La vieja España sigue creciendo, pero sus habitantes nacen cada vez más lejos de sus fronteras. No es noticia que España sea el país más atractivo para los extranjeros que emprenden su aventura europea, recibiendo un 44,7% del total de los llegados. Tampoco lo es que, según el censo del INE 2007, el 9,3% de la población de España sea ya de nacionalidad foránea. Cayucos y pateras inundan los medios de comunicación, siendo sustituidos, en el mejor de los casos, por interminables y agotadoras incidencias aeroportuarias.
Los españoles hemos oído hablar de inmigración al compás de añejos viajes en busca de un conspicuo despertar. Pero la historia ha cambiado y desde los 90 un intenso flujo migratorio bombea la sangre que llega hasta nuestra pirámide poblacional y nuestro PIB. Democracia restablecida, cobertura médica y escolarización garantizadas de manera gratuita a los extranjeros residentes en el país, estén o no en situación regular, es la materialización del gran sueño del inmigrante.
En una de cada seis bodas –registradas civilmente y recogidas por el INE- que se celebran en España, al menos uno de los cónyuges es extranjero. Otra forma de expresarlo: estas uniones representan un 15,4% en relación al total celebrado en 2006, es decir, más de 32.000 matrimonios internacionales. Estos datos son incluidos en un avance del informe Evolución de la Familia en España, realizado por el Instituto de Política Familiar (IPF) y financiado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
Un incremento del 172 % en 6 años
Si se acota el mapa geográfico de las comparaciones –prescindiendo de afirmaciones del tipo “España recibe cuatro veces más inmigración que Francia”-, los datos adquieren voz propia. De 2000 a 2006 los matrimonios internacionales se han incrementado un 172% (en territorio nacional se sobreentiende). Tal y como señala Eduardo Hertfelder, presidente del IPF: “Existen dos motivos que explican este incremento: uno es la inmigración y otro, el carácter español. Aquí somos más sociables y no tenemos problemas para entablar relaciones con otras culturas”.
Dando por sentada una anhelada interculturalidad, hay que atender a la identidad lingüística y afinidad cultural que nos une firmemente a una parte de esa inmigración. A pesar de que las nacionalidades más presentes en España son la marroquí, la rumana, la ecuatoriana, la británica y, por último, la colombiana, el viejo y desencantado país ha convertido el Caribe en su solución al desamor.
Dificultades económicas, principalmente, y problemas de orden público hacen de Colombia un país con más de 3 millones de emigrantes, según el censo realizado por el DANE (Departamento Nacional de Estadísticas). España es uno de los 3 países que mayor número de inmigrantes de esta nacionalidad recibe y curiosamente son los colombianos los que encabezan la lista de preferencias de los españoles a la hora de pasar por vicaria.
Ellos, como nosotros, celebran Año Nuevo, el Día del Trabajo y el de la Madre. También la Navidad, puesto que en un 92 % son católicos. Recientes investigaciones muestran que el pueblo colombiano tiene en un 90% genes europeos por línea paterna. Reminiscencias o no de los antepasados colonos, ese algo caribeño sigue cautivando a las almas españolas. Y así lo confirma el estudio Demografía de los extranjeros, dirigido por el catedrático de Sociología de la Universidad de A Coruña Antonio Izquierdo, al señalar que los hombres españoles se casan principalmente con latinoamericanas en lo que a matrimonios mixtos se refiere, siendo las colombianas las que representan el mayor número.
Por continente, comunidad autónoma y género
Si los matrimonios internacionales se interpretan por comunidades autónomas, dan cuenta de una concentración en las zonas de mayor dinamismo económico, es decir, Madrid y su área de influencia, el arco mediterráneo y las islas. En Melilla, la mitad de los matrimonios tiene al menos un cónyuge extranjero. En Baleares, uno de cada tres.
Si el criterio favorecido es en esta ocasión el género de los contrayentes, son bastante más las españolas (61%) que los españoles (39%) las que se casan con persona extranjera. Un último esfuerzo por continentes: América, Europa, África y Asia, siendo éste el orden en que su población contrajo matrimonio con españoles y también el orden en cuanto a inmigración hacia España.
