Presidenta Bachelet, víctima del intento de “femicidio político”.
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Manuel Cabieses Donoso
La violencia contra la mujer tiene también una expresión velada pero consistente en el plano político.
Esta forma soterrada del machismo no admite cuantificación ni aparece en los anuarios policiales como ocurre con los asesinatos –más de setenta en Chile cada año-, o las denuncias de violencia domestica –casi 96 mil el año pasado- o los delitos sexuales –quince mil en el 2006-, estadísticas que retratan al Chile bárbaro que se esconde detrás de las autopistas y los tratados de libre comercio.
Esas cifras estremecedoras –que ponen a localidades como Alto Hospicio casi a la par de Ciudad Juárez, en México, o Ciudad de Guatemala en los asesinatos de mujeres-, confirman los motivos de la Red Chilena contra la Violencia Domestica y Sexual en la actual campaña “Cuidado, el machismo mata”.
Un crimen atroz
El femicidio político también debería ser considerado como un crimen atroz. Aunque no quita la vida, persigue aniquilar a la mujer como sujeto social, destruirla como ciudadana y hacer tabla rasa de la igualdad de derechos que proclaman de la boca para afuera.
Es lo que esta ocurriendo con la presidenta Michelle Bachelet sin que los padrillos de la Concertación –enfrascados en sus mezquinas ambiciones y los rentables negocios que les facilita la política- hagan siquiera un amago de defenderla.
Contra Bachelet se ha desencadenado una implacable campaña que tuvo sus primeras manifestaciones cuando era candidata. Hoy es posible distinguir en esta operación las señales de una conspiración que ha ido sumando actores, medios y recursos. En la medida que la victima se muestra cada vez más insegura y temerosa, su indefensión aumenta la sevicia del ataque.
Se trata de una maquinación que busca la muerte política de la Presidenta para inferir una derrota histórica al proceso de emancipación de la mujer, debilitar la democratización del país y restaurar el derecho inmanente de gobernar el país que se autoasigna la oligarquía reinante.
El tema de fondo de esta campaña es la presunta “falta de liderazgo” de la Presidenta y ya se habla del término anticipado de su gobierno.
Lo que hasta hace poco era tema de comentarios en ámbitos privados, ha adquirido estado público. Abundan las declaraciones cada vez más insolentes de parlamentarios y dirigentes de la derecha y los balbuceos contradictorios de los dirigentes de la Concertación.
Los primeros sostienen que no basta con cambios de ministros, que el problema de fondo es la incapacidad de la Mandataria y que la situación sólo se resuelve con un cambio de gobernante. Los segundos titubean y como buenos calzonudos conceden cierta razón a esos argumentos.
Campaña ha ganado terreno
La campaña anti Bachelet ha ganado terreno aunque todavía esta lejos de alcanzar sus objetivos. Pero ha logrado instalar como verdad incontrovertible la “falta de liderazgo” de la presidenta. Tal debilidad –rasgo que por supuesto sería “femenino”-, estaría demostrando su incapacidad para ejercer el mando.
Las mediciones de opinión muestran los resultados de esta campaña. Las encuestas acusan una gradual pero constante disminución del apoyo a la Mandataria. Tales encuestas son manipuladas astutamente por los medios de comunicación –en especial por El Mercurio, que fija la pauta informativa nacional- que actúan como soportes de la propaganda para minar la de la Presidenta.
Pero en realidad, Bachelet conserva más del 40 por ciento de respaldo, según esas encuestas. Registra un porcentaje casi igual al rechazo, mientras el 17 por ciento no se pronuncia. El apoyo a la Presidenta es respetable si se compara con gobiernos de parecido signo político como el de Alan García en Perú, por ejemplo, sumido en una profunda crisis social.
La misma conclusión se puede sacar si se compara con determinados períodos de los gobiernos de Frei y Lagos.
