Ha decidido imponer sanciones unilaterales, es decir fuera de los mecanismos de la ONU, sobre Irán.
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Javier Diez Canseco
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Mientras en EEUU se discute en la campana electoral la necesidad de retirar las tropas de Irak, los escenarios de conflicto aumentan. Así, ante nuestros ojos se van creando condiciones para otro Irak, país donde se ha desatado un conflicto que no tiene cuando terminar y que ha cobrado ya decenas de miles de victimas y comprometido cerca de $800,000 millones de dólares en gastos militares a los EEUU. A ello, se suman el reciente discurso de Bush contra Cuba, y sus llamados a generar un conflicto en la isla, así como los recientes bombardeos aéreos israelíes sobre Siria, generando un escenario de creciente tensión.
Bush ha decidido imponer sanciones unilaterales, es decir fuera de los mecanismos de la ONU, sobre Irán. Esto se suma a una masiva venta de armas a Israel y aliados anti-Irán en el Golfo Pérsico, interceptación de barcos iraníes, detenciones, así como acciones para aislar a Irán en el mundo.
Ahora, argumentando, como lo hizo antes con Irak, que Irán es una amenaza a su seguridad, que pretende tener una bomba nuclear –de las que EEUU tiene cientos- y por oponerse a la invasión norteamericana a Irak o respaldar la lucha del pueblo Palestino, busca crear las condiciones para una confrontación creciente. Ha tipificado a la Guardia Revolucionaria (el principal cuerpo militar), al Ministerio de Defensa y al aparato logístico militar iraní como responsables de la proliferación de armas de destrucción masiva, lo que implica severas sanciones económicas. EEUU hará publica una lista de civiles y militares iraníes, así como de empresas que considere vinculadas a estos o a las mencionadas entidades que serían objeto del congelamiento de sus cuentas bancarias y recursos donde los EEUU pueda hacerlo, afectando así la capacidad de funcionamiento, comercial y económica de numerosas empresas publicas y otras de Irán. Asi mismo, el gobierno de Bush tipifica a las unidades de fuerzas especiales, llamadas “Fuerza Jesusalem”, como fuerzas que sostienen el terrosismo, con las medidas punitivas correspondientes. Es decir, escala el camino hacia un conflicto más agudo.
Contradictoriamente, mientras en EEUU se discute en la campana electoral la necesidad de retirar las tropas de Irak, los escenarios de conflicto aumentan. Así, ante nuestros ojos se van creando condiciones para otro Irak, país donde se ha desatado un conflicto que no tiene cuando terminar y que ha cobrado ya decenas de miles de victimas y comprometido cerca de $800,000 millones de dólares en gastos militares a los EEUU. A ello, se suman el reciente discurso de Bush contra Cuba, y sus llamados a generar un conflicto en la isla, así como los recientes bombardeos aéreos israelíes sobre Siria, generando un escenario de creciente tensión.
El efecto inmediato: la escalada de los precios del petróleo, que han pasado los US $90 dólares el barril, con el consiguiente efecto inflacionario y el impacto negativo en el costo de vida de la gente en todo el planeta y, ciertamente, en el Perú. Sólo el riesgo de un conflicto armado ha conducido a algunos comerciantes y especuladores a ofrecer precios con incrementos de entre US $3 y US $15 dólares por barril. Y es que Irán es un importantísimo productor de petróleo en el mundo y un conflicto en esa zona generaría un impacto impredecible en el abastecimiento de combustible y –claro- en los precios, como lo revela lo ocurrido ante esta sola medida. Irán produce alrededor de 2.5 millones de barriles diarios. Si ello se detuviese, difícilmente se podría cubrir con la oferta de los países de la OPEC, pues algunos países árabes y Venezuela, por ejemplo, no lo harían y otros, como Arabia Saudita –llegando al máximo de su producción- apenas rasparía esa cantidad adicional. Y, ciertamente, un conflicto con Irán generaría un escalamiento en el conflicto interno con Irak, lo que a su vez afectaría el millón 700 mil barriles diarios que el invadido país produce. En síntesis se daría un verdadero caos energético en el planeta.
