Opinión
Jorge Arreaza
RNV
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El 03 de diciembre de 2006 el pueblo de Venezuela no sólo reeligió al Presidente Hugo Chávez para un nuevo periodo de seis años, sino que, con ese respaldo, apoyó la profundización integral de la Revolución Bolivariana, traducida en la construcción de un nuevo sistema de relaciones sociales, políticas y económicas, es decir, el socialismo del siglo XXI. La derecha venezolana arremete contra el Gobierno Bolivariano y su propuesta socialista desde todos los frentes posibles, siendo uno de los más constantes el de la política exterior. Argumentan, entre otras cosas, que Hugo Chávez ha aislado al país con su “retórica antiimperialista”, generando conflictos innecesarios con Washington; que se han alejado las inversiones extranjeras; que el gobierno no hace más que regalar el dinero y los recursos naturales de los venezolanos apoyando otros pueblos y nutriendo los procesos de integración con ayudas financieras o facilidades energéticas sin consentimiento popular interno; que la diplomacia petrolera venezolana compra los votos de otros Estados en las organizaciones internacionales. Ignoran los opositores cuáles son las líneas éticas principistas de una Revolución humanista. La campaña mediática en contra de la política exterior bolivariana es perenne, maximizada en los medios privados nacionales e internacionales. Llegan al punto de subestimar a otros pueblos y gobiernos, asegurando que la “chequera chapista” compra sus apoyos y votos. Sin embargo, los electores venezolanos le dieron el más amplio apoyo al Presidente Chávez, votaron por el proyecto socialista y respaldaron su política exterior con contundencia.La nueva etapa en la que ha entrado la Revolución Bolivariana implica, como explicamos arriba, la profundización de sus procesos y orientaciones. En lo que respecta a la política exterior, son varios los principios que se han consolidado en los últimos 8 años, fundamentos que deben ser reafirmados y fortalecidos con nuevas directrices. No olvidemos que hace 10 años Venezuela, como aún hoy varios de nuestros países, no tenía política exterior alguna, se trataba de un Estado fallido, una sempiterna colonia cuyas relaciones exteriores emanaban del Departamento de Estado y de los organismos financieros internacionales. En 2007 Venezuela no sólo desarrolla su propia política exterior, sino que la ha proyectado al resto del continente, al Sur y al mundo, despertando fieles admiradores e intolerantes detractores; despertando el interés positivo de quienes buscan una alternativa al capitalismo neoliberal y el interés negativo de quienes necesitan del capitalismo para seguir explotando y dominando. Las líneas que ha seguido y que deben profundizarse en la interacción de Venezuela con el mundo han sido.• Soberanía: La política exterior venezolana es hoy absolutamente autónoma y sus directrices son concebidas en el gobierno nacional, como fiel representante de su pueblo, y ejecutadas y evaluadas por sus instituciones y el apoyo popular. Ningún centro de poder influye en la concepción de las relaciones exteriores de Venezuela, muy por el contrario, Washington, que fungió como metrópoli con respecto a Caracas hasta 1999, ha encontrado en Venezuela la más férrea de las oposiciones a su política exterior imperialista y devastadora. Venezuela ha diversificado y fortalecido sus relaciones con pueblos y Estados de todo el mundo, alcanzando incluso alianzas geoestratégicas de gran importancia con socios “no tradicionales”. De esta manera se revierte el pasado colonial y neocolonial durante el cual sus relaciones se limitaban a las que establecía o permitía EEUU, el impulso meramente mercantilista de la integración latinoamericana y puntuales vínculos diplomáticos y culturales con Europa. La profundización de la integración de la región bajo el liderazgo del Gobierno Bolivariano, así como as alianzas con China, Rusia, India, Indonesia, Irán, entre otras, dan fe del la absoluta soberanía de Venezuela en sus relaciones exteriores.