Jesús Timoteo
Catedrático de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y Profesor Honorario en la Escuela Superior de Comunicación Social de la Universidad Politécnica de Lisboa, Jesús Timoteo es también Socio Consultor de la firma “Consultores QuantumLeap Comunicación” y Director del grupo I+D (UCM) “Comunicación / Comunicaciones”.
Catedrático de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y Profesor Honorario en la Escuela Superior de Comunicación Social de la Universidad Politécnica de Lisboa, Jesús Timoteo es también Socio Consultor de la firma “Consultores QuantumLeap Comunicación” y Director del grupo I+D (UCM) “Comunicación / Comunicaciones”.
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Hace 15 años que la actividad política está marcada por la mercadotecnia. Aunque se pueden encontrar antecedentes (el más notables es la campaña Reagan de 1980, pero también las campañas de Ross Perot en los 80' y probablemente otros ) es la Campaña Clinton de 1992/93 la que se plantea y desarrolla sometida a una definida estrategia de mercadotecnia (Newmann, The Marketing of the President). Establece unos modos de hacer liderados por consultores externos ( James Carville, G. Stephanopoulos, Stanley Greemberg, S. Blumenthal, Dick Morris) que fueron inmediatamente imitadas y perfeccionadas por las grandes campañas siguientes: Berlusconi, Blair/Brown , Schroeder, Bush en el 2000 y sobre todo en el 2004 con Kart Rove como director, Zapatero, Sarkozy, etc.. Esta estrategia de marketing político, propia de una “sociedad mediática” , la conocemos como “comunicación spin”, técnicas “spin doctors”, “comunicación basura” (“fast”) o “política basura”.
Lo que aquí pretendemos analizar es el resultado y las consecuencias que esta actividad de comunicación política durante todos estos años de “spin”, “fast” o “basura” han tenido sobre todo el sistema político. La conclusión y resumen es que la política spin está terminando, bajo el dominio de la pantalla y el espectáculo, con el sistema político de democracia parlamentaria creado hace más de 200 años en Inglaterra y Estados Unidos, pero al mismo tiempo, están también terminando con los fundamentos teóricos modernos (Maquiavelo) y liberales (Milton y Montesquieu) de ese mismo sistema. La televisión, los políticos de la democracia mediática y el espectáculo están con esfuerzo enterrando a Maquiavelo y a Montesquieu. Y están al mismo tiempo provocando el nacimiento de nuevas demandas colectivas, de nuevos derechos y exigencias, las más notables de las cuales son el derecho individual al conocimiento, a recibir información objetiva y de calidad garantizada, y paralelamente, la imprescindible exigencia de crear organismos de garantía, a similitud de los existentes en el sector y mundo financiero, que persigan e impidan la manipulación masiva y el uso de estrategias anuladoras de la capacidad individual de opción y decisión.
Para el blog presentamos estas reflexiones en una serie de cuatro textos, a saber:
1. ¡!Qué Imagen¡¡: desconcierto y autodestrucción de la clase política
2. De cómo la televisión y la basura han terminado con el sitema político parlamentario
3. El logrado esfuerzo por enterrar a Maquiavelo y a Montesquieu
4. Después de la Política (“Beyond Politica”): Dónde encontrar una nueva credibilidad y Confianza.
¡Que imagen! Desconcierto y autodestrucción en la actual clase política
Lo que un ciudadano normal percibe, a través de los medios fundamentalmente, es que los grandes políticos occidentales son idiotas (no piensan por sí mismos y dependen en todo de consultores externos), son cínicos (culpan a otros, sobre todo a los medios, de los problemas que ellos debieran resolver), son aprovechados (dan la impresión de que han desarrollado todo un largo currículo al servicio del país sólo con el objetivo de poder trabajar más tarde al servicio de los más ricos de la tierra) o son histriones (se dedican a desconcertar a la opinión y al enemigo más allá de cualquier programa, proyecto o ideología).
Paralelamente los ciudadanos no dejan de intuir, tal vez conservan de su memoria histórica, que no es este el único modo de hacer política, que no todo consiste en “ganar a cualquier precio las próximas elecciones” (objetivo exclusivo de las estrategias spin), sino que , según conservamos por memoria histórica, existe otra política posible en la cuál lo importante es el bien común y no la supervivencia, enriquecimiento y satisfacción de los políticos.
1. Externalización de Cerebros.
El pasado 13 de Agosto (2007) Kart Rove ha dimitido como “senior advisor” en el gabinete de la Presidencia de G.W.Bush. Las interpretaciones sobre esta dimisión atienden todos los gustos, pero en general los politólogos presentan a Rove como el “estratega”(“Bush´s Brain”) de toda la actividad política de Bush. En el libro disco de James Moore y Wayne Slater , K.Rove es presentado como un perfecto “Maquiavelo” y “Richelieu” adecuado al siglo XX (“boy genius”) capaz de utilizar en cada momento el truco perfecto para ganar.
Republicano desde niño, implicado en la estructura del Partido desde joven, aprendiz de trucos sucios en política desde los tiempos del Presidente Nixon y del Watergate (1973), alcanzó notoriedad ya en aquellos años, con poco más de 20 años, “colándose” en la sede de la campaña electoral del demócrata Alan Dixon, robando papel timbrado e imprimiendo una invitación que prometía “cerveza, chicas y diversión gratuita” en un miting del candidato. La repartió en un concierto rock y logró hundir el acto de los demócratas. Según Moore/Slater ha utilizado trucos sucios en todas las campañas en las que ha intervenido desde aquella fecha Nadie le niega inteligencia, preparación, habilidad, astucia.
David Frum opina que K.Rove ha dado respuestas muy brillantes a una pregunta equivocada, mal planteada, porque Rove nunca se preocupó de las necesidades de la gente ni del interés de la nación sino de cómo ganar las próximas elecciones. Ganar las elecciones dejando en segundo lugar los problemas del buengobierno. En esa estrategia se dedicaba, en las últimas elecciones presidenciales del 2004, por ejemplo, a contentar y cortejar determinados “targets” de la base electoral cuidadosamente elegidos a los que ofrecía leyes y promesas capaces de romper a su favor los sondeos. Reducciones fiscales para conservadores convencionales, apoyo a la infancia (“No Child Left Behind”) para moderados suburbanos, descuentos en medicinas prescritas por el médico para jubilados ansiosos, facilidades en la inmigración para los hispanos, programas basados en la religión y la fe para los evangelistas y católicos…etc..
