Opinión
Eduardo Ibarra Aguirre
En palabras de Judith Alamo López también podría preguntarse: “¿A quién le sirve el ombudsman?” (Forum 166, V-07, p. 19). Aunque defensor del pueblo, estrictamente hablando, me parece que en nuestro país no tenemos aún. El propósito de Carlos Salinas de Gortari, su creador, fue sólo para satisfacer las exigencias internacionales y suscribir acuerdos de libre comercio, particularmente el de Norteamérica.
Mas el trabajo de los periodistas, sobre todo los que hacen opinión, no es hacer preguntas a los lectores sino responderlas, me decía Miguel Angel Granados Chapa, allá por 1987.
Y como de responder interrogantes se trata, empiezo por el final. Ninguno de los abundantes casos que ha atendido la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha enredado tanto a su titular, José Luis Soberanes Fernández, como el asesinato de la indígena Ernestina Ascencio Rosario -en Tetlacinga, Soledad Atzompa, Veracruz-, al punto de ser el centro de la crítica pública por extralimitación en las funciones que la legislación le otorga a la CNDH, por la manera tendenciosa e imprudente que ha dado al manejo de la información sobre las investigaciones, por las contradicciones en que ha incurrido y también por recurrir a violaciones a los derechos humanos de las víctimas de la posible comisión de un delito.
Todo lo anterior si nos atenemos a los juicios que hicieron diputados de todos los partidos políticos, con la predecible excepción de Acción Nacional, ante las comisiones unidas de Equidad y Género, Derechos Humanos y de Justicia.
Justamente en la conducta panista en el debate legislativo se encuentra parte de las respuestas a tantas preguntas que Soberanes fue incapaz de contestar a los diputados: “¿Por qué intervino de oficio? ¿Por qué descalifica el trabajo de la Procuraduría estatal? ¿Por qué no ha investigado a los militares? ¿Por qué no emitió recomendación al Ejecutivo? ¿Investiga a la Sedena?”
Porque Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, usurpando funciones del Ministerio Público dictaminó a Elena Gallegos y Claudia Herrera, fuera de grabadoras, lo siguiente:
“He estado al pendiente del caso de la señora que se dice (sic) asesinaron en Zongolica. La CNDH intervino, y lo que resultó de la necropsia fue que falleció de gastritis crónica no atendida. No hay rastros de que haya sido violada. Ojalá ustedes puedan tener, por sus medios, acceso a la información” (La Jornada, 13-III-07, p. 11).
Con Calderón y la ayuda de Soberanes retrocederíamos a los tiempos del absolutismo presidencial, cuando la palabra del inquilino principal de Los Pinos era la primera y la última, sagrada.
El doctor que pasó de “los pleitos de verduleras” al “estoy sacado de onda” está más que empeñado, obsesionado, en defender al actual titular del Ejecutivo federal porque “Antes contestaban mis informes hablando de la inmortalidad del cangrejo. Ahora me responden”. Es decir, Vicente Fox Quesada lo hostigó hasta con la Procuraduría General de la República y Calderón Hinojosa lo apapacha y hasta le aplaude.
El michoacano y su nuevo aliado Soberanes son incapaces de molestar al Ejército y menos aún al divisionario Guillermo Galván Galván, puntales del gobierno en turno, aunque desde tiempos remotos una buena parte de sus integrantes y mandos son violadores sistémicos, no sólo sexuales, de las mujeres pobres del campo y la ciudad, indias en particular, sino de los derechos humanos de los mexicanos.
En tanto, compañeros y familiares -vigilados y hostigados- de doña Ernestina se instalaron en plantón afuera del Palacio Legislativo de San Lázaro porque –reporta Laura Castro Medina de Cimacnoticias- “en Soledad Atzompa prevalece la desconfianza, la indignación y el miedo a los hombres de verde”.
ARGENPRESS.info/27/04/2007
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