"Evitamos el choque frontal en lo relativo a las nacionalizaciones de algunas empresas norteamericanas", dijo el embajador
(Enio Perdomo)
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"Ojalá mi sucesor tenga más éxito"
"Me voy sin haber podido establecer un diálogo serio, pragmático y concreto con este gobierno"
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William Brownfield se despide de Venezuela insatisfecho por un lado y por el otro cargado de afecto, dice él, por un país donde ha servido en dos oportunidades durante su carrera diplomática. Primero, hace casi tres décadas, como vicec´´onsul y ahora, durante tres turbulentos años al frente de la representación diplomática más denostada por gobierno alguno en toda la historia del país.
Pero el embajador del imperio sale de un avispero para internarse en otro muy cercano y en pocas semanas estará despachando desde Bogotá, donde el problema no será el presidente Alvaro Uribe, cuyo gobierno es el más cercano de la región a los afectos de la Casa Blanca, sino el conflicto colombiano y el papel que juega Estados Unidos con el Plan Colombia y el Tratado de Libre Comercio, centro de los ataques de la izquierda democr´atica y también de la subversiva guerrillera.
Con las cajas de la mudanza abiertas, Brownfield recibe a El Universal en su despacho y cuando le preguntamos quién puede haber sido el culpable de un pequeño hematoma que luce en la frente, sonríe y cuenta que fue un zancudo zumbón, ruidoso y rojo rojito, que durante una de estas cálidas madrugadas se introdujo en su habitación, le hincó el aguijón en pleno sueño "y en medio de la picazón, aún medio dormido, creí sentir que decía, al alejarse, algo así como "patria socialismo o muerte. Quizás era la despedida".
-¿Cuál es el balance de su gestión durante todos estos años frente a un gobierno que le ha sido hostil?
-De ninguna manera es totalmente positivo. Llegué hace tres años con el deseo y la esperanza de establecer unos contactos que permitieran resolver problemas específicos en caso de que no fuera posible establecer una relación positiva entre los gobiernos y los países. En ese sentido hemos tenido logros limitados: evitamos una confrontación total en el tema de la aviación civil hace un año, evitamos el choque frontal en lo relativo a las nacionalizaciones de algunas empresas norteamericanas y también....
-¿A qué empresas en particular se refiere?
-A los casos de Cantv y de La Electricidad de Caracas. Una de ellas tenía un interés muy alto y otra un interés ciento por ciento en el control. Creo que evitamos una situación que podría haber sido peor. Eso es rescatable, pero el balance no es muy positivo. Salgo de esta posición sin haber podido establecer un diálogo serio, pragmático y concreto con este gobierno. Tampoco pude llegar a un punto en el cual ambos gobiernos acepten sus diferencias fundamentales en cuestiones filosóficas, políticas e ideológicas y busquen un diálogo serio para resolver problemas como la droga, la delincuencia internacional, el terrorismo, la extradición, la aviación civil, energía y comercio. Y siento que no fuera así.
-¿Cuál es la causa de que no fuera así?
-Por 50 años EEUU y la ex URSS tuvimos una relación bastante confrontacional por razones políticas, ideológicas y filosóficas, pero durante todo ese período mantuvimos canales de comunicación para resolver temas concretos. Y aquí eso también debería ser posible. Ojalá que mi sucesor tenga más éxito. Quizás él sea más inteligente y de una personalidad más agradable.
-El cambio de embajador, ¿no implica un cambio de política? ¿De la convivencia al endurecimiento?
-En Estados Unidos, como en la gran mayoría de los países, el Presidente controla la política internacional del Gobierno. Hasta cierto punto no importa el embajador o el secretario de Estado. Es el Presidente quien decide. Mi sucesor recibirá instrucciones del Presidente de EEUU, aunque al mismo tiempo un embajador tiene espacio táctico, la posibilidad de expresar a su manera esas directrices y la forma de comunicarse con el Gobierno y demás factores del país. Puede ser que mi sucesor tenga unos logros que no me acompañaron.
¿Cómo valoraría a su sucesor, Patrick Duddy?
Mi buen amigo Patrick Duddy, a quien conozco desde hace 26 años, es un hombre supercapaz, inteligente, que conoce magníficamente bien esta región de América Latina y posiblemente él encuentre la fórmula mágica que yo no encontré.
-¿Deducimos de su respuesta que no habrá un cambio fundamental en la política hacia Venezuela?