No importaba si estos programas se contradecían unos a otros (reducir por ejemplo los impuestos y crear un subsidio importante para las medicinas con receta) porque el objetivo del “conservadurismo compasivo” no era resolver problemas sino “marcar la agenda”, tener argumentos que justificasen el estar presente en la opinión. Insiste Frum en cómo Rove ha conseguido exprimir al máximo los restos de un filón en recesión y decadencia, el mercado de votos republicano: es evidente desde hace años que la base demócrata crece a mayor velocidad que la republicana, que el número de votantes que dejan de ir a las iglesias aumenta muy por encima de los que se casan por la iglesia, que la población no blanca e inmigrante tiene una tasa de crecimiento vegetativo muy superior a la de los blancos, que las clases medias –tradicionales votantes de los republicanos- están perdiendo presencia, poder y fuerza social.
En esa situación Rove consiguió ganar utilizando, siempre según Frum, la estrategia de la polarización, consiguiendo unir su base electoral y romper la contraria. Polarización es radicalización y destrucción del contrincante. Opinan lo mismo Slater y Moore: Rove ha destruido –enviado a la carcel, hundido moralmente, acabado con la carrera política- de sus principales contrincantes. Como “buen discípulo de Maquiavelo”, dicen, sin reparar en medios.
Con sus trucos y estrategias se va de la Casa Blanca después de ganar las del 2004 pero perder las del 2006, de salir indemne durante años pero verse ahora implicado en dos escándalos de grueso calibre, acusado de estar en el origen de “ciagate”, el reconocimiento público como agente de la Cia de Valerie Plame y acusado de estar en el origen de la expulsión de los procuradores de tribunales despedidos por el ministro de Justicia González, también recientemente dimitido.
2. Cinismo.
El 12 de Junio de 2007 Tony Blair tiene una intervención en el “Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo” en la sede londinense de la agencia. Lo dedica a las relaciones entre Media y Políticos y aunque lo presenta como un “argumento y no un lamento”, el discurso forma uno de los capítulos de exculpación y penitencia de la epoca Blair. Se trata por ello de un discurso absolutamente político y de enorme interés teórico.
Indica Blair cómo las relaciones entre políticos, agentes de la vida pública y medios han cambiado de un modo muy radical a consecuencia de las transformaciones habidas en el sector de la comunicación. Se trata de un hecho del cual nadie es culpable pero cuyos efectos son extraordinariamente negativos en el desarrollo de la vida pública.
Será necesario debatir en serio sobre la actuación de los medios, sobre cómo se informa a la gente y a la opinión con objetividad, cuidado y precisión (“properly and accurately”). Los medios son hoy más fragmentados, diversos y autónomos que nunca, cientos de televisiones con capacidad técnica para llegar a todas las consciencias, con capacidad de actuación de 24 sobre 24 horas, con capacidad tecnológica y de gestión para influir por encima de lo que la gente normal es capaz de controlar.
Un actor público, un político, se ve así obligado en esa situación a responder en tiempo real a las exigencias crecientes de los medios. Con frecuencia es más acuciante para un político ordenar la secuencia inteligible de los hechos y de lo que intenta hacer que llevar a cabo un programa de buengobierno. Porque si se equivoca en la presentación y exposición de sus procesos, si rompe con la lógica visual y televisiva, la situación saltará inmediatamente a ser dramática y a la crisis.
Un político es en primer lugar y ante todo un creador de notas de prensa y sólo en segundo lugar un gestor público. Por eso cada día hay más gente convencida de que pagamos a nuestra clase política y dirigente (jueces ,directores generales… )no para hacer política, no para resolver problemas, sino para salir en televisión, para hacer comunicación y desarrollar trucos sucios en ello.
Ese sometimiento de los políticos a la cámara y a la pantalla producen un sofisticado cinismo entre los políticos y entre la propia gente. Para salir en los telediarios no interesa una buena gestión, no interesa un buen discurso de sentido común y lógica en el Parlamento, no interesa el bien común ni la puesta en marcha de programas con objetivo a medio o largo plazo.
Para abrir los telediarios interesa sólo el escándalo, la noticia llamativa, la exclusiva que atraiga la atención y rompa la atonía de la vida normal. Para ello medios, agentes y políticos compiten incluso entre sí con creciente crudeza. Todos tienen necesidad del IMPACTO. El impacto domina toda la actividad pública. No es de despreciar la calidad o la credibilidad pero todo ello sometido a la inmediata exigencia del impacto, de ocupar el primer puesto en la atracción de la audiencia y en la ocupación casi física del espacio público y de opinión.
Tal lógica televisiva y de impacto sobre la opinión produce efectos letales sobre la acción de los políticos y sobre la actitud de la opinión pública y de los votantes. El primero de ellos está en que se impone, como técnica dominante de relación en la vida pública, el ESPECTÁCULO: la actividad política es sobre todo un juego teatral, de actores que operan en seriales televisivos con capacidad de cambiar de registro a cada instante y de adecuarse en modo inmediato al “prime time” y al escándalo siguiente, que en horas y a veces en menos, entierra el escándalo y la primera (portada y noticia) anterior.
El segundo efecto tiene que ver con la construcción del discurso televisivo y con la construcción inmediata de una opinión y de una posición mental de la gente ante esa “noticia” que es el espectáculo y el escándalo último: un constructo mental simplón e inmediato exige que los problemas o los errores no sean nunca casuales o producto de una mala gestión sino conspiracionales, producto de una historia negra y llamativa, mejor mientras más absurda, irreal y alejada de la realidad en la que las causas y los culpables –normalmente siempre la oposición o la parte contraria- son más importantes que los acontecimientos y las opiniones y comentarios elementales más importantes que los hecho.
El tercer efecto consiste en empujar a la opinión a posicionarse de modo abierto y definitivo, en una estrategia de continua controversia (“wedge-politics”) y polarización, una retórica inspirada en y por solemnes promesas que no es necesario cumplir: la política de controversia y de polarización establece una agenda con temas que buscan actuar como material de conjunción y unión en las propias bases electorales y como cuña que dividen la coalición de las bases contrarias.
El cuarto efecto tiene que ver con la reputación mutua: los políticos consideran a los votantes y a la opinión como un material amorfo de fácil manipulación, la banda de imbéciles que desde siempre han sido conducidos al sacrificio con humo, fuegos artificiales, colores y poco más mientras que los votantes –y sobre todo una inmensa mayoría de abstencionistas, votantes en blanco, dudosos y vacilantes- consideran a los políticos como una banda de inútiles de quien nadie se puede fiar, una enfermedad social de la que no conocemos la forma de cura.
Blair lanza, como epílogo a esta situación, su propio titular y material para la primera: “para los medios actuales, el miedo a perder impacto significa quedarse sin alimento, fallar en la operación diaria de caza: en esa situación los media operan como bestias salvajes capaces de destruir cualquier persona y reputación antes de quedar fuera de un titular o una apertura de informativos”.
