El Mercosur, fiel representante de las necesidades de los países de esta Latinoamérica, atrapados en sus mediocridades políticas que le impiden avanzar con fuerza sobre la pobreza; necesita imperiosamente que se piense en la resolución de los problemas desde el largo plazo, llamado futuro.
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Por María Herminia Grande
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Recientemente el Parlamento del Mercosur aprobó su reglamento interno.Tal vez, en un anémico Mercosur, sea bueno destacar un título de lo aprobado, que -si se sabe utilizar- , estarían los países integrantes, intentando un salto cualitativo ante tanta chatura. Dentro de las comisiones creadas, que reflejarán los intereses sobre los que trabajarán los parlamentarios, se encuentra la Comisión de Relaciones Internacionales la cual nace con el aditamento de "Estrategias para la Gestión de Futuro". Tal denominación despierta expectativas porque muy pocos parlamentos tienen esa temática incorporada a su trabajo.Finlandia es uno de ellos. El Mercosur, fiel representante de las necesidades de los países de esta Latinoamérica, atrapados en sus mediocridades políticas que le impiden avanzar con fuerza sobre la pobreza; necesita imperiosamente que se piense en la resolución de los problemas desde el largo plazo, llamado futuro. Discutir desde la cosmovisión que el mundo ofrece, las mejores políticas para resolver los problemas de hoy, y prevenir los de mañana es no sólo un paso importante, sino obligatorio de responsabilidad de todo político que se precie de tal. Si se logra desde allí una metodología prospectiva que analice las situaciones que se pueden llegar a producir a partir de lo que está ocurriendo hoy. Para lograr con ese análisis que los Ejecutivos puedan tomar decisiones que modifiquen el futuro. Futuro que hoy parece una fatalidad que como tal se acepta y no se discute.Probablemente la aceptación de tal "fatalidad" responde a que más allá de los discursos que se proclamen, lo cierto es que se le sigue dando muy poca importancia en la práctica, a lo que la ciencia y la tecnología pueden realizar de aquí a los próximos años para torcer tal destino. Hay una especie de pérdida de confianza y/o de no comprensión en la capacidad científico-tecnológica de la humanidad para que lo inevitable pueda atenuarse o decididamente, evitarse. Para ir a un ejemplo concreto, se sabe que con el Cambio Climático se producirá un reordenamiento de la economía mundial en las próximas décadas. Evitar sus consecuencias trágicas es absolutamente posible desde la planificación.Otro ejemplo tiene que ver con la propia especie humana que en los próximos años será un híbrido entre la cibernética y la inteligencia artificial. Lograr los marcos éticos para que el mundo no termine siendo una novela de ciencia ficción con final abierto, es responsabilidad de la política y la academia, quienes tienen la obligación en la Era del Conocimiento, de gestionar también el futuro.Pensar desde este punto de vista el futuro, no es un acto individual de los países, sino desde su integración. Si el Parlamento del Mercosur encara esta tarea sobrevolando la coyuntura y analizando con qué Latinoamérica nos encontraremos en los próximos cincuenta años, o pidiendo participación en los Programas de Ciencia y Tecnología que se están desarrollando en las regiones más avanzadas del mundo, será realmente un paso sustantivo para derrotar los problemas que hoy se padecen desde la extrema pobreza hasta el Bioterrorismo. Así como los países individualmente no pueden acometer con éxito esta gestión, tampoco lo podrá una región sin el involucramiento de la sociedad.Abordar esta temática no es cuestión de Ray Bradbury. Resulta imprescindible para dejar desde la política, de correr detrás de los hechos consumados. Es decir llegar siempre tarde y mal. Porque como dijo el Dr. Rolando Nuñez, presidente del Centro Mandela de Resistencia (Chaco), ONG abocada a la ayuda solidaria a las veinte mil familias indígenas del Impenetrable argentino: "Los pueblos no se suicidan, pero si se los abandonan, mueren de a poco". (Y ya en este invierno han muerto de inanición más de una decena de personas wichís y tobas).Este paso extraordinariamente largo que une un trabajo parlamentario sobre estrategias de gestión de futuro con la muerte evitable de los aborígenes chaqueños; hoy sólo se puede lograr desde un ejercicio de pensamiento prospectivo.Argentina está a muy poco tiempo de elegir la conducción política para su nación. Tal vez en algún candidato o candidata con chances ganadoras, anide la inquietud de esta temática. Aunque en sus discursos, el futuro siempre queda muy cerca. Se limita a cómo posicionarse mejor en la coyuntura, sin levantar la mirada hacia el porvenir. La senadora Kirchner expresó hace pocos días en la CNN que el festejo del Bicentenario de Argentina la desvela. Debiese recordar que cuando Estados Unidos cumplió su Bicentenario el por entonces presidente Carter, formó una Comisión llamada "Los próximos doscientos años".Pero esta falta de ejercicio en la planificación estratégica del futuro, no es sólo una falencia de la senadora Kirchner. Claro que, como candidata con más chances de ganar las próximas elecciones, cuesta creer que la desvele el futuro de las próximas décadas, cuando se abraza permanentemente no sólo al pasado argentino sino al pasado que significa el presidente Chávez.En una semana más en la cual la corrupción acaparó todas las miradas y desató todas las sospechas en nuestro país, el planteo eje de este análisis se invalida si la sociedad no toma conciencia que la corrupción aniquila toda posibilidad de futuro.
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La Opinión Rafaela - Argentina/27/08/2007
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