21/8/07

El ejemplo de los que mandan

21/08/2007
Opinión
Jorge Rouillon
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A fines de 1964, José Luis de Imaz, abogado y sociólogo, publicó Los que mandan , una obra señera sobre los dirigentes de distintos sectores de la sociedad argentina.
El martes último, en la Universidad Católica Argentina, presentó Los constructores de Europa , libro editado por la Fundación Carolina de Argentina, que el 3 de septiembre se dará a conocer formalmente en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
Se refiere a Robert Schuman, francés; Konrad Adenauer, alemán; Jean Monnet, belga, y Alcide de Gasperi, italiano.
Imaz destacó su formación intelectual y su vocación de unidad siendo "hombres de frontera".
Schuman nació en Luxemburgo, de padre francés de Lorena, que no quiso ser alemán al cambiar de manos esa región, y madre luxemburguesa; estudió en universidades alemanas y fue francés por opción.
De Gasperi llegó a representar a los italianos del Alto Adigio en el Parlamento austro-húngaro en Viena.
Adenauer, que concluyó sus memorias y dejó de ser primer ministro a los 92 años, pensó que ya podía bien morir cuando firmó con Francia el Tratado del Carbón y del Acero.
En el acto hablaron Enrique Aguilar, Julio Alvarez -que conoció a Adenauer en Princeton- y Roberto Bosca. Este último destacó el valor pedagógico de la ejemplaridad, de esas vidas que muestran virtudes encarnadas, modelos de conducta imitables que atraen hacia el bien, hacia algo mejor, hacia lo alto, transformando la realidad tangible mediante una política arquitectónica.
Los consideró cuatro hombres justos y señaló que por lo menos tres de esos forjadores de la Unión Europea se inspiraban en el humanismo cristiano. Dos de ellos -Schuman y De Gasperi- se hallan en proceso de beatificación. Como mostrando que es posible la santidad en protagonistas del nivel más alto de la construcción política.
Hace una semana, al citar ejemplos de "rapiña de unos pocos", Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, dijo que la vida pública pareciera al arbitrio de mafias tenebrosas capaces de treparse al poder económico, cultural o político, pero apuntó que el cristiano "no opta por el camino fácil y cobarde de despreciar la política porque esté manchada de corrupción". Destacó el valor de la política, que no puede dejarse a merced de "hombres sin conciencia".
Días antes, Miguel Hesayne, obispo emérito de Viedma, había dicho que si la Iglesia, a través de los distintos roles de sus miembros, no evangelizara el mundo de la política cometería pecado de omisión. Y que los pastores, preocupados por la unidad, deben hacerlo "desde un Evangelio sin partidismos ni ideologizaciones".

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