Llueve. Olivos está cubierto por un cendal de cierta melancolía. Cristina Kirchner ha reanudado sus conversaciones individuales con periodistas. Una rutina de senadora que abandonó cuando su esposo se aupó en la presidencia de LA NACION.
Ahora es candidata a sucederlo en la Casa Rosada y la más halagada por las encuestas. Ninguna frase en ella es sólo una afirmación; se siente cómoda en el mundo de la argumentación intelectual. Entre esos razonamientos, recuerdos y referencias emerge siempre el carácter fuerte de una mujer con vocación de poder. No les teme al poder ni al conflicto. Parece prepararse para hacerse cargo de ellos.
La Argentina tiene que volver a estar en el mundo, dispara no bien surgen las cuestiones de política exterior. Cuida siempre de que nada parezca muy distinto de la administración de su esposo. Cuando había que resolver el hambre de muchos argentinos, la política exterior pasó a segundo plano y debimos vivir un poco encerrados. Eso ya pasó, desliza. Rescata, eso sí, que la Argentina se incorporó al mundo en estos años con el vigor de sus exportaciones y sentando precedentes sobre los derechos humanos. El derecho a la verdad es un concepto argentino que sentó precedente en todas partes, asegura.
Pero ¿qué es la política exterior para la candidata? No concibo la política exterior sólo como un entramado político y social. Tenemos que aprender de los grandes países. Sus embajadores son también los embajadores de sus economías, de sus empresas y de sus intereses comerciales, sin descuidar, desde ya, las grandes cuestiones políticas.
No esconde su fascinación por México. Ha estado allí dos veces en los últimos tres meses. México es, junto con la Argentina, el país con más identidad cultural de América latina, dice. La deslumbró el México de los contrastes: la pujanza y la pobreza, la riqueza y el crimen en dimensiones iguales. México quiere volver a encontrarse con América latina y nosotros tenemos que recibirlo con los brazos abiertos, subraya.
No hay ninguna referencia a la distancia de hielo que separó en los últimos años a su esposo y al ex presidente mexicano Vicente Fox. A ella le gustaron el actual presidente, Felipe Calderón, y su esposa, Margarita (es encantadora , agrega). ¿Qué sabe del obispo Justo Laguna, que fue huésped en mi casa en los años 70? , le preguntó Margarita Calderón. Sorpresa de Cristina: ¿Sabrá Laguna que tiene una amiga en la presidencia de México? , averigua.
El muro levantado por los Estados Unidos en la frontera con México merece un párrafo crítico de Cristina Kirchner. Es un muro simbólico entre los Estados Unidos y América latina, y eso no está bien en un mundo globalizado , agrega. Punto. Su crítica tiene firmeza y moderación al mismo tiempo. Sabe que hay sectores agropecuarios de México que se resisten a un acuerdo comercial con la Argentina, porque sus productos competirían con los locales. Hagamos entonces acuerdos sobre metalmecánica y no sobre venta de trigo , resuelve. México nos espera y nosotros lo esperamos , resume.
Chávez. La senadora hace un ejercicio constante de acercamiento y distancia. Dije en Europa que ellos conviven con Putin, pero a éste se lo acusa de haber matado a una periodista y a un disidente. Chávez no ha hecho eso. Y dije que Chávez era tan necesario para la matriz energética de América latina como Putin lo es para la de Europa . Ha sido elegido democráticamente, pero no le hace bien su gestualidad para la mirada internacional de la democracia venezolana .
El término "socialismo" usado por Chávez la incomoda un poco. Ya le había incomodado a su esposo, que se lo dijo al presidente venezolano, recuerda la senadora. Es un socialismo que compra empresas a valor de mercado, paga puntualmente sus deudas y respeta todos los compromisos energéticos con los Estados Unidos , dice Cristina. La palabra socialismo es un poco extraña en esas condiciones, como es extraño el doble discurso de muchos empresarios: critican a Chávez mientras hacen buenos negocios con él. En fin, nada es tan terminante como parece.
Acepta, al final, que hay demasiado militarismo en el gobierno de Venezuela. Y no es bueno meter a los militares en un sistema de partidos o en corrientes ideológicas. Ellos están para otra cosa , concluye.
Habla de los empresarios sin complejos. Recuerda lo que le han dicho, o lo que ella les ha dicho, a los mexicanos Carlos Slim o Carlos Salazar, y a los empresarios españoles. La inversión es una presencia constante en su discurso económico. No lo dice, pero deja traslucir que ésa será su prioridad. Sus viajes por el mundo en los últimos cuatro años le han dejado una pátina perceptible. Ha visto los grandes países, sus procesos de crecimiento, sus límites y sus conflictos. Parece haber aprendido sobre lo que se puede hacer y sobre lo que no se puede hacer.
Sin discordias
La entusiasma ya su próximo encuentro internacional importante: Angela Merkel, en Alemania. Está estudiando la experiencia alemana y la asombró la capacidad de los alemanes para aportar de manera decisiva a la construcción de la Unión Europea.
Vuelve a la Argentina. Argumenta: Hay que abandonar el terreno de la discordia entre el campo y la industria, o entre el mercado interno y el externo. Todo es importante. ¿Por qué vamos a despreciar nuestro campo, el más competitivo del mundo con progresos que asombran? ¿Por qué vamos a descuidar la industria donde hemos hecho progresos importantes y que sirve para dar mano de obra intensiva a muchos argentinos? La diversificación de la economía nos permite, además, estar a salvo de los vaivenes económicos internacionales .
¿Qué significan los cambios institucionales que promete? Significan muchas cosas importantes, algunas de las cuales no las tenemos en cuenta. Por ejemplo, la educación. La Universidad no sólo debe desarrollar la enseñanza, sino también la investigación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Ningún país de América latina está tan bien preparado como el nuestro para hacer eso. El crecimiento de nuestra economía necesita también de investigación y desarrollo, ya sea para aplicarlos al campo o a la industria.
El acuerdo social que propuso en su discurso inaugural de candidata debe tener, precisa, el espíritu del Pacto de la Moncloa, pero no el contenido. Son situaciones muy distintas en países diferentes. Yo propongo un acuerdo que no se encierre sólo en precios y salarios, sino en una política de Estado sobre la economía que queremos. Un país capitalista con acento en las exportaciones y en la "marca Argentina" instalada en el mundo. Un país con el necesario equilibrio social también. Sobre eso deberíamos buscar un acuerdo entre empresarios, sindicatos y el Estado , puntualiza, y agrega: Nunca eliminaremos el conflicto definitivamente, pero habrá una contención al menos.
¿Una política de Estado sin la oposición? Responde: El Estado es el Parlamento también y es ése el ámbito del debate con la oposición. Las alternativas deben surgir del Parlamento. ¿Acaso no fue así con Chacho Alvarez y con Graciela Fernández Meijide en los años 90? Entonces la mayoría parlamentaria era más compacta que ahora. Yo la viví. Creo que la oposición carece ahora de un serio discurso alternativo más que de condiciones.
El viejo sistema de partidos ha terminado. Lo acepta. ¿Qué son ella, Mauricio Macri o Daniel Scioli si no exponentes de un cambio generacional de la política? El Presidente hace una breve incursión en la reunión y espolea un concepto: Nos estamos yendo todos los que fuimos protagonistas de la crisis del año 2001 . ¿Por qué es su esposa la candidata y no él? Por eso, porque ocho años es demasiado tiempo y mucho desgaste cuando se administró una crisis muy profunda. Ocho años de gobierno es para países normales en tiempos normales. No es el caso de la Argentina que me tocó gobernar a mí . Se va.
El peronismo, tampoco
En Olivos, la relación entre ellos es la de un matrimonio común. La gente sensata no juega al fútbol en días de lluvia , le dice la senadora a su esposo, que ya está dispuesto, junto con varios funcionarios y legisladores, a repetir el rito de los viernes: maltratar la pelota de fútbol antes de comer un asado. ¿Quién te dijo que somos sensatos? , chancea el Presidente. Somos chambones, pero nos divertimos mucho , agrega. La única novedad es la confirmación de una vieja sensación: Kirchner cuida la imagen de su esposa con una dedicación que no pone ni para proteger la de él.
Lo ha hecho siempre. Un dirigente opositor que suele zarandearlo duro y seguido al Presidente recibió hace poco un mensaje del propio mandatario: no le había gustado una referencia suavemente crítica que aquél hizo de Cristina Kirchner. Nada le reprochó, en cambio, sobre las cosas que dice de él mismo.
Sigue Cristina: Tras épocas de gran crecimiento económico siempre surge un nuevo sistema de partidos. El peronismo no se podría explicar sin el enorme crecimiento económico de la guerra y la posguerra, de los años que van de 1941 a 1946 . Ninguno de los partidos sobrevivirá ahora tal como lo hemos conocido antes de la crisis. ¿El peronismo, tampoco? El peronismo, tampoco .
Ahora es candidata a sucederlo en la Casa Rosada y la más halagada por las encuestas. Ninguna frase en ella es sólo una afirmación; se siente cómoda en el mundo de la argumentación intelectual. Entre esos razonamientos, recuerdos y referencias emerge siempre el carácter fuerte de una mujer con vocación de poder. No les teme al poder ni al conflicto. Parece prepararse para hacerse cargo de ellos.
La Argentina tiene que volver a estar en el mundo, dispara no bien surgen las cuestiones de política exterior. Cuida siempre de que nada parezca muy distinto de la administración de su esposo. Cuando había que resolver el hambre de muchos argentinos, la política exterior pasó a segundo plano y debimos vivir un poco encerrados. Eso ya pasó, desliza. Rescata, eso sí, que la Argentina se incorporó al mundo en estos años con el vigor de sus exportaciones y sentando precedentes sobre los derechos humanos. El derecho a la verdad es un concepto argentino que sentó precedente en todas partes, asegura.
Pero ¿qué es la política exterior para la candidata? No concibo la política exterior sólo como un entramado político y social. Tenemos que aprender de los grandes países. Sus embajadores son también los embajadores de sus economías, de sus empresas y de sus intereses comerciales, sin descuidar, desde ya, las grandes cuestiones políticas.
No esconde su fascinación por México. Ha estado allí dos veces en los últimos tres meses. México es, junto con la Argentina, el país con más identidad cultural de América latina, dice. La deslumbró el México de los contrastes: la pujanza y la pobreza, la riqueza y el crimen en dimensiones iguales. México quiere volver a encontrarse con América latina y nosotros tenemos que recibirlo con los brazos abiertos, subraya.
No hay ninguna referencia a la distancia de hielo que separó en los últimos años a su esposo y al ex presidente mexicano Vicente Fox. A ella le gustaron el actual presidente, Felipe Calderón, y su esposa, Margarita (es encantadora , agrega). ¿Qué sabe del obispo Justo Laguna, que fue huésped en mi casa en los años 70? , le preguntó Margarita Calderón. Sorpresa de Cristina: ¿Sabrá Laguna que tiene una amiga en la presidencia de México? , averigua.
El muro levantado por los Estados Unidos en la frontera con México merece un párrafo crítico de Cristina Kirchner. Es un muro simbólico entre los Estados Unidos y América latina, y eso no está bien en un mundo globalizado , agrega. Punto. Su crítica tiene firmeza y moderación al mismo tiempo. Sabe que hay sectores agropecuarios de México que se resisten a un acuerdo comercial con la Argentina, porque sus productos competirían con los locales. Hagamos entonces acuerdos sobre metalmecánica y no sobre venta de trigo , resuelve. México nos espera y nosotros lo esperamos , resume.
Chávez. La senadora hace un ejercicio constante de acercamiento y distancia. Dije en Europa que ellos conviven con Putin, pero a éste se lo acusa de haber matado a una periodista y a un disidente. Chávez no ha hecho eso. Y dije que Chávez era tan necesario para la matriz energética de América latina como Putin lo es para la de Europa . Ha sido elegido democráticamente, pero no le hace bien su gestualidad para la mirada internacional de la democracia venezolana .
El término "socialismo" usado por Chávez la incomoda un poco. Ya le había incomodado a su esposo, que se lo dijo al presidente venezolano, recuerda la senadora. Es un socialismo que compra empresas a valor de mercado, paga puntualmente sus deudas y respeta todos los compromisos energéticos con los Estados Unidos , dice Cristina. La palabra socialismo es un poco extraña en esas condiciones, como es extraño el doble discurso de muchos empresarios: critican a Chávez mientras hacen buenos negocios con él. En fin, nada es tan terminante como parece.
Acepta, al final, que hay demasiado militarismo en el gobierno de Venezuela. Y no es bueno meter a los militares en un sistema de partidos o en corrientes ideológicas. Ellos están para otra cosa , concluye.
Habla de los empresarios sin complejos. Recuerda lo que le han dicho, o lo que ella les ha dicho, a los mexicanos Carlos Slim o Carlos Salazar, y a los empresarios españoles. La inversión es una presencia constante en su discurso económico. No lo dice, pero deja traslucir que ésa será su prioridad. Sus viajes por el mundo en los últimos cuatro años le han dejado una pátina perceptible. Ha visto los grandes países, sus procesos de crecimiento, sus límites y sus conflictos. Parece haber aprendido sobre lo que se puede hacer y sobre lo que no se puede hacer.
