13/9/07

La Política del Petróleo

"Irán y Nicaragua, dos países y pueblos revolucionarios, siempre estarán juntos, lado a lado, puesto que comparten los mismos objetivos e ideales".
Presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, Teherán, 4 de septiembre.
Cuando el ex dictador sandinista Daniel Ortega ganó las elecciones presidenciales en Nicaragua en noviembre del año pasado, dijo que era un hombre cambiado. El nuevo Ortega habría, supuestamente, derrotado al marxista que tenía adentro y lo había reemplazado por un deseo de mantener relaciones constructivas con Estados Unidos y respetar la inversión privada.
Pero las viejas ideas no mueren tan fácilmente. A mediados de agosto, Ortega confiscó una instalación de almacenaje de ExxonMobil en la costa occidental de Nicaragua y después, tras regresar de un viaje a Irán, anunció la profundización de los vínculos bilaterales con el gobierno fundamentalista islámico, incluyendo la apertura de una embajada iraní en Managua. La semana pasada, cuando el presidente iraní le dio la bienvenida al ministro nicaragüense de Relaciones Exteriores en Teherán, sus comentarios fueron una referencia mal disimulada a la historia revolucionaria en común de ambos partidos, que llegaron al poder en 1979.
Departir con Ahmadinejad no está en la agenda de un demócrata partidario del libre mercado y vale la pena preguntar qué es lo que está pasando. La respuesta parece ser que el viejo y hábil revolucionario está usando la política petrolera para generar fondos para su partido. Para lograrlo, necesita la colaboración del presidente venezolano Hugo Chávez y, por ende, debe satisfacer los deseos de Caracas. En el caso de Nicaragua, eso significa cederle a Teherán terrenos de Managua.
El maestro de la política petrolera es el propio Chávez, que cuenta con una fuente de ingresos sin auditar proveniente de la petrolera estatal PDVSA. Los fondos se usan para aceitar la máquina chavista. Ortega, que puede haber dejado de lado el marxismo pero aún conserva un apetito insaciable por el poder, quiere extender el modelo Chávez a Nicaragua. Esto explica el asunto de ExxonMobil y podría explicar problemas similares que otras petroleras multinacionales enfrenten en el futuro en la región. No puede ser coincidencia que en todos los lugares en los que Hugo y PDVSA han aparecido como "socios", es decir Nicaragua, Argentina y la República Dominicana, las petroleras extranjeras han sido atacadas en lo que parece ser un intento para hacerle un lugar a los amigos del presidente. Todo se hace bajo el disfraz de "la ley", pero el hilo común es fácil de ver.
Consideremos los hechos recientes en Nicaragua, uno de los 16 países del Caribe que integran Petrocaribe, un pacto venezolano que les permite obtener petróleo y gasolina de PDVSA bajo condiciones preferenciales.
Ortega quiere importar a través de Petrocaribe y distribuir a través de la empresa estatal de energía Petronic. Pero Petronic no tiene los tanques de almacenamiento necesarios para realizar una distribución monopólica del producto importado de PDVSA. Esso Nicaragua, que ha operado en el país durante más de cinco décadas, sí los tiene. Es por eso que la decisión de las autoridades aduaneras de asumir el control de los tanques el 17 de agosto no parece una mera coincidencia. El gobierno acusa a la compañía de evadir impuestos sobre la importación de petróleo crudo. ExxonMobil niega los cargos.
El asalto sobre la instalación de Esso es un duro golpe a la imagen de Nicaragua como un país abierto a la inversión extranjera y uno se pregunta por qué Ortega se arriesgaría a recibir una publicidad tan mala. Sus detractores señalan que la medida le permitirá crear un fondo de dineros políticos. Si Petronic maneja todos los envíos de PDVSA a Nicaragua, la empresa puede manipular fácilmente el inventario. Si se toma en cuenta que el presidente de Petronic también se desempeña como tesorero del Partido Sandinista, no es difícil imaginar por que tantos nicaragüenses aseguran que aquí hay gato encerrado.
No se trata del único esfuerzo de Ortega por enemistarse con los inversionistas. Cuatro concesiones a empresas privadas para realizar exploraciones en aguas profundas, otorgadas por un gobierno anterior y que cuentan con el aval de OPIC, un organismo del gobierno estadounidense, fueron declaradas inválidas por una Corte Suprema controlada por los sandinistas, lo que ha renovado las dudas acerca de los derechos de propiedad en ese país.
En la República Dominicana, que también se ha visto beneficiada por la generosidad petrolera de Chávez, parece haber un intento por copiar la creatividad de Ortega. Hace unos meses se armó un escándalo político tras la revelación de que un grupo cercano al presidente Leonel Fernández estaba compitiendo agresivamente para adquirir los activos de Shell, que se está desprendiendo de sus propiedades en el Caribe. La prensa dominicana estaba enfurecida porque el acuerdo le habría dado a los amigos de Fernández un virtual monopolio sobre la distribución del petróleo de Petrocaribe. Las acusaciones del gobierno de que Shell, que niega los cargos, no paga impuestos y que ha interrumpido los envíos de Petrocaribe, sugieren que la firma está bajo presión para vender.
En Argentina, Shell está siendo hostigada por el gobierno del presidente Néstor Kirchner, que ha creado una nueva empresa estatal de energía, Enarsa, para que se asociara con PDVSA (hace algunas semanas, los funcionarios de aduanas en Buenos Aires descubrieron un maleta con US$800.000 que había estado en un avión contratado por Enarsa y que transportaba a ejecutivos argentinos y de PDVSA. No se ha aclarado de dónde provino el dinero o hacia dónde se dirigía). Shell ha sido atacada por el gobierno por aumentar sus precios y ha sido multada por, presuntamente, no mantener un inventario adecuado en el mercado. También se le ha negado el derecho a exportar su producto y el miércoles pasado el gobierno cerró una de sus refinerías por supuestas violaciones medioambientales. Shell niega las acusaciones.
El diario argentino Clarín informó el 1 de septiembre que Esso Argentina había contratado a J.P. Morgan para que buscara un comprador para sus instalaciones en Argentina. ExxonMobil dice que no comentará acerca de especulaciones y que "seguirá operando sus negocios en Argentina como siempre, desarrollando y ejecutando iniciativas y proyectos como estaban planificados". Lo que resulta claro es que en la tierra de los peronistas, el entorno de negocios para las petroleras está tensionado.
Cuesta creer que Argentina, la República Dominicana y Nicaragua hayan actuado en forma tan agresiva contra la propiedad privada si sus necesidades energéticas no dependieran de Chávez. También sería iluso pensar que no existe un quid pro quo político. El precio que los nicaragüenses están pagando es acercarse a Irán. Al llegar a tal acuerdo, Ortega demuestra que está dispuesto a vender a todo el país si eso es lo que hay que hacer para permanecer en el poder.
Mientras tanto, los inversionistas estadounidenses podrían saber que la OPIC dice que "ha suspendido el apoyo a cualquier inversión nueva en Nicaragua hasta que el tema ( de la exploración petrolera) se haya resuelto". Por desgracia, las campanas de alarma no suenan más fuerte.
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The Wall Street Journal Americas - USA/13/09/2007

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