Andrei Piontkovsky
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La semana pasada, Rusia y China realizaron maniobras militares conjuntas delante del presidente Vladimir Putin y del presidente chino Hu Jintao, pero no es probable una nueva alianza estratégica entre los dos países, pues es China la que representa la mayor amenaza estratégica para Rusia, aunque muchos en el Kremlin parecen no verlo, mientras blanden sables contra Estados Unidos y Occidente.
De hecho, China considera oficialmente que varias regiones del Extremo Oriente de Rusia fueron "enajenadas" de ella simplemente. Las reivindicaciones territoriales de China a Rusia figuran con frecuencia en los libros de texto de geografía de las escuelas primarias chinas, que incluyen varias regiones del Extremo Oriente ruso dentro de las fronteras de China.
Esa actitud es coherente con la concepción estratégica china del "espacio vital", que incluye todas las esferas de las actividades estratégicas de un Estado, en tierra, en el mar, bajo las aguas, en el aire y en el espacio. Las dimensiones del "espacio vital" van determinadas por las capacidades económicas, científicas, técnicas, sociales y militares de un país: esencialmente, su "poder total". Según los teóricos chinos, el "espacio vital" de las grandes potencias se extiende mucho más allá de las fronteras de un Estado, mientras que el "espacio vital" de los países débiles está limitado por fronteras estratégicas que no siempre corresponden a las de su territorio nacional.
En la actualidad, China tiene reivindicaciones territoriales contra 11 de sus 24 vecinos, incluidos la India, el Japón, Vietnam y las Filipinas, además de Rusia. En las relaciones de China con todos ellos, la posible utilización de la fuerza militar era y sigue siendo un factor importante.
En septiembre de 2006, el Ejército Popular de Liberación de China llevó a cabo durante 10 días un ejercicio de unas proporciones sin precedentes, que abarcó los distritos militares de Shenyang y Beijing, los dos más potentes de los siete distritos militares de China. Shenyang linda con el distrito del Extremo Oriente de las fuerzas armadas de Rusia y el distrito de Beijing comparte una frontera con el distrito militar siberiano de Rusia. Durante los ejercicios, las unidades de Shenyang avanzaron mil kilómetros dentro del distrito de Beijing, donde realizaron maniobras conjuntas.
Para los observadores militares, los ejercicios de Beijing-Shenyang parecieron prácticas para una posible operación ofensiva contra Rusia, porque sólo se emprenden ejercicios en tamaña escala en la fase final de un programa multianual para capacitar a las tropas a fin de que ejecuten planes operativos y estratégicos concretos. La geografía de los ejercicios y el carácter ofensivo de las tareas emprendidas no permite dudar que Rusia desempeñaba el papel de "adversario potencial". Semejante exhibición de fuerza es una técnica política antigua y tradicional china.
Paradójicamente, esos ejercicios se emprendieron durante un período en el que, en la superficie, los vínculos políticos y económicos bilaterales parecían estar en su momento más alto. Rusia ocupa un lugar importante en los cálculos geopolíticos chinos, como proveedora de armamento moderno y de recursos energéticos necesarios para continuar su modernización. Así, pues, los chinos están haciendo todo lo posible para reforzar su posición económica y política en Rusia y para atraer a este país a su esfera de influencia.
Y China está triunfando y la forma más manifiesta es la de reforzar coherentemente el programa antiamericano y antioccidental de Putin. Aunque el ejercicio de Beijing-Shenyang debería haber indicado a los dirigentes rusos que las intenciones de China para con Rusia pueden no ser siempre benévolas, los dirigentes políticos y militares de Rusia no parecen sentir ninguna amenaza; al contrario, siguen vendiendo a los chinos armas ultramodernas.