La política internacional norteamericana y los escenarios de conflicto que ha abierto constituyen pues un serio problema internacional, con efectos que rebasan las numerosas vidas humanas que cobran en diferentes lugares, impactando las condiciones de vida de millones de personas.
El Perú no puede ignorar este cuadro y malbaratar o desperdiciar sus recursos energéticos, como se estaría haciendo con el gas de Camisea y la venta de estos recursos a precios ínfimos a México en un negocio privado del Consorcio de Camisea, en el que los peruanos aparecemos como invitados de piedra cuando se trata de nuestros recursos. El Perú no puede repetir el camino de México que desperdició sus recursos, exportando a precios de huevo para terminar de importador de energía, dejando de garantizar el abastecimiento interno al país. Es un tema de seguridad y de desarrollo nacional que no puede ser decidido por una empresa particular con un Estado mudo, como pretende presentarse ahora el gobierno de Alan García.
Los recursos petroleros y energéticos del Perú deben servir a nuestro desarrollo y garantizar nuestra estabilidad económica y social. Es función del gobierno y del Estado garantizarlo, y es obligación de los peruanos recordárselo sin vacilación cuando sirve a otros intereses.
Es también interés del país frenar la escalada armamentista y guerrerista que nos amenaza a todos, y al planeta entero, con una diplomacia capaz de intervenir en el escenario internacional con posiciones firmes y decididas para evitar la carrera al precipicio al que empujan Bush y sus halcones al mundo entero. /suramericapress
Bush ha decidido imponer sanciones unilaterales, es decir fuera de los mecanismos de la ONU, sobre Irán. Esto se suma a una masiva venta de armas a Israel y aliados anti-Irán en el Golfo Pérsico, interceptación de barcos iraníes, detenciones, así como acciones para aislar a Irán en el mundo.
Ahora, argumentando, como lo hizo antes con Irak, que Irán es una amenaza a su seguridad, que pretende tener una bomba nuclear –de las que EEUU tiene cientos- y por oponerse a la invasión norteamericana a Irak o respaldar la lucha del pueblo Palestino, busca crear las condiciones para una confrontación creciente. Ha tipificado a la Guardia Revolucionaria (el principal cuerpo militar), al Ministerio de Defensa y al aparato logístico militar iraní como responsables de la proliferación de armas de destrucción masiva, lo que implica severas sanciones económicas. EEUU hará publica una lista de civiles y militares iraníes, así como de empresas que considere vinculadas a estos o a las mencionadas entidades que serían objeto del congelamiento de sus cuentas bancarias y recursos donde los EEUU pueda hacerlo, afectando así la capacidad de funcionamiento, comercial y económica de numerosas empresas publicas y otras de Irán. Asi mismo, el gobierno de Bush tipifica a las unidades de fuerzas especiales, llamadas “Fuerza Jesusalem”, como fuerzas que sostienen el terrosismo, con las medidas punitivas correspondientes. Es decir, escala el camino hacia un conflicto más agudo.
Contradictoriamente, mientras en EEUU se discute en la campana electoral la necesidad de retirar las tropas de Irak, los escenarios de conflicto aumentan. Así, ante nuestros ojos se van creando condiciones para otro Irak, país donde se ha desatado un conflicto que no tiene cuando terminar y que ha cobrado ya decenas de miles de victimas y comprometido cerca de $800,000 millones de dólares en gastos militares a los EEUU. A ello, se suman el reciente discurso de Bush contra Cuba, y sus llamados a generar un conflicto en la isla, así como los recientes bombardeos aéreos israelíes sobre Siria, generando un escenario de creciente tensión.
El efecto inmediato: la escalada de los precios del petróleo, que han pasado los US $90 dólares el barril, con el consiguiente efecto inflacionario y el impacto negativo en el costo de vida de la gente en todo el planeta y, ciertamente, en el Perú. Sólo el riesgo de un conflicto armado ha conducido