Marcela Valente
Buenos Aires-Con la declaración de inconstitucionalidad del indulto a ex jefes de la dictadura militar (1976-83) Argentina se pone de nuevo a la cabeza de sus vecinos de América latina, mucho más demorados en la difícil tarea de poner fin a la impunidad de la que gozan aún los integrantes más conspicuos de sus propias dictaduras, vivos o muertos. Ahora aquí se podrá avanzar sin restricciones sobre ex jerarcas del régimen, muchos ya detenidos por otras causas. Eso no pasa en los demás países de la región.
En Chile, Augusto Pinochet murió el año pasado acosado por múltiples causas por corrupción y violaciones a los derechos humanos pero sin ser tocado por la condena. El ex hombre fuerte de Chile eludió todos los procesos en su contra y fue sepultado con honores militares.
El resto de las causas contra los uniformados marcha lento, y el reciente fallo judicial, rechazando la extradición a Perú del ex presidente Alberto Fujimori, acusado por corrupción y violaciones a los derechos humanos, muestra las deudas de la justicia chilena con la democracia. Alfredo Stroessner, el ex dictador paraguayo, había fallecido pocos meses antes de Pinochet muy anciano también pero gozando del exilio dorado en Brasil pese a las miles de víctimas que dejó durante su tiranía, la más larga de la región.
En Uruguay, un tímido presidente izquierdista, Tabaré Vázquez, oscila entre avanzar en causas contra militares que gobernaron ese país y violaron los derechos humanos, o procurar una ardua reconciliación.
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Diario de León-C. y L.-España/ÚLTIMA HORA/15/07/2007
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