Las relaciones futuras entre el jefe de Estado y el Ejército, opuesto a su elección, son toda una incógnita
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Ildefonso González/EP
Ildefonso González/EP
ESTAMBUL (TURQUIA)- El ministro turco de Asuntos Exteriores en funciones, Abdulá Gül, será elegido undécimo presidente de la República en la tercera votación parlamentaria, que tendrá lugar mañana y en la que sólo necesitará el apoyo de una mayoría absoluta, esto es, 276 diputados. Las futuras relaciones entre Gül como jefe de Estado y el Ejército, que se ha opuesto a su nombramiento, constituyen la principal incógnita en estos momentos.
Las dos primeras rondas, en las que el ministro precisaba una mayoría de dos tercios (367 parlamentarios), fueron un mero trámite de cara a la votación de mañana, que comenzará a las 15:00 --hora local-- (una hora menos en la España peninsular). El pasado lunes, Gül se quedó a 26 apoyos de ser nombrado presidente, mientras que cuatro días después le faltaron 30.
Sin embargo, lo de mañana será un paseo, ya que su formación, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), cuenta con 341 escaños de los 550 que componen el hemiciclo salido de las elecciones legislativas anticipadas del pasado 22 de julio, en las que los islamistas moderados consiguieron una arrolladora victoria con casi el 47% de los sufragios. De hecho, los preparativos para la toma de posesión de Gül como presidente ya están listos.
Los otros dos aspirantes al cargo, los diputados Sabahattin Cakmakoglu y Tayfun Icli, de los partidos de Acción Nacionalista (MHP, ultranacionalista) y de la Izquierda Democrática (DSP, socialdemócrata), apenas han sumado más de 80 votos en cada votación.
El que no ha presentado ningún candidato ni ha asistido a las distintas rondas del proceso electoral ha sido el Partido Republicano del Pueblo (CHP, nacionalista y laico), cuyo líder, el septuagenario Deniz Baykal, ha explotado reiteradamente el miedo a que el AKP ponga en marcha una agenda oculta para islamizar Turquía cuando controle todos los resortes del poder.
El CHP, apoyo por el Ejército y el Tribunal Constitucional, organismos que representan el 'establishment' laico en Turquía, consiguió boicotear los comicios presidenciales que se debían desarrollar la pasada primavera gracias a su estrategia de no participar en las votaciones e impedir así que hubiera quórum en la Cámara (la presencia de al menos dos tercios de los diputados). Sin embargo, ésta vez se quedó sólo en su denuncia, ya que el resto de grupos parlamentarios e incluso los diputados independientes, la mayoría de ellos prokurdos, han acudido y votado en las diferentes sesiones.
EL MIEDO AL TÜRBAN
El mero hecho de que la futura primera dama, Hayrünnisa Gül, vaya a ser la primera mujer que lleva el velo islámico o türban en el Palacio de Çankaya, la mansión de los presidentes en Turquía, levanta ampollas entre los defensores del laicismo. Hasta ahora, la mujer del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, no ha sido invitada a ninguna de las recepciones oficiales que ha ofrecido el Ejército o el actual jefe de Estado, Ahmet Necdet Sezer, precisamente porque también luce el türban.
En Turquía, casi dos de cada tres mujeres se cubren la cabeza para cumplir con los preceptos del Islam, según el centro de estudios Fundación de Estudios Económicos y Sociales de Turquía (TESEV). La mayoría, el 80%, se coloca simplemente el pañuelo tradicional de Anatolia (basortusu), mientras que el 18,5% usa un velo ajustado al cuello (türban) y un 1,5% recurre al çarsaf, un mantón negro que les tapa de la cabeza a los pies.
El problema para los Gül es que el türban es considerado como un símbolo peligroso del ascenso del Islam político. Además, Hayrunnisa es una firme defensora de la prenda. A finales de los años 80, después de ser rechazada por la Universidad de Ankara por llevar el velo, llevó el caso primero ante la Justicia turca y después ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sin embargo, cuando su marido alcanzó un importante puesto como secretario de Estado, a mediados de los 90, Hayrunisa se retiró del juicio para no perjudicar la carrera política de su marido.
El pasado de Gül tampoco contribuye a ahuyentar los temores de los poderes laicos. El futuro presidente entró en política en 1991, de la mano del carismático líder islamista Necmettin Erbakan y su entonces Partido del Bienestar (RP), que sería ilegalizado unos años más tarde. Sus detractores, como el CHP, aún recuerdan sus declaraciones más polémicas durante la década de los 90. 'El fin de la República ha llegado. Cambiaremos el sistema secular', aseguró en una ocasión.
