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BUENOS AIRES - La primera dama argentina y candidata presidencial Cristina Fernández, favorita en los sondeos, intentará suceder a su marido, el peronista Néstor Kirchner, enfrentándose en una campaña descolorida con una oposición fragmentada y débil, cuando falta un mes para los comicios.
Fernández de Kirchner (54 años) o Cristina, a secas, como se la conoce popularmente, está favorecida por una intención de voto que oscila entre el 40% y el 50% en las encuestas de las firmas más confiables.
Senadora por el gubernamental Partido Justicialista (PJ, peronista), la esposa del presidente se presentará al frente de una coalición que nuclea a ortodoxos del PJ, centroizquierdistas y gobernadores provinciales disidentes de la Unión Cívica Radical (UCR, socialdemócrata).
Pero la legisladora se rehúsa a mostrarse como una mujer del PJ, sin llamar ni siquiera a elecciones primarias, y aparece ante el electorado con una imagen de líder contemporánea, más cercana a su admirada Hillary Clinton que a la combativa Evita Perón, ícono histórico del partido.
"La sociedad no cree para nada que Kirchner o Cristina sean como (el extinto Juan) Perón (tres veces presidente) o Evita (fallecida en 1952). Pero tampoco han logrado enamorar a la gente", comentó el politólogo y encuestador Jorge Giacobbe.
Dentro del disperso universo opositor, los únicos candidatos que emergen de las encuestas son la liberal cristiana y ex diputada anticorrupción Elisa Carrió y un peronista respaldado por la cúpula de la UCR, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna.
Carrió y Lavagna cosechan cada uno un 15% de voluntades, lejos aún de darle batalla a la favorita, que precisa más de un 45% o al menos un 40% con diferencia de 10 puntos sobre el segundo para evitar el balotaje.
Más atrás se ubican el candidato de la derecha tradicional, el economista Ricardo López Murphy, graduado en la Escuela de Chicago del ex Premio Nobel Milton Friedman, y el peronista ultraortodoxo Alberto Rodríguez Saá, considerado casi un señor feudal en la provincia de San Luis (centro).
"En los bolsones de pobreza del país está el 70% del voto a Cristina. Las clases medias buscan a quién votar por la oposición", comentó el politólogo y encuestador Rosendo Fraga, de la firma Nueva Mayoría.
En lo que va de la ronda electoral en las provincias, las diversas coaliciones oficialistas llevan acumuladas nueve victorias, aunque sufrieron cinco derrotas, una de ellas en la Ciudad de Buenos Aires, el segundo distrito en cantidad de electores, a manos de una alianza derechista.
"La mitad de la sociedad no le ha perdido la confianza al matrimonio Kirchner", coincidieron en señalar Giacobbe y la socióloga y consultora Graciela Romer.
Pero ambos admitieron que los porcentajes de Cristina se encuentran estancados mientras que puede crecer quien se perfile como el opositor más fuerte para el 28 de octubre.
Todos los opositores vienen golpeando en el talón de Aquiles del Gobierno, situado en una inflación cada día más fuerte mientras se denuncia la manipulación gubernamental de los índices estadísticos.
Pese a la indiferencia del electorado, la oposición tiene otro caballito de batalla en los casos de corrupción, como la investigación de presuntos sobornos a funcionarios pagados por la firma sueca Skanska para ganar una licitación gasífera.
Otro flanco vulnerable del oficialismo es una crisis energética latente, con graves déficits en la oferta.
En el campo internacional, los opositores ponen el grito en el cielo por la estrecha amistad de los Kirchner con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de quien rechazan su proclamado proyecto de Socialismo del Siglo XXI.
Unos 27 millones de argentinos estarán en condiciones de votar en el país sudamericano que salió a flote de la gran crisis económica y política de 2001 con un fuerte aumento promedio de la economía de 8% a 9% anual.
En los cuatro años de kirchnerismo, la deuda pública bajó de 155.000 a 136.000 millones de dólares y el desempleo de 21% a 7,8%, en tanto la pobreza cayó de 57,5% a 23%, pero los salarios siguen sumergidos y la inversión empresaria sin vigor.
