28/4/07

Partido Democrático en Italia, el partido de masas después de las masas

Gennaro Carotenuto
Rebelión/Brecha/28/04/2007

Con dos congresos simultáneos, pos- democristianos y pos- comunistas italianos empezaron a recorrer el sábado pasado la recta final hacia un partido unificado. Lo llamarán Partido Democrático. Un experimento que antes de nacer ya pierde fragmentos por su izquierda.

Los democráticos de izquierda (DS), que son la parte mayoritaria de los ex comunistas, celebraron el 21 de abril su congreso en Florencia. Simultáneamente la Margarita, originada en la antigua Democracia Cristiana, se encontró en Cinecittà, la ciudad donde surgió la mayoría de las obras maestras del cine italiano. Los líderes de los dos partidos, aliados desde 1996 y que ya tienen grupos parlamentarios comunes, recorrieron varias veces los 278 quilómetros que separan a las dos ciudades, hablando en los congresos que establecieron que ambos partidos confluirán el próximo año en una sola estructura. Las figuras principales –que seguramente competirán por el liderazgo de la nueva estructura– son Piero Fassino y Francesco Rutelli (los dos juntos en la foto). El primero, de 59 años, es secretario de los ds desde el año 2001, mientras Rutelli, de 53 años, presidente de la Margarita, tiene un pasado radical y ambientalista: fue alcalde verde de Roma y candidato de la centroizquierda derrotado por Silvio Berlusconi en 2001. En los últimos diez años Rutelli tuvo una marcada, insistente y ostentosa conversión a la moderación política y al catolicismo. En la competencia por el liderazgo ya declararon que participarán varios integrantes de una nueva y a menudo interesante generación de políticos. Entre ellos se cuentan dos mujeres, Anna Finocchiaro, de 52 años, de los ds, ex jueza y jefa del grupo parlamentario común; y Rosy Bindi, de 56 años, ex ministro de Salud. El primer ministro Romano Prodi, de 68 años, que logrando en 1996 la alianza entre estas dos partes fundamentales del cuadro político italiano dio inicio a un recorrido que concluirá en 2008, declaró que con la fundación del PD y el término de la actual legislatura finalizará su carrera política.

CERCANÍAS Y DISTANCIAS. El proceso de acercamiento entre los que fueron los dos mayores partidos políticos italianos viene de lejos. Las escuadras fascistas en 1921 no hacían diferencias entre populares y socialistas, y en 1978 las Brigadas Rojas, secuestrando y asesinando a Aldo Moro, querían y lograron impedir que los dos partidos de masas gobernaran juntos. Sin embargo hoy el proceso de fundación de la nueva fuerza (a la cual los sondeos atribuyen un magro 26 por ciento de la intención de voto, algo menos que la suma de los dos partidos en las elecciones de 2006) ha sido especialmente complejo. A menudo la situación ha sido percibida por las bases como un proceso político que tiene como principal objetivo acelerar el trayecto hacia el centro de los ex comunistas.

Los puntos sobre los cuales los congresos de Roma y Florencia no han logrado conjurar las preocupaciones de su militancia son pricipalmente dos. El primero es la cuestión de la laicidad del Estado. En Italia, con mayor fuerza desde la llegada de Benedicto XVI al papado, derecha e izquierda combaten una verdadera guerra sucia para obtener el apoyo de las jerarquías católicas. El Vaticano cada vez exige más, porque tanto la coalición de centroderecha como la de centroizquierda consideran indispensable este apoyo. En este contexto, si el partido de los ds era todavía un partido laico, la nueva formación tendrá muchas dificultades para lograr desmarcarse de las pretensiones de la Iglesia. El segundo punto es el alineamiento internacional. Francesco Rutelli excluyó que la nueva fuerza pueda ser parte del Partido Socialista Europeo. Es previsible que tampoco vaya a integrar el Partido Popular Europeo, que reúne a los partidos democristianos, generalmente de centroderecha, entre los cuales los más importantes son el pp español y la cdu alemana. Estos problemas han causado la salida del ala izquierda de los ds, que buscarán la difícil construcción de una nueva fuerza, en este caso acordando con varias agrupaciones menores presentes en el parlamento, entre las cuales la más importante es el Partido de la Refundación Comunista.

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