01/09/2007
Opinión
Actitudes
José Santiago Healy
José Santiago Healy
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El colmillo de don Jesús Reyes Heroles junto a la vagancia del entonces presidente José López Portillo hicieron posible, a finales de los años 70, la primera reforma política mexicana que vive hoy su más aguda crisis.Con la idea de aparentar una vida democrática, el gobierno mexicano abrió en aquel entonces el registro a los partidos de izquierda y creó la figura del diputado plurinominal.Ahí empezó —¿o continuó?— la perversión del sistema político mexicano que llevó a los partidos y no a los ciudadanos a llevar la voz cantante en las altas decisiones de los gobiernos federales y estatales.En lugar de crear un sistema electoral funcional y democrático, el gobierno pactó entonces con la oposición la formación de partidos que han servido para crear hordas de profesionales del chantaje y la extorsión en el más alto nivel de la corrupción política.El sistema de diputados, senadores y regidores plurinominales se extendió a todas las instancias de gobierno para otorgar sueldos, canonjías, fuero e inmunidad a miles de políticos mexicanos que son incapaces de ganar una elección por la vía de los votos.Hoy resulta patético y vergonzoso que las grandes decisiones en la política mexicana sean tomadas por los partidos políticos a través de sus bancadas de los congresos, cuyos líderes son senadores y diputados plurinominales que mantienen secuestrado a México.Más pena da observar cómo en la capital azteca los líderes políticos y sus partidos negocian tantas tonterías, como si fueran los dueños del país y no sus servidores públicos.Así, la dirigencia del PRD, por conducto de su diputado plurinominal Javier González Garza, se toma el derecho de decidir el ingreso del presidente Felipe Calderón al recinto parlamentario para entregar o leer su Informe de Gobierno.En tanto, los jefes de las bancadas del PRI en la Cámara de Diputados y Senadores, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, respectivamente, también plurinominales, se hacen de la vista gorda y dan rienda suelta al PRD para que complique la ceremonia del informe presidencial, al tiempo que añaden sus condiciones.Por mucho menos el PRI durante la época dictatorial aplicaba sus tácticas represivas si alguien osaba molestar al presidente en turno. Hoy día los desafíos llegan al extremo de intentar boicotear los actos constitucionales, como ocurrió en diciembre de 2006.Los legisladores gastan así su tiempo y recursos en negociar tonterías, pero poco o nada han hecho por sacar adelante las reformas estructurales llámense fiscal, laboral y electoral.Desde luego los 500 diputados y los 120 senadores no han dejado de cobrar ni una quincena de sus sueldos, dietas y prestaciones que suman decenas de miles de millones de pesos.¿Para qué tantos parásitos y derroches dentro de un poder federal troglodita que ha demostrado su ineficiencia y su inutilidad a la hora de ejercer su misión de legislar? A partir de 1994 la sociedad mexicana salió de su ostracismo y los ciudadanos tomaron en 1997 el control de las elecciones, pero los partidos se resisten a perder esa función y ya vemos cómo en las últimas elecciones el pataleo ha estado a la orden del día.La única salida para esta degeneración de la política mexicana sería permitir en las próximas elecciones competir libremente a los ciudadanos por cargos públicos, sin necesidad de pertenecer a un partido político.Quisiera imaginar a una cámara de diputados en 2009 integrada por ciudadanos elegidos democráticamente por ser líderes honrados, sensatos y trabajadores.Además a senadores con un prestigio profesional a prueba de fuego, y con suerte veríamos a alcaldes y gobernadores comprometidos con la gente y no con los partidos y sus líderes charros.“Soñad y te quedarás corto”, dice un viejo refrán. Así lo esperamos por el bien de México.
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