24/09/2007
OPINIÓN
Por Carlos Larreátegui
OPINIÓN
Por Carlos Larreátegui
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La decisión del Ecuador y de los países de la CAN de negociar con la Unión Europea (UE) un Tratado de Libre Comercio (TLC) es acertada, pero confirma las inconsistencias de nuestra política internacional. ¿Por qué un TLC con Brasil, Venezuela, Cuba, Chile, o la UE es bueno, y un TLC con los EE.UU. es malo? ¿Que determina la política comercial del Ecuador? ¿Prevalecen los intereses del país o se imponen las ideologías y los prejuicios?Un criterio básico para definir la conveniencia de un TLC es la denominada complementariedad comercial, es decir, la combinación de la especialización exportadora de un país con la especialización importadora de otro. Tenemos complementariedad con aquellos países que importan lo que exportamos.La UE ofrece complementariedad y grandes oportunidades futuras. Es el bloque económico más importante del mundo y cuenta con una población que bordea los 500 millones de habitantes, tiene un gran potencial. Los últimos años registran un incremento de nuestras exportaciones hacia esa zona y una demanda creciente para algunos de nuestros productos. La suscripción de un TLC con la UE debe constituir un objetivo estratégico del Ecuador.Para el Ecuador, sin embargo, no hay mercado más importante que el de los EE.UU.. De la totalidad de exportaciones ecuatorianas el 53,4% se dirige hacia allá mientras que apenas el 11,7% va hacia Europa. Los productos no petroleros y no tradicionales exportados a EE.UU. duplican en número a los exportados a la UE. El acceso de nuestros productos al mercado americano ha permitido generar alrededor de 350 000 nuevos empleos en los cinco últimos años. Adicionalmente, muchas de nuestras exportaciones se benefician de preferencias arancelarias concedidas de forma unilateral por los EE.UU.: el Sistema Andino de Preferencias (Atpdea) y el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP); su vencimiento, en febrero y diciembre del 2008, acarrea una seria amenaza para la economía. A diferencia de los EE.UU. y la UE, no existen complementariedades importantes con Argentina, Chile, Brasil, Venezuela, entre otros. No hay mercados significativos para nuestros productos, intercambios altamente deficitarios. ¿Por qué, entonces, el Gobierno se empeña tanto en buscar acuerdos comerciales con países que ofrecen tan poco y desprecia el mercado estadounidense? Las razones no son técnicas, ni lógicas, ni obedecen a los intereses del país. La política internacional del Ecuador está signada por los dogmas, la inexperiencia y la prepotencia. Es por ello que el presidente Correa descubre súbitamente “las grandes complementariedades comerciales que ofrece Irán” y condena un TLC con los EE.UU. Algunos socialistas del siglo XX como Lula o Tabaré Vásquez, menos modernos pero bastante más sabios, comprenden la importancia de los mercados y promueven con vigor el comercio de sus países con los EE.UU. Ellos saben que los intereses de una Nación no se defienden con dogmas y arrogancia.
La decisión del Ecuador y de los países de la CAN de negociar con la Unión Europea (UE) un Tratado de Libre Comercio (TLC) es acertada, pero confirma las inconsistencias de nuestra política internacional. ¿Por qué un TLC con Brasil, Venezuela, Cuba, Chile, o la UE es bueno, y un TLC con los EE.UU. es malo? ¿Que determina la política comercial del Ecuador? ¿Prevalecen los intereses del país o se imponen las ideologías y los prejuicios?Un criterio básico para definir la conveniencia de un TLC es la denominada complementariedad comercial, es decir, la combinación de la especialización exportadora de un país con la especialización importadora de otro. Tenemos complementariedad con aquellos países que importan lo que exportamos.La UE ofrece complementariedad y grandes oportunidades futuras. Es el bloque económico más importante del mundo y cuenta con una población que bordea los 500 millones de habitantes, tiene un gran potencial. Los últimos años registran un incremento de nuestras exportaciones hacia esa zona y una demanda creciente para algunos de nuestros productos. La suscripción de un TLC con la UE debe constituir un objetivo estratégico del Ecuador.Para el Ecuador, sin embargo, no hay mercado más importante que el de los EE.UU.. De la totalidad de exportaciones ecuatorianas el 53,4% se dirige hacia allá mientras que apenas el 11,7% va hacia Europa. Los productos no petroleros y no tradicionales exportados a EE.UU. duplican en número a los exportados a la UE. El acceso de nuestros productos al mercado americano ha permitido generar alrededor de 350 000 nuevos empleos en los cinco últimos años. Adicionalmente, muchas de nuestras exportaciones se benefician de preferencias arancelarias concedidas de forma unilateral por los EE.UU.: el Sistema Andino de Preferencias (Atpdea) y el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP); su vencimiento, en febrero y diciembre del 2008, acarrea una seria amenaza para la economía. A diferencia de los EE.UU. y la UE, no existen complementariedades importantes con Argentina, Chile, Brasil, Venezuela, entre otros. No hay mercados significativos para nuestros productos, intercambios altamente deficitarios. ¿Por qué, entonces, el Gobierno se empeña tanto en buscar acuerdos comerciales con países que ofrecen tan poco y desprecia el mercado estadounidense? Las razones no son técnicas, ni lógicas, ni obedecen a los intereses del país. La política internacional del Ecuador está signada por los dogmas, la inexperiencia y la prepotencia. Es por ello que el presidente Correa descubre súbitamente “las grandes complementariedades comerciales que ofrece Irán” y condena un TLC con los EE.UU. Algunos socialistas del siglo XX como Lula o Tabaré Vásquez, menos modernos pero bastante más sabios, comprenden la importancia de los mercados y promueven con vigor el comercio de sus países con los EE.UU. Ellos saben que los intereses de una Nación no se defienden con dogmas y arrogancia.
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