La mellada popularidad de los Kirchner, sin embargo, sigue apuntalada por los datos económicos y una política de derechos humanos en favor del juzgamiento a los crímenes de la dictadura (1976-1983).
Fernández de Kirchner (54 años) o Cristina, a secas, como se la conoce popularmente, está favorecida por una intención de voto que oscila entre el 40% y el 50% en las encuestas de las firmas más confiables.
Senadora por el gubernamental Partido Justicialista (PJ, peronista), la esposa del presidente se presentará al frente de una coalición que nuclea a ortodoxos del PJ, centroizquierdistas y gobernadores provinciales disidentes de la Unión Cívica Radical (UCR, socialdemócrata).
Pero la legisladora se rehúsa a mostrarse como una mujer del PJ, sin llamar ni siquiera a elecciones primarias, y aparece ante el electorado con una imagen de líder contemporánea, más cercana a su admirada Hillary Clinton que a la combativa Evita Perón, ícono histórico del partido.
"La sociedad no cree para nada que Kirchner o Cristina sean como (el extinto Juan) Perón (tres veces presidente) o Evita (fallecida en 1952). Pero tampoco han logrado enamorar a la gente", comentó el politólogo y encuestador Jorge Giacobbe.
Dentro del disperso universo opositor, los únicos candidatos que emergen de las encuestas son la liberal cristiana y ex diputada anticorrupción Elisa Carrió y un peronista respaldado por la cúpula de la UCR, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna.
Carrió y Lavagna cosechan cada uno un 15% de voluntades, lejos aún de darle batalla a la favorita, que precisa más de un 45% o al menos un 40% con diferencia de 10 puntos sobre el segundo para evitar el balotaje.
Más atrás se ubican el candidato de la derecha tradicional, el economista Ricardo López Murphy, graduado en la Escuela de Chicago del ex Premio Nobel Milton Friedman, y el peronista ultraortodoxo Alberto Rodríguez Saá, considerado casi un señor feudal en la provincia de San Luis (centro).
"En los bolsones de pobreza del país está el 70% del voto a Cristina. Las clases medias buscan a quién votar por la oposición", comentó el politólogo y encuestador Rosendo Fraga, de la firma Nueva Mayoría.
En lo que va de la ronda electoral en las provincias, las diversas coaliciones oficialistas llevan acumuladas nueve victorias, aunque sufrieron cinco derrotas, una de ellas en la Ciudad de Buenos Aires, el segundo distrito en cantidad de electores, a manos de una alianza derechista.
"La mitad de la sociedad no le ha perdido la confianza al matrimonio Kirchner", coincidieron en señalar Giacobbe y la socióloga y consultora Graciela Romer.
Pero ambos admitieron que los porcentajes de Cristina se encuentran estancados mientras que puede crecer quien se perfile como el opositor más fuerte para el 28 de octubre.
Todos los opositores vienen golpeando en el talón de Aquiles del Gobierno, situado en una inflación cada día más fuerte mientras se denuncia la manipulación gubernamental de los índices estadísticos.
Pese a la indiferencia del electorado, la oposición tiene otro caballito de batalla en los casos de corrupción, como la investigación de presuntos sobornos a funcionarios pagados por la firma sueca Skanska para ganar una licitación gasífera.
Otro flanco vulnerable del oficialismo es una crisis energética latente, con graves déficits en la oferta.
En el campo internacional, los opositores ponen el grito en el cielo por la estrecha amistad de los Kirchner con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de quien rechazan su proclamado proyecto de Socialismo del Siglo XXI.
Unos 27 millones de argentinos estarán en condiciones de votar en el país sudamericano que salió a flote de la gran crisis económica y política de 2001 con un fuerte aumento promedio de la economía de 8% a 9% anual.
En los cuatro años de kirchnerismo, la deuda pública bajó de 155.000 a 136.000 millones de dólares y el desempleo de 21% a 7,8%, en tanto la pobreza cayó de 57,5% a 23%, pero los salarios siguen sumergidos y la inversión empresaria sin vigor.
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AFP/28/09/2007
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