Sin discordias
La entusiasma ya su próximo encuentro internacional importante: Angela Merkel, en Alemania. Está estudiando la experiencia alemana y la asombró la capacidad de los alemanes para aportar de manera decisiva a la construcción de la Unión Europea.
Vuelve a la Argentina. Argumenta: Hay que abandonar el terreno de la discordia entre el campo y la industria, o entre el mercado interno y el externo. Todo es importante. ¿Por qué vamos a despreciar nuestro campo, el más competitivo del mundo con progresos que asombran? ¿Por qué vamos a descuidar la industria donde hemos hecho progresos importantes y que sirve para dar mano de obra intensiva a muchos argentinos? La diversificación de la economía nos permite, además, estar a salvo de los vaivenes económicos internacionales .
¿Qué significan los cambios institucionales que promete? Significan muchas cosas importantes, algunas de las cuales no las tenemos en cuenta. Por ejemplo, la educación. La Universidad no sólo debe desarrollar la enseñanza, sino también la investigación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Ningún país de América latina está tan bien preparado como el nuestro para hacer eso. El crecimiento de nuestra economía necesita también de investigación y desarrollo, ya sea para aplicarlos al campo o a la industria.
El acuerdo social que propuso en su discurso inaugural de candidata debe tener, precisa, el espíritu del Pacto de la Moncloa, pero no el contenido. Son situaciones muy distintas en países diferentes. Yo propongo un acuerdo que no se encierre sólo en precios y salarios, sino en una política de Estado sobre la economía que queremos. Un país capitalista con acento en las exportaciones y en la "marca Argentina" instalada en el mundo. Un país con el necesario equilibrio social también. Sobre eso deberíamos buscar un acuerdo entre empresarios, sindicatos y el Estado , puntualiza, y agrega: Nunca eliminaremos el conflicto definitivamente, pero habrá una contención al menos.
¿Una política de Estado sin la oposición? Responde: El Estado es el Parlamento también y es ése el ámbito del debate con la oposición. Las alternativas deben surgir del Parlamento. ¿Acaso no fue así con Chacho Alvarez y con Graciela Fernández Meijide en los años 90? Entonces la mayoría parlamentaria era más compacta que ahora. Yo la viví. Creo que la oposición carece ahora de un serio discurso alternativo más que de condiciones.
El viejo sistema de partidos ha terminado. Lo acepta. ¿Qué son ella, Mauricio Macri o Daniel Scioli si no exponentes de un cambio generacional de la política? El Presidente hace una breve incursión en la reunión y espolea un concepto: Nos estamos yendo todos los que fuimos protagonistas de la crisis del año 2001 . ¿Por qué es su esposa la candidata y no él? Por eso, porque ocho años es demasiado tiempo y mucho desgaste cuando se administró una crisis muy profunda. Ocho años de gobierno es para países normales en tiempos normales. No es el caso de la Argentina que me tocó gobernar a mí . Se va.
El peronismo, tampoco
En Olivos, la relación entre ellos es la de un matrimonio común. La gente sensata no juega al fútbol en días de lluvia , le dice la senadora a su esposo, que ya está dispuesto, junto con varios funcionarios y legisladores, a repetir el rito de los viernes: maltratar la pelota de fútbol antes de comer un asado. ¿Quién te dijo que somos sensatos? , chancea el Presidente. Somos chambones, pero nos divertimos mucho , agrega. La única novedad es la confirmación de una vieja sensación: Kirchner cuida la imagen de su esposa con una dedicación que no pone ni para proteger la de él.
Lo ha hecho siempre. Un dirigente opositor que suele zarandearlo duro y seguido al Presidente recibió hace poco un mensaje del propio mandatario: no le había gustado una referencia suavemente crítica que aquél hizo de Cristina Kirchner. Nada le reprochó, en cambio, sobre las cosas que dice de él mismo.
Sigue Cristina: Tras épocas de gran crecimiento económico siempre surge un nuevo sistema de partidos. El peronismo no se podría explicar sin el enorme crecimiento económico de la guerra y la posguerra, de los años que van de 1941 a 1946 . Ninguno de los partidos sobrevivirá ahora tal como lo hemos conocido antes de la crisis. ¿El peronismo, tampoco? El peronismo, tampoco .
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Joaquín Morales Solá
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Joaquín Morales Solá
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La Nación/05/08/2007
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