-EEUU y Venezuela no comparten la misma visión para el futuro de esta región. No tenemos el mismo modelo, ni la misma posición en aspectos fundamentales: el mercado como mecanismo principal de la economía, el concepto de libre comercio, de libertad de expresión, de prensa, de religión, de protesta, de organización gubernamental. Esas son diferencias de fondo entre dos sistemas y es improbable que un cambio de embajador o de gobierno, en Washington, implique una modificación sustancial en términos de esas diferencias. El desafío es que, aceptando sus diferencias, ambos gobiernos se acuerden para resolver problemas concretos.
-Señala usted que EEUU y la URSS tendían puentes para resolver problemas específicos. Eso ocurre cuando las relaciones son de potencia a potencia. Usted habla de Venezuela y EEUU en esos términos, aun cuando las diferencias son tremendas. De manera que un cambio de política de EEUU puede impactar decisivamente en nuestro país.
-Sí y no. Nosotros tenemos la misma situación con China, un país mucho más grande que EEUU. Ese mismo tipo de relación la mantenemos con países más pequeños como Vietnam. El tamaño no es decisivo, sino el deseo de los gobiernos de relacionarse pragmáticamente. Con los países con los cuales hay diferencias buscamos y logramos acercamientos haciendo énfasis en los problemas que podemos resolver.
-En este momento hay un problema por la negativa de dos transnacionales petroleras, de EEUU, que se niegan a aceptar las nuevas condiciones de Venezuela para la explotación petrolera.
-Ese es un caso y un tema complicado. Aceptamos lo establecido por la ley internacional según la cual todo estado tiene derecho de nacionalizar o expropiar bienes y servicio en beneficio del pueblo. Pero esa ley impone dos obligaciones: que el proceso sea legal y transparente, así como que ofrezca compensación rápida y justa. El Gobierno venezolano ha anunciado la expropiación del patrimonio de dos empresas norteamericanas, mientras que otras aceptaron sus condiciones. El interés de mi gobierno se centra en las dos empresas afectadas. El próximo paso implica negociaciones para llegar a un acuerdo aceptado por todas las partes. Si lo logramos, aceptamos y apoyamos la decisión de las empresas afectadas.
-¿Y si pasa lo contrario?
-Si pasa lo contrario estamos obligados a apoyar a la empresa. Ojalá que no lleguemos a ese punto, porque creo que es interés de ambos gobiernos mantener un proceso que ofrezca una bienvenida a la participación de empresas internacionales en la economía venezolana o de EEUU. Como sabes, hay mucha inversión venezolana en EEUU y eso es positivo. Invitamos a ese tipo de inversión. Lo que queremos es un sistema que funcione en ambas partes.
-¿No hay en la última parte de su intervención una amenaza velada?
-Señor Giusti, yo soy un diplomático. Nunca amenazo, sólo digo la verdad, de acuerdo con el sentido común. Queremos un sistema que funcione para todos y ese es un deseo universal.
-Se lo preguntaba porque la prensa anuncia que las autoridades de EEUU sancionarán a la Citgo por violación de normas ecológicas. Eso resulta llamativo en un momento como éste.
-Ese es un proceso completamente aparte de éste. Es cuestión de las leyes de EEUU sobre ambiente y ecología. Esa empresa es americana, incorporada en el estado de Delaware, con sede en Houston y gobernada por leyes de EEUU, aun cuando su dueño sea venezolano.
-¿No consideran ustedes, como una provocación, las nacionalizaciones que, sobre todo, afectan a las compañías de su país?
-Ya le dije que legalmente nos ceñimos a las leyes internacionales. Si esos casos producen una cierta falta de estabilidad, confusión y afectan el ambiente para las inversiones extranjeras, la respuesta es sí. Ahora, el Estado tiene el derecho de hacerlo y lo aceptamos.
-Chávez está de gira por Rusia, Belarús e Irán. En Moscú no le fue bien porque Putin le puso sordina a su presencia, sólo fue recibido de manera informal y le negaron la sala plenaria en la Duma.Esta actitud se atribuye al deseo de que la visita no enturbie el encuentro entre Putin y Bush, sobre todo por la venta de armas y ante el temor de que Venezuela se convierta en una cabeza de playa de Rusia en el Continente.
-Rusia es un país soberano, como Venezuela y EEUU. Los dos primeros tienen derecho de mantener relaciones. EEUU y Rusia tienen un buen sistema de diálogo, con muchas áreas de coincidencia y el deseo de progresar en temas bilaterales, regionales y globales. El presidente Bush y el presidente Putin, que yo sepa, no van a reunirse para hablar de Venezuela, aunque todo es posible en estas cumbres presidenciales.
-Entonces, ¿no hay resquemor sobre la venta de armas?
