Tabaré Vázquez refiriéndose a su viaje definió a su gobierno como antiimperialista
—¿Antiimperialista? Me gustaría que definieran mi gobierno como "prolibertad". Pero volviendo al tema del libre comercio, no se debería dar por sentado de que EE.UU. quiere tener acuerdos comerciales. De hecho, hay un fuerte sentimiento proteccionista en mi país. Me resisto fuertemente a esas tentaciones. Nuestro interés es tratar a los demás de la misma manera que queremos ser tratados en el mercado. Sé que en Uruguay hay presiones. Tiene que pasar un tiempo hasta que la gente se sienta cómoda con diferentes tipos de acuerdos comerciales. Tengo muchas ganas de ir a Uruguay.
—Queda claro que uno de los objetivos de su viaje es estrechar vínculos con los países que son amigos de EE.UU. ¿Qué piensa de la fuerte aceptación del modelo de desarrollo alternativo que viene proponiendo el presidente Chávez? El presidente venezolano propone nacionalizar y una mayor intervención del Estado. ¿Qué opina de esto y cuál es el rol de Brasil en la región teniendo en cuenta ese nuevo modelo?
—Cada líder tendrá que adoptar un estilo de gobierno y un modelo económico que ellos piensen que los conduce a la prosperidad para su pueblo. Creo fuertemente que la industria administrada por el Estado es ineficiente y llevará a más pobreza. Creo que si el Estado trata de administrar la economía aumentará la pobreza y reducirá las oportunidades. Así que los EE.UU. traen un mensaje de mercados abiertos y de gobiernos abiertos a la región. Mi viaje es para recordarles a la gente de Centroamérica y de América del Sur que vivimos en el mismo vecindario.
—Cuando usted esté en Uruguay, Chávez estará en Argentina y habrá marchas en Buenos Aires. ¿Cómo ve eso?
—Voy a muchos lugares y siempre hay marchas callejeras. Adoro la libertad y el derecho de la gente a expresarse. Llevo un mensaje de buena voluntad a Uruguay y a la región.
—Una pregunta sobre Castro.
—¿Castro? Seguro. ¿La pregunta universal sobre Castro? (Risas).
—¿Brasil y otros países de América latina tienen algún rol que desempeñar en la transición cubana?
—Deberíamos esperar que los cubanos tengan el derecho de expresarse por sí mismos, abiertamente, sin miedo a las represalias; poder expresarse en la urna electoral, y poder darse cuenta de su potencial como resultado de una economía abierta. Espero que la transición signifique un cambio de un tipo de gobierno a otro diferente, basado en la voluntad de la gente. Cuando... cuánto tiempo estará en la Tierra, ésa es una decisión que depende de Dios. Pero una vez que eso ocurra... ya saben, Fidel Castro puede vivir... no sé cuánto tiempo, pero, de todos modos, sí creo que el sistema de gobierno que él ha impuesto a la gente no debería sobrevivir si eso es lo que la gente decide.
—Ultimamente en Colombia se supo de los lazos de los paramilitares, que son organizaciones terroristas, con legisladores del partido de Uribe. ¿Esto modificará el apoyo económico que EE.UU. le está dando a Colombia?
—El presidente Uribe dejó en claro que investigará y que si lo hechos así lo requieren interpondrá una acción judicial. Y eso me reconforta y creo que lo pondrá en el lugar adecuado con respecto a nuestro Congreso. El presupuesto que presenté es poco menor que el del año pasado pero no obstante tiene gran compromiso con el Plan Colombia 2.
—El presidente de México, Felipe Calderón, se ha posicionado en la línea de ataque de la guerra contra las drogas y especialmente en la violencia que deriva del narcotráfico. ¿Cuál piensa que debería ser el próximo paso de Calderón? ¿Sus esfuerzos motivarían ahora a EE.UU. a ser más consciente con respecto a parar el tráfico de armas ilegales en las fronteras del norte al sur?
—Es una pregunta muy interesante. México tiene razón de estar preocupado por el contrabando de nuestro país a México —igual que nosotros estamos preocupados del paso de personas y drogas del sur al norte— lo que quiere decir que nos tenemos que comprometer con una Policía de frontera racional que funcione. Soy un gran defensor de la reforma integral de inmigración. Creo fuertemente que una ley facilitará concentrarse en el problema de la droga y las armas si la gente no siente que tiene que entrar furtivamente en los Estados Unidos. En segundo lugar, esa ley nos permitirá —nos ayudará— a desmantelar una industria que floreció utilizando a los seres humanos como producto, como bien mueble y que es inaceptable para nuestro país. Ahora el incentivo es para la gente que quiere trabajar en lo que los norteamericanos no hacen es pagando dinero, hacinarse en un camión rutero, por ejemplo, y ser conducido a través del desierto y escondido por ahí esperando que alguien venga y los rescate y los lleve a un motel o a una casa, que tienen que alquilar hasta que finalmente encuentran su camino al trabajo. La industria que floreció como resultado de la actual ley de inmigración es inhumana y no refleja los valores de los Estados Unidos. Por eso, parte de mi visita es escuchar y ser un socio. Y aprecio la gran prestancia que el presidente Calderón ha tenido. Ha demostrado coraje porque tiene que enfrentarse a gente muy poderosa, muy rica y letal. Yo admiro el coraje cuando se trata de líderes en la función pública.
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