Un gran caño para unir todas las manos todas
Con la presencia de todos los presidentes de la región, se anunció la primera etapa de la construcción del gasoducto, con el tramo Güiria (Venezuela) y Recife (Brasil), de cinco mil kilómetros de extensión, a un costo de 11 mil millones de dólares. También se acordó la OPEP del gas y se bajó la polémica sobre biocombustibles.
Los presidentes de la región reunidos en isla Margarita. Predominó la idea de la soberanía energética latinoamericana.
Foto: Presidencia
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Con Argentina como principal aliado, Venezuela se dio el gusto ayer de lograr darles, en la reunión de ministros de Energía de Sudamérica, el puntapié inicial a dos proyectos de fuerte contenido político: el Gasoducto del Sur y la Organización de Países Productores y Exportadores de Gas del Sur. Aunque suene grandilocuente, el apoyo dado hacia ambas iniciativas por todos los ministros presentes, incluido el de Brasil, representa el respaldo político hacia el proyecto más ambicioso que están impulsando en conjunto Argentina y Venezuela y en los que aparece cada vez más comprometido Bolivia.
Recientemente, un semanario uruguayo definía al gobierno de Venezuela de una forma que se adapta perfectamente a lo que sucedió en esta Cumbre Energética Sudamericana, después de todos los chisporroteos previos que preanunciaban una tormenta en la relación entre sus miembros. “Venezuela es como esa mina del barrio, la más bonita, la más llamativa, la que todos desean, pero con la que ninguno quiere que lo vean por lo que puedan decir”, describía aproximadamente en esos términos la revista Brecha la sensación que existe en Uruguay sobre la vinculación de ese país con el gobierno de Chávez.
En tiempos de escasez de energía y horizontes de agotamiento para los recursos no renovables, la necesidad puede más que las apariencias. Venezuela ha puesto los recursos de su subsuelo al servicio de su proyecto político, apoyado en una férrea integración con sus vecinos de la región. Ayer, el ministro de Energía y Minas de Venezuela y presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, dio como ejemplo los convenios de cooperación con Argentina para describir la forma de integración que Venezuela propone. “El gas que tiene Sudamérica debe ser para el consumo y el desarrollo de Sudamérica”, subrayó varias veces el ministro anfitrión durante las casi cuatro horas de reunión a puertas cerradas con sus pares regionales, en las que casi no hubo lugar para los discursos protocolares.
No fue ingenuo ni inocente que la reunión se abriera con una amplia exposición de los avances logrados en materia del proyecto del Gasoducto del Sur, la idea calificada como “faraónica” de atravesar Sudamérica de Norte a Sur, desde Venezuela hasta Argentina, con un caño que represente la integración física de todo el subcontinente. Esa obra “faraónica” tendrá su primera etapa en la construcción del tramo Güiria (Venezuela) y Recife (nordeste brasileño), de nada menos que de 5000 mil kilómetros de extensión (cuatro mil en territorio brasileño) y a un costo de 11 mil millones de dólares, según estimó una fuente de la delegación argentina. Según lo expuesto por Ramírez, la obra se pondría en marcha a fines de 2009 y estaría prestando servicio en 2013.
Tampoco resultó casual que el segundo expositor fuera Julio De Vido, quien repasó los puntos de avance del acuerdo con Bolivia para licitar y construir el gasoducto nordeste en Argentina, por el que este país recibirá 20 millones de metros cúbicos diarios de gas, a partir de 2010 si el cronograma de obra se cumple. Con la apertura de la licitación prevista antes de los próximos 90 días y el inicio de obras programado para octubre, este emprendimiento de 1200 kilómetros y un costo aproximado de 1800 millones de dólares (incluida la planta compresora y separadora de gases en Yacuiba, Bolivia) está planteado como parte del mismo trazado que integrará la conexión Güiria-Recife al norte.
Si las dos primeras exposiciones estuvieron perfectamente calibradas, no fue menos oportuna que la tercera corriera por cuenta del ministro de Energía brasileño, Silas Rondeau, quien elogió la iniciativa y puso a Brasil en el centro mismo del desarrollo del gran Gasoducto del Sur. “El proyecto es de gran importancia, de enorme expectativa para Brasil, al punto que se han realizado más de 50 reuniones técnicas en nuestro país; el Gasoducto del Sur forma parte de nuestro proyecto estratégico”, planteó con firmeza. Carlos Villegas, de Bolivia, intervino para garantizar que su país contará con los recursos suficientes para ofrecer el gas comprometido con Argentina en el año 2010, en respuesta a los comentarios sobre una eventual caída en su producción por el parate de las inversiones tras la nacionalización de hidrocarburos. El representante de Ecuador adhirió calificando el proyecto como el aprovechamiento de “una oportunidad histórica”. Y aseguró que su país trabaja con Perú para “aprovechar al máximo el gas de nuestra área” a través de interconexiones en red.
La mayor sorpresa provino de la definición del representante del gobierno colombiano, quien se refirió al gran gasoducto como “un proyecto estratégico para nosotros”, dada la necesidad de su país de integrarse con vistas a su situación en el mediano plazo. “Si en cuatro años no obtenemos resultados distintos a los actuales en nuestras exploraciones, vamos a tener dificultades de abastecimiento de hidrocarburos”, advirtió. El actual desarrollo del Gasoducto Transoceánico con Venezuela permitirá una complementación que resultaría incomprensible desde el punto de vista de la relación política entre ambos gobiernos (Chávez y Alvaro Uribe).
El otro plato fuerte del menú estuvo en la presentación de la llamada OPEP del gas del sur, una propuesta de coordinación de políticas de producción, de precios y de exportación de los países de la región en materia de gas. Hasta Brasil, al que se suponía totalmente ajeno a la iniciativa (promovida por Argentina, Venezuela y Bolivia), se pronunció en su favor. “Tenemos un conocimiento apenas inicial de la idea, pero estamos totalmente de acuerdo en su desarrollo”, definió Silas. El primero y más difícil paso ya estaba dado.
Tras las expresiones generales de apoyo a la idea del Gasoducto del Sur y a una unión estratégica en torno de una OPEP del gas regional, ya se empezó a trazar la idea de un “anillo energético” más ambicioso que otras ideas anteriores: unir en un trazado a todos los países del Pacífico para cerrar un círculo con la conexión de Venezuela con Argentina. Con todos interconectados, se sueña, el gas podría fluir en cualquier sentido hacia allí donde en cada momento se necesite.
Proyectando en grande, los participantes de esta Primera Cumbre Energética Sudamericana acordaron dejar de lado las diferencias con respecto al desarrollo del biocombustible. El tema apenas apareció tangencialmente durante el encuentro, siempre en tono amable y sin doble intención. Fue el gesto de devolución al Brasil por su respaldo a las dos iniciativas que fueron eje del encuentro. Hoy será la oportunidad del intercambio entre los presidentes, con los discursos políticos y la foto de rigor para el recuerdo. Pero la letra del acuerdo ya quedó escrita.
www.pagina12.com.ar/Principal/17/04/2007
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