Manuel Sacristán
Desde 2005 hasta la fecha se están reeditando numerosos textos del filósofo marxista español Manuel Sacristán (1925-1985), y se multiplican los libros y actos sobre su figura. Sin embargo, en medio de este maremagnum de antologías, elegías, autopsias y descuartizamientos varios, hay una curiosa ausencia –salvo inadvertencia por mi parte-: siempre parecen escamoteados los textos que dedicó a Ulrike Meinhof, militante de la organización armada alemana Fracción del Ejército Rojo y presa el día de su muerte en la prisión de alta seguridad de Stannheim[1].
No dudo de que la ausencia de estos textos en medio de tan copiosa e interesante literatura se deba a la casualidad. Por lo que a mí respecta, los escritos de Sacristán sobre cuestiones de política de la ciencia me parecen más relevantes, o hasta más urgentes –y en todo caso más originales-, que los aquí comentados. Pero no por casual o inevitable (hay que elegir) dicha ausencia es menos desafortunada.
Es lugar común una cantinela sobre el perfil político de Sacristán: Sacristán como una especie de san Juan Bautista teórico que bautiza en el Jordán de su sabiduría, como sucesores genuinos, a los nuevos movimientos sociales –o al movimiento antiglobalización, o a los foros sociales mundiales... -, después de haberse desengañado con el autoritarismo de países y partidos comunistas. Esta visión se refleja en el título de una de las antologías más difundidas –"De la primavera de Praga al marxismo ecologista"-, en la que tampoco se reeditan los escritos sobre Meinhof (pese a que forman parte del arco temporal referido por el título).
Los escritos a que me refiero y que aquí transcribo enlace:
http://www.nodo50.org/rebeldemule/foro/viewtopic.php?t=3242
no desmienten esa cantinela, pero sí desentonan con ella. Digamos que lo que cuenta Sacristán sobre las vicisitudes de la izquierda alemana en los años 60 muestra que los "nuevosmovimientos sociales" –ecologismos y pacifismos de base diversos- ni son tan nuevos ni inventan nada; que mientras el mochilero antiglobalización de turno sube al inter-rail a experimentar "nuevas formas de acción", esa izquierda de los 60 ya había bajado; que la situación en tiempos de Sacristán (y no digamos ahora) no es tan distinta de la que llevó a muchos protagonistas de la izquierda alemana de los 60 (entre ellos Ulrike Meinhof) a hacer balance y tomar las armas en los 70.
De los textos transcritos: "El balance de la Oposición Extraparlamentaria, y en general de la izquierda alemana, a finales de 1968, es bastante malo: los años de campaña contra los proyectos de leyes de emergencia... han terminado en derrota; el agotamiento del mayo francés y el contundente barrido electoral del sesentayochismo en Francia disipan muchas esperanzas descabelladamente alimentadas por aquellos jóvenes pequeño-burgueses y burgueses que se rebelaron contra el sistema sin tener experiencia, ni siquiera consciencia, de la base clasista en la que habrían tenido que reorientarse para cambiar de bando realmente; la política exterior de los países del Pacto de Varsovia –y muchos elementos de su política interior- quitan a otros esperanzas un tanto diferentes; en el seno de la OEP alemana, en su núcleo mejor organizado, está a la vista no ya una sintomática descomposición, sino la descomposición misma. En noviembre la Liga de Estudiantes Socialistas (SDS) intenta terminar en Hannover su XXIII conferencia de delegados... La conferencia es un caos. Alguien distribuye, por ejemplo, entre los delegados, una octavilla que se puede traducir así:
Ffffffruuuuustraciónnnnn
Pal Culo
Esto es un congreso del SDS
Antes de terminar la conferencia se habían marchado como la mitad de los delegados, y también se habían ido algunos de los portavoces de mayor influencia en los años y meses anteriores".
En realidad, el mochilero antiglobalización no puede ignorar a estas alturas que la fiesta terminó, y que ocho años después de la eclosión de "el movimiento antiglobalización" el balance no da para muchas ilusiones. Hasta uno de sus oráculos impresos se lo recuerda ya en letras de molde[2]: en Francia, uno de los principales escenarios del movimiento, la respuesta de la sociedad a ocho de años de campañas y campañitas ha consistido en respaldar en las urnas a la derecha imperialista, la candidatura de Sarkozy que busca acabar con la independencia de Francia –respecto a Estados Unidos- en política exterior.
