1/9/07

Globalización a lo bestia

¿Escuchan ustedes en alguna radio alguna composición musical actual italiana, francesa, rusa, alemana...? ¿Ven alguna película, clip, reportaje o documental alemanes, rusos, franceses, italianos... en cadenas de televisión estatales o autonómicas, privadas de pago o gratuitas?
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Jaime Richart
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¿Saben lo que opinan, piensan, dicen o escriben filó­sofos, pensadores o dramaturgos de otras nacionalidades que no sean imperiales o todo lo más británicos? ¿Tienen noticia de que haya gentes preclaras, lúcidas, sencillamente inteligentes que no sean estadounidenses o británicos, o hispanos abducidos por la monserga y el cortejo consiguiente de las semióticas, semiologías, krishnamurtis y esas visiones estrafalarias de la política, de la socie­dad y de la vida en general que vienen de anglo-USA?

No. Todo pasa por las cantinelas yanquis. No hay sonido musical, no hay opinión en las televisiones, radios y barras de cafés que no suenen a pato Donald. El mundo es la estampa de un tío apuntando frenético con una pistola a otro a su cara, y la de ese mismo tío en un esquinazo con la misma pistola boca arriba preparado para des­cargarla. Es tremenda la destrucción de neuronas que el imperio está causando en este país... Cuando no descarga bombas racimo, priyecta neutrinos en celuloide y rayos catódicos en los países de su repertorio.

Hay algunos, muchos, todos los que mandan, que quieren hacer desaparecer del mundo la cultura propia, las ideas propias, las cos­tumbres propias de cada territorio, de cada pueblo, de cada etnia, para que acabemos todos celebrando sólo el halloween y entonando la acción de gracias con el pavo...

Pero siendo lamentable que los mandamases del mundo comer­cial, político y militar sienten sus reales en países como el nuestro además de invadir otros, es mayor la consternación que causa el aplastamiento a que los financieros y medios de este país, concha­vados con la óptica e intereses yanquis, nos someten. Optica e inte­reses que alcanzan hasta los más nimios detalles de la vida perso­nal y social. El otro día hablaba de que en el torneo de tenis de Nueva York que difunde la televisión yanqui, no puede uno saber qué nacionalidad tiene cada jugador o jugadora. No aparece por ningún sitio. Y tampoco en las propias canchas. Como si no hubiera más que yanquis en el mundo y aduladores de los yanquis. Pero es que aquí, en España, ya hasta en los paneles de las autovías el mi­nisterio de Obras Públicas pone avisos no en francés o en portu­gués, el idioma de los países limítrofes, que no estaría nada mal, sino en inglés.

A esto se llama globalización a lo bestia. Y los gobiernos españo­les tan ufanos de llevarse bien con aquella canalla. Y, además, per­siguiendo de paso con saña a sus homólogos latinoamericanos que hablan el mismo idioma pero tratan de preservar su dignidad y za­farse de las garras afiladas del imperio. Perra vida ésta...

Este país, aunque vive borracho de bobaliconería, ignorancia y ne­cedad que comparte con los atlantistas americanos que a la prime­ras de cambio tiran de Rifle, de pistola o de ejércitos que sirven para invadir, tiene cualquier cosa menos personalidad propia. Todo aquí es de mala imitación. Ahora nos toca lo peor de lo peor de lo más abominable yanqui. Y tan contentos los cretinos...
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kaosenlared.net - España/01/09/2007

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