La derecha no consigue crecer
Lo cierto es que la Concertación ha venido perdiendo fuerza. En las encuestas figura por debajo del apoyo de la Presidenta. Su más alto respaldo lo obtuvo en diciembre de 1993 con Eduardo Frei Ruiz-Tagle (57,9%). Pero su gobierno terminó disminuido y la indigencia de su liderazgo alimentó el humor político.
Después, tanto Ricardo Lagos como Michelle Bachelet llegaron a La Moneda gracias a la votación en segunda vuelta de sectores de Izquierda que consideran una cuestión de honor impedir que la derecha recupere el gobierno mediante la votación popular.
A pesar del fracaso resonante del actual gobierno en temas como el Transantiago, las encuestas continúan señalando que la derecha pierde tanto terreno como la Concertación. No se ha producido el éxodo de apoyo hacia la UDI y Renovación Nacional.
El hecho político sustantivo es que la Concertación se mantiene por debajo del 45 por ciento y la derecha no consigue superarla. Sus esfuerzos por fracturar la Concertación, al parecer, no tendrían éxito ni siquiera levantando la candidatura de un Berlusconi del Mapocho para engatusar a la Democracia Cristiana; más posible es un desgajamiento de la propia derecha para confluir en una alianza de centro-derecha que dejaría en la orfandad tanto a la UDI como a gran parte del Partido Socialista.
Un escenario más favorable para la derecha se podría crear si la Presidenta Bachelet incurriera en nuevos errores tipo Transantiago, o en una inoperancia absoluta que llevara a anticipar el fin de su gobierno.
…Y todo ¡porque es mujer!
El femicidio político tiene su asidero en la crisis de la institucionalidad neoliberal que esta latente en Chile, como en casi toda América Latina.
La deslegitimación de los partidos y de la política, la corrupción, los niveles insoportables de injusticia social, el fracaso del modelo económico y la brutalidad guerrerista de un imperio para asegurarse los últimos recursos del planeta, constituyen el obligado marco de referencia de la realidad chilena y de sus alternativa, que conducen a la integración regional como única vía hacia la supervivencia.
Aunque hasta ahora la Presidenta no ha variado el rumbo que siguieron sus antecesores, la derecha no confía en ella. Los presidentes Aylwin y Frei provenían de los mismos sectores que gestaron el golpe militar del 73. Ricardo Lagos, por su parte, sirvió al capital transnacional con una devoción ejemplar que hoy, cuando comienza a resurgir el movimiento sindical, los grupos económicos le están exigiendo a Michelle Bachelet.
Ella es la primera Presidenta post dictadura con una trayectoria antidictatorial indiscutible. Junto con su familia sufrió los abusos de la tiranía. Socialista desde su juventud, presa política y exiliada, hija de un general constitucionalista que murió en la cárcel a consecuencia de torturas, participante en palucha de resistencia contra la dictadura, Michelle Bachelet por añadidura es agnóstica, madre soltera ¡y sobre todo mujer!
Quizás por todo eso, la Presidenta ha exagerado sus esfuerzos por tranquilizar a la derecha económica y a los sectores conservadores que también tienen su enclave en la Concertación. Sin embargo, con esto ha debilitado su posición en los sectores populares con los que debería realizar el gobierno participativo que prometió.
No es que su gobierno tenga “dos almas” como se dice. Ella es la que tiene dos almas. La derecha teme que en algún momento prevalezca su alma de Izquierda -¡porque es mujer!- y tome un camino consecuente con sus convicciones ideológicas. Por eso ha decretado su muerte política. Intenta consumar ese femicidio con una guerra sicológica en que El Mercurio –haciendo su tarea de siempre- lleva la batuta. Se busca convencer al país que Chile tiene una Presidenta incompetente… porque es mujer.
Los sectores políticos que tendrían la obligación de defenderla están muy ocupados en otros menesteres, sumidos en cálculos electorales, probándose la banda presidencial o metiendo las manos en el cajón. A la Presidenta la han dejado sola… ¡Porque es mujer!
zonaImpacto.cl- Chile/07/09/2007
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Manuel Cabieses Donoso
La violencia contra la mujer tiene también una expresión velada pero consistente en el plano político.