• Multipolarismo: El equilibrio del universo, al cual se refería el Libertador como fuente de un mundo en paz, está hoy más vigente que nunca en Venezuela. En la búsqueda de la conformación de un mundo multipolar, de un equilibrio que detenga las pretensiones unilaterales de Washington, Venezuela ha impulsado la conformación de bloques regionales, comenzando, por supuesto, por la consolidación de la unión latinoamericana a través del fortalecimiento del MERCOSUR, la concreción del ALBA e iniciativas solidarias como Petrocaribe, con el único objetivo estratégico de facilitar la conformación de un polo de poder latinoamericano. Pero más allá de la región, Venezuela ha apostado por el fortalecimiento y reagrupamiento del Sur en todos los foros internacionales, y ha establecido alianzas con importantes países, representantes por excelencia de los polos de poder que puedan contener y neutralizar las arremetidas unipolares e imperiales. Sólo el equilibrio sano de poderes, podrá liberar al mundo de la dominación de los centros de poder transnacionales. Sólo el impulso de polos de poder en el Sur del mundo permitirán que nuestros países progresen integralmente, superen la miseria y la dependencia. • Solidaridad y complementariedad: El gobierno venezolano ha venido desarrollando políticas de unión entre los pueblos, más allá cooperación o negocios entre los Estados, facilitándose ambos procesos cuando se cuenta con gobiernos que realmente interpretan a sus pueblos. Venezuela reconoce en todo momento las asimetrías que existen entre las economías, los índices de pobreza y miseria, las realidades productivas de cada país, las necesidades y potencialidades sociales de cada uno de los pueblos. Sobre la base de ese reconocimiento explícito de realidades, Venezuela asume políticas unilaterales de solidaridad, sin esperar contrapartidas ni reciprocidad; así como también establece convenios, intercambios y tratados que se fundamentan en esas asimetrías, en esas realidades sociales y productivas, apuntando a la complementariedad y no a la competitividad. En este cuadro se enmarcan, las internacionalización de las Misiones Sociales, la cooperación energética, la oferta de plazas y becas universitarias, la conformación de compañías multiestatales y hasta el trueque a gran escala, como lo es el intercambio de petróleo por bienes y servicios que ofrezcan otros Estados. Sin duda, una revolución socialista no puede concebirse aisladamente, razón por la cual la colaboración y cooperación con aquellos pueblos que experimenten transformaciones sociales, humanistas y estructurales profundas, será siempre destacable. Incluso la integración capitalista, como la Europea, contempla los fondos de cohesión para asistir con recursos financieros y facilidades a los países menos desarrollados de la Unión. En el caso de las políticas de unión socialistas, la visión internacionalista de solidaridad, apoyo y complementariedad, son inherentes a la construcción de una nueva manera de interrelacionarse con los demás actores internacionales, hacia la transformación definitiva de las estructuras capitalistas y excluyentes del sistema mundial actual. Así como hoy Venezuela concreta el proceso independentista liderado por Simón Bolívar hace 200 años, también, como nuestros próceres y el Ejército Libertador, le extendemos la mano solidaria a nuestros pueblos hermanos para que también ellos logren la independencia y el bienestar común. • Antiimperialismo: Se desprende de los principios anteriores la decidida voluntad de enfrentar y luchar contra el imperialismo estadounidense o transnacional, como también contra cualquier otra variante imperial que se presente como obstáculo para el futuro de nuestros pueblos. Para derrotar la arrogancia de los imperios, es necesario combatirlos desde todas las trincheras y posiciones. Tras comprobarse la intervención de Washington en Venezuela para derrocar el gobierno revolucionario en 2002 y 2003, la Revolución Bolivariana asume la senda antiimperialista de denuncia, por una parte, y de construcción de una alternativa real al imperialismo, por la otra. Hugo Chávez se ha convertido en la contrafigura, en la antítesis del imperialismo estadounidense. La procura de un orden internacional multipolar, la recuperación de la soberanía nacional de los pueblos, la concreción de la integración latinoamericana y la derrota estridente de propuestas imperiales como el ALCA, son elementos clave, hechos que van más allá de los discursos y posturas teóricas. • Respeto al derecho internacional: Venezuela se propone hacer sentir el peso del derecho internacional público, respetando principios como la autodeterminación de los pueblos, la no intromisión en asuntos internos y la democratización de las organizaciones internacionales, la solución pacífica de las controversias ,entre otros. El constante y altisonante llamado, no sólo a una reforma, sino más bien a una revolución en el seno de las Naciones Unidas estará presente en la política venezolana, hasta que se concrete. Venezuela reclama que todos los actores respeten el derecho internacional, ignorado frecuentemente por los grandes centros de poder económico, político y militar. Sólo reglas de juego claras, aceptadas y respetadas pueden evitar imposiciones y dominación.