De hecho, la actual orientación diplomática de Rusia es claramente contraria a sus intereses nacionales de seguridad a largo plazo. China nunca estará interesada en la modernización económica y política de Rusia, pues prefiere que este país siga siendo una fuente de recursos minerales y energéticos y una vasta "retaguardia estratégica" en su desafío, que se está perfilando, a los Estados Unidos. Asimismo, la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), que acaba de concluir su reunión anual, es, para China, un instrumento de política regional que contribuye a fortalecer la influencia y el control de China sobre los recursos naturales del Asia central a expensas de Rusia.
Ninguna nación amenaza las fronteras de China. Este país puede resolver sus problemas internos, como, por ejemplo, el separatismo, por sí solo. China es militarmente autónoma y necesita la cooperación militar en el marco de la OCS sólo para tener las manos libres, si surge algún conflicto que afecte a sus intereses.
De hecho, el conflicto entre Rusia y China es posible precisamente en el Asia central, en vista de las claras diferencias de intereses económicos y políticos entre los dos países en esa región. Aparte del control de los suministros energéticos de esa región, el agua ha pasado a ser una causa potencial de conflicto, en vista de la grave escasez de China al respecto. Sin embargo, si bien los chinos entienden claramente esas contingencias y están preparándose para abordarlas diplomática y militarmente, el Kremlin sigue obsesionado de forma miope con la imaginaria amenaza de los Estados Unidos.
Así, mientras el Kremlin sueña con restablecer su dominio sobre lo que los rusos llaman el "extranjero cercano" (Ucrania, Belarús, los países bálticos y los demás Estados postsoviéticos), China cada vez considera más a Rusia su "extranjero cercano". ¿Despertará por fin el Kremlin y lo comprenderá?
Hace 36 años, Richard Nixon y Mao Zedong pusieron patas arriba la política mundial, cuando tanto los Estados Unidos como China comprendieron que era la Unión Soviética y no ellos quien representaba la mayor amenaza para los dos. Vladimir Putin necesita su "momento Nixon". Enajenarse a Occidente es una estrategia absurda cuando la mayor amenaza a largo plazo para Rusia procederá de Oriente.
La semana pasada, Rusia y China realizaron maniobras militares conjuntas delante del presidente Vladimir Putin y del presidente chino Hu Jintao, pero no es probable una nueva alianza estratégica entre los dos países, pues es China la que representa la mayor amenaza estratégica para Rusia, aunque muchos en el Kremlin parecen no verlo, mientras blanden sables contra Estados Unidos y Occidente.
De hecho, China considera oficialmente que varias regiones del Extremo Oriente de Rusia fueron "enajenadas" de ella simplemente. Las reivindicaciones territoriales de China a Rusia figuran con frecuencia en los libros de texto de geografía de las escuelas primarias chinas, que incluyen varias regiones del Extremo Oriente ruso dentro de las fronteras de China.
Esa actitud es coherente con la concepción estratégica china del "espacio vital", que incluye todas las esferas de las actividades estratégicas de un Estado, en tierra, en el mar, bajo las aguas, en el aire y en el espacio. Las dimensiones del "espacio vital" van determinadas por las capacidades económicas, científicas, técnicas, sociales y militares de un país: esencialmente, su "poder total". Según los teóricos chinos, el "espacio vital" de las grandes potencias se extiende mucho más allá de las fronteras de un Estado, mientras que el "espacio vital" de los países débiles está limitado por fronteras estratégicas que no siempre corresponden a las de su territorio nacional.
En la actualidad, China tiene reivindicaciones territoriales contra 11 de sus 24 vecinos, incluidos la India, el Japón, Vietnam y las Filipinas, además de Rusia. En las relaciones de China con todos ellos, la posible utilización de la fuerza militar era y sigue siendo un factor importante.
En septiembre de 2006, el Ejército Popular de Liberación de China llevó a cabo durante 10 días un ejercicio de unas proporciones sin precedentes, que abarcó los distritos militares de Shenyang y Beijing, los dos más potentes de los siete distritos militares de China. Shenyang linda con el distrito del Extremo Oriente de las fuerzas armadas de Rusia y el distrito de Beijing comparte una frontera con el distrito militar siberiano de Rusia. Durante los ejercicios, las unidades de Shenyang avanzaron mil kilómetros dentro del distrito de Beijing, donde realizaron maniobras conjuntas.
