16/09/2007
«Mi partido está cambiando la política de Alemania sin gobernar»
Carlos Alvaro Roldán
Rebelión/El Mundo
Carlos Alvaro Roldán
Rebelión/El Mundo
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Oskar Lafontaine, el Napoleón del Sarre, renace de sus cenizas cual ave fénix. El que fuera en 1995 candidato a la Cancillería por el Partido Socialdemócrata alemán (SPD) y en 1999 dimitiera por sorpresa, a los pocos meses, al frente del Ministerio de Finanzas en protesta por el rumbo neoliberal que imprimía el entonces canciller germano, Gerhard Schröder, regresa a la escena política como el tercero en discordia (entre el 8% y el 16% en las encuestas) al mando de Die Linke (La Izquierda), una fusión de disidentes del SPD y los antiguos comunistas de la RDA.
Pregunta.- Su vuelta ha puesto nerviosos a muchos. ¿Qué ofrece hoy Oskar Lafontaine en comparación con 1995 y 1999?
Respuesta.- Hasta ahora los partidos que gobiernan han hecho una política rechazada por la mayoría. En estas condiciones surge La Izquierda, que exige que haya nuevamente justicia social en Alemania y, en términos de política exterior, que el derecho soberano de los pueblos sea respetado para no recurrir a las intervenciones militares. Lo interesante es que esta exigencia la apoya gran parte de la población, según las encuestas. En este sentido, estamos cambiando actualmente la política sin gobernar: el SPD y Los Verdes discuten ahora si las tropas enviadas a Afganistán deben regresar, y la Unión Cristiano Demócrata (CDU), el SPD y los Verdes quieren corregir la reforma social conocida como Hartz IV.
P.- ¿Qué opina de quienes dicen que vuelve buscando venganza? ¿Qué diría a Schröder si hoy se encontrara con él?
R.- Está de moda entre muchos periodistas alemanes pretender oficiar como psiquiatras. No sé si cumplen con las condiciones para ello. Naturalmente, en la vida de una persona hay permanentemente disputas y expresiones emocionales que surgen de una u otra manera. La disputa con Schröder pertenece al pasado. Quedó ocho años atrás.
P.- Las encuestas otorgan a La Izquierda entre un 8% y un 16% en intención de voto. ¿Qué supone para la República Federal la irrupción de su partido como tercera fuerza política?
R.- Nos situamos entre el 10% y el 13%, según nuestros datos. Y estamos cambiando la arquitectura del sistema de partidos en Alemania. En el futuro, la coalición entre un partido grande y uno pequeño será muy difícil. Entonces, sólo quedan dos alternativas: o una gran coalición como la actual o una coalición entre un partido grande y dos partidos pequeños. Pero lo más relevante es el cambio de mentalidad de la población, y ésta nos respalda.
P.- ¿Puede hacer un balance del Gobierno de la gran coalición y de la canciller Angela Merkel?
R.- El balance está en las cifras y no en el crecimiento económico. Y las cifras hablan de un aumento de la inseguridad laboral, de las peores perspectivas en cuanto a las pensiones y de 2,5 millones de niños viviendo en condiciones de pobreza. Además, el SPD y la CDU han incumplido sus promesas electorales con el aumento del IVA.
P.- A grosso modo, parece que Merkel estuviese lanzada a una política de centro izquierda, con un SPD desconcertado a su lado.
R.- Yo conozco a la canciller alemana a través de su política y, en este sentido, ha subido el IVA, bajado los impuestos a las empresas y eliminado o recortado beneficios tributarios y subsidios. A veces ella tiene un discurso de izquierda, sin embargo, yo me formo una opinión de las personas por lo que hacen y no por lo que dicen.
P.- En el SPD, que no deja de caer en las encuestas, surgen voces que piden un acercamiento a La Izquierda. ¿Lo ve posible?
R.- Es una mera cuestión de contenido. En tanto el SPD siga aumentando el IVA y bajando impuestos a las empresas, no habrá acercamiento. En tanto siga promoviendo las intervenciones militares, tampoco. De vez en cuando, algunos dicen: 'La Izquierda no puede ser parte de una coalición de gobierno con nosotros'. Es como si yo dijera que a mí no me gusta [la top-model alemana] Claudia Schiffer. ¿No me gusta Claudia Schiffer? Ella nunca me ha preguntado mi opinión. Entonces, no vemos la posibilidad de trabajar en conjunto con el SPD de hoy.
P.- Pero si La Izquierda quiere llegar a un gobierno de coalición, debe estar dispuesta a hacer concesiones. ¿En qué estarían dispuestos a ceder?
R.- Nosotros tenemos una idea del Estado de Bienestar y del Estado Social que no es compatible con la que tienen otros partidos. Por ello, sólo tomaremos parte de un gobierno cuando podamos realizar propuestas por las cuales podamos responder.
P.- Parece que La Izquierda es un modelo o una marca en auge no sólo en Alemania.
R.- Nosotros queremos una Izquierda Europea. Hay un trabajo en conjunto con Italia, con el partido de Fausto Bertinotti (La Sinistra), e invitamos a otros partidos políticos a sumarse a nosotros. Uno no puede seguir haciendo política sólo dentro de un contexto nacional.
