10/09/2007
Opinión
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Persiste el pensamiento paleo-bíblico en los círculos influyentes de Estados Unidos (EU). El dogma neoliberal del calamitoso Consenso de Washington fue un decálogo y ahora el texano James Baker III, el litigante de cabecera del nepotismo dinástico bushiano y su apagafuegos favorito en los fraudes electorales y en sus derrotas militares, emerge con otro fastidioso decálogo (The National Interest on line; 28/8/07) para proponer la nueva política exterior estadunidense que cataloga de “idealismo pragmático”, y que pretende hacer la síntesis entre la clásica dicotomía de “realistas” e “idealistas” y que, en realidad, constituye un unilaterismo light a la usanza texana.
La sicología del texano es la del vulgar cowboy (que nos lo pregunten a los mexicanos que los padecemos) y no conoce más que el uso de la fuerza bruta cuando no supo aprovechar su efímera hegemonía para civilizarse. El texano es barbárico por antonomasia y carece de la notable sofisticación de los moradores de las antiguas 13 colonias y de la franja californiana.
Se trata de una repetición de su pasada “Conferencia Kissinger” en febrero pasado sobre “política exterior y relaciones internacionales” en la Librería del Congreso. Van los 10 puntos muy controvertidos:
1. “EU debe estar confortable en el uso de su poder.” El “aislacionismo y la falta de compromisos no son opciones. […] Si EU no ejerce el poder, otros lo harán”. Insiste en que “otros países todavía dependen de nuestro liderazgo” (Europa Occidental y Japón).
2. “Debemos reconocer que aún el poder de EU es limitado. […] EU no puede ser el policía del mundo. EU ahora enfrenta más enemigos intratables (sic) de grupos insurgentes y milicias sectarias.” Parece no estar enterado de las consecuencias del estallido de la megaburbuja Greenspan: “aunque nuestra economía sea muy fuerte (¡súper sic!), aún necesitamos la cooperación de otros para expandir comercio e inversiones, y coordinar la política macroeconómica”. Acepta que la “obtención del apoyo de China y Rusia será crucial para forjar una respuesta dura (sic) al programa nuclear de Irán”.
3. “Estar preparado para actuar unilateralmente cuando la situación lo requiera.”
4. “Apreciar la importancia de los aliados.”
Rechaza que los puntos 3 y 4 sean “contradictorios”, como ha sido criticado: “es preferible actuar en concierto con otros, pero cuando nuestros intereses vitales se encuentren en peligro, debemos estar preparados, en caso necesario, a actuar solos”. Considera que se debe crear “una división eficiente del trabajo internacional” y recuerda que los “tres grandes conflictos globales del siglo XX fueron ganados por coaliciones”.
5. “Debemos usar todos los medios a nuestra disposición para conseguir nuestros objetivos”, en referencia a las “amenazas del terrorismo internacional y la proliferación de armas de destrucción masiva”. Comenta que el “derrocamiento del Talibán en Afganistán, incluyó la cooperación con Rusia e Irán”.
6. “Cuando un curso de acción particular no produce resultados, debemos estar preparados a cambiar su dirección en caso necesario.”
7. “Debemos reconocer y aceptar que EU tendrá que tratar algunas veces con regímenes autoritarios.”
8. “Debemos estar preparados a hablar (sic) con nuestros enemigos.” Se defiende de ser “apaciguador” o “declinista”, y sostiene en forma muy optimista que EU “permanecerá probablemente como el poder prominente global por algún tiempo”.
9. “Debemos estar conscientes de que los valores son importantes, pero que no son la única cosa (sic) que debe guiar nuestra política. […] Tristemente no podemos formular o implementar la política exterior de EU según los principios de la Madre Teresa (¡súper sic!). La política exterior no es un trabajo social. Los estadunidenses están motivados por los más humanitarios impulsos altruistas (¡súper sic!).” Sin comentarios.
Tras alabar la “estabilidad” en política exterior, frente a la “alternativa frecuente de un caos interno”, conluye con el punto 10: “El apoyo doméstico es vital para cualquier política exterior exitosa”.
Llama la atención que profiera sus alabanzas ditirámbicas a la “exitosa política de contención” y a Ronald Reagan, y que no cite absolutamente a sus poderdantes del nepotismo dinástico bushiano.
Se trata de un severo problema de cosmogonía filosófica del régimen torturador bushiano que no puede ser simplemente trastocado por la suavización de su execrable unilateralismo, ahora bajo el mote de “idealismo pragmático” (un verdadero oxímoron) que desencajarían al mismo Platón y hasta el obispo Berkeley, a los dos lados antagónicos del espectro del pensamiento universal.
El texano Baker III no se da cuenta de la nueva correlación de fuerzas a escala planetaria, donde ha emergido el BRIC que se epitomiza en el renacimiento nacionalista, que se insinúa en su metamorfosis petrolera, cuando Rusia, superpotencia nuclear a carta cabal, ha resucitado de los sepulcros neoliberales.
Los influyentes estrategas y “hacedores de política” de EU insisten en que prácticamente el planeta entero se debe adaptar a su “unipolaridad” egoísta que impuso su otrora omnipotente complejo-militar-industrial gracias a sus tres triunfos bélicos consecutivos (las dos guerras mundiales y la guerra fría) que se subsume en su hegemonía multimediática, 30% del consumo petrolero mundial y 25% del PIB global por el 5% de la población planetaria de la potencia que más contamina el planeta bélica y ambientalmente.
El punto fuerte de EU ya no es su economía totalmente quebrada (con un dólar convertido en chatarra) ni su seudo-diplomacia de imposiciones unilaterales, ni su militarismo rabioso que ya no obtiene triunfos.
Su predominio incuestionable radica en el ámbito tecnológico con un gasto azorante en investigación y desarrollo de 3% de su PIB, pero que es insuficiente para ejercer un unilateralismo straussiano o un unilateralismo light (a la Baker III), amén que en menos de una década puede ser dejado atrás por sus competidores geoestratégicos del RIC (Rusia, India y China).
Falta también inventariar los funerales del neoliberalismo anglosajón cuando se sepa el monto del estallido de la megaburbuja Greenspan que no pueden ni saben ocultar.¿Qué quedará de su prodigiosa tecnología?
Pues que el todavía dominante WASP (blanco, anglosajón y protestante) se lo pregunte a sus primos británicos.
El mundo ya no está dispuesto a adoptar, ni menos adaptarse, el unilateralismo light, en su metamorfosis texana. El problema metafísico se centra en cómo lo que quede de EU después de la megaburbuja Greenspan se va a adaptar a la nueva realidad geoestratégica multipolar (un término que nunca cita el texano Baker III) cuando ya no dan una –en términos de imposiciones militares en el planeta–, lo cual sintetiza el finiquito del unilateralismo texano de EU tanto en su fase ruda con los neoconservadores straussianos, o en su aplicación light de James Baker III.
El siglo estadunidense feneció for ever and ever. Se asienta el siglo euroasiático multipolar, que esperamos sea más civilizado.
La sicología del texano es la del vulgar cowboy (que nos lo pregunten a los mexicanos que los padecemos) y no conoce más que el uso de la fuerza bruta cuando no supo aprovechar su efímera hegemonía para civilizarse. El texano es barbárico por antonomasia y carece de la notable sofisticación de los moradores de las antiguas 13 colonias y de la franja californiana.
Se trata de una repetición de su pasada “Conferencia Kissinger” en febrero pasado sobre “política exterior y relaciones internacionales” en la Librería del Congreso. Van los 10 puntos muy controvertidos:
1. “EU debe estar confortable en el uso de su poder.” El “aislacionismo y la falta de compromisos no son opciones. […] Si EU no ejerce el poder, otros lo harán”. Insiste en que “otros países todavía dependen de nuestro liderazgo” (Europa Occidental y Japón).
2. “Debemos reconocer que aún el poder de EU es limitado. […] EU no puede ser el policía del mundo. EU ahora enfrenta más enemigos intratables (sic) de grupos insurgentes y milicias sectarias.” Parece no estar enterado de las consecuencias del estallido de la megaburbuja Greenspan: “aunque nuestra economía sea muy fuerte (¡súper sic!), aún necesitamos la cooperación de otros para expandir comercio e inversiones, y coordinar la política macroeconómica”. Acepta que la “obtención del apoyo de China y Rusia será crucial para forjar una respuesta dura (sic) al programa nuclear de Irán”.
3. “Estar preparado para actuar unilateralmente cuando la situación lo requiera.”
4. “Apreciar la importancia de los aliados.”
Rechaza que los puntos 3 y 4 sean “contradictorios”, como ha sido criticado: “es preferible actuar en concierto con otros, pero cuando nuestros intereses vitales se encuentren en peligro, debemos estar preparados, en caso necesario, a actuar solos”. Considera que se debe crear “una división eficiente del trabajo internacional” y recuerda que los “tres grandes conflictos globales del siglo XX fueron ganados por coaliciones”.
5. “Debemos usar todos los medios a nuestra disposición para conseguir nuestros objetivos”, en referencia a las “amenazas del terrorismo internacional y la proliferación de armas de destrucción masiva”. Comenta que el “derrocamiento del Talibán en Afganistán, incluyó la cooperación con Rusia e Irán”.
6. “Cuando un curso de acción particular no produce resultados, debemos estar preparados a cambiar su dirección en caso necesario.”
7. “Debemos reconocer y aceptar que EU tendrá que tratar algunas veces con regímenes autoritarios.”
8. “Debemos estar preparados a hablar (sic) con nuestros enemigos.” Se defiende de ser “apaciguador” o “declinista”, y sostiene en forma muy optimista que EU “permanecerá probablemente como el poder prominente global por algún tiempo”.
9. “Debemos estar conscientes de que los valores son importantes, pero que no son la única cosa (sic) que debe guiar nuestra política. […] Tristemente no podemos formular o implementar la política exterior de EU según los principios de la Madre Teresa (¡súper sic!). La política exterior no es un trabajo social. Los estadunidenses están motivados por los más humanitarios impulsos altruistas (¡súper sic!).” Sin comentarios.
Tras alabar la “estabilidad” en política exterior, frente a la “alternativa frecuente de un caos interno”, conluye con el punto 10: “El apoyo doméstico es vital para cualquier política exterior exitosa”.
Llama la atención que profiera sus alabanzas ditirámbicas a la “exitosa política de contención” y a Ronald Reagan, y que no cite absolutamente a sus poderdantes del nepotismo dinástico bushiano.
Se trata de un severo problema de cosmogonía filosófica del régimen torturador bushiano que no puede ser simplemente trastocado por la suavización de su execrable unilateralismo, ahora bajo el mote de “idealismo pragmático” (un verdadero oxímoron) que desencajarían al mismo Platón y hasta el obispo Berkeley, a los dos lados antagónicos del espectro del pensamiento universal.
El texano Baker III no se da cuenta de la nueva correlación de fuerzas a escala planetaria, donde ha emergido el BRIC que se epitomiza en el renacimiento nacionalista, que se insinúa en su metamorfosis petrolera, cuando Rusia, superpotencia nuclear a carta cabal, ha resucitado de los sepulcros neoliberales.
Los influyentes estrategas y “hacedores de política” de EU insisten en que prácticamente el planeta entero se debe adaptar a su “unipolaridad” egoísta que impuso su otrora omnipotente complejo-militar-industrial gracias a sus tres triunfos bélicos consecutivos (las dos guerras mundiales y la guerra fría) que se subsume en su hegemonía multimediática, 30% del consumo petrolero mundial y 25% del PIB global por el 5% de la población planetaria de la potencia que más contamina el planeta bélica y ambientalmente.
El punto fuerte de EU ya no es su economía totalmente quebrada (con un dólar convertido en chatarra) ni su seudo-diplomacia de imposiciones unilaterales, ni su militarismo rabioso que ya no obtiene triunfos.
Su predominio incuestionable radica en el ámbito tecnológico con un gasto azorante en investigación y desarrollo de 3% de su PIB, pero que es insuficiente para ejercer un unilateralismo straussiano o un unilateralismo light (a la Baker III), amén que en menos de una década puede ser dejado atrás por sus competidores geoestratégicos del RIC (Rusia, India y China).
Falta también inventariar los funerales del neoliberalismo anglosajón cuando se sepa el monto del estallido de la megaburbuja Greenspan que no pueden ni saben ocultar.¿Qué quedará de su prodigiosa tecnología?
Pues que el todavía dominante WASP (blanco, anglosajón y protestante) se lo pregunte a sus primos británicos.
El mundo ya no está dispuesto a adoptar, ni menos adaptarse, el unilateralismo light, en su metamorfosis texana. El problema metafísico se centra en cómo lo que quede de EU después de la megaburbuja Greenspan se va a adaptar a la nueva realidad geoestratégica multipolar (un término que nunca cita el texano Baker III) cuando ya no dan una –en términos de imposiciones militares en el planeta–, lo cual sintetiza el finiquito del unilateralismo texano de EU tanto en su fase ruda con los neoconservadores straussianos, o en su aplicación light de James Baker III.
El siglo estadunidense feneció for ever and ever. Se asienta el siglo euroasiático multipolar, que esperamos sea más civilizado.
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