-Nosotros hemos expresado, de vez en cuando, algunas inquietudes sobre la manera en que el Gobierno ruso y algunas empresas de ese país están vendiendo armas y sistemas militares a Venezuela. No decimos que Venezuela no tenga derecho de comprar armas en el mercado internacional, ni que las empresas no puedan venderlas. Sí decimos que sería mucho mejor si lo hicieran de una manera totalmente transparente, porque nuestra preocupación estriba en que Venezuela, como Estados Unidos, no vive en un vacío. La compra de armas genera impacto en los vecinos y éstos tienen sus confusiones y sospechas de vez en cuando. Lo que no queremos es que se desencadene una carrera armamentista en una suerte de efecto dominó. La solución es transparencia total y explicar públicamente, antes de cualquier compra, cuál es, exactamente, el tipo de armas que se quiere comprar, para qué propósito, dónde serán desplegadas y qué van a hacer con ellas. De esa manera los vecinos tendrán la información necesaria para tomar su propia decisión.
-Buena parte de esas preguntas las respondió Chávez.
-En el caso hipotético de una compra de submarinos, lo mejor sería que no hubiera rumores, porque la prensa se refiere a ellos y el Gobierno los niega. Luego la prensa insiste y el Gobierno responde que "posiblemente". Días después ya el Gobierno dice que "quizás se trate de tres" (submarinos) hasta que, finalmente, se llega al número indicado. Esa situación, hipotética, no contribuiría a la transparencia.
-Todo el mundo sabe que se va a comprar submarinos, que se compraron aviones, helicópteros y fusiles y que se va a instalar una fábrica de AK 47. ¿Acaso insinúa usted que se está negociando otro tipo de armamento cuyas características desconocemos?
-Yo me refería a una situación hipotética y decía que lo mejor sería hacer públicos los planes de adquisición de armas, haciendo oferta en el mercado internacional. También el Gobierno, en ese caso hipotético, podría dirigirse a la legislatura solicitando las finanzas para las compras. Eso generaría un debate y transparencia. Puede haber otras maneras, pero sin transparencia se inquieta a los vecinos y se desencadena la carrera armamentista.
-La diferencia está en que esos vecinos no le comprarán armas a Rusia, sino a EEUU.
-Si no me equivoco, hay empresas de ventas de armas europeas y de Asia. Ahora, estoy de acuerdo contigo en que las mejores son las de EEUU y con precios mejores. Acepto, sin embargo, que otros embajadores en el mundo digan lo mismo y yo no quiero pelear con ellos.
William Brownfield se despide de Venezuela insatisfecho por un lado y por el otro cargado de afecto, dice él, por un país donde ha servido en dos oportunidades durante su carrera diplomática. Primero, hace casi tres décadas, como vicec´´onsul y ahora, durante tres turbulentos años al frente de la representación diplomática más denostada por gobierno alguno en toda la historia del país.
Pero el embajador del imperio sale de un avispero para internarse en otro muy cercano y en pocas semanas estará despachando desde Bogotá, donde el problema no será el presidente Alvaro Uribe, cuyo gobierno es el más cercano de la región a los afectos de la Casa Blanca, sino el conflicto colombiano y el papel que juega Estados Unidos con el Plan Colombia y el Tratado de Libre Comercio, centro de los ataques de la izquierda democr´atica y también de la subversiva guerrillera.
Con las cajas de la mudanza abiertas, Brownfield recibe a El Universal en su despacho y cuando le preguntamos quién puede haber sido el culpable de un pequeño hematoma que luce en la frente, sonríe y cuenta que fue un zancudo zumbón, ruidoso y rojo rojito, que durante una de estas cálidas madrugadas se introdujo en su habitación, le hincó el aguijón en pleno sueño "y en medio de la picazón, aún medio dormido, creí sentir que decía, al alejarse, algo así como "patria socialismo o muerte. Quizás era la despedida".
-¿Cuál es el balance de su gestión durante todos estos años frente a un gobierno que le ha sido hostil?
-De ninguna manera es totalmente positivo. Llegué hace tres años con el deseo y la esperanza de establecer unos contactos que permitieran resolver problemas específicos en caso de que no fuera posible establecer una relación positiva entre los gobiernos y los países. En ese sentido hemos tenido logros limitados: evitamos una confrontación total en el tema de la aviación civil hace un año, evitamos el choque frontal en lo relativo a las nacionalizaciones de algunas empresas norteamericanas y también....
-¿A qué empresas en particular se refiere?