Sin embargo, el Gül de hoy poco o nada tiene que ver con el cuarentón con tupé que declamaba en el Parlamento turco. Ahora es un líder respetado, sobre todo fuera de Turquía, con importantes amigos en Estados Unidos y Europa. Además, lleva dos semanas reiterando que será un presidente objetivo, neutral y respetuoso con los valores constitucionales, sobre todo con el laicismo, que en Turquía significa que Estado y religión no están separados, sino que el primero controla estrechamente al segundo.
TENSIONES CON EL EJÉRCITO
Con un CHP noqueado por el inesperado batacazo que sufrió en los comicios generales, en los que se dejó casi la mitad de los escaños, y la salida del Palacio de Çankaya de Ahmet Necdet Sezer, que no se ha cansado de vetar cientos de iniciativas legales y nombramientos adoptados por el AKP durante los últimos siete años, el principal contrapeso a la Presidencia de Gül será el todopoderoso Ejército, responsable del derrocamiento de cuatro Gobiernos entre 1960 y 1996.
No es un secreto que el Ejército se opone con fervor a que Gül se convierta en presidente de la República y, por tanto, en comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Su líder, el general Yasar Buyukanit, lo ha dejado meridianamente claro en los últimos meses. 'El presidente electo debe ser fiel a los valores laicos, no sólo de palabra sino también en los hechos', adelantó el pasado 12 de abril.
Quince días después, el día de la primera votación de las presidenciales en el Parlamento, el Estado Mayor hizo público un comunicado en su página web en el que amenazaba veladamente con protagonizar un nuevo golpe de Estado. A raíz del 22 de julio, el Ejército se ha mostrado más comedido, evitando un nuevo pronunciamiento y permitiendo que Erdogan se desahogase en una polémica entrevista en la que exigió a los militares que dejaran de inmiscuirse en la vida pública.
No obstante, los expertos y analistas locales coinciden en que, más tarde o más temprano, los roces entre el estamento castrense y Gül como presidente serán inevitables. El primer contacto entre ambos tendrá lugar el jueves, durante la festividad del Día de la Victoria. El Estado Mayor ha invitado a Gül en su calidad de ministro de Exteriores y no a su esposa Hayrünnisa, ya que las reglas del Ejército niegan la asistencia a sus actos a las mujeres que llevan velo.
'Es obvio que, a corto plazo, la elección de Gül creará algunas tensiones (...) Lo que es importante es cómo gobernará el AKP y cómo actuará Gül en la Presidencia si sale elegido', declaró recientemente a la prensa local el jefe del Centro de Estudios Estratégicos de Eurasia (ASAM), Faruk Logoglu.
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Terra Actualidad/Europa Press/28/08/2007
Las dos primeras rondas, en las que el ministro precisaba una mayoría de dos tercios (367 parlamentarios), fueron un mero trámite de cara a la votación de mañana, que comenzará a las 15:00 --hora local-- (una hora menos en la España peninsular). El pasado lunes, Gül se quedó a 26 apoyos de ser nombrado presidente, mientras que cuatro días después le faltaron 30.
Sin embargo, lo de mañana será un paseo, ya que su formación, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), cuenta con 341 escaños de los 550 que componen el hemiciclo salido de las elecciones legislativas anticipadas del pasado 22 de julio, en las que los islamistas moderados consiguieron una arrolladora victoria con casi el 47% de los sufragios. De hecho, los preparativos para la toma de posesión de Gül como presidente ya están listos.
Los otros dos aspirantes al cargo, los diputados Sabahattin Cakmakoglu y Tayfun Icli, de los partidos de Acción Nacionalista (MHP, ultranacionalista) y de la Izquierda Democrática (DSP, socialdemócrata), apenas han sumado más de 80 votos en cada votación.
El que no ha presentado ningún candidato ni ha asistido a las distintas rondas del proceso electoral ha sido el Partido Republicano del Pueblo (CHP, nacionalista y laico), cuyo líder, el septuagenario Deniz Baykal, ha explotado reiteradamente el miedo a que el AKP ponga en marcha una agenda oculta para islamizar Turquía cuando controle todos los resortes del poder.
El CHP, apoyo por el Ejército y el Tribunal Constitucional, organismos que representan el 'establishment' laico en Turquía, consiguió boicotear los comicios presidenciales que se debían desarrollar la pasada primavera gracias a su estrategia de no participar en las votaciones e impedir así que hubiera quórum en la Cámara (la presencia de al menos dos tercios de los diputados). Sin embargo, ésta vez se quedó sólo en su denuncia, ya que el resto de grupos parlamentarios e incluso los diputados independientes, la mayoría de ellos prokurdos, han acudido y votado en las diferentes sesiones.