• Respeto y protección de la humanidad y la ecología: el cambio del sistema económico – productivo que propugna el Gobierno Bolivariano, apunta hacia la adopción de esquemas de desarrollo sustentable y de lucha contra la miseria. Una nueva economía productiva, en armonía con la naturaleza, que le garantice a las generaciones venideras el disfrute de los recursos naturales y de la vida misma, partiendo de la base de que el capitalismo está arrasando con el medio ambiente y ello pone en riesgo la propio supervivencia de la especie humana en el mediano plazo. Promover que el ser humano, que el colectivo, se constituyan en el centro de toda cooperación internacional, buscando así mecanismos que generen bienestar y felicidad, superando las épocas de la búsqueda de ganancias mercantilistas y financieras. Venezuela reconoce como principal enemigo de la humanidad a la pobreza, la miseria, el peor de los terrorismos que genera el capitalismo. El capitalismo y su restringida democracia liberal, son el sistema de gobierno económico y político, que menor suma de felicidad le brinda a sus pueblos y que más les niega la moral y las luces. Por ello, el reto es trabajar hacia la superración de este modelo y avanzar hacia una sociedad y un sistema mundial que, tal como indicaba Bolívar, le brinde la mayor suma de felicidad y seguridad social a la humanidad. Los principios y directrices de la política exterior venezolana, rumbo al socialismo, se han traducido en metodologías y proyectos concretos para la liberación. El más notable de ellos es el ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), una propuesta que rescata los principios socialistas, enmarcada en el aún vigente conflicto entre el Bolivarianismo y el Monroeismo; es decir, a todas luces una alternativa fundamentada en la soberanía, la solidaridad, la unión latinoamericana y caribeña, el antiimperialismo y la búsqueda de una sociedad justa y equitativa. Venezuela y Cuba conformaron el ALBA en diciembre de 2004, adhiriéndose Bolivia en abril de 2006 y Nicaragua en enero de 2007. Se trata de países cuyos gobiernos se han orientado hacia el progreso y la inclusión, con valores sociales y solidarios. No obstante, el ALBA está abierta, no sólo a otros gobiernos nacionales, sino a gobiernos locales y movimientos sociales que crean y tengan la voluntad de generar en un tipo de integral y humanista. La integración latinoamericana en el siglo XX, impuesta desde el norte, hizo énfasis, casi exclusivo, en la economía, el comercio, razón por la cual jamás se concretó, pues los pueblos se mantuvieron al margen. El corolario de ese tipo de integración vendría a ser el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas), propuesta estadounidense que hubiese constituido la anexión imperial subliminal de todo el continente, poniendo fin a nuestra identidad como pueblos y expandiendo los problemas de la desigualdad, la exclusión, la explotación. EL ALBA surge entonces para demostrar que existe una vía alternativa, concreta, el la cual los social y cultural siempre es prioritario, reconociendo siempre la relevancia de las esferas política y económica, pero siempre en función del bienestar, siempre en función de los pueblos. Y dentro del ALBA hemos visto, no sólo aumentar el intercambio comercial, sino el intercambio de políticas sociales, de cultura, de conocimientos, transferencia de tecnologías, proyectos conjuntos productivos conjuntos, intercambio de información, de experiencias sociales, de encuentro y cooperación de los movimientos de base, trabajadores, campesinos, estudiantes. Se ha constituido el ALBA en ejemplo tangible de esa política exterior internacionalista, social, humanista, multipolar que han desarrollar nuestros pueblos para propiciar los cambios definitivos que requiere el sistema internacional y la relaciones entre los pueblos, si en realidad queremos generar ese otro mundo posible e imprescindible que tanto ansiamos.
Jorge Arreaza
RNV
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El 03 de diciembre de 2006 el pueblo de Venezuela no sólo reeligió al Presidente Hugo Chávez para un nuevo periodo de seis años, sino que, con ese respaldo, apoyó la profundización integral de la Revolución Bolivariana, traducida en la construcción de un nuevo sistema de relaciones sociales, políticas y económicas, es decir, el socialismo del siglo XXI. La derecha venezolana arremete contra el Gobierno Bolivariano y su propuesta socialista desde todos los frentes posibles, siendo uno de los más constantes el de la política exterior. Argumentan, entre otras cosas, que Hugo Chávez ha aislado al país con su “retórica antiimperialista”, generando conflictos innecesarios con Washington; que se han alejado las inversiones extranjeras; que el gobierno no hace más que regalar el dinero y los recursos naturales de los venezolanos apoyando otros pueblos y nutriendo los procesos de integración con ayudas financieras o facilidades energéticas sin consentimiento popular interno; que la diplomacia petrolera venezolana compra los votos de otros Estados en las organizaciones internacionales. Ignoran los opositores cuáles son las líneas éticas principistas de una Revolución humanista. La campaña mediática en contra de la política exterior bolivariana es perenne, maximizada en los medios privados nacionales e internacionales. Llegan al punto de subestimar a otros pueblos y gobiernos, asegurando que la “chequera chapista” compra sus apoyos y votos. Sin embargo, los electores venezolanos le dieron el más amplio apoyo al Presidente Chávez, votaron por el proyecto socialista y respaldaron su política exterior con contundencia.La nueva etapa en la que ha entrado la Revolución Bolivariana implica, como explicamos arriba, la profundización de sus procesos y orientaciones. En lo que respecta a la política exterior, son varios los principios que se han consolidado en los últimos 8 años, fundamentos que deben ser reafirmados y fortalecidos con nuevas directrices. No olvidemos que hace 10 años Venezuela, como aún hoy varios de nuestros países, no tenía política exterior alguna, se trataba de un Estado fallido, una sempiterna colonia cuyas relaciones exteriores emanaban del Departamento de Estado y de los organismos financieros internacionales. En 2007 Venezuela no sólo desarrolla su propia política exterior, sino que la ha proyectado al resto del continente, al Sur y al mundo, despertando fieles admiradores e intolerantes detractores; despertando el interés positivo de quienes buscan una alternativa al capitalismo neoliberal y el interés negativo de quienes necesitan del capitalismo para seguir explotando y dominando. Las líneas que ha seguido y que deben profundizarse en la interacción de Venezuela con el mundo han sido.• Soberanía: La política exterior venezolana es hoy absolutamente autónoma y sus directrices son concebidas en el gobierno nacional, como fiel representante de su pueblo, y ejecutadas y evaluadas por sus instituciones y el apoyo popular. Ningún centro de poder influye en la concepción de las relaciones exteriores de Venezuela, muy por el contrario, Washington, que fungió como metrópoli con respecto a Caracas hasta 1999, ha encontrado en Venezuela la más férrea de las oposiciones a su política exterior imperialista y devastadora. Venezuela ha diversificado y fortalecido sus relaciones con pueblos y Estados de todo el mundo, alcanzando incluso alianzas geoestratégicas de gran importancia con socios “no tradicionales”. De esta manera se revierte el pasado colonial y neocolonial durante el cual sus relaciones se limitaban a las que establecía o permitía EEUU, el impulso meramente mercantilista de la integración latinoamericana y puntuales vínculos diplomáticos y culturales con Europa. La profundización de la integración de la región bajo el liderazgo del Gobierno Bolivariano, así como as alianzas con China, Rusia, India, Indonesia, Irán, entre otras, dan fe del la absoluta soberanía de Venezuela en sus relaciones exteriores.