21/7/07

AMLO en su laberinto

21/07/2007
Opinión
Jorge Chabat
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La historia parece haber ya alcanzado a An-drés Manuel López Obrador. A pesar de que algunas voces hablaban hace un par de semanas de la fortaleza de AMLO y del supuesto control que éste ejercía sobre el PRD, lo cierto es que cada vez es más claro el desfase entre las posiciones del ex candidato presidencial del PRD y su partido.
Tres acontecimientos en las últimas semanas marcan este desfase. Por un lado, a pesar de la línea que diera AMLO en el zócalo el pasado 1 de julio, de que no habría ninguna negociación de la reforma fiscal propuesta por el presidente Calderón, varios diputados y no se diga los gobernadores perredistas han decidido ignorar dicha orden y hacer lo que se supone que debe hacer un político: negociar.
Segundo, las elecciones de consejeros del PRD, que serán quienes nombren al próximo presidente de ese partido, arrojaron el pasado domingo un resultado desfavorable para AMLO y favorable para la corriente Nueva Izquierda, mejor conocida como Los Chuchos, lo cual indica una pérdida de poder significativa de AMLO y su grupo adentro del partido del sol azteca.
Tercero, la visita del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, hizo aún más evidente el aislamiento de López Obrador dentro de su partido. A pesar de que El Peje declarara non grata la presencia de Rodríguez Zapatero, varios perredistas se reunieron con el presidente español, incluidos algunos pejistas connotados, como Alejandro Encinas o Marcelo Ebrard, quien incluso lo recibió en una ceremonia oficial del Gobierno del DF.
Una explicación simple del debilitamiento de AMLO dentro del PRD apuntaría al resultado de la elección: como finalmente López Obrador no fue el ganador, una pérdida de influencia de éste dentro del PRD era lógica. Sin embargo, creo que la explicación de fondo va más allá.
Hay muchos partidos en el mundo cuyo candidato presidencial pierde pero éste sigue teniendo una gran presencia dentro de su partido y en ocasiones vuelve a ser postulado varias veces hasta ganar la presidencia, como fue el caso de Miterrand en Francia o de Lula en Brasil. La explicación creo que tiene que ver más bien con que la visión de AMLO del país y de la política es simplemente obsoleta y disfuncional para un partido que compite dentro del marco institucional y busca, en principio, alcanzar el poder por medio de las elecciones y no por medios extrainstitucionales.
Esta visión de la política, que AMLO la lleva inscrita en su ADN, es una visión forjada en la oposición al régimen autoritario del PRI durante los 60 y 70, y para la cual es lo mismo estar en la oposición que estar fuera de la competencia institucional. Es una visión para la cual el enemigo es el sistema y no las otras opciones que compiten dentro del sistema.
Y ciertamente durante la etapa más dura del autoritarismo priísta ambas cosas eran lo mismo: en esa época era muy difícil ser oposición al PRI y aceptar al mismo tiempo las reglas desiguales que dicho partido imponía a las otras opciones políticas. Y esa es la perspectiva de AMLO. Todo lo que huela a institucional está corrompido por el PRIAN.
Por ello, no tiene sentido luchar dentro del sistema inequitativo que la “mafia” ha instaurado para perpetuarse en el poder. Y todo aquel que siquiera sugiera que las instituciones mexicanas tienen alguna legitimidad es un traidor: desde los observadores internacionales de las elecciones de 2006 hasta los intelectuales que afirmaron no creer en el fraude electoral de ese año, pasando por el presidente de España, quien fue de los primeros en reconocer la victoria de Calderón.
El problema con esta visión, que pudo haber funcionado para hacer política en los 70, es que ahora hace cortocircuito con un PRD que participa de este sistema electoral (su registro y su presupuesto derivan del mismo) y es gobierno en varias partes del país. Esa es la diferencia de fondo entre López Obrador y sus seguidores, que buscan hacer política fuera de las instituciones (y que al parecer es la única política que saben hacer), y la otra parte del PRD que, mal que bien, está funcionando dentro de las mismas y no ve futuro fuera de ellas.
Es probable que en los próximos meses el aislamiento de AMLO en el PRD se acreciente y que eventualmente ese partido, con otro presidente más moderado, deje de ser una opción para el propio López Obrador. Tal vez entonces el PRD se convierta en una opción real de poder y en una parte fundamental de la consolidación democrática del país. Veremos.
jorge.chabat@cide.edu
Analista político e investigador del CIDE
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El Universal-Mexico/Opinión/21/07/2007

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