Esta forma soterrada del machismo no admite cuantificación ni aparece en los anuarios policiales como ocurre con los asesinatos –más de setenta en Chile cada año-, o las denuncias de violencia domestica –casi 96 mil el año pasado- o los delitos sexuales –quince mil en el 2006-, estadísticas que retratan al Chile bárbaro que se esconde detrás de las autopistas y los tratados de libre comercio.
Esas cifras estremecedoras –que ponen a localidades como Alto Hospicio casi a la par de Ciudad Juárez, en México, o Ciudad de Guatemala en los asesinatos de mujeres-, confirman los motivos de la Red Chilena contra la Violencia Domestica y Sexual en la actual campaña “Cuidado, el machismo mata”.
Un crimen atroz
El femicidio político también debería ser considerado como un crimen atroz. Aunque no quita la vida, persigue aniquilar a la mujer como sujeto social, destruirla como ciudadana y hacer tabla rasa de la igualdad de derechos que proclaman de la boca para afuera.
Es lo que esta ocurriendo con la presidenta Michelle Bachelet sin que los padrillos de la Concertación –enfrascados en sus mezquinas ambiciones y los rentables negocios que les facilita la política- hagan siquiera un amago de defenderla.
Contra Bachelet se ha desencadenado una implacable campaña que tuvo sus primeras manifestaciones cuando era candidata. Hoy es posible distinguir en esta operación las señales de una conspiración que ha ido sumando actores, medios y recursos. En la medida que la victima se muestra cada vez más insegura y temerosa, su indefensión aumenta la sevicia del ataque.
Se trata de una maquinación que busca la muerte política de la Presidenta para inferir una derrota histórica al proceso de emancipación de la mujer, debilitar la democratización del país y restaurar el derecho inmanente de gobernar el país que se autoasigna la oligarquía reinante.
El tema de fondo de esta campaña es la presunta “falta de liderazgo” de la Presidenta y ya se habla del término anticipado de su gobierno.
Lo que hasta hace poco era tema de comentarios en ámbitos privados, ha adquirido estado público. Abundan las declaraciones cada vez más insolentes de parlamentarios y dirigentes de la derecha y los balbuceos contradictorios de los dirigentes de la Concertación.
Los primeros sostienen que no basta con cambios de ministros, que el problema de fondo es la incapacidad de la Mandataria y que la situación sólo se resuelve con un cambio de gobernante. Los segundos titubean y como buenos calzonudos conceden cierta razón a esos argumentos.
Campaña ha ganado terreno
La campaña anti Bachelet ha ganado terreno aunque todavía esta lejos de alcanzar sus objetivos. Pero ha logrado instalar como verdad incontrovertible la “falta de liderazgo” de la presidenta. Tal debilidad –rasgo que por supuesto sería “femenino”-, estaría demostrando su incapacidad para ejercer el mando.
Las mediciones de opinión muestran los resultados de esta campaña. Las encuestas acusan una gradual pero constante disminución del apoyo a la Mandataria. Tales encuestas son manipuladas astutamente por los medios de comunicación –en especial por El Mercurio, que fija la pauta informativa nacional- que actúan como soportes de la propaganda para minar la de la Presidenta.
Pero en realidad, Bachelet conserva más del 40 por ciento de respaldo, según esas encuestas. Registra un porcentaje casi igual al rechazo, mientras el 17 por ciento no se pronuncia. El apoyo a la Presidenta es respetable si se compara con gobiernos de parecido signo político como el de Alan García en Perú, por ejemplo, sumido en una profunda crisis social.
La misma conclusión se puede sacar si se compara con determinados períodos de los gobiernos de Frei y Lagos.
