El trato de España hacia los disidentes de la isla ha sido, cuando menos, irresponsable», afirma la escritora Alina Fernández. Hija no reconocida de Fidel Castro
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Alfredo Ves Losada
Alfredo Ves Losada
MADRID-Alina Fernández habla despacio, pausado. Su tono suave podría ser otro rasgo de su rebeldía, en este caso contra la herencia genética de su padre, Fidel Castro. Supo que era hija del dictador cubano cuando tenía diez años, aunque él jamás la reconoció. Desde hace casi 15 años vive fuera de Cuba y se ha convertido en una férrea opositora del régimen cubano. Y desde hace largos meses se hace la misma pregunta que el resto de sus compatriotas, fuera y dentro de la isla: ¿qué sucederá el día que muera Castro, su padre? «Todo el mundo tiene su propia visión sobre lo que ocurrirá, todos difieren. Pero el deseo común es la libertad de Cuba», dice en una entrevista a LA RAZÓN. - ¿Qué desea para Cuba y qué imagina que sucederá en el futuro inmediato? - Lo que deseo, como cualquier persona con algo de sensibilidad, es una transición muy pacífica, donde la gente no sufra. Ojalá pudiéramos sufrirla los que estamos fuera, que estamos en mejores condiciones. Lo que ya ocurrió fue el traspaso de poder a Raúl, pero hay que ver qué sucede sin la figura de Fidel. Raúl ha demostrado tener cierta capacidad administrativa, pero el poder nunca estuvo ciento por ciento en sus manos, sino en las de Fidel. - ¿Cree a Raúl Castro cuando habla de buscar una fragmentación de ese poder concentrado durante medio siglo? - Sí le creo. Creo que es una persona con una proyección totalmente distinta. Es de esperar su voluntad de cambio porque cualquier persona con dos dedos de frente la tiene. - ¿Cómo quedará la figura de Fidel? - Fidel es una leyenda. Y ha perdurado desde los años 60. Es decir, todavía hay una generación viva que tenía colgados en sus dormitorios de la Universidad la foto del Che. - ¿Qué visiones sobre el futuro de Cuba tienen más peso entre las muchas ideas que circularán entre los exiliados? - No hay una visión monolítica ni la ha habido nunca. Todo el mundo difiere con los demás, pero el deseo común es la libertad de Cuba. - ¿Se imagina volviendo a Cuba? - No lo sé. A lo mejor me gustaría ir, pero no quedarme en un lugar donde me sentí atrapada hasta los 40 años, y del que tuve que escaparme. - ¿Se ve a usted como un actor de la transición? - No. Nunca me he metido en política. No tengo una beca del Gobierno. Tengo tres trabajos para sobrevivir y doy charlas porque me invitan, y porque soy la hija biológica, bastarda, o como se quiera llamar, de Fidel. - ¿Qué espera en cuanto a la apertura en la prensa y la libertad de expresión? - Ése es un proceso que será interesantísimo. La gente ha logrado transmitir en un español muy hermético muchas cosas, para entendidos. Uno ve pintura cubana fuera de la isla y descifra. Pero hay que ser casi egiptólogo para entenderlo. - ¿Qué rol tendrá Chávez en la transición? - Si se da una transición con apertura hacia EE UU o Europa, no hará más falta el dinero de Chávez. Sobra el de los cubanos en Miami, que han llegado a tener un poder adquisitivo enorme. No hará más falta Chávez. - ¿Hay otros Castro, herederos con ambiciones? - No lo sé. Siempre hay gente con ambiciones políticas, y el hecho de que yo no las tenga no quiere decir que mis medios hermanos, mis primos no las tengan. Hasta ahora no he visto a nadie que haya descollado en ese sentido, o al que se le haya permitido hacerlo. - ¿Ve alguna mente lúcida capaz de encabezar la transición? - Es muy difícil proyectar lucidez, porque se corren demasiados riesgos. Cuando alguien vive 24 horas bombardeado por la propaganda y aterrorizado por la represión, no sé hasta qué punto se puede ser lúcido, pero en Cuba hay un movimiento hacia el restablecimiento de la sociedad civil que son los disidentes. A ellos es a quienes hay que cuidar, porque son los desprotegidos. - ¿Qué opina del trato de España y otros países hacia los disidentes? - Yo no voy a poner calificativos, pero el trato ha sido al menos irresponsable. Siempre ha habido una complicidad con el régimen, si invirtió en Cuba y puso un hotel, pues ha explotado, seguramente, a sus empleados cubanos. - ¿España es un buen modelo de transición? - Claro, lo que pasa es que nosotros no tenemos un rey.
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La dignidad rebelde
Dice que no le gusta mucho hablar, y prefiere la letra impresa. «No me gusta demasiado discutir; que al fin y al cabo, algo se hereda», reconoce. Es periodista y autora de una autobiografía en la que cuenta cómo asumió, con apenas diez años, que aquel señor barbudo que visitaba su casa era en realidad su padre. Creció mientras la Revolución Cubana quedaba sepultada por la ambición. Hasta que en 1993 se exilió en Miami. Sabe que el mundo la conoce por ser «la hija rebelde de...», y no le teme a ese rótulo. «Hay que asumirlo, porque al parecer algún día voy a cumplir 80 años, y me seguirán diciendo que soy la hija de fulanito. En mi país dicen "cuando la violación es inminente, relájate y goza". Entonces, uno no es nunca lo que piensa que es, sino lo que los demás ven. Yo trato de darle la mayor dignidad posible a ser hija de Fidel. Pero tendría que preguntar qué ven de mí, y no sé siquiera si me ven».
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La Razón-España/Inicio/27/07/2007
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