09/09/2007
Opinión
LA VELETA
VALENTÍ PUIG
VALENTÍ PUIG
-
Vamos a acostumbrarnos a oír decir que la sedimentación positiva de lo que es el proceso de globalización se dará el día que exista una clase media global. También se confía en que el mundo árabe tenga un mejor cariz cuando exista una clase media árabe moderada. Son expectativas que chocan con el anuncio de un fin de la clase media por la aparición de la economía de bajo coste. De estos días es el anuncio de una nueva gran compañía de cruceros basada precisamente en el bajo coste. ¿Está en realidad empequeñeciendo aquella clase media que dio su contextura a la sociedad europea actual y que tanto contribuyó a centrar y estabilizar su sistema político? Su desaparición conllevaría seguramente la destrucción de sus valores. No poco está en juego. El ensayo El fin de la clase media , de Máximo Gaggi y Edoardo Narduzzi, indaga la perspectiva de una Europa sin clase media, a merced del nacimiento de una sociedad de bajo coste. Es la nueva masificación, sobreabundante en incógnitas. Para comenzar, el low cost aumenta la capacidad adquisitiva salarial, impone el estilo Ikea, desclasifica la sociedad y deja a los gobiernos frente a los deseos y expectativas de una masa indiferenciada, magmática. Eso requerirá también un Estado-providencia de bajo coste. Hasta ahora quienes sufragaban el Estado de bienestar eran las clases medias de toda la vida. Hay cambios en el articulado del contrato social europeo, según la tesis del fin de la clase media. El bloque predominante son los consumidores, consumidores en la economía de bajo coste: véase el turismo o las series con más éxito en televisión. Decaen los antiguos ámbitos de socialización, incluidos los partidos políticos. La familia tradicional, por supuesto. China no es precisamente en eso un reflejo de la evolución europea sino un modelo. La gran clase de masas, entre los privilegiados del conocimiento y la mano de obra sin cualificar, está resultando ser arrolladora, en las actuales circunstancias económicas. Las compañías de vuelos de bajo coste acabaron ya con el monopolio turístico de las clases medias. Todo el mundo conoce la cultura maya y las platas de Cancún. El próximo paso será el Nepal, por ejemplo. El burgués ya no tiene la exclusiva gastronómica. En cada gran superficie comercial hay un rincón para los nuevos gourmets. Nunca tantos consumidores han consumido tanto. Son cosas de la post-clase media. Dicen Máximo Gaggi y Edoardo Narduzzi que es en Europa donde ese fin de la clase media causa más desazón. Era inevitable puesto que las clases medias han sido el fundamento de la evolución política y social del viejo continente. Han sido sus estabilizadores de navegación. Europa le teme al riesgo y afronta de forma muy tímida cualquier reforma de calado en el Estado de bienestar. También es la crisis del Estado fiscal y de la socialdemocracia redistributiva, como consecuencia de la globalización. Gaggi y Narduzzi insisten en que el gobierno de la sociedad post clase media ya ha comenzado. Sin embargo, uno se pregunta hasta qué punto la democracia tiene futuro sin el sustento de los valores que hasta ahora propios de la clase media incluso en modo expansivo. Es de mucho peso el legado de la clase media. De hecho, incluso el augurio de su desaparición tiene algo de tesis intelectual provocativa. Lo innegable es una transformación constante después de fases previas de menor movilidad. En Europa, el fin de la clase media pudiera dejar abiertas las puertas de par en par a los nuevos populismos. Pero no es obligado descartar que la vieja clase media europea evolucione sin romper con sus arraigos y anclajes. Para eso hacen faltan buenos lideratos sociales y culturales.
Vamos a acostumbrarnos a oír decir que la sedimentación positiva de lo que es el proceso de globalización se dará el día que exista una clase media global. También se confía en que el mundo árabe tenga un mejor cariz cuando exista una clase media árabe moderada. Son expectativas que chocan con el anuncio de un fin de la clase media por la aparición de la economía de bajo coste. De estos días es el anuncio de una nueva gran compañía de cruceros basada precisamente en el bajo coste. ¿Está en realidad empequeñeciendo aquella clase media que dio su contextura a la sociedad europea actual y que tanto contribuyó a centrar y estabilizar su sistema político? Su desaparición conllevaría seguramente la destrucción de sus valores. No poco está en juego. El ensayo El fin de la clase media , de Máximo Gaggi y Edoardo Narduzzi, indaga la perspectiva de una Europa sin clase media, a merced del nacimiento de una sociedad de bajo coste. Es la nueva masificación, sobreabundante en incógnitas. Para comenzar, el low cost aumenta la capacidad adquisitiva salarial, impone el estilo Ikea, desclasifica la sociedad y deja a los gobiernos frente a los deseos y expectativas de una masa indiferenciada, magmática. Eso requerirá también un Estado-providencia de bajo coste. Hasta ahora quienes sufragaban el Estado de bienestar eran las clases medias de toda la vida. Hay cambios en el articulado del contrato social europeo, según la tesis del fin de la clase media. El bloque predominante son los consumidores, consumidores en la economía de bajo coste: véase el turismo o las series con más éxito en televisión. Decaen los antiguos ámbitos de socialización, incluidos los partidos políticos. La familia tradicional, por supuesto. China no es precisamente en eso un reflejo de la evolución europea sino un modelo. La gran clase de masas, entre los privilegiados del conocimiento y la mano de obra sin cualificar, está resultando ser arrolladora, en las actuales circunstancias económicas. Las compañías de vuelos de bajo coste acabaron ya con el monopolio turístico de las clases medias. Todo el mundo conoce la cultura maya y las platas de Cancún. El próximo paso será el Nepal, por ejemplo. El burgués ya no tiene la exclusiva gastronómica. En cada gran superficie comercial hay un rincón para los nuevos gourmets. Nunca tantos consumidores han consumido tanto. Son cosas de la post-clase media. Dicen Máximo Gaggi y Edoardo Narduzzi que es en Europa donde ese fin de la clase media causa más desazón. Era inevitable puesto que las clases medias han sido el fundamento de la evolución política y social del viejo continente. Han sido sus estabilizadores de navegación. Europa le teme al riesgo y afronta de forma muy tímida cualquier reforma de calado en el Estado de bienestar. También es la crisis del Estado fiscal y de la socialdemocracia redistributiva, como consecuencia de la globalización. Gaggi y Narduzzi insisten en que el gobierno de la sociedad post clase media ya ha comenzado. Sin embargo, uno se pregunta hasta qué punto la democracia tiene futuro sin el sustento de los valores que hasta ahora propios de la clase media incluso en modo expansivo. Es de mucho peso el legado de la clase media. De hecho, incluso el augurio de su desaparición tiene algo de tesis intelectual provocativa. Lo innegable es una transformación constante después de fases previas de menor movilidad. En Europa, el fin de la clase media pudiera dejar abiertas las puertas de par en par a los nuevos populismos. Pero no es obligado descartar que la vieja clase media europea evolucione sin romper con sus arraigos y anclajes. Para eso hacen faltan buenos lideratos sociales y culturales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario