por Leopoldo Sánchez Grunert*
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Efectivamente, el agua ha estado siempre presente en el interés de los investigadores, especialmente en todo aquello que tiene relación con los usos de la agricultura y ahora, en los primeros años del siglo XXI, su escasez hace que dicho interés tenga un valor mayor, con millones de personas que luchan por cultivar tierras afectadas por la sequía en Asia, África y las Américas. Los investigadores saben que vivimos en un tiempo en que tenemos la responsabilidad de conservar y hacer un uso racional del agua. Para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la agricultura es el principal consumidor de agua del planeta y “le corresponde al sector agrícola tomar el liderazgo en la búsqueda de soluciones a la creciente demanda del recurso”. Según informes de la FAO, “la agricultura consume cerca del 70 por ciento del agua dulce utilizada en el mundo, porque sin agua no habría agricultura. Esta cifra se acerca al 95 por ciento en muchos países en desarrollo, donde se encuentran cerca de las tres cuartas partes de las tierras irrigadas del planeta”. La tarea principal o el desafío fundamental que se nos plantea ahora es buscar los modos de producir más alimentos con un uso menor y racional del agua. Las informaciones disponibles respecto de este tema, señalan, a modo de ejemplo que se necesitan entre 1.000 y 2.000 litros de agua para producir un kilo de trigo y entre 13.000 y 15.000 litros para producir la misma cantidad de carne de vacuno alimentado con granos. Las personas necesitamos diariamente, entre dos a cinco litros de agua potable. Si consideramos lo que "comemos", según los especialistas de FAO, utilizamos unos 2.000 litros de agua. Sin agua, no podemos vivir, es un recurso vital, determinante. La población mundial para 2030 se estima en 8.100 millones de personas. Necesitaremos más agua y desarrollar la inteligencia necesaria para producir más, con mayor calidad, en menos tiempo y utilizando menos agua. Ciertamente estamos en niveles de exigencia que hacen del trabajo de investigación un tema de interés superior, que nos motiva y que esperamos sensibilice aún más a la comunidad en general, a los productores en particular y a los sectores público y privado para respaldar con más recursos las nuevas responsabilidades de estos tiempos. Es necesario reconocer que junto a las cifras en referencia, nos encontramos con procesos como el cambio climático, una fuerte tendencia a la urbanización, que exigen una mayor demanda de agua para la industria y los hogares. Es evidente que un mejor uso del agua en la agricultura no es suficiente y que es necesario coordinar esfuerzos para que su uso sea más racional para satisfacer las demandas de agua en la agricultura, la urbanización y la industria. Tenemos la necesidad de reconocer la urgencia y la prioridad que demanda este tema y asumir que además de conocimientos, experiencia e inteligencia, se requiere voluntad política, recursos financieros y colaboración de todos los sectores.
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*Director nacional de INIA
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El Mostrador - Chile/13/09/2007
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