-A los casos de Cantv y de La Electricidad de Caracas. Una de ellas tenía un interés muy alto y otra un interés ciento por ciento en el control. Creo que evitamos una situación que podría haber sido peor. Eso es rescatable, pero el balance no es muy positivo. Salgo de esta posición sin haber podido establecer un diálogo serio, pragmático y concreto con este gobierno. Tampoco pude llegar a un punto en el cual ambos gobiernos acepten sus diferencias fundamentales en cuestiones filosóficas, políticas e ideológicas y busquen un diálogo serio para resolver problemas como la droga, la delincuencia internacional, el terrorismo, la extradición, la aviación civil, energía y comercio. Y siento que no fuera así.
-¿Cuál es la causa de que no fuera así?
-Por 50 años EEUU y la ex URSS tuvimos una relación bastante confrontacional por razones políticas, ideológicas y filosóficas, pero durante todo ese período mantuvimos canales de comunicación para resolver temas concretos. Y aquí eso también debería ser posible. Ojalá que mi sucesor tenga más éxito. Quizás él sea más inteligente y de una personalidad más agradable.
-El cambio de embajador, ¿no implica un cambio de política? ¿De la convivencia al endurecimiento?
-En Estados Unidos, como en la gran mayoría de los países, el Presidente controla la política internacional del Gobierno. Hasta cierto punto no importa el embajador o el secretario de Estado. Es el Presidente quien decide. Mi sucesor recibirá instrucciones del Presidente de EEUU, aunque al mismo tiempo un embajador tiene espacio táctico, la posibilidad de expresar a su manera esas directrices y la forma de comunicarse con el Gobierno y demás factores del país. Puede ser que mi sucesor tenga unos logros que no me acompañaron.
¿Cómo valoraría a su sucesor, Patrick Duddy?
Mi buen amigo Patrick Duddy, a quien conozco desde hace 26 años, es un hombre supercapaz, inteligente, que conoce magníficamente bien esta región de América Latina y posiblemente él encuentre la fórmula mágica que yo no encontré.
-¿Deducimos de su respuesta que no habrá un cambio fundamental en la política hacia Venezuela?
-EEUU y Venezuela no comparten la misma visión para el futuro de esta región. No tenemos el mismo modelo, ni la misma posición en aspectos fundamentales: el mercado como mecanismo principal de la economía, el concepto de libre comercio, de libertad de expresión, de prensa, de religión, de protesta, de organización gubernamental. Esas son diferencias de fondo entre dos sistemas y es improbable que un cambio de embajador o de gobierno, en Washington, implique una modificación sustancial en términos de esas diferencias. El desafío es que, aceptando sus diferencias, ambos gobiernos se acuerden para resolver problemas concretos.
-Señala usted que EEUU y la URSS tendían puentes para resolver problemas específicos. Eso ocurre cuando las relaciones son de potencia a potencia. Usted habla de Venezuela y EEUU en esos términos, aun cuando las diferencias son tremendas. De manera que un cambio de política de EEUU puede impactar decisivamente en nuestro país.
-Sí y no. Nosotros tenemos la misma situación con China, un país mucho más grande que EEUU. Ese mismo tipo de relación la mantenemos con países más pequeños como Vietnam. El tamaño no es decisivo, sino el deseo de los gobiernos de relacionarse pragmáticamente. Con los países con los cuales hay diferencias buscamos y logramos acercamientos haciendo énfasis en los problemas que podemos resolver.
-En este momento hay un problema por la negativa de dos transnacionales petroleras, de EEUU, que se niegan a aceptar las nuevas condiciones de Venezuela para la explotación petrolera.
-Ese es un caso y un tema complicado. Aceptamos lo establecido por la ley internacional según la cual todo estado tiene derecho de nacionalizar o expropiar bienes y servicio en beneficio del pueblo. Pero esa ley impone dos obligaciones: que el proceso sea legal y transparente, así como que ofrezca compensación rápida y justa. El Gobierno venezolano ha anunciado la expropiación del patrimonio de dos empresas norteamericanas, mientras que otras aceptaron sus condiciones. El interés de mi gobierno se centra en las dos empresas afectadas. El próximo paso implica negociaciones para llegar a un acuerdo aceptado por todas las partes. Si lo logramos, aceptamos y apoyamos la decisión de las empresas afectadas.
-¿Y si pasa lo contrario?
-Si pasa lo contrario estamos obligados a apoyar a la empresa. Ojalá que no lleguemos a ese punto, porque creo que es interés de ambos gobiernos mantener un proceso que ofrezca una bienvenida a la participación de empresas internacionales en la economía venezolana o de EEUU. Como sabes, hay mucha inversión venezolana en EEUU y eso es positivo. Invitamos a ese tipo de inversión. Lo que queremos es un sistema que funcione en ambas partes.
-¿No hay en la última parte de su intervención una amenaza velada?
-Señor Giusti, yo soy un diplomático. Nunca amenazo, sólo digo la verdad, de acuerdo con el sentido común. Queremos un sistema que funcione para todos y ese es un deseo universal.
-Se lo preguntaba porque la prensa anuncia que las autoridades de EEUU sancionarán a la Citgo por violación de normas ecológicas. Eso resulta llamativo en un momento como éste.
-Ese es un proceso completamente aparte de éste. Es cuestión de las leyes de EEUU sobre ambiente y ecología. Esa empresa es americana, incorporada en el estado de Delaware, con sede en Houston y gobernada por leyes de EEUU, aun cuando su dueño sea venezolano.
-¿No consideran ustedes, como una provocación, las nacionalizaciones que, sobre todo, afectan a las compañías de su país?
-Ya le dije que legalmente nos ceñimos a las leyes internacionales. Si esos casos producen una cierta falta de estabilidad, confusión y afectan el ambiente para las inversiones extranjeras, la respuesta es sí. Ahora, el Estado tiene el derecho de hacerlo y lo aceptamos.
-Chávez está de gira por Rusia, Belarús e Irán. En Moscú no le fue bien porque Putin le puso sordina a su presencia, sólo fue recibido de manera informal y le negaron la sala plenaria en la Duma.Esta actitud se atribuye al deseo de que la visita no enturbie el encuentro entre Putin y Bush, sobre todo por la venta de armas y ante el temor de que Venezuela se convierta en una cabeza de playa de Rusia en el Continente.
-Rusia es un país soberano, como Venezuela y EEUU. Los dos primeros tienen derecho de mantener relaciones. EEUU y Rusia tienen un buen sistema de diálogo, con muchas áreas de coincidencia y el deseo de progresar en temas bilaterales, regionales y globales. El presidente Bush y el presidente Putin, que yo sepa, no van a reunirse para hablar de Venezuela, aunque todo es posible en estas cumbres presidenciales.
-Entonces, ¿no hay resquemor sobre la venta de armas?
-Nosotros hemos expresado, de vez en cuando, algunas inquietudes sobre la manera en que el Gobierno ruso y algunas empresas de ese país están vendiendo armas y sistemas militares a Venezuela. No decimos que Venezuela no tenga derecho de comprar armas en el mercado internacional, ni que las empresas no puedan venderlas. Sí decimos que sería mucho mejor si lo hicieran de una manera totalmente transparente, porque nuestra preocupación estriba en que Venezuela, como Estados Unidos, no vive en un vacío. La compra de armas genera impacto en los vecinos y éstos tienen sus confusiones y sospechas de vez en cuando. Lo que no queremos es que se desencadene una carrera armamentista en una suerte de efecto dominó. La solución es transparencia total y explicar públicamente, antes de cualquier compra, cuál es, exactamente, el tipo de armas que se quiere comprar, para qué propósito, dónde serán desplegadas y qué van a hacer con ellas. De esa manera los vecinos tendrán la información necesaria para tomar su propia decisión.
-Buena parte de esas preguntas las respondió Chávez.
-En el caso hipotético de una compra de submarinos, lo mejor sería que no hubiera rumores, porque la prensa se refiere a ellos y el Gobierno los niega. Luego la prensa insiste y el Gobierno responde que "posiblemente". Días después ya el Gobierno dice que "quizás se trate de tres" (submarinos) hasta que, finalmente, se llega al número indicado. Esa situación, hipotética, no contribuiría a la transparencia.
-Todo el mundo sabe que se va a comprar submarinos, que se compraron aviones, helicópteros y fusiles y que se va a instalar una fábrica de AK 47. ¿Acaso insinúa usted que se está negociando otro tipo de armamento cuyas características desconocemos?
-Yo me refería a una situación hipotética y decía que lo mejor sería hacer públicos los planes de adquisición de armas, haciendo oferta en el mercado internacional. También el Gobierno, en ese caso hipotético, podría dirigirse a la legislatura solicitando las finanzas para las compras. Eso generaría un debate y transparencia. Puede haber otras maneras, pero sin transparencia se inquieta a los vecinos y se desencadena la carrera armamentista.
-La diferencia está en que esos vecinos no le comprarán armas a Rusia, sino a EEUU.
-Si no me equivoco, hay empresas de ventas de armas europeas y de Asia. Ahora, estoy de acuerdo contigo en que las mejores son las de EEUU y con precios mejores. Acepto, sin embargo, que otros embajadores en el mundo digan lo mismo y yo no quiero pelear con ellos.
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El Universal-Venezuela/Nacional /01/07/2007
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