Por eso la reputación y el prestigio público de los periodistas no es muy superior al de los políticos: la gente piensa casi igual de ambos colectivos y no tiene ninguna confianza en que los nuevos medios –los “postmedia” individuales: pantalla en teléfono movil, televisiones digitales…- sirvan como bypass a la situación y la resuelvan sino todo lo contrario, sean nuevos medios y tecnologías para una mayor manipulación de la opinión y del voto. “Estamos bastante desmoralizados en cómo interactuarán medios y vida pública. La confianza de la gente en los periodistas no es mayor de la poca que tienen en los políticos.
Existe sin duda un mercado para las informaciones serias y equilibradas como existe un anhelo de imparcialidad. Tal vez están cambiando las formas en que la gente accede a la información –online frecuentemente- pero no parece que estén cambiando ni el formato ni las fórmulas en que las noticias se ofrecen…porque lo medios están convencidos de que cualquier cambio de marcha en relación a los modos de conseguir impacto significarán una caída de audiencia y ventas”.
3. “Hedge Funds” o el CV del político con futuro.
El 15 de junio de 2007 salta la noticia de que el expresidente español Aznar ha sido “fichado” por la firma “Centaurus Capital” con sede en Londres, que maneja en bolsa y valores más de 4.500 millones de dólares aunque es conocida y definida sobre todo por su habilidad en capital riesgo y “hedge fund”. Si uno busca cuáles sean las características de estos “hedge funds” y del “capital riesgo” se encuentran con que se trata de sociedades siempre privadas que tienen como objetivo exclusivo una alta rentabilidad a partir de inversiones muy diversificadas, aprovechándose de la opacidad regulatoria de los diversos países y con cobro de altas comisiones.
El reciente ejemplo de la crisis de las bolsas mundiales a partir de los impagados inmobiliarios en los USA explica con bastante claridad como actúan: los bancos ofrecen préstamos hipotecarios a personas sin garantías suficientes; acumulando activos –deuda de miles de compradores de casa a riego- los bancos crean paquetes que ofrecen a fondos de inversión quienes a su vez los colocan a otros agentes –también bancos con frecuencia- que terminan el ciclo prometiendo a inversores una rentabilidad atractiva; cuando, por la subida de intereses, sucedió que la banca en origen tuvo problemas de impagados, la rentabilidad de los ahorradores e inversores finales se viene abajo. Es un juego perfecto donde la banca gana siempre, nunca pierde. Seguro que es legal pero es basura, es manipular los deseos de beneficio de los inversores, es engañar a la gente.
El caso del expresidente Aznar no es único. El también expresidente Felipe González trabaja en funciones de intermediación con Carlos Slim el hombre considerado como más rico del mundo, el ex primer ministro alemán Schroeder hace lo mismo con la super empresa rusa Gazprom, el ex primer ministro inglés John Mayor con “The Caryle Group”, otro operador de “hedge found”, el expresidente BillClinton hace algo parecido con “Yucaipa” una banca privada norteamericana, la ex secretaria de Estado Madeleine Albright ha creado un fondo de inversion libre que lleva su propio nombre, el exsecretario del Tesoro norteamericano John Snow ha sido “fichado” en octubre pasado (2006) por otro fondo “Cerberus Capital”….
Probablemente hay otros muchos casos y en cualquier modo son suficientes para marcar una tendencia según la cual una carrera política, un poderoso y prestigioso currículo político, es en realidad un itinerario hacia puestos de intermediación en grandes negocios, hacia funciones de relaciones externas en grandes compañías financieras o industriales. Por tradición y en los sistemas parlamentarios occidentales los políticos de alto nivel (primeros ministros, presidentes) pasan a desarrollar actividades relacionadas con el interés nacional, situándose en Consejos de Estado o en proyectos especiales al servicio de sus países. Es difícil imaginar a los grandes políticos del siglo XIX o XX, a Churchill, Eisenhower, De Gaulle, Cánovas, Disraeli…llevando a cabo actividades privadas similares al margen de los intereses de sus respectivos estados.
4. Histrionismo para Desconcierto de amigos y enemigos.
Entre mayo y junio de 2007 Nicolás Sarkozy ha sido elegido Presidente de la República de Francia después de un apasionante duelo con la candidata socialista Segolene Royal. Las interpretaciones en boca de los más afamados analistas franceses sobre los motivos de su victoria y sobre la personalidad de Sarkozy dejan perplejo a cualquiera.
Bernard Henry Levy dice a los lectores del “New York Times” que Sarkozy es cínico y sentimental, habla de todo como un hombre sin memoria, como caso único entre los lideres franceses admira a los Estados Unidos, es el primer presidente francés que implica en su campaña su vida amorosa y las relaciones con su mujer Cecilia.
El mismo autor a los lectores del “Internacional Herald Tribune” (17.07.07): “se trata de un político que encarna el fin de las ideologías de quien no puedo fiarme”. Alain de Benoist (Nueva Agencia Radical:20.07.07): “es sin duda un profesional de la política con enorme dinamismo y voluntad pero también con una total carencia de escrúpulos”.
Marcel Gauchet (“Le Point” 11.01.07): Sarkozy no es gaullista ni ortodoxo ni chiracquiano, es liberal pero no del todo; durante un cierto tiempo encarnó una especie de tatcherismo a la francesa pero parece que después se ha inclinado hacia un gaullismo sociológico; no se sabe realmente qué es; tiene aplomo y tenacidad, sin duda, pero habrá que verlo actuar; en cualquier caso es alguien que provoca y te obliga a situarte, alejado de la autoridad “super partes”,con un perfil incluso a veces amenazante, con una personalidad que divide más que unir; sus votantes comprenden, a primera vista, tres estratos: uno popular, un grupo importante en las clases medias y un gran apoyo entre los grandes intereses económicos; a las clases más populares les gusta su modo directo de actuar y hablar, su firmeza, a las clases medias el reclamo a los principios de responsabilidad personal y a las élites económicas sus propuestas de reducción del Estado Social.
Especialmente desconcertados están los intelectuales: Alain Badiou (“Le Monde” 14.07.07) opina que Sarkozy simboliza la posibilidad para intelectuales y filósofos de ser reaccionarios sin complejos ni susurros. Roger Scruton (“La Repubblica delle Donne” 26.05.07) dice que tiene el coraje de decir lo que piensa y afrontar sin complejos el sentimentalismo totalitario de la izquierda europea. Jean Daniel (fundador de “Le Nouvel Observateur” y faro durante décadas de toda la izquierda europea) ha publicado en varios medios “Un viaje con el Presidente” (viaje a Argelia 11.07.07).