• Multipolarismo: El equilibrio del universo, al cual se refería el Libertador como fuente de un mundo en paz, está hoy más vigente que nunca en Venezuela. En la búsqueda de la conformación de un mundo multipolar, de un equilibrio que detenga las pretensiones unilaterales de Washington, Venezuela ha impulsado la conformación de bloques regionales, comenzando, por supuesto, por la consolidación de la unión latinoamericana a través del fortalecimiento del MERCOSUR, la concreción del ALBA e iniciativas solidarias como Petrocaribe, con el único objetivo estratégico de facilitar la conformación de un polo de poder latinoamericano. Pero más allá de la región, Venezuela ha apostado por el fortalecimiento y reagrupamiento del Sur en todos los foros internacionales, y ha establecido alianzas con importantes países, representantes por excelencia de los polos de poder que puedan contener y neutralizar las arremetidas unipolares e imperiales. Sólo el equilibrio sano de poderes, podrá liberar al mundo de la dominación de los centros de poder transnacionales. Sólo el impulso de polos de poder en el Sur del mundo permitirán que nuestros países progresen integralmente, superen la miseria y la dependencia. • Solidaridad y complementariedad: El gobierno venezolano ha venido desarrollando políticas de unión entre los pueblos, más allá cooperación o negocios entre los Estados, facilitándose ambos procesos cuando se cuenta con gobiernos que realmente interpretan a sus pueblos. Venezuela reconoce en todo momento las asimetrías que existen entre las economías, los índices de pobreza y miseria, las realidades productivas de cada país, las necesidades y potencialidades sociales de cada uno de los pueblos. Sobre la base de ese reconocimiento explícito de realidades, Venezuela asume políticas unilaterales de solidaridad, sin esperar contrapartidas ni reciprocidad; así como también establece convenios, intercambios y tratados que se fundamentan en esas asimetrías, en esas realidades sociales y productivas, apuntando a la complementariedad y no a la competitividad. En este cuadro se enmarcan, las internacionalización de las Misiones Sociales, la cooperación energética, la oferta de plazas y becas universitarias, la conformación de compañías multiestatales y hasta el trueque a gran escala, como lo es el intercambio de petróleo por bienes y servicios que ofrezcan otros Estados. Sin duda, una revolución socialista no puede concebirse aisladamente, razón por la cual la colaboración y cooperación con aquellos pueblos que experimenten transformaciones sociales, humanistas y estructurales profundas, será siempre destacable. Incluso la integración capitalista, como la Europea, contempla los fondos de cohesión para asistir con recursos financieros y facilidades a los países menos desarrollados de la Unión. En el caso de las políticas de unión socialistas, la visión internacionalista de solidaridad, apoyo y complementariedad, son inherentes a la construcción de una nueva manera de interrelacionarse con los demás actores internacionales, hacia la transformación definitiva de las estructuras capitalistas y excluyentes del sistema mundial actual. Así como hoy Venezuela concreta el proceso independentista liderado por Simón Bolívar hace 200 años, también, como nuestros próceres y el Ejército Libertador, le extendemos la mano solidaria a nuestros pueblos hermanos para que también ellos logren la independencia y el bienestar común. • Antiimperialismo: Se desprende de los principios anteriores la decidida voluntad de enfrentar y luchar contra el imperialismo estadounidense o transnacional, como también contra cualquier otra variante imperial que se presente como obstáculo para el futuro de nuestros pueblos. Para derrotar la arrogancia de los imperios, es necesario combatirlos desde todas las trincheras y posiciones. Tras comprobarse la intervención de Washington en Venezuela para derrocar el gobierno revolucionario en 2002 y 2003, la Revolución Bolivariana asume la senda antiimperialista de denuncia, por una parte, y de construcción de una alternativa real al imperialismo, por la otra. Hugo Chávez se ha convertido en la contrafigura, en la antítesis del imperialismo estadounidense. La procura de un orden internacional multipolar, la recuperación de la soberanía nacional de los pueblos, la concreción de la integración latinoamericana y la derrota estridente de propuestas imperiales como el ALCA, son elementos clave, hechos que van más allá de los discursos y posturas teóricas. • Respeto al derecho internacional: Venezuela se propone hacer sentir el peso del derecho internacional público, respetando principios como la autodeterminación de los pueblos, la no intromisión en asuntos internos y la democratización de las organizaciones internacionales, la solución pacífica de las controversias ,entre otros. El constante y altisonante llamado, no sólo a una reforma, sino más bien a una revolución en el seno de las Naciones Unidas estará presente en la política venezolana, hasta que se concrete. Venezuela reclama que todos los actores respeten el derecho internacional, ignorado frecuentemente por los grandes centros de poder económico, político y militar. Sólo reglas de juego claras, aceptadas y respetadas pueden evitar imposiciones y dominación.