Oskar Lafontaine, el Napoleón del Sarre, renace de sus cenizas cual ave fénix. El que fuera en 1995 candidato a la Cancillería por el Partido Socialdemócrata alemán (SPD) y en 1999 dimitiera por sorpresa, a los pocos meses, al frente del Ministerio de Finanzas en protesta por el rumbo neoliberal que imprimía el entonces canciller germano, Gerhard Schröder, regresa a la escena política como el tercero en discordia (entre el 8% y el 16% en las encuestas) al mando de Die Linke (La Izquierda), una fusión de disidentes del SPD y los antiguos comunistas de la RDA.
Pregunta.- Su vuelta ha puesto nerviosos a muchos. ¿Qué ofrece hoy Oskar Lafontaine en comparación con 1995 y 1999?
Respuesta.- Hasta ahora los partidos que gobiernan han hecho una política rechazada por la mayoría. En estas condiciones surge La Izquierda, que exige que haya nuevamente justicia social en Alemania y, en términos de política exterior, que el derecho soberano de los pueblos sea respetado para no recurrir a las intervenciones militares. Lo interesante es que esta exigencia la apoya gran parte de la población, según las encuestas. En este sentido, estamos cambiando actualmente la política sin gobernar: el SPD y Los Verdes discuten ahora si las tropas enviadas a Afganistán deben regresar, y la Unión Cristiano Demócrata (CDU), el SPD y los Verdes quieren corregir la reforma social conocida como Hartz IV.
P.- ¿Qué opina de quienes dicen que vuelve buscando venganza? ¿Qué diría a Schröder si hoy se encontrara con él?
R.- Está de moda entre muchos periodistas alemanes pretender oficiar como psiquiatras. No sé si cumplen con las condiciones para ello. Naturalmente, en la vida de una persona hay permanentemente disputas y expresiones emocionales que surgen de una u otra manera. La disputa con Schröder pertenece al pasado. Quedó ocho años atrás.
P.- Las encuestas otorgan a La Izquierda entre un 8% y un 16% en intención de voto. ¿Qué supone para la República Federal la irrupción de su partido como tercera fuerza política?
R.- Nos situamos entre el 10% y el 13%, según nuestros datos. Y estamos cambiando la arquitectura del sistema de partidos en Alemania. En el futuro, la coalición entre un partido grande y uno pequeño será muy difícil. Entonces, sólo quedan dos alternativas: o una gran coalición como la actual o una coalición entre un partido grande y dos partidos pequeños. Pero lo más relevante es el cambio de mentalidad de la población, y ésta nos respalda.
P.- ¿Puede hacer un balance del Gobierno de la gran coalición y de la canciller Angela Merkel?
R.- El balance está en las cifras y no en el crecimiento económico. Y las cifras hablan de un aumento de la inseguridad laboral, de las peores perspectivas en cuanto a las pensiones y de 2,5 millones de niños viviendo en condiciones de pobreza. Además, el SPD y la CDU han incumplido sus promesas electorales con el aumento del IVA.
P.- A grosso modo, parece que Merkel estuviese lanzada a una política de centro izquierda, con un SPD desconcertado a su lado.
R.- Yo conozco a la canciller alemana a través de su política y, en este sentido, ha subido el IVA, bajado los impuestos a las empresas y eliminado o recortado beneficios tributarios y subsidios. A veces ella tiene un discurso de izquierda, sin embargo, yo me formo una opinión de las personas por lo que hacen y no por lo que dicen.
P.- En el SPD, que no deja de caer en las encuestas, surgen voces que piden un acercamiento a La Izquierda. ¿Lo ve posible?
R.- Es una mera cuestión de contenido. En tanto el SPD siga aumentando el IVA y bajando impuestos a las empresas, no habrá acercamiento. En tanto siga promoviendo las intervenciones militares, tampoco. De vez en cuando, algunos dicen: 'La Izquierda no puede ser parte de una coalición de gobierno con nosotros'. Es como si yo dijera que a mí no me gusta [la top-model alemana] Claudia Schiffer. ¿No me gusta Claudia Schiffer? Ella nunca me ha preguntado mi opinión. Entonces, no vemos la posibilidad de trabajar en conjunto con el SPD de hoy.
P.- Pero si La Izquierda quiere llegar a un gobierno de coalición, debe estar dispuesta a hacer concesiones. ¿En qué estarían dispuestos a ceder?
R.- Nosotros tenemos una idea del Estado de Bienestar y del Estado Social que no es compatible con la que tienen otros partidos. Por ello, sólo tomaremos parte de un gobierno cuando podamos realizar propuestas por las cuales podamos responder.
P.- Parece que La Izquierda es un modelo o una marca en auge no sólo en Alemania.
R.- Nosotros queremos una Izquierda Europea. Hay un trabajo en conjunto con Italia, con el partido de Fausto Bertinotti (La Sinistra), e invitamos a otros partidos políticos a sumarse a nosotros. Uno no puede seguir haciendo política sólo dentro de un contexto nacional.
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