EL MIEDO AL TÜRBAN
El mero hecho de que la futura primera dama, Hayrünnisa Gül, vaya a ser la primera mujer que lleva el velo islámico o türban en el Palacio de Çankaya, la mansión de los presidentes en Turquía, levanta ampollas entre los defensores del laicismo. Hasta ahora, la mujer del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, no ha sido invitada a ninguna de las recepciones oficiales que ha ofrecido el Ejército o el actual jefe de Estado, Ahmet Necdet Sezer, precisamente porque también luce el türban.
En Turquía, casi dos de cada tres mujeres se cubren la cabeza para cumplir con los preceptos del Islam, según el centro de estudios Fundación de Estudios Económicos y Sociales de Turquía (TESEV). La mayoría, el 80%, se coloca simplemente el pañuelo tradicional de Anatolia (basortusu), mientras que el 18,5% usa un velo ajustado al cuello (türban) y un 1,5% recurre al çarsaf, un mantón negro que les tapa de la cabeza a los pies.
El problema para los Gül es que el türban es considerado como un símbolo peligroso del ascenso del Islam político. Además, Hayrunnisa es una firme defensora de la prenda. A finales de los años 80, después de ser rechazada por la Universidad de Ankara por llevar el velo, llevó el caso primero ante la Justicia turca y después ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sin embargo, cuando su marido alcanzó un importante puesto como secretario de Estado, a mediados de los 90, Hayrunisa se retiró del juicio para no perjudicar la carrera política de su marido.
El pasado de Gül tampoco contribuye a ahuyentar los temores de los poderes laicos. El futuro presidente entró en política en 1991, de la mano del carismático líder islamista Necmettin Erbakan y su entonces Partido del Bienestar (RP), que sería ilegalizado unos años más tarde. Sus detractores, como el CHP, aún recuerdan sus declaraciones más polémicas durante la década de los 90. 'El fin de la República ha llegado. Cambiaremos el sistema secular', aseguró en una ocasión.
Sin embargo, el Gül de hoy poco o nada tiene que ver con el cuarentón con tupé que declamaba en el Parlamento turco. Ahora es un líder respetado, sobre todo fuera de Turquía, con importantes amigos en Estados Unidos y Europa. Además, lleva dos semanas reiterando que será un presidente objetivo, neutral y respetuoso con los valores constitucionales, sobre todo con el laicismo, que en Turquía significa que Estado y religión no están separados, sino que el primero controla estrechamente al segundo.
TENSIONES CON EL EJÉRCITO
Con un CHP noqueado por el inesperado batacazo que sufrió en los comicios generales, en los que se dejó casi la mitad de los escaños, y la salida del Palacio de Çankaya de Ahmet Necdet Sezer, que no se ha cansado de vetar cientos de iniciativas legales y nombramientos adoptados por el AKP durante los últimos siete años, el principal contrapeso a la Presidencia de Gül será el todopoderoso Ejército, responsable del derrocamiento de cuatro Gobiernos entre 1960 y 1996.
No es un secreto que el Ejército se opone con fervor a que Gül se convierta en presidente de la República y, por tanto, en comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Su líder, el general Yasar Buyukanit, lo ha dejado meridianamente claro en los últimos meses. 'El presidente electo debe ser fiel a los valores laicos, no sólo de palabra sino también en los hechos', adelantó el pasado 12 de abril.
Quince días después, el día de la primera votación de las presidenciales en el Parlamento, el Estado Mayor hizo público un comunicado en su página web en el que amenazaba veladamente con protagonizar un nuevo golpe de Estado. A raíz del 22 de julio, el Ejército se ha mostrado más comedido, evitando un nuevo pronunciamiento y permitiendo que Erdogan se desahogase en una polémica entrevista en la que exigió a los militares que dejaran de inmiscuirse en la vida pública.
No obstante, los expertos y analistas locales coinciden en que, más tarde o más temprano, los roces entre el estamento castrense y Gül como presidente serán inevitables. El primer contacto entre ambos tendrá lugar el jueves, durante la festividad del Día de la Victoria. El Estado Mayor ha invitado a Gül en su calidad de ministro de Exteriores y no a su esposa Hayrünnisa, ya que las reglas del Ejército niegan la asistencia a sus actos a las mujeres que llevan velo.
'Es obvio que, a corto plazo, la elección de Gül creará algunas tensiones (...) Lo que es importante es cómo gobernará el AKP y cómo actuará Gül en la Presidencia si sale elegido', declaró recientemente a la prensa local el jefe del Centro de Estudios Estratégicos de Eurasia (ASAM), Faruk Logoglu.
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Terra Actualidad/Europa Press/28/08/2007
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