• Respeto y protección de la humanidad y la ecología: el cambio del sistema económico – productivo que propugna el Gobierno Bolivariano, apunta hacia la adopción de esquemas de desarrollo sustentable y de lucha contra la miseria. Una nueva economía productiva, en armonía con la naturaleza, que le garantice a las generaciones venideras el disfrute de los recursos naturales y de la vida misma, partiendo de la base de que el capitalismo está arrasando con el medio ambiente y ello pone en riesgo la propio supervivencia de la especie humana en el mediano plazo. Promover que el ser humano, que el colectivo, se constituyan en el centro de toda cooperación internacional, buscando así mecanismos que generen bienestar y felicidad, superando las épocas de la búsqueda de ganancias mercantilistas y financieras. Venezuela reconoce como principal enemigo de la humanidad a la pobreza, la miseria, el peor de los terrorismos que genera el capitalismo. El capitalismo y su restringida democracia liberal, son el sistema de gobierno económico y político, que menor suma de felicidad le brinda a sus pueblos y que más les niega la moral y las luces. Por ello, el reto es trabajar hacia la superración de este modelo y avanzar hacia una sociedad y un sistema mundial que, tal como indicaba Bolívar, le brinde la mayor suma de felicidad y seguridad social a la humanidad. Los principios y directrices de la política exterior venezolana, rumbo al socialismo, se han traducido en metodologías y proyectos concretos para la liberación. El más notable de ellos es el ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), una propuesta que rescata los principios socialistas, enmarcada en el aún vigente conflicto entre el Bolivarianismo y el Monroeismo; es decir, a todas luces una alternativa fundamentada en la soberanía, la solidaridad, la unión latinoamericana y caribeña, el antiimperialismo y la búsqueda de una sociedad justa y equitativa. Venezuela y Cuba conformaron el ALBA en diciembre de 2004, adhiriéndose Bolivia en abril de 2006 y Nicaragua en enero de 2007. Se trata de países cuyos gobiernos se han orientado hacia el progreso y la inclusión, con valores sociales y solidarios. No obstante, el ALBA está abierta, no sólo a otros gobiernos nacionales, sino a gobiernos locales y movimientos sociales que crean y tengan la voluntad de generar en un tipo de integral y humanista. La integración latinoamericana en el siglo XX, impuesta desde el norte, hizo énfasis, casi exclusivo, en la economía, el comercio, razón por la cual jamás se concretó, pues los pueblos se mantuvieron al margen. El corolario de ese tipo de integración vendría a ser el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas), propuesta estadounidense que hubiese constituido la anexión imperial subliminal de todo el continente, poniendo fin a nuestra identidad como pueblos y expandiendo los problemas de la desigualdad, la exclusión, la explotación. EL ALBA surge entonces para demostrar que existe una vía alternativa, concreta, el la cual los social y cultural siempre es prioritario, reconociendo siempre la relevancia de las esferas política y económica, pero siempre en función del bienestar, siempre en función de los pueblos. Y dentro del ALBA hemos visto, no sólo aumentar el intercambio comercial, sino el intercambio de políticas sociales, de cultura, de conocimientos, transferencia de tecnologías, proyectos conjuntos productivos conjuntos, intercambio de información, de experiencias sociales, de encuentro y cooperación de los movimientos de base, trabajadores, campesinos, estudiantes. Se ha constituido el ALBA en ejemplo tangible de esa política exterior internacionalista, social, humanista, multipolar que han desarrollar nuestros pueblos para propiciar los cambios definitivos que requiere el sistema internacional y la relaciones entre los pueblos, si en realidad queremos generar ese otro mundo posible e imprescindible que tanto ansiamos.
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