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Poco a poco vamos conociendo lo que ha ocurrido en las negociaciones con ETA. Y no sólo por Gara, el diario batasuno, que nos ‘informa’ en un serial que merece mayor credibilidad a la opinión pública que los desmentidos salidos de La Moncloa, sino por la labor de los medios de comunicación, incluido Diariocritico, que venimos revelando de verdad lo que ha ido ocurriendo durante todo este tiempo. Y decimos ‘de verdad’ porque es obvio que hay cosas que ETA, a través de Gara, no cuenta. No cuenta, por ejemplo, que rechazó, ante el interlocutor enviado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, que el Ministerio de Justicia propiciase un acercamiento de los presos vascos: a la banda no le convenía que fuese el Ejecutivo socialista el que diera ese paso, perfectamente constitucional por otra parte, sino que prefería dar la imagen de que había ‘arrancado’ esa concesión, una vez que las negociaciones estuviesen en marcha. Pero si Gara no lo contó, Diariocrítico sí. ¿Cómo les sentará esa renuncia a los familiares de los presos que tienen que recorrer muchos kilómetros para ir a las cárceles a visitarlos? ¿Y cómo sentará a esas bases abertzales conocer que, cuando el 8 de noviembre pasado, Batasuna, por orden de ETA, llevó a la mesa de negociación (un monasterio vasco) con el PSE y el PNV una exigencia innegociable, las conversaciones se rompieron? La verdad es que Batasuna pretendía incorporar a un documento sobre el inicio del acuerdo -que ya estaba a punto de firmarse; tan avanzado estaba el borrador- cuatro líneas que fueron las que dinamitaron toda posibilidad de acercamiento: venían a decir que, en el plazo de dos años, Euskadi habría de tener un Estatuto que comprendiese a Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra. Eso hubiera sido una concesión política realmente inaceptable en un Estado democrático. Y, efectivamente, el Gobierno socialista no cedió. Pero hemos de decir que ni los negociadores socialistas ni tampoco los representantes del PNV tomaron siquiera en consideración la pretensión de los proetarras, que demostraba que Navarra está en el centro del conflicto, algo que Zapatero tiene muy en cuenta a la hora de intentar presionar a sus correligionarios navarros para que no haya un acuerdo autonómico con Nafarroa Bai. Que aquella negativa total en aquella reunión exasperó a ETA es evidente: cincuenta días después de aquel desencuentro del 8-n, los terroristas hacía volar un aparcamiento de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, oficializando así la terminación de un proceso que, en realidad, ya estaba roto. Es evidente, por tanto, que hubo negociaciones antes de lo de la T4, pero no es menos cierto que las ha habido también después. En cualquier caso, estamos en posición de decir que no ha habido claudicaciones, al menos en los temas importantes. Hay otros temas, sin embargo, que parecen más conflictivos. Tanto el Gobierno de Rodríguez Zapatero como muy altas fuentes nacionalistas afirman con tesón que no ha sido claudicación permitir que Acción Nacionalista Vasca pudiese, parcialmente, concurrir a las elecciones, ni permitir una cierta libertad de acción a Batasuna, ni considerar papel mojado el pacto antiterrorista, que excluye a quien más ha trabajado, de hecho, por llegar a una solución razonable: el PNV de Imaz. Bueno, son visiones y versiones parciales de una única realidad. Pero lo cierto es que en los temas de verdad –es decir, la vigencia que para ETA tiene en realidad la ‘Alternativa KAS’- el Gobierno no ha cedido: ni Navarra forma parte del País Vasco, ni se reconoce a las tres provincias vasco-francesas como parte integrante de esa Euskal Herria que pretenden los terroristas, ni se va a negociar con Francia al respecto ni mucho menos se ha admitido la posibilidad de la autodeterminación. Por eso se rompió el proceso. Así las cosas, la culpable de que todo haya salido mal es ETA y solamente ETA. No obstante, está claro que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha cometido errores. Los ha cometido porque ha permitido una excesiva blandura en cuestiones que han encrespado a la opinión pública (caso De Juana Chaos), ha sido ingenuo al no atender a quienes le advertían de que -como está sucediendo ahora con la publicación de las ‘actas de Gara’- la banda podría llegar a ridiculizarle y, sobre todo, no ha preparado suficientemente un plan de comunicación, contando lo que pudiese contarse, de lo que estaba haciendo a los otros partidos (especialmente al PP) y a la sociedad. Lo primero que perdió Zapatero, y probablemente se lo haya ganado a pulso, fue la confianza de un Mariano Rajoy que era clave para que cualquier negociación con ETA pudiese llegar a buen puerto. Lo anterior es un error de bulto. Rajoy siempre ha afirmado que Zapatero no le ha dicho toda la verdad sobre sus contactos con Batasuna-ETA. El Gobierno lo ha desmentido, pero nosotros solamente vamos a transcribir lo que el presidente dijo al respecto en una rueda de prensa en Moncloa el 10 de febrero de 2006. Ésta es la trascripción íntegra de la respuesta a esta pregunta sobre ETA y la información que le trasnmitía a Rajoy: “En las conversaciones que ha mantenido con don Mariano Rajoy ¿le ha transmitido esa convicción de la que nos ha hablado ahora o le ha transmitido también parte de esa información que por prudencia no nos informa?”. El presidente del Gobierno dijo: “Es absolutamente razonable que el principal partido de la oposición quiera tener toda la información, pero la información tiene que partir de un principio de confianza elemental y ese principio de confianza hay que demostrarlo. Se ha demostrado todo lo contrario, de manera singular en esta última semana, después de ver el discurso que se ha hecho cuando se producían las decisiones en el ámbito de los fiscales del Tribunal Supremo y, en su caso, de los magistrados del Tribunal Supremo sobre el cumplimiento de penas por parte de terroristas; decisiones en la que nada, para nada, interviene el Gobierno y decisiones que son exactamente las mismas que siempre en todo el proceso democrático. “No es que no haya un principio de confianza, ni una actitud favorable a la confianza; es que hay algo que es muy serio: hay una desconfianza sustentada en falsedades en un tema muy grave. Y yo tengo que decírselo a los españoles. Es mi obligación. “Estamos en circunstancias que me permiten tener la convicción de que puede, puede, empezar el principio del fin; pero eso dependerá de muchos factores. Lo he dicho: será una tarea larga, difícil y dura. Evidentemente, el principal elemento han sido la capacidad y la fortaleza de las instituciones, del sistema democrático; pero hay más deseos que nunca y condiciones que quizás nunca se hayan producido”. (Pueden ver la trascripción íntegra de la rueda de prensa pinchando aquí). Es decir, que Rajoy no inspiraba confianza a Zapatero y por ello no le informaba de todo lo que iba ocurriendo. Grave error, como se ha demostrado ahora. Además, hay que insistir en que la credibilidad es lo último que puede perder un Gobierno. Y en este sentido, el ‘serial’ de ‘Gara’, en el que ya se ve que se olvidan algunas cosas en las que la banda no sale muy airosa, está provocando a un Gobierno que parece como sonado aún más daño que los explosivos que dicen que pueda colocar el grupo del horror en su previsible ‘campaña de verano’. ¿Puede acometer Zapatero en estas condiciones un debate sobre el estado de la nación, dos días de rifirrafe parlamentario que va a ser seguido con ansia por la ciudadanía? Mucho tendrá que afinar su estrategia, y su táctica, el presidente si no quiere salir abrasado de ese lance parlamentario.
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Diariocritico-Madrid/Última hora/29/06/2007
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