Según la reflexión de Sacristán presente en estos textos, puesto que una sociedad capitalista -por definición- no puede estabilizarse en lo económico, debe estabilizarse en lo político bajo una forma vieja o nueva de fascismo. Quizás puede añadirse que no sería difícil en tiempos como los nuestros que una nueva forma de fascismo se implantase por vía electoral, y de la mano de una humanidad como la mencionada por el editor Giacomo Feltrinelli[3] -en una carta que envió en 1958, desde la Italia del "milagro económico", al disidente soviético Boris Pasternak-:
En estos tiempos en que los valores humanos se olvidan, en que los seres humanos son reducidos a máquinas, en que la mayoría de las personas sólo tratan de huir de sí mismas y de resolver los problemas de su ego viviendo en el estress y mortificando lo que queda de la sensibilidad humana, 'Doctor Zhivago' ha sido una enseñanza que no se podrá olvidar.[4]
Desde luego, cualquier activista puede tener la tentación de imputar alguna de sus desgracias, como la victoria en Francia de Sarkozy, a una plaga de sadomasoquismo como la sentida por Feltrinelli. Al menos, si es un tipo leído y se fía de "Le Monde diplomatique": la conclusión de tanto frenesí de campaña por 'otro mundo posible' es que "Sarkozy y la derecha parecen haber ganado la batalla de la hegemonía cultural incluso en amplios sectores de las clases populares. La perspectiva del triunfo individual, aún en detrimento de de los menos favorecidos, moviliza más que la invocación de las solidaridades colectivas... El horizonte cultural de las categorías populares... se aleja de las perspectivas de progreso generadas por la acción colectiva, y se repliega en los valores del ethos capitalista impulsados por los grupos sociales dominantes: trabajo individual, reducción de los impuestos... remuneración del mérito... transmisión del patrimonio". La conclusión o una de las conclusiones: otra son más de seiscientos mil muertos en Iraq, tras las "grandes movilizaciones mundiales contra la guerra".
Volviendo a la Alemania (o Europa) de los 70, Sacristán no sacaba las mismas conclusiones que Ulrike Meinhof; a su juicio, la respuesta viable a la previsible restauración del fascismo pasaba por "grandes concentraciones antifascistas cuya definición política global, como su contenido, tenga poco perfil", y no por la vía armada. En su tiempo, Sacristán vio como ejemplos de estas concentraciones, en España, al movimiento antinuclear y a las campañas por el "No" a la OTAN –está última conoció su fracaso electoral el año siguiente del de la muerte de Sacristán-. Posteriormente, muchos han valorado que las sucesivas campañas de turno contra algo o las distintas terapias de grupo de los movimientos "de base" cumplían la misión demandada por Sacristán.
Estoy más de acuerdo con Sacristán que con Meinhof: pero también estoy de acuerdo con Sacristán en que "no hay ninguna razón para presentar esta situación eufóricamente". Pienso que muchos de los recientes albaceas de Sacristán incurren, si no en euforia, si en una interpretación algo empalagosa de la situación –que les permite en otros ámbitos incluso cantar las alabanzas de una película como "Salvador", la edulcorada biografía de Salvador Puig Antich-; pienso también que los escritos sobre Ulrike Meinhof ponían negro sobre blanco (y lo hacen más en la actualidad) las razones por las que no debe caber la euforia.
Dispongo de los textos de Sacristán y no de los textos de Ulrike Meinhof a los que servían de prólogo. Siendo Ulrike Meinhof y su gente las personas a las querealmente interesa recordar, el ratón de biblioteca que los suba a la red será benemérito de verdad.
[1] A lo sumo, se alude a la relación entre Ulrike Meinhof y Sacristán –coincidieron en la universidad de Münster- como episodio biográfico sentimentaloide digno de una nota al pie.
[2] Las ilusiones perdidas de la izquierda de la izquierda. Le Monde diplomatique (edición en castellano), julio de 2007, pág 4.
[3] Feltrinelli fue un editor italiano con una trayectoria pareja a la de Ulrike Meinhof, también en lo poco claro de su muerte.
[4] Carlo Feltrinelli, Senior Service : biografía de un editor. – 2003, Tusquets.
kaosenlared.net-España/10/08/2007
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