Afirmando reiteradamente su posición de votante y defensor del socialismo francés, J.D. va encontrando en Sarkozy cosas de Napoleón, de De Gaulle, de Mendes France (“…no se pregunta continuamente si su estrategia persuasiva corre el riesgo de hacerlo aparecer como un bufón o un domador, si su simplicidad está hecha de demagogia y su popularidad de populismo. En realidad hay algo de Bonaparte en Nicolas Sarkozy, el cual, por otra parte, ha conseguido afirmarse en la dirección de una derecha absolutamente bonapartista”). No ve con preción J.D. hacia dónde va el nuevo presidente pero está seguro de que “…ha roto con el estilo, los métodos, el lenguaje, los gestos de sus predecesores en el momento de encarnar la imagen de Francia en el exterior” .
La impresión general viene muy bien recogida por Josef Joffe, editor de “Die Zeit” : “Who is Nicolas Sarkozy, Napoleón III or Mick Jagger?. “Sarko”, the rock star, strutus his staff with gold Caín and bared chest, hanging out with the high and mighty…”. Sarkozy es omnipresente y “omnipresidente”, ¿es acción o sólo agitación?, está corriendo sin para pero no sabemos bien hacia dónde, utiliza grandes conceptos de liberalización, globalización y similares que, de momento y en sus primeros cien días, no ha aplicado para nada. Cita Joffe las recientes actuaciones de la fusión Gaz de France/Suez como ejemplo. Es un “hyperpresidente” que tal vez sueña ¿con el mundo o con las televisiones de todo el mundo?.
5. La Reputación e Imagen de la Política en Occidente.
He elegido estas cuatro situaciones por ser muy conocidas y porque definen con claridad cuál es hoy la reputación y la imagen de la política en Occidente. En el primer caso la conclusión es “indudable”: el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, G.W.Bush es un imbécil, con un cerebro prestado que se ha venido llamando K.Rove (han encontrado inmediatamente un sustituto, el nuevo Richelieu responsable de las dimisiones en el equipo Bush, se llama Ed Gillespie). Bush, que por cierto es el primer presidente USA con un título en Harvard, master incluido, ha venido actuado, sobre todo para los medios europeos y los adeptos a Michael Moore (por cierto,presentado como un falsario y demagogo por Riuk Caine y Debbie Melnyk como un actor llevando al escenario las estrategias decididas por Rove y su equipo y al servicio exclusivo de la industria del petróleo y del armamento.
El segundo caso no deja de ser llamativo y extraordinariamente cínico: Tony Blair, que ha sido considerado por los expertos como el indudable “Sultan of Spin”, es decir, aquel que, con la inestimable ayuda de A.Campbell , consiguió ser el más reputado maestro en el manejo masivo de los medios utilizando técnicas basura, expone una justificación en la que culpa a los medios (“fieras salvajes” en inagotable búsqueda de carnaza, los llama nada menos) de la imposibilidad de desarrollar una actividad política eficaz, limpia y al servicio del bien colectivo.
El tercer caso manifiesta mejor que ningún otro el fin estético y tal vez ético de la democracia parlamentaria: aquellos líderes de repercusión mundial (Clinton, Schroeder, F.González, Aznar…como ejemplos) que establecen como objetivo de sus carreras profesionales y quien sabe si de sus vidas el salto hacia el dinero, hacia el poder y presencia en el mundo de la intermediación económica y las finanzas, como si sus años de representación y defensa de sus propias naciones hubiesen sido algo ocasional y pasajero en sus vidas, como si no hubiesen podido o tenido el coraje de hacerse ricos y mundialmente famosos en sus anteriores representaciones y necesitasen “sobrevivir” al servicio de los más ricos de la tierra.
El cuarto caso, la personalidad de Nicolás Sarkozy, es probablemente el más llamativo ejemplo de lo que la política quiere ser, de la “postpolítica”, sin que sepamos aún si su actuación significará la cola final de una época que muere o el inicio llamativo de una época nueva.
Todas estas situaciones descritas, que han tenido lugar en el presente año 2007, cuentan al menos con un importante elemento común. Reflejan desconcierto y mucho miedo. El desconcierto de la propia clase política, la consciencia de que están cada día más alejados de la realidad y de sus votantes, la sensación de ser marionetas de un sistema que no controlan y que les induce a una rueda maldita de poder, dinero, impopularidad y desprecio social, el miedo a terminar expulsados de esa maldita rueda con riesgo de aislamiento, ruina y hasta cárcel.
Estos desconciertos y miedos llevan a la inanición y al sometimiento, fidelidad y obediencia, a los dirigentes del propio partido, aunque haya que renunciar para ello a sus más íntimas convicciones. Llevan a un miedo lejano, a que, el día que se produzca una “sublevación” que “corte cabezas” (moral más que físicamente) las víctimas no serán como tradicionalmente los reyes, los obispos, los capitalistas… sino ellos, los actuales políticos en activo.
Son plenamente conscientes los políticos actuales en su mayoría que el actual sistema político de representación parlamentaria, creado hace más de 200 años en Inglaterra y Estados Unidos, con sus posteriores aportaciones de democracia social, está muerto o en vías de extinción y entierro, que los actuales partidos son unas máquinas de acción social que han perdido el sentido institucional, que se han olvidado del bien colectivo –objetivo para el que fueron creados- y se ocupan sólo y exclusivamente de sí mismos y su supervivencia, de ganar elecciones a corto plazo –importan las próximas- y a cualquier precio.
El propio sistema de democracia mediática y los mismos políticos están sometidos a un incontrolable complejo y síntoma de autodestrucción. Todos saben muy bien que es necesario cambiar de modo radical las normas de financiación de los partidos y las leyes electorales que llevan al parlamento a funcionarios del partido más que a representantes del pueblo, que es necesario romper con una cultura política en la que prevalece el particularismo y el éxito inmediato como fin en sí mismo.
Es el discurso casi diario de los Presidentes, Reyes y Primeros mandatarios de todos los países occidentales: el sistema democrático actual ha sido secuestrado por los partidos políticos, magos en falsificar la representación y la voluntad de los ciudadanos y en organizar un clientelismo, un sistema de financiación y un derecho electoral como instrumentos con los que gobierno y oposición falsean las reglas de la competencia y de la democracia más elemental .
Los políticos son conscientes de que se han convertido en una “casta” de intocables, que manejan sin justificación ni rendimiento de cuentas, sin responsabilidad personal ninguna, ingentes cantidades de dinero en una comparación insufrible para el ciudadano que paga impuestos y ajusta sus días con esfuerzo a la realidad profesional y vital .
Esta conciencia de fin de época, este desconcierto y un cierto complejo de culpabilidad está presente en todos los grandes candidatos.
