21/10/07

PARAGUAY: Brasil roba lo que legítimamente pertenece al pueblo paraguayo

Editorial
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Cuando a fines de los años sesenta Paraguay y Brasil decidieron construir la central hidroeléctrica Itaipú, la esperanza de los paraguayos era, según aseguraron los gobernantes de la época, la oportunidad de promover el desarrollo económico y el progreso social de nuestro país. A más de 34 años de la firma del Tratado de Itaipú, resulta doloroso comprobar, no solamente que los nobles fines trazados en sus inicios nunca se cumplieron, sino que uno de los socios condóminos, el Brasil, el más fuerte, poniendo en práctica su conocida política imperialista y expoliadora, ha venido despojando vilmente de su valiosa energía y su sueño de progreso a su socio más débil, el Paraguay.
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Cuando a fines de los años sesenta Brasil y Paraguay decidieron construir la central hidroeléctrica Itaipú, la mayor del mundo, con 20 turbogeneradores de una capacidad total instalada de 14.000 MW, sobre el caudaloso río Paraná que comparten ambos países, la esperanza de los paraguayos era, según aseguraban los gobernantes de la época, la oportunidad de promover el desarrollo económico y el progreso social de nuestro país. El Paraguay sería un emporio de riqueza, lleno de industrias movidas con la energía eléctrica de la portentosa represa de Itaipú, decían.

A más de treinta y cuatro años de la firma del Tratado de Itaipú resulta doloroso comprobar, no solamente que los nobles fines trazados en sus inicios nunca se cumplieron, sino que uno de los socios condóminos, el Brasil, el más fuerte, poniendo en práctica su conocida política imperialista y expoliadora, ha venido despojando vilmente de su valiosa energía y su sueño de progreso a su socio más débil, el Paraguay, sacando partido de la ineptitud, la corrupción y el entreguismo de gobernantes y funcionarios paraguayos vendepatrias del ente binacional.

El despojo del Paraguay no surgió de la casualidad, es doloroso reconocerlo, sino de un plan elaborado cuidadosamente con anticipación y alevosía por el Gobierno del Brasil, ya en los términos en que fue redactado y aprobado el leonino Tratado de Itaipú (1973). En este Tratado, el Brasil prohíbe al Paraguay disponer libremente de la propiedad de su parte de la energía producida en la central Itaipú que no pueda consumir el mercado paraguayo, que por su reducido tamaño era bien sabido no lograría aprovechar gran parte de su energía en los próximos 40 años. Para completar el saqueo en Itaipú, el Brasil le obliga por el Tratado a “cederle” al inmenso mercado brasileño todo su excedente energético a un precio ínfimo, que hoy, luego de tres décadas, no alcanza los 3 dólares por MWh (megavatio-hora).

El excedente energético del Paraguay en Itaipú está en el orden de 39 millones de MWh por año, cantidad que aumentará sustancialmente cuando el país comience a consumir una mayor porción de su energía en la central binacional de Yacyretá, en la que actualmente participa con menos del 3%. El siniestro Tratado le obliga a nuestro país a entregarle al mercado brasileño la totalidad de sus excedentes a un “precio” risible de 2,70 dólares por MWh, que en el caso de los 39 millones de MWh suman un total de 105,3 millones de dólares. El infame robo al Paraguay se demuestra con la venta que hace el Brasil del excedente paraguayo a su propio mercado mayorista en un valor de más de 2.300 millones de dólares anuales, que en parte recibe la empresa estatal-privada Eletrobrás. Así nuestro país es despojado en Itaipú todos los años de más de 1.500 millones de dólares, riqueza que legítimamente le pertenece al pueblo paraguayo y que podría haber sacado del atraso y pobreza al país en muy poco tiempo.

La decisión inicial de impulsar el desarrollo de ambas naciones mediante la producción energética de Itaipú tuvo un final totalmente distinto a la propaganda de los Gobiernos que realizaron la obra: resultó en un gran descarado negociado para una empresa mixta –Eletrobrás– que durante años viene acumulando formidables ganancias a expensas del empobrecimiento del pueblo paraguayo.

Al despojo de la energía paraguaya debe agregarse el leonino financiamiento que recibió Itaipú de la citada Eletrobrás, en condiciones superusurarias de tasas de interés y con ajustes a la inflación del dólar, al extremo que después de décadas de amortizaciones, la binacional todavía mantiene una gigantesca deuda del orden de 19.000 millones de dólares con esa empresa, deuda que en lugar de reducirse insólitamente tiende a aumentar continuamente año tras año. Una ignominia que no tiene nombre, mientras los hipócritas gobernantes se llenan la boca de palabras como hermandad, cooperación y otros parecidos, como lo hizo recientemente el director brasileño de Itaipú, Jorge Samek, quien puso a este emprendimiento binacional como “modelo de integración”. ¡Qué descarado!

El saqueo de la energía paraguaya de Itaipú por el Brasil tuvo su origen en el proyecto que fue concebido y construido durante la vigencia de regímenes dictatoriales en ambos países, que no rendían cuentas de sus actos a sus pueblos y a los que mantenían aplastados por la fuerza. Se albergaba la esperanza de que el advenimiento de la democracia en la región acabaría con las injusticias, las trabas al comercio, el pillaje de los recursos naturales y, al decir del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, los países pobres no serían más “el postre” en la mesa de los poderosos. Pero las promesas del Brasil de contribuir a un orden internacional más justo y democrático fueron y son solo una amarga mentira en tanto continúe el indigno saqueo del recurso natural más valioso de que dispone el Paraguay, engaño que, no debe descartarse, podría crear hostilidad entre dos pueblos hermanos que engendraron una noble ilusión en la binacional Itaipú.
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ABC Color - Paraguay/21/10/2007

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