La veterana España se está modernizando, no teme al exotismo en las relaciones de pareja y da un paso más hacia el mestizaje en un escenario en el que el efecto llamada dramatiza un papel que corresponde a la conocida como fuga de cerebros. Alentador es no presenciar lánguidas partidas, y difícil es compatibilizar diariamente y en el ámbito privado ya no diferencias religiosas, culturales o sociales, sino caracteres en conflicto. Según el IPF, en el primer trimestre del 2007 se divorciaron 37.500 parejas, 451 matrimonios rotos al día. Esto nos convierte también, aunque esta vez junto a Bélgica, “en el país de la UE con mayor tasa de rupturas en proporción a los matrimonios que hay cada año”, señala el Instituto, mirando con recelo al divorcio exprés.
Matrimonio: celebración, separación, divorcio, nulidad…
El aumento de los matrimonios internacionales parece ir a contracorriente en un contexto en el que la población envejece y se casa cada vez menos y más tarde. El hecho de que la anquilosada cifra de 200.000 bodas anuales no vaya en detrimento se relaciona de nuevo con el flujo migratorio. El futuro de la institución matrimonial está en prueba de fe y hoy por hoy no andan los españoles muy sobrados de ella. Los matrimonios civiles van in crescendo, pasando de representar el 5’6% del total en 1981 a hacerlo en un 39% en 2005.
Y puestos a arder, echemos más leña a la hoguera. Hablar de matrimonios que desafían razas, culturas, religiones, etnias, nacionalidades, e incluso fronteras, es hablar también de matrimonios pactados, por interés o conveniencia, maridos y esposas de encargo, para la ceremonia ante el juez. La alarma empezó a sonar debido al espectacular incremento de los matrimonios internacionales durante los últimos 6 años, algo que en principio se considera residual del fenómeno migratorio, equiparable a un aumento en los nacimientos mixtos. En cualquier caso, lo cierto es que una cuarta parte de los inmigrantes inscritos en España están casados con ciudadanos españoles.
Durante el 2006, el Ministerio de Justicia rechazó 259 bodas por considerarlas “matrimonio de conveniencia”. 259 no es cifra significante por sí sola, puesto que debe relacionarse con los 70 enlaces prohibidos durante 2000. En ese mismo periodo, en República Dominicana, Cuba y Colombia se celebraron un total de 41.000 matrimonios de españoles con nativos. Entre daiquiris, habanos y playas no hay nada peor que se junten el hambre con las ganas de comer…
Los españoles hemos oído hablar de inmigración al compás de añejos viajes en busca de un conspicuo despertar. Pero la historia ha cambiado y desde los 90 un intenso flujo migratorio bombea la sangre que llega hasta nuestra pirámide poblacional y nuestro PIB. Democracia restablecida, cobertura médica y escolarización garantizadas de manera gratuita a los extranjeros residentes en el país, estén o no en situación regular, es la materialización del gran sueño del inmigrante.
En una de cada seis bodas –registradas civilmente y recogidas por el INE- que se celebran en España, al menos uno de los cónyuges es extranjero. Otra forma de expresarlo: estas uniones representan un 15,4% en relación al total celebrado en 2006, es decir, más de 32.000 matrimonios internacionales. Estos datos son incluidos en un avance del informe Evolución de la Familia en España, realizado por el Instituto de Política Familiar (IPF) y financiado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
Un incremento del 172 % en 6 años
Si se acota el mapa geográfico de las comparaciones –prescindiendo de afirmaciones del tipo “España recibe cuatro veces más inmigración que Francia”-, los datos adquieren voz propia. De 2000 a 2006 los matrimonios internacionales se han incrementado un 172% (en territorio nacional se sobreentiende). Tal y como señala Eduardo Hertfelder, presidente del IPF: “Existen dos motivos que explican este incremento: uno es la inmigración y otro, el carácter español. Aquí somos más sociables y no tenemos problemas para entablar relaciones con otras culturas”.
Dando por sentada una anhelada interculturalidad, hay que atender a la identidad lingüística y afinidad cultural que nos une firmemente a una parte de esa inmigración. A pesar de que las nacionalidades más presentes en España son la marroquí, la rumana, la ecuatoriana, la británica y, por último, la colombiana, el viejo y desencantado país ha convertido el Caribe en su solución al desamor.