Como ejemplo el programa de Walter Veltroni, actual Alcalde de Roma, previsible heredero de Prodi y lider del nuevo “Partido Democrático” (PD) que aglutina todo el centroizquierda italiano. Su programa recoge, entre otros principios, lo siguiente: (1) el nuevo partido establecerá una democracia interna obligatoria para toda la selección de líderes y candidatos a todos los niveles; (2) será un partido federal, una red de partidos territoriales federados que recogerán todas las diversidades y tendencias; (3) se soportará en una nueva cultura política: “supera la idea de que aquello que importa es ganar elecciones…No, lo que importa es el buengobierno…no es el tacticismo sino “restituir la moralidad a la política…afirmar una visión antimaquiavélica de la política en sí misma, cuya finalidad no está en organizar la fuerzas necesarias para la consquista y conservación del poder… sino la búsqueda del bien común, del interés del país, a través de la creación de un consenso en torno a un programa…”
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Lo que aquí pretendemos analizar es el resultado y las consecuencias que esta actividad de comunicación política durante todos estos años de “spin”, “fast” o “basura” han tenido sobre todo el sistema político. La conclusión y resumen es que la política spin está terminando, bajo el dominio de la pantalla y el espectáculo, con el sistema político de democracia parlamentaria creado hace más de 200 años en Inglaterra y Estados Unidos, pero al mismo tiempo, están también terminando con los fundamentos teóricos modernos (Maquiavelo) y liberales (Milton y Montesquieu) de ese mismo sistema. La televisión, los políticos de la democracia mediática y el espectáculo están con esfuerzo enterrando a Maquiavelo y a Montesquieu. Y están al mismo tiempo provocando el nacimiento de nuevas demandas colectivas, de nuevos derechos y exigencias, las más notables de las cuales son el derecho individual al conocimiento, a recibir información objetiva y de calidad garantizada, y paralelamente, la imprescindible exigencia de crear organismos de garantía, a similitud de los existentes en el sector y mundo financiero, que persigan e impidan la manipulación masiva y el uso de estrategias anuladoras de la capacidad individual de opción y decisión.
Para el blog presentamos estas reflexiones en una serie de cuatro textos, a saber:
1. ¡!Qué Imagen¡¡: desconcierto y autodestrucción de la clase política
2. De cómo la televisión y la basura han terminado con el sitema político parlamentario
3. El logrado esfuerzo por enterrar a Maquiavelo y a Montesquieu
4. Después de la Política (“Beyond Politica”): Dónde encontrar una nueva credibilidad y Confianza.
¡Que imagen! Desconcierto y autodestrucción en la actual clase política
Lo que un ciudadano normal percibe, a través de los medios fundamentalmente, es que los grandes políticos occidentales son idiotas (no piensan por sí mismos y dependen en todo de consultores externos), son cínicos (culpan a otros, sobre todo a los medios, de los problemas que ellos debieran resolver), son aprovechados (dan la impresión de que han desarrollado todo un largo currículo al servicio del país sólo con el objetivo de poder trabajar más tarde al servicio de los más ricos de la tierra) o son histriones (se dedican a desconcertar a la opinión y al enemigo más allá de cualquier programa, proyecto o ideología).
Paralelamente los ciudadanos no dejan de intuir, tal vez conservan de su memoria histórica, que no es este el único modo de hacer política, que no todo consiste en “ganar a cualquier precio las próximas elecciones” (objetivo exclusivo de las estrategias spin), sino que , según conservamos por memoria histórica, existe otra política posible en la cuál lo importante es el bien común y no la supervivencia, enriquecimiento y satisfacción de los políticos.
1. Externalización de Cerebros.
El pasado 13 de Agosto (2007) Kart Rove ha dimitido como “senior advisor” en el gabinete de la Presidencia de G.W.Bush. Las interpretaciones sobre esta dimisión atienden todos los gustos, pero en general los politólogos presentan a Rove como el “estratega”(“Bush´s Brain”) de toda la actividad política de Bush. En el libro disco de James Moore y Wayne Slater , K.Rove es presentado como un perfecto “Maquiavelo” y “Richelieu” adecuado al siglo XX (“boy genius”) capaz de utilizar en cada momento el truco perfecto para ganar.
Republicano desde niño, implicado en la estructura del Partido desde joven, aprendiz de trucos sucios en política desde los tiempos del Presidente Nixon y del Watergate (1973), alcanzó notoriedad ya en aquellos años, con poco más de 20 años, “colándose” en la sede de la campaña electoral del demócrata Alan Dixon, robando papel timbrado e imprimiendo una invitación que prometía “cerveza, chicas y diversión gratuita” en un miting del candidato. La repartió en un concierto rock y logró hundir el acto de los demócratas. Según Moore/Slater ha utilizado trucos sucios en todas las campañas en las que ha intervenido desde aquella fecha Nadie le niega inteligencia, preparación, habilidad, astucia.
David Frum opina que K.Rove ha dado respuestas muy brillantes a una pregunta equivocada, mal planteada, porque Rove nunca se preocupó de las necesidades de la gente ni del interés de la nación sino de cómo ganar las próximas elecciones. Ganar las elecciones dejando en segundo lugar los problemas del buengobierno. En esa estrategia se dedicaba, en las últimas elecciones presidenciales del 2004, por ejemplo, a contentar y cortejar determinados “targets” de la base electoral cuidadosamente elegidos a los que ofrecía leyes y promesas capaces de romper a su favor los sondeos. Reducciones fiscales para conservadores convencionales, apoyo a la infancia (“No Child Left Behind”) para moderados suburbanos, descuentos en medicinas prescritas por el médico para jubilados ansiosos, facilidades en la inmigración para los hispanos, programas basados en la religión y la fe para los evangelistas y católicos…etc..
No importaba si estos programas se contradecían unos a otros (reducir por ejemplo los impuestos y crear un subsidio importante para las medicinas con receta) porque el objetivo del “conservadurismo compasivo” no era resolver problemas sino “marcar la agenda”, tener argumentos que justificasen el estar presente en la opinión. Insiste Frum en cómo Rove ha conseguido exprimir al máximo los restos de un filón en recesión y decadencia, el mercado de votos republicano: es evidente desde hace años que la base demócrata crece a mayor velocidad que la republicana, que el número de votantes que dejan de ir a las iglesias aumenta muy por encima de los que se casan por la iglesia, que la población no blanca e inmigrante tiene una tasa de crecimiento vegetativo muy superior a la de los blancos, que las clases medias –tradicionales votantes de los republicanos- están perdiendo presencia, poder y fuerza social.
En esa situación Rove consiguió ganar utilizando, siempre según Frum, la estrategia de la polarización, consiguiendo unir su base electoral y romper la contraria. Polarización es radicalización y destrucción del contrincante. Opinan lo mismo Slater y Moore: Rove ha destruido –enviado a la carcel, hundido moralmente, acabado con la carrera política- de sus principales contrincantes. Como “buen discípulo de Maquiavelo”, dicen, sin reparar en medios.