Para los observadores militares, los ejercicios de Beijing-Shenyang parecieron prácticas para una posible operación ofensiva contra Rusia, porque sólo se emprenden ejercicios en tamaña escala en la fase final de un programa multianual para capacitar a las tropas a fin de que ejecuten planes operativos y estratégicos concretos. La geografía de los ejercicios y el carácter ofensivo de las tareas emprendidas no permite dudar que Rusia desempeñaba el papel de "adversario potencial". Semejante exhibición de fuerza es una técnica política antigua y tradicional china.
Paradójicamente, esos ejercicios se emprendieron durante un período en el que, en la superficie, los vínculos políticos y económicos bilaterales parecían estar en su momento más alto. Rusia ocupa un lugar importante en los cálculos geopolíticos chinos, como proveedora de armamento moderno y de recursos energéticos necesarios para continuar su modernización. Así, pues, los chinos están haciendo todo lo posible para reforzar su posición económica y política en Rusia y para atraer a este país a su esfera de influencia.
Y China está triunfando y la forma más manifiesta es la de reforzar coherentemente el programa antiamericano y antioccidental de Putin. Aunque el ejercicio de Beijing-Shenyang debería haber indicado a los dirigentes rusos que las intenciones de China para con Rusia pueden no ser siempre benévolas, los dirigentes políticos y militares de Rusia no parecen sentir ninguna amenaza; al contrario, siguen vendiendo a los chinos armas ultramodernas.
De hecho, la actual orientación diplomática de Rusia es claramente contraria a sus intereses nacionales de seguridad a largo plazo. China nunca estará interesada en la modernización económica y política de Rusia, pues prefiere que este país siga siendo una fuente de recursos minerales y energéticos y una vasta "retaguardia estratégica" en su desafío, que se está perfilando, a los Estados Unidos. Asimismo, la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), que acaba de concluir su reunión anual, es, para China, un instrumento de política regional que contribuye a fortalecer la influencia y el control de China sobre los recursos naturales del Asia central a expensas de Rusia.
Ninguna nación amenaza las fronteras de China. Este país puede resolver sus problemas internos, como, por ejemplo, el separatismo, por sí solo. China es militarmente autónoma y necesita la cooperación militar en el marco de la OCS sólo para tener las manos libres, si surge algún conflicto que afecte a sus intereses.
De hecho, el conflicto entre Rusia y China es posible precisamente en el Asia central, en vista de las claras diferencias de intereses económicos y políticos entre los dos países en esa región. Aparte del control de los suministros energéticos de esa región, el agua ha pasado a ser una causa potencial de conflicto, en vista de la grave escasez de China al respecto. Sin embargo, si bien los chinos entienden claramente esas contingencias y están preparándose para abordarlas diplomática y militarmente, el Kremlin sigue obsesionado de forma miope con la imaginaria amenaza de los Estados Unidos.
Así, mientras el Kremlin sueña con restablecer su dominio sobre lo que los rusos llaman el "extranjero cercano" (Ucrania, Belarús, los países bálticos y los demás Estados postsoviéticos), China cada vez considera más a Rusia su "extranjero cercano". ¿Despertará por fin el Kremlin y lo comprenderá?
Hace 36 años, Richard Nixon y Mao Zedong pusieron patas arriba la política mundial, cuando tanto los Estados Unidos como China comprendieron que era la Unión Soviética y no ellos quien representaba la mayor amenaza para los dos. Vladimir Putin necesita su "momento Nixon". Enajenarse a Occidente es una estrategia absurda cuando la mayor amenaza a largo plazo para Rusia procederá de Oriente.
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Project Syndicate. El autor es director ejecutivo del Centro de Estudios Estratégicos de Moscú.
-Project Syndicate. El autor es director ejecutivo del Centro de Estudios Estratégicos de Moscú.
La Prensa-Panamá/28/08/2007
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