GABRIEL MONTENEGRO
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Uno de los hombres más emblemáticos del Siglo XX, fue sin lugar a dudas el líder espiritual indio Mahatma Gandhi, quien tal vez signado por la tragedia que rodea a los grades líderes de la Paz y la Vida, fue vilmente asesinado, por tan sólo oponerse a la crueldad del asesinato, a la tiranía hegemónica de los ingleses sobre su pueblo y a la guerra fraticida entre mulsulmanes e hinduistas. Este pequeño, frágil pero talentoso ciudadano, no sólo fue un hombre letrado, sino que a pesar de haber vivido en países desarrollados como Estados Unidos e Inglaterra, jamás abandonó la idea de que la India fuese un paraíso exótico, donde la violencia y los antivalores sociales fueran erradicados, implantado de plano una conducta de sensibilidad, comprensión y de superación espiritual. Se sometió voluntariamente a las más crueles torturas sicológicas y físicas, desde las prolongadas huelgas de hambre en protesta por el enfrentamiento de sus compatriotas y en la permanente búsqueda de la perfección espiritual, donde los dogmas, perjuicios sociales y tabúes no tenían cabida. Su asesinato a manos de uno de sus propios discípulos, no sólo desencadenó una serie de convulsiones, sino que abrió los ojos al mundo sobre la necesidad de comprensión y amor entre los pueblos.
- “NO PUEDO SER MAHATMA SI NO LOGRO UNIR A MI PUEBLO”
(Mohandas Karamchand Gandhi, llamado Mahatma -gran alma- Gandhi; 1869-1948) Reformador social y religioso y dirigente del nacionalismo indio, más conocido como Mahatma, o «alma grande», n. en Porbandar y m. en Delhi. Luego de estudiar leyes en Inglaterra obtuvo la admisión en la abogacía de su país. Marchó más tarde a África del Sur, donde vivió desde 1893 hasta 1914. Llevó allí el liderazgo de las campañas de protesta contra el tratamiento discriminatorio que las autoridades sudafricanas daban a los inmigrantes indios. Desarrolló durante estos años una filosofía original y un método de protesta social que él llamaba satyagraha («fuerza de la verdad» o «fuerza del alma»). La idea central era la de que las injusticias sociales deberían ser contestadas, pero no con protestas violentas, sino tratando de conseguir un cambio en la mentalidad de los propios oponentes. La forma de alcanzar esto radica en la propia capacidad de sufrimiento por una causa justa, y por la estricta observancia de la no violencia. Sus esfuerzos en favor de la minoría india en África del Sur (actual Rep. Sudafricana) habían extendido su fama a la India, donde un nacionalismo ascendente había comenzado ya a imprimir sus huellas en el Congreso Nacional Indio, fundado en 1885. Existía, sin embargo, poco contacto entre Gandhi y el Congreso. Las pretensiones de éste eran las de garantizar a los indios una mayor participación en su propio gobierno.
En su opinión, lo que la India y el mundo necesitaban era una reforma social y religiosa que les llevara a una vida de sencillez y verdad. Volvió a la India en 1915, pero su participación en la política nacionalista sólo se produjo después del final de la I Guerra Mundial (1914-18). Durante los años que duró el conflicto, el movimiento nacionalista había esperado generosas concesiones como pago a su lealtad, pero los años de la posguerra trajeron la desilusión. En 1919 se introdujo un esquema constitucional que concedió a la India una forma limitada de representaciones institucionales, pero esto quedaba muy lejos de las aspiraciones nacionalistas al autogobierno o swaraj. Gandhi convenció al Congreso Nacional Indio para que rechazara las reformas y declaró que la India podía obtener el swaraj en un año si adoptaba su método de satyagraha. Denunció al gobierno británico como satánico y pidió un programa de no-cooperación sin violencias contra él, comenzando por un boicot a las elecciones y llegando progresivamente al empleo del arma última: la desobediencia civil masiva. La campaña alcanzó su punto álgido desde 1920 hasta 1922 en que, repentinamente, Gandhi se disoció de ella después de un estallido de violencia en que fueron muertos varios policías. Un mes después fue arrestado y condenado a prisión. La swaraj no había triunfado y el Congreso se abandonaba a la división y a la desmoralización. Cuando fue puesto en libertad en 1924, se dedicó al trabajo de «unir de corazón» a hindúes y musulmanes, a abolir la intocabilidad y a mejorar el nivel de vida de las aldeas, donde vivía la mayoría de los indios. El Congreso comenzó a reanimarse en unos pocos años y entonces se hizo la reclamación de la total independencia. A comienzos de 1930, el dirigente indio levantó de nuevo a la India en una protesta no violenta contra la dominación británica que sólo suspendió en el momento de mayor tensión para poder entrar en negociaciones con el gobierno británico. Esta segunda campaña se hundió en el fracaso en 1934, con miles de trabajadores partidarios del Congreso en la cárcel. En 1935 el Parlamento británico dictó un nuevo decreto sobre el gobierno de la India referido sustancialmente a la representatividad institucional; pero silenciando todo lo que se refería a la independencia, ni siquiera como objetivo lejano. El estallido de la II Guerra Mundial en 1939 fue seguido de una renovada tensión entre el Congreso y el gobierno británico, que culminaría con el arresto y encarcelamiento del dirigente indio al poner en marcha su movimiento «India libre» en 1942. Esta situación de enfrentamiento reprimido continuaría hasta el final de la guerra en 1945.
Gandhi fue asesinado por un fanático religioso en el año 1948, precisamente cuando se probaba a sí mismo sobre la respuesta a su debilidad. Se acostaba desnudo con una sobrina y mantuvo su celibato hasta el final, sin dejarse tentar por los malos pensamientos, ni por la carne, ni por el deseo o la codicia de poder y dinero. Sin dudas Gandhi ha sido el digno ejemplo de que no se llega a ser grande en la vida tan sólo por acumular poder y riquezas, además de demostrar con creces, que la humildad es el tesoro más preciado del ser humano… Digno ejemplo para muchos de nuestros actuales políticos.
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Diario el Tiempo-Venezuela/05/09/2007
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