Con sus trucos y estrategias se va de la Casa Blanca después de ganar las del 2004 pero perder las del 2006, de salir indemne durante años pero verse ahora implicado en dos escándalos de grueso calibre, acusado de estar en el origen de “ciagate”, el reconocimiento público como agente de la Cia de Valerie Plame y acusado de estar en el origen de la expulsión de los procuradores de tribunales despedidos por el ministro de Justicia González, también recientemente dimitido.
2. Cinismo.
El 12 de Junio de 2007 Tony Blair tiene una intervención en el “Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo” en la sede londinense de la agencia. Lo dedica a las relaciones entre Media y Políticos y aunque lo presenta como un “argumento y no un lamento”, el discurso forma uno de los capítulos de exculpación y penitencia de la epoca Blair. Se trata por ello de un discurso absolutamente político y de enorme interés teórico.
Indica Blair cómo las relaciones entre políticos, agentes de la vida pública y medios han cambiado de un modo muy radical a consecuencia de las transformaciones habidas en el sector de la comunicación. Se trata de un hecho del cual nadie es culpable pero cuyos efectos son extraordinariamente negativos en el desarrollo de la vida pública.
Será necesario debatir en serio sobre la actuación de los medios, sobre cómo se informa a la gente y a la opinión con objetividad, cuidado y precisión (“properly and accurately”). Los medios son hoy más fragmentados, diversos y autónomos que nunca, cientos de televisiones con capacidad técnica para llegar a todas las consciencias, con capacidad de actuación de 24 sobre 24 horas, con capacidad tecnológica y de gestión para influir por encima de lo que la gente normal es capaz de controlar.
Un actor público, un político, se ve así obligado en esa situación a responder en tiempo real a las exigencias crecientes de los medios. Con frecuencia es más acuciante para un político ordenar la secuencia inteligible de los hechos y de lo que intenta hacer que llevar a cabo un programa de buengobierno. Porque si se equivoca en la presentación y exposición de sus procesos, si rompe con la lógica visual y televisiva, la situación saltará inmediatamente a ser dramática y a la crisis.
Un político es en primer lugar y ante todo un creador de notas de prensa y sólo en segundo lugar un gestor público. Por eso cada día hay más gente convencida de que pagamos a nuestra clase política y dirigente (jueces ,directores generales… )no para hacer política, no para resolver problemas, sino para salir en televisión, para hacer comunicación y desarrollar trucos sucios en ello.
Ese sometimiento de los políticos a la cámara y a la pantalla producen un sofisticado cinismo entre los políticos y entre la propia gente. Para salir en los telediarios no interesa una buena gestión, no interesa un buen discurso de sentido común y lógica en el Parlamento, no interesa el bien común ni la puesta en marcha de programas con objetivo a medio o largo plazo.
Para abrir los telediarios interesa sólo el escándalo, la noticia llamativa, la exclusiva que atraiga la atención y rompa la atonía de la vida normal. Para ello medios, agentes y políticos compiten incluso entre sí con creciente crudeza. Todos tienen necesidad del IMPACTO. El impacto domina toda la actividad pública. No es de despreciar la calidad o la credibilidad pero todo ello sometido a la inmediata exigencia del impacto, de ocupar el primer puesto en la atracción de la audiencia y en la ocupación casi física del espacio público y de opinión.
Tal lógica televisiva y de impacto sobre la opinión produce efectos letales sobre la acción de los políticos y sobre la actitud de la opinión pública y de los votantes. El primero de ellos está en que se impone, como técnica dominante de relación en la vida pública, el ESPECTÁCULO: la actividad política es sobre todo un juego teatral, de actores que operan en seriales televisivos con capacidad de cambiar de registro a cada instante y de adecuarse en modo inmediato al “prime time” y al escándalo siguiente, que en horas y a veces en menos, entierra el escándalo y la primera (portada y noticia) anterior.
El segundo efecto tiene que ver con la construcción del discurso televisivo y con la construcción inmediata de una opinión y de una posición mental de la gente ante esa “noticia” que es el espectáculo y el escándalo último: un constructo mental simplón e inmediato exige que los problemas o los errores no sean nunca casuales o producto de una mala gestión sino conspiracionales, producto de una historia negra y llamativa, mejor mientras más absurda, irreal y alejada de la realidad en la que las causas y los culpables –normalmente siempre la oposición o la parte contraria- son más importantes que los acontecimientos y las opiniones y comentarios elementales más importantes que los hecho.
El tercer efecto consiste en empujar a la opinión a posicionarse de modo abierto y definitivo, en una estrategia de continua controversia (“wedge-politics”) y polarización, una retórica inspirada en y por solemnes promesas que no es necesario cumplir: la política de controversia y de polarización establece una agenda con temas que buscan actuar como material de conjunción y unión en las propias bases electorales y como cuña que dividen la coalición de las bases contrarias.
El cuarto efecto tiene que ver con la reputación mutua: los políticos consideran a los votantes y a la opinión como un material amorfo de fácil manipulación, la banda de imbéciles que desde siempre han sido conducidos al sacrificio con humo, fuegos artificiales, colores y poco más mientras que los votantes –y sobre todo una inmensa mayoría de abstencionistas, votantes en blanco, dudosos y vacilantes- consideran a los políticos como una banda de inútiles de quien nadie se puede fiar, una enfermedad social de la que no conocemos la forma de cura.
Blair lanza, como epílogo a esta situación, su propio titular y material para la primera: “para los medios actuales, el miedo a perder impacto significa quedarse sin alimento, fallar en la operación diaria de caza: en esa situación los media operan como bestias salvajes capaces de destruir cualquier persona y reputación antes de quedar fuera de un titular o una apertura de informativos”.
Por eso la reputación y el prestigio público de los periodistas no es muy superior al de los políticos: la gente piensa casi igual de ambos colectivos y no tiene ninguna confianza en que los nuevos medios –los “postmedia” individuales: pantalla en teléfono movil, televisiones digitales…- sirvan como bypass a la situación y la resuelvan sino todo lo contrario, sean nuevos medios y tecnologías para una mayor manipulación de la opinión y del voto. “Estamos bastante desmoralizados en cómo interactuarán medios y vida pública. La confianza de la gente en los periodistas no es mayor de la poca que tienen en los políticos.
Existe sin duda un mercado para las informaciones serias y equilibradas como existe un anhelo de imparcialidad. Tal vez están cambiando las formas en que la gente accede a la información –online frecuentemente- pero no parece que estén cambiando ni el formato ni las fórmulas en que las noticias se ofrecen…porque lo medios están convencidos de que cualquier cambio de marcha en relación a los modos de conseguir impacto significarán una caída de audiencia y ventas”.
