7/8/07

«Siempre he querido que todos los periódicos vayan por delante del país»

MAURO MUÑIZ DOCTOR EN PERIODISMO POR LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
«Las grandes empresas compran medios de comunicación para hacer su camino; pero eso ya no es periodismo»

Mauro Muñiz, ayer en los Jardines de la Reina.
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Víctor GUILLOT
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De poca estatura, ágil y vivaracho, con la autoridad que concede la edad y un enorme bigote no desprovisto de gracia, Mauro Muñiz ha sido uno de los padres del periodismo español, redactor jefe de diversos periódicos de la prensa del Movimiento como «El Alcázar» de PESA, «Ofensiva», de Cuenca, y también del «El Comercio», así como de otras revistas semanales, entre ellas «Semanario Madrid». Asimismo, fundó un diario que tan sólo vivió un día, «Nivel». Mauro Muñiz acaba de ser nombrado doctor en Periodismo en la Complutense de Madrid y recibirá mañana lunes el título de alumno distinguido del Real Instituto Jovellanos, en una fiesta con los ex alumnos y sus compañeros.

Procedente de una familia modesta y piadosa de albañiles, emigró a Madrid para forjarse como periodista. Su vida se ciñe a páginas divididas a cinco columnas donde se vuelcan diariamente las noticias. Este viejo lobo forma parte del grupo de Juan Ramón Pérez Las Clotas, Balbín, Graciano García, nombres mayores de la comunicación española, asturianos que hicieron de esta profesión un ejercicio sostenido por los principios de la dignidad.
-Comience por Jovellanos, porque los historiadores empiezan a contemplar al prócer.
-Correcto. Jovellanos se adelantó a su tiempo, viviendo su tiempo, que era el del positivismo y el de la ilustración. Su misión fue racionalizar la naturaleza y ponerla al servicio del hombre. No cabe duda de que su idea de justicia y del Estado fue recibida con mucho provecho por los republicanos del XIX. De este modo, defendió la reforma del Estado, donde la justicia fuera independiente y la riqueza puesta al servicio del hombre. Todo esto lo ligan al republicanismo. Estaba convencido de que la Ilustración debía empezar iluminando al pueblo desde abajo.
-Una mirada onírica de Jovellanos.

-Jovellanos es un paisano que se baja del pedestal y camina por Gijón con la gente, con sus mujeres y sus hombres. Yo creo que está vivo, que su energía intelectual sigue ahí, vibrando. Los grandes políticos de la historia o permanecen en un estado sagrado de silencio o están vivos, en un estado permanente de combate. Jovellanos es de éstos. Para mí, Gaspar Melchor de Jovellanos es uno de los grandes salvadores de Occidente. Todo lo que dijo sobre la justicia, la solidaridad, el Estado, con la unión de los pueblos para la paz y la abolición de la propiedad privada son las ideas de Jovellanos.
-Jovellanos fue un defensor de la verdad, aunque ésta le costara el exilio. ¿La prensa y los medios de comunicación tienen ese prestigio entre la ciudadanía?
-La mayor agresión y sometimiento de la prensa española es que está dominada por los grandes grupos de poder económico. Las grandes empresas compran periódicos para hacer su camino, pero eso, querido amigo, ya no es periodismo.
-El lema del «New York Times» sigue siendo informar con imparcialidad, sin temor ni favor...
-Los periódicos son un poder tirado en la calle. «Paris Match», «Le Figaro», «Le Monde». Todos están en manos de los grandes bancos como Rothschild o ese monstruo de los números y las letras que es Murdoch. Hay otros gigantes, pero son gigantes de pies de barro. Yo desprecio a todos los dueños de los periódicos que piensan que un periódico no es una empresa encargada por la sociedad para transmitir la verdad.
-Defina al director de periódicos...

-Cuando yo trabajaba en las redacciones de entonces, siempre decíamos que el redactor jefe es el más cabrón de los redactores pero que el director era, sin duda, el más cabrón de todos porque nunca había sido redactor.
-Qué espera la sociedad de un periódico.
-Para empezar, habría que decir que las sociedades se caracterizan siempre por estar esperando. El hombre es un ser que se hace esperando.
-Entonces, ¿que se espera?
-A que la muerte nos llegue tarde, que los nacimientos sean rápidos, cierta alegría y humanismo, también. Esperamos de los periódicos que nos digan la verdad, y solamente la verdad.
-Dígame si un periodista es también un publicista. Hay quien dice que la publicidad concede lustre a la verdad.
-El periodista es un tipo sagrado. Nadie puede obligar a un periodista a hacer publicidad y, desgraciadamente, es lo que vemos todos los días en la televisión.
-Hablemos de «Nivel», el periódico que usted fundó y que sólo publicó por un día.
-Titulamos a cuatro columnas con el robo de unas cañoneras francesas en Oriente Medio, una primera editorial, y, finalmente, el discurso de Franco a tres columnas. El caso es que fue prohibido el 31 de diciembre de 1969: el discurso del jefe del Estado no era la noticia principal. Un sumario en el faldón de la página remitía a las interiores. Nuestro titular importante era la llegada de las cañoneras francesas que se habían robado en Oriente Medio. Ése era el titular principal, ésa era la noticia internacional.
-Pero la censura no lo consideró del mismo modo.
-El director general me dijo «Mauro, te hemos retirado el periódico». «Me lo habéis secuestrado por una falta administrativa grave», alegué. El caso es que me había alegrado porque el secuestro no se debía a una razón política. Suponía una multa de 25.000 pesetas o la suspensión por 15 días. «Me das una alegría, pagamos la multa y fuera». «No», me respondió. «El periódico está anulado para siempre». «Eso es un secuestro en toda regla», le reproché. Después me dijo algo que no olvidaré nunca: «Mauro, un diario nacional no puede ir a ochenta mientras el país va a cuarenta».
-Resulta muy peligroso ir a esa velocidad informativa.
-Yo siempre quiero que todos los periódicos vayan por delante del país.
-¿Quizá el buen periodista no es el que cuenta lo que pasó ayer, sino lo que sucederá mañana?

-Eso es muy americano, muy del «Times».

La Nueva España-España/07/08/2007

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