26/4/07

El presidente venezolano Hugo Chávez se ha ganado el rechazo de casi todo el espectro político chileno, por su más reciente estocada al Senado.





Hugo Chávez recibe a la presidenta chilena Michelle Bachelet en el Palacio de Miraflores. (AP)


El senador por Renovación Nacional Carlos Cantero afirmó recientemente a la prensa en Santiago de Chile que a Hugo Chávez le falta mucho para llegar a un liderazgo como el de Fidel Castro, a quien, señaló, el mandatario venezolano intenta sustituir.
Cubaencuentro.comunidad/Inicio/Chile/26/04/2007
Miguel Cabrera Peña
Lengua a la salsa

Aunque Cantero no lo dice, si algo le falta a Chávez tal vez tenga que ver con su instrucción. Como se sabe, Castro se graduó de dos carreras universitarias, y es fama que dedicaba —antes de que los años lo metieran en el quirófano— dos horas diarias a la lectura de noticias. Por sus yerros garrafales, la agenda de Chávez no parece incluir estos momentos. Tal vez para compararlo con Castro basta analizar el carácter de las faltas de ambos a la verdad.

En general, las tergiversaciones del Comandante no son totalmente fáciles de atrapar, al menos de manera inmediata. Hace falta cierto ejercicio intelectual, cierto conocimiento, algunas lecturas. Muy distinto es el caso de Chávez. Desde su insuficiente equipaje intelectual, éste distribuye sus diatribas sin reparar en cada caso concreto.

El más reciente de sus ataques tuvo al Senado chileno como blanco. La causa es bastante conocida: a poco de que lo hiciera la Cámara, el Senado aprobó un proyecto de acuerdo en el que exhorta a Michelle Bachelet que en nombre de Chile proteste ante la OEA por la no renovación de la licencia a un canal de televisión venezolano (RCTV), con más de 50 años de trabajo. Caracas incumple así con la Carta Democrática Interamericana firmada en septiembre de 2001.

La respuesta del ex golpista no se hizo esperar. Tachó de "extrema derecha fascista" a la instancia legislativa y la acusó de apoyar el pucherazo contra Salvador Allende y de aplaudir la intentona de golpe en su contra hace cinco años.

Un mundo de desconocimiento

Aunque el ex teniente coronel venezolano acuse al Senado chileno de fascista, bien vale recordar que entre sus miembros se encuentran políticos como José Antonio Gómez, que sufrió torturas en la lucha contra la dictadura militar. Uno de sus hermanos fue también torturado y asesinado finalmente por el régimen.

Roberto Muñoz, senador por el Partido por la Democracia, votó en contra de Caracas. Esta organización de izquierda —muy cercana a Bachelet— nació en la vorágine de la lucha pacífica antipinochetista.

Fernando Flores, también miembro de la Cámara Alta, estuvo preso en la isla Dawson, adonde lo condujeron desde el incendiado Palacio de La Moneda. El ministro estuvo hasta el final con Salvador Allende, como le ordenó el jefe del Movimiento de Acción Popular Unitaria, más conocida por MAPU.

Sobra esta pequeña muestra para discernir si dice o no verdad la lengua errabunda de Chávez.

Si tanto los demócratas cristianos Soledad Alvear y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (jefe del Senado) se encuentran entre los que no favorecieron a Caracas en la votación, a ambos se les considera firmes opositores a la dictadura militar y de ningún modo extremistas, ya sea de un color político u otro.

El de Eduardo Frei, ex presidente de la República, es un caso donde se ilumina con nitidez el craso error de Chávez. Personalmente, Frei no sólo se opuso al gobierno castrense, sino que su padre, ex presidente y al cabo un mártir político chileno, se erigió en la figura que lideró, abiertamente, la oposición a Pinochet.

Tanta era la popularidad de Frei Montalva, tan directos y valerosos sus discursos contra la falta de libertades, que Pinochet tuvo que matarlo. Aunque esto no es un hecho judicialmente constituido, existen muchas pruebas que así lo indican. El extrañísimo fallecimiento del ex mandatario está bajo investigación en la actualidad. No precisamente por estar de acuerdo con Pinochet, el primer presidente luego de la caída de la dictadura fue el democratacristiano Patricio Aylwin.

Vale recalcar que la votación contra los ataques a la prensa en Venezuela resultó transversal en el Congreso chileno. Al igual que la democracia cristiana, muchos de los legisladores que militan en la izquierda oficialista estamparon su voto, así como la oposición.

Un rosario de respuestas

Si un rasgo delata a los políticos chilenos es que nunca callan ante un ataque y, por cierto, jamás coinciden entre ellos ciento por ciento. Castro, que tuvo tratos con no pocos, les criticó, en más de una ocasión, esta última característica.

El senador oposicionista Carlos Cantero afirmó que, efectivamente, Chávez "está cerrando radios y atentando contra la libertad de expresión", así como "persiguiendo periodistas". "Y eso no se tolera en ninguna parte del mundo civilizado", precisó.

El político definió los criterios de Chávez contra la instancia legislativa de "descalificaciones groseras, grotescas y muy polares"; de alguien que ejerce un "remedo de liderazgo más que un liderazgo real".

Un popular periodista, Libardo Buitrago, dijo en el canal Megavisión que Chávez ha alcanzado en Venezuela la "concentración total del poder", y añadió que el Senado abogó por el principio intransable de la democracia. Las declaraciones "injuriosas del mandatario —subrayó— alcanzan por igual a todos los partidos concurrentes en el gobierno".

Cuando todavía se recuerda el deseo expreso de Chávez de bañarse en una hipotética playa boliviana en el actual territorio chileno y el trato de "pendejo" (inmaduro, tonto) que dio al secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, la nueva estocada del amigo de Castro no podía dejar a Bachelet en silencio, a cuyos colaboradores tildó de fascistas. Por si fuera poco, la arremetida tuvo lugar a pocas horas de la salida de la presidenta hacia Venezuela.

Junto con la entrega por la cancillería de una nota a la encargada de negocios de la embajada venezolana en Santiago, Bachelet subrayó que "el Senado de la República es una institución democrática, que merece todo el respeto de nuestro país y del resto de los países".

Aunque Chávez intentó pronto redirigir sus flechas en particular contra la derecha, su equivocación inicial aglutinó el rechazo de casi todo el espectro político chileno.

Ya en Caracas, reiteró Bachelet la necesidad del respeto entre las dos naciones, y señaló que La Moneda tiene relaciones de amistad con países tan distintos como Cuba y Estados Unidos.

Casos como el de Alejandro Navarro —senador socialista— son bastante raros. Este defiende invariablemente tanto a Castro como a Chávez. En una entrevista al canal Megavisión, le recordaron la elevada cifra de violaciones de derechos humanos en Venezuela, denunciadas por una institución de prestigio. Navarro apenas se limitó a decir que no conocía el dato.

Para algunos, la actitud del ex militar contra la política chilena viene desde la abstención de La Moneda el pasado año sobre el puesto que quería Venezuela en el Consejo No Permanente de Seguridad de la ONU. Bien mirado, el tema pasa por la calidad de la asunción de la libertad y la democracia en un país y otro.

Chávez ya se siente dueño a muy largo plazo del poder en Venezuela, y cada vez con mayor frecuencia atacará a cualquier institución que le cuestione ese poder.

En lo inmediato, la visita de Bachelet a Venezuela zanjó el nuevo incidente. Ahora sólo basta esperar a que la lengua de Chávez vuelva por sus fueros.

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