3. “Hedge Funds” o el CV del político con futuro.
El 15 de junio de 2007 salta la noticia de que el expresidente español Aznar ha sido “fichado” por la firma “Centaurus Capital” con sede en Londres, que maneja en bolsa y valores más de 4.500 millones de dólares aunque es conocida y definida sobre todo por su habilidad en capital riesgo y “hedge fund”. Si uno busca cuáles sean las características de estos “hedge funds” y del “capital riesgo” se encuentran con que se trata de sociedades siempre privadas que tienen como objetivo exclusivo una alta rentabilidad a partir de inversiones muy diversificadas, aprovechándose de la opacidad regulatoria de los diversos países y con cobro de altas comisiones.
El reciente ejemplo de la crisis de las bolsas mundiales a partir de los impagados inmobiliarios en los USA explica con bastante claridad como actúan: los bancos ofrecen préstamos hipotecarios a personas sin garantías suficientes; acumulando activos –deuda de miles de compradores de casa a riego- los bancos crean paquetes que ofrecen a fondos de inversión quienes a su vez los colocan a otros agentes –también bancos con frecuencia- que terminan el ciclo prometiendo a inversores una rentabilidad atractiva; cuando, por la subida de intereses, sucedió que la banca en origen tuvo problemas de impagados, la rentabilidad de los ahorradores e inversores finales se viene abajo. Es un juego perfecto donde la banca gana siempre, nunca pierde. Seguro que es legal pero es basura, es manipular los deseos de beneficio de los inversores, es engañar a la gente.
El caso del expresidente Aznar no es único. El también expresidente Felipe González trabaja en funciones de intermediación con Carlos Slim el hombre considerado como más rico del mundo, el ex primer ministro alemán Schroeder hace lo mismo con la super empresa rusa Gazprom, el ex primer ministro inglés John Mayor con “The Caryle Group”, otro operador de “hedge found”, el expresidente BillClinton hace algo parecido con “Yucaipa” una banca privada norteamericana, la ex secretaria de Estado Madeleine Albright ha creado un fondo de inversion libre que lleva su propio nombre, el exsecretario del Tesoro norteamericano John Snow ha sido “fichado” en octubre pasado (2006) por otro fondo “Cerberus Capital”….
Probablemente hay otros muchos casos y en cualquier modo son suficientes para marcar una tendencia según la cual una carrera política, un poderoso y prestigioso currículo político, es en realidad un itinerario hacia puestos de intermediación en grandes negocios, hacia funciones de relaciones externas en grandes compañías financieras o industriales. Por tradición y en los sistemas parlamentarios occidentales los políticos de alto nivel (primeros ministros, presidentes) pasan a desarrollar actividades relacionadas con el interés nacional, situándose en Consejos de Estado o en proyectos especiales al servicio de sus países. Es difícil imaginar a los grandes políticos del siglo XIX o XX, a Churchill, Eisenhower, De Gaulle, Cánovas, Disraeli…llevando a cabo actividades privadas similares al margen de los intereses de sus respectivos estados.
4. Histrionismo para Desconcierto de amigos y enemigos.
Entre mayo y junio de 2007 Nicolás Sarkozy ha sido elegido Presidente de la República de Francia después de un apasionante duelo con la candidata socialista Segolene Royal. Las interpretaciones en boca de los más afamados analistas franceses sobre los motivos de su victoria y sobre la personalidad de Sarkozy dejan perplejo a cualquiera.
Bernard Henry Levy dice a los lectores del “New York Times” que Sarkozy es cínico y sentimental, habla de todo como un hombre sin memoria, como caso único entre los lideres franceses admira a los Estados Unidos, es el primer presidente francés que implica en su campaña su vida amorosa y las relaciones con su mujer Cecilia.
El mismo autor a los lectores del “Internacional Herald Tribune” (17.07.07): “se trata de un político que encarna el fin de las ideologías de quien no puedo fiarme”. Alain de Benoist (Nueva Agencia Radical:20.07.07): “es sin duda un profesional de la política con enorme dinamismo y voluntad pero también con una total carencia de escrúpulos”.
Marcel Gauchet (“Le Point” 11.01.07): Sarkozy no es gaullista ni ortodoxo ni chiracquiano, es liberal pero no del todo; durante un cierto tiempo encarnó una especie de tatcherismo a la francesa pero parece que después se ha inclinado hacia un gaullismo sociológico; no se sabe realmente qué es; tiene aplomo y tenacidad, sin duda, pero habrá que verlo actuar; en cualquier caso es alguien que provoca y te obliga a situarte, alejado de la autoridad “super partes”,con un perfil incluso a veces amenazante, con una personalidad que divide más que unir; sus votantes comprenden, a primera vista, tres estratos: uno popular, un grupo importante en las clases medias y un gran apoyo entre los grandes intereses económicos; a las clases más populares les gusta su modo directo de actuar y hablar, su firmeza, a las clases medias el reclamo a los principios de responsabilidad personal y a las élites económicas sus propuestas de reducción del Estado Social.
Especialmente desconcertados están los intelectuales: Alain Badiou (“Le Monde” 14.07.07) opina que Sarkozy simboliza la posibilidad para intelectuales y filósofos de ser reaccionarios sin complejos ni susurros. Roger Scruton (“La Repubblica delle Donne” 26.05.07) dice que tiene el coraje de decir lo que piensa y afrontar sin complejos el sentimentalismo totalitario de la izquierda europea. Jean Daniel (fundador de “Le Nouvel Observateur” y faro durante décadas de toda la izquierda europea) ha publicado en varios medios “Un viaje con el Presidente” (viaje a Argelia 11.07.07).
Afirmando reiteradamente su posición de votante y defensor del socialismo francés, J.D. va encontrando en Sarkozy cosas de Napoleón, de De Gaulle, de Mendes France (“…no se pregunta continuamente si su estrategia persuasiva corre el riesgo de hacerlo aparecer como un bufón o un domador, si su simplicidad está hecha de demagogia y su popularidad de populismo. En realidad hay algo de Bonaparte en Nicolas Sarkozy, el cual, por otra parte, ha conseguido afirmarse en la dirección de una derecha absolutamente bonapartista”). No ve con preción J.D. hacia dónde va el nuevo presidente pero está seguro de que “…ha roto con el estilo, los métodos, el lenguaje, los gestos de sus predecesores en el momento de encarnar la imagen de Francia en el exterior” .