Dificultades económicas, principalmente, y problemas de orden público hacen de Colombia un país con más de 3 millones de emigrantes, según el censo realizado por el DANE (Departamento Nacional de Estadísticas). España es uno de los 3 países que mayor número de inmigrantes de esta nacionalidad recibe y curiosamente son los colombianos los que encabezan la lista de preferencias de los españoles a la hora de pasar por vicaria.
Ellos, como nosotros, celebran Año Nuevo, el Día del Trabajo y el de la Madre. También la Navidad, puesto que en un 92 % son católicos. Recientes investigaciones muestran que el pueblo colombiano tiene en un 90% genes europeos por línea paterna. Reminiscencias o no de los antepasados colonos, ese algo caribeño sigue cautivando a las almas españolas. Y así lo confirma el estudio Demografía de los extranjeros, dirigido por el catedrático de Sociología de la Universidad de A Coruña Antonio Izquierdo, al señalar que los hombres españoles se casan principalmente con latinoamericanas en lo que a matrimonios mixtos se refiere, siendo las colombianas las que representan el mayor número.
Por continente, comunidad autónoma y género
Si los matrimonios internacionales se interpretan por comunidades autónomas, dan cuenta de una concentración en las zonas de mayor dinamismo económico, es decir, Madrid y su área de influencia, el arco mediterráneo y las islas. En Melilla, la mitad de los matrimonios tiene al menos un cónyuge extranjero. En Baleares, uno de cada tres.
Si el criterio favorecido es en esta ocasión el género de los contrayentes, son bastante más las españolas (61%) que los españoles (39%) las que se casan con persona extranjera. Un último esfuerzo por continentes: América, Europa, África y Asia, siendo éste el orden en que su población contrajo matrimonio con españoles y también el orden en cuanto a inmigración hacia España.
La veterana España se está modernizando, no teme al exotismo en las relaciones de pareja y da un paso más hacia el mestizaje en un escenario en el que el efecto llamada dramatiza un papel que corresponde a la conocida como fuga de cerebros. Alentador es no presenciar lánguidas partidas, y difícil es compatibilizar diariamente y en el ámbito privado ya no diferencias religiosas, culturales o sociales, sino caracteres en conflicto. Según el IPF, en el primer trimestre del 2007 se divorciaron 37.500 parejas, 451 matrimonios rotos al día. Esto nos convierte también, aunque esta vez junto a Bélgica, “en el país de la UE con mayor tasa de rupturas en proporción a los matrimonios que hay cada año”, señala el Instituto, mirando con recelo al divorcio exprés.
Matrimonio: celebración, separación, divorcio, nulidad…
El aumento de los matrimonios internacionales parece ir a contracorriente en un contexto en el que la población envejece y se casa cada vez menos y más tarde. El hecho de que la anquilosada cifra de 200.000 bodas anuales no vaya en detrimento se relaciona de nuevo con el flujo migratorio. El futuro de la institución matrimonial está en prueba de fe y hoy por hoy no andan los españoles muy sobrados de ella. Los matrimonios civiles van in crescendo, pasando de representar el 5’6% del total en 1981 a hacerlo en un 39% en 2005.
Y puestos a arder, echemos más leña a la hoguera. Hablar de matrimonios que desafían razas, culturas, religiones, etnias, nacionalidades, e incluso fronteras, es hablar también de matrimonios pactados, por interés o conveniencia, maridos y esposas de encargo, para la ceremonia ante el juez. La alarma empezó a sonar debido al espectacular incremento de los matrimonios internacionales durante los últimos 6 años, algo que en principio se considera residual del fenómeno migratorio, equiparable a un aumento en los nacimientos mixtos. En cualquier caso, lo cierto es que una cuarta parte de los inmigrantes inscritos en España están casados con ciudadanos españoles.
Durante el 2006, el Ministerio de Justicia rechazó 259 bodas por considerarlas “matrimonio de conveniencia”. 259 no es cifra significante por sí sola, puesto que debe relacionarse con los 70 enlaces prohibidos durante 2000. En ese mismo periodo, en República Dominicana, Cuba y Colombia se celebraron un total de 41.000 matrimonios de españoles con nativos. Entre daiquiris, habanos y playas no hay nada peor que se junten el hambre con las ganas de comer…
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El Confidencial/03/08/2007
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