La derecha no consigue crecer
Lo cierto es que la Concertación ha venido perdiendo fuerza. En las encuestas figura por debajo del apoyo de la Presidenta. Su más alto respaldo lo obtuvo en diciembre de 1993 con Eduardo Frei Ruiz-Tagle (57,9%). Pero su gobierno terminó disminuido y la indigencia de su liderazgo alimentó el humor político.
Después, tanto Ricardo Lagos como Michelle Bachelet llegaron a La Moneda gracias a la votación en segunda vuelta de sectores de Izquierda que consideran una cuestión de honor impedir que la derecha recupere el gobierno mediante la votación popular.
A pesar del fracaso resonante del actual gobierno en temas como el Transantiago, las encuestas continúan señalando que la derecha pierde tanto terreno como la Concertación. No se ha producido el éxodo de apoyo hacia la UDI y Renovación Nacional.
El hecho político sustantivo es que la Concertación se mantiene por debajo del 45 por ciento y la derecha no consigue superarla. Sus esfuerzos por fracturar la Concertación, al parecer, no tendrían éxito ni siquiera levantando la candidatura de un Berlusconi del Mapocho para engatusar a la Democracia Cristiana; más posible es un desgajamiento de la propia derecha para confluir en una alianza de centro-derecha que dejaría en la orfandad tanto a la UDI como a gran parte del Partido Socialista.
Un escenario más favorable para la derecha se podría crear si la Presidenta Bachelet incurriera en nuevos errores tipo Transantiago, o en una inoperancia absoluta que llevara a anticipar el fin de su gobierno.
…Y todo ¡porque es mujer!
El femicidio político tiene su asidero en la crisis de la institucionalidad neoliberal que esta latente en Chile, como en casi toda América Latina.
La deslegitimación de los partidos y de la política, la corrupción, los niveles insoportables de injusticia social, el fracaso del modelo económico y la brutalidad guerrerista de un imperio para asegurarse los últimos recursos del planeta, constituyen el obligado marco de referencia de la realidad chilena y de sus alternativa, que conducen a la integración regional como única vía hacia la supervivencia.
Aunque hasta ahora la Presidenta no ha variado el rumbo que siguieron sus antecesores, la derecha no confía en ella. Los presidentes Aylwin y Frei provenían de los mismos sectores que gestaron el golpe militar del 73. Ricardo Lagos, por su parte, sirvió al capital transnacional con una devoción ejemplar que hoy, cuando comienza a resurgir el movimiento sindical, los grupos económicos le están exigiendo a Michelle Bachelet.
Ella es la primera Presidenta post dictadura con una trayectoria antidictatorial indiscutible. Junto con su familia sufrió los abusos de la tiranía. Socialista desde su juventud, presa política y exiliada, hija de un general constitucionalista que murió en la cárcel a consecuencia de torturas, participante en palucha de resistencia contra la dictadura, Michelle Bachelet por añadidura es agnóstica, madre soltera ¡y sobre todo mujer!
Quizás por todo eso, la Presidenta ha exagerado sus esfuerzos por tranquilizar a la derecha económica y a los sectores conservadores que también tienen su enclave en la Concertación. Sin embargo, con esto ha debilitado su posición en los sectores populares con los que debería realizar el gobierno participativo que prometió.
No es que su gobierno tenga “dos almas” como se dice. Ella es la que tiene dos almas. La derecha teme que en algún momento prevalezca su alma de Izquierda -¡porque es mujer!- y tome un camino consecuente con sus convicciones ideológicas. Por eso ha decretado su muerte política. Intenta consumar ese femicidio con una guerra sicológica en que El Mercurio –haciendo su tarea de siempre- lleva la batuta. Se busca convencer al país que Chile tiene una Presidenta incompetente… porque es mujer.
Los sectores políticos que tendrían la obligación de defenderla están muy ocupados en otros menesteres, sumidos en cálculos electorales, probándose la banda presidencial o metiendo las manos en el cajón. A la Presidenta la han dejado sola… ¡Porque es mujer!
zonaImpacto.cl- Chile/07/09/2007
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