La impresión general viene muy bien recogida por Josef Joffe, editor de “Die Zeit” : “Who is Nicolas Sarkozy, Napoleón III or Mick Jagger?. “Sarko”, the rock star, strutus his staff with gold Caín and bared chest, hanging out with the high and mighty…”. Sarkozy es omnipresente y “omnipresidente”, ¿es acción o sólo agitación?, está corriendo sin para pero no sabemos bien hacia dónde, utiliza grandes conceptos de liberalización, globalización y similares que, de momento y en sus primeros cien días, no ha aplicado para nada. Cita Joffe las recientes actuaciones de la fusión Gaz de France/Suez como ejemplo. Es un “hyperpresidente” que tal vez sueña ¿con el mundo o con las televisiones de todo el mundo?.
5. La Reputación e Imagen de la Política en Occidente.
He elegido estas cuatro situaciones por ser muy conocidas y porque definen con claridad cuál es hoy la reputación y la imagen de la política en Occidente. En el primer caso la conclusión es “indudable”: el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, G.W.Bush es un imbécil, con un cerebro prestado que se ha venido llamando K.Rove (han encontrado inmediatamente un sustituto, el nuevo Richelieu responsable de las dimisiones en el equipo Bush, se llama Ed Gillespie). Bush, que por cierto es el primer presidente USA con un título en Harvard, master incluido, ha venido actuado, sobre todo para los medios europeos y los adeptos a Michael Moore (por cierto,presentado como un falsario y demagogo por Riuk Caine y Debbie Melnyk como un actor llevando al escenario las estrategias decididas por Rove y su equipo y al servicio exclusivo de la industria del petróleo y del armamento.
El segundo caso no deja de ser llamativo y extraordinariamente cínico: Tony Blair, que ha sido considerado por los expertos como el indudable “Sultan of Spin”, es decir, aquel que, con la inestimable ayuda de A.Campbell , consiguió ser el más reputado maestro en el manejo masivo de los medios utilizando técnicas basura, expone una justificación en la que culpa a los medios (“fieras salvajes” en inagotable búsqueda de carnaza, los llama nada menos) de la imposibilidad de desarrollar una actividad política eficaz, limpia y al servicio del bien colectivo.
El tercer caso manifiesta mejor que ningún otro el fin estético y tal vez ético de la democracia parlamentaria: aquellos líderes de repercusión mundial (Clinton, Schroeder, F.González, Aznar…como ejemplos) que establecen como objetivo de sus carreras profesionales y quien sabe si de sus vidas el salto hacia el dinero, hacia el poder y presencia en el mundo de la intermediación económica y las finanzas, como si sus años de representación y defensa de sus propias naciones hubiesen sido algo ocasional y pasajero en sus vidas, como si no hubiesen podido o tenido el coraje de hacerse ricos y mundialmente famosos en sus anteriores representaciones y necesitasen “sobrevivir” al servicio de los más ricos de la tierra.
El cuarto caso, la personalidad de Nicolás Sarkozy, es probablemente el más llamativo ejemplo de lo que la política quiere ser, de la “postpolítica”, sin que sepamos aún si su actuación significará la cola final de una época que muere o el inicio llamativo de una época nueva.
Todas estas situaciones descritas, que han tenido lugar en el presente año 2007, cuentan al menos con un importante elemento común. Reflejan desconcierto y mucho miedo. El desconcierto de la propia clase política, la consciencia de que están cada día más alejados de la realidad y de sus votantes, la sensación de ser marionetas de un sistema que no controlan y que les induce a una rueda maldita de poder, dinero, impopularidad y desprecio social, el miedo a terminar expulsados de esa maldita rueda con riesgo de aislamiento, ruina y hasta cárcel.
Estos desconciertos y miedos llevan a la inanición y al sometimiento, fidelidad y obediencia, a los dirigentes del propio partido, aunque haya que renunciar para ello a sus más íntimas convicciones. Llevan a un miedo lejano, a que, el día que se produzca una “sublevación” que “corte cabezas” (moral más que físicamente) las víctimas no serán como tradicionalmente los reyes, los obispos, los capitalistas… sino ellos, los actuales políticos en activo.
Son plenamente conscientes los políticos actuales en su mayoría que el actual sistema político de representación parlamentaria, creado hace más de 200 años en Inglaterra y Estados Unidos, con sus posteriores aportaciones de democracia social, está muerto o en vías de extinción y entierro, que los actuales partidos son unas máquinas de acción social que han perdido el sentido institucional, que se han olvidado del bien colectivo –objetivo para el que fueron creados- y se ocupan sólo y exclusivamente de sí mismos y su supervivencia, de ganar elecciones a corto plazo –importan las próximas- y a cualquier precio.
El propio sistema de democracia mediática y los mismos políticos están sometidos a un incontrolable complejo y síntoma de autodestrucción. Todos saben muy bien que es necesario cambiar de modo radical las normas de financiación de los partidos y las leyes electorales que llevan al parlamento a funcionarios del partido más que a representantes del pueblo, que es necesario romper con una cultura política en la que prevalece el particularismo y el éxito inmediato como fin en sí mismo.
Es el discurso casi diario de los Presidentes, Reyes y Primeros mandatarios de todos los países occidentales: el sistema democrático actual ha sido secuestrado por los partidos políticos, magos en falsificar la representación y la voluntad de los ciudadanos y en organizar un clientelismo, un sistema de financiación y un derecho electoral como instrumentos con los que gobierno y oposición falsean las reglas de la competencia y de la democracia más elemental .
Los políticos son conscientes de que se han convertido en una “casta” de intocables, que manejan sin justificación ni rendimiento de cuentas, sin responsabilidad personal ninguna, ingentes cantidades de dinero en una comparación insufrible para el ciudadano que paga impuestos y ajusta sus días con esfuerzo a la realidad profesional y vital .
Esta conciencia de fin de época, este desconcierto y un cierto complejo de culpabilidad está presente en todos los grandes candidatos.
Como ejemplo el programa de Walter Veltroni, actual Alcalde de Roma, previsible heredero de Prodi y lider del nuevo “Partido Democrático” (PD) que aglutina todo el centroizquierda italiano. Su programa recoge, entre otros principios, lo siguiente: (1) el nuevo partido establecerá una democracia interna obligatoria para toda la selección de líderes y candidatos a todos los niveles; (2) será un partido federal, una red de partidos territoriales federados que recogerán todas las diversidades y tendencias; (3) se soportará en una nueva cultura política: “supera la idea de que aquello que importa es ganar elecciones…No, lo que importa es el buengobierno…no es el tacticismo sino “restituir la moralidad a la política…afirmar una visión antimaquiavélica de la política en sí misma, cuya finalidad no está en organizar la fuerzas necesarias para la consquista y conservación del poder… sino la búsqueda del bien común, del interés del país, a través de la creación de un consenso en torno a un programa…”
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Tendencias Científicas - España/17/09/2007
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