Oscar Dominguez
El inglés nos lleva la precaria ventaja de que utiliza menos palabras para decir lo mismo. Pero ellos viven de prisa. Nosotros no. Para morirse de repente necesitan un segundo. Los primermundistas nos tomamos una hora.
En una enlagunada digna de un Rambo trasnochado, el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, propuso que los hispanos que disfrutan el insomnio americano se bajen del bus del español y le jalen al inglés. ¡Cómo ño, moñito!Ignora quien piensa con sus bíceps que ningún hispano cambiaría el verbo soñar por “to dream”, amar por “to love”. No es lo mismo besar que “to kiss”, ni se puede hermanar un atardecer con el distante “dusk”.Admito que “butterfly” es una voz tan bella como mariposa. Suena la campana y nos sentimos convocados a misa, a la mesa, o al primer round de un cruento desencuentro boxístico. Suena la “bell” y no nos produce frío ni calor.Debe sonar muy bello en inglés lo que Adán le decía a Eva: “Estando los dos, estamos todos”. Lástima que los presidentes made in Usa hayan utilizado el inglés de Tom Sawyer para llenar de tumbas la tierra donde se amaron y desamaron Adán y Eva.Ya hemos padecido frustrados atentados contra la desaparición de esa dama antañona que es la eñe, sólo porque en los teclados en inglés no existe el policía acostado sobre la ene -alias virgulilla- que la convierte en eñe. Mr. Arnold viene ahora por todas las letras.En un atentado sin hígado contra nuestra cultura, el de apellido imposible de pronunciar sin que se nos caigan los dientes, nos quiere dejar sin el pan y sin el queso, y pretende uniformarnos con la hoja de parra del inglés. ¡Ya voy Toño!Rechazamos su propuesta de renunciar a la vida que se expresa a través del idioma, así él haya desertado de su lengua original, el alemán. Lo que es con los hispanos es conmigo. Y que la ponga como quiera que alguna vez corrí cien metros por debajo de los quince segundos.Es lamentable que un mal clon del viejo Charles Atlas, prefiera estar más cerca del lenguaje belicoso de Bush que de la prosa y el verso iluminados de Faulkner o Whitman.El inglés nos lleva la precaria ventaja de que utiliza menos palabras para decir lo mismo. Pero ellos viven de prisa. Nosotros no. Para morirse de repente necesitan un segundo. Los primermundistas nos tomamos una hora.Al proponer el adiós al español en la convención anual de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos, el gobernador hecho en el gimnasio como cualquier metrosexual, habló como el malevo acostumbrado a triturar cráneos en películas que no he visto ni pienso volver a ver.“Tienen que apagar la televisión en español”, ordenó el austriaco. También sugirió reducir la lectura de diarios en español. “Qué falta de respeto qué atropello a la razón”, le reviro con el tango Cambalache que algún burócrata le traducirá.Ojalá Schwarzenegger aprenda a hablar español. Es más, le doy clases gratis. Aunque mejor no le quito más tiempo al bíceps que gobierna porque para él “time is money”. Eso sí, manos fuera de nuestro idioma. Y ningún “by-by”. Simplemente, adiós.oscardominguezg@etb.net.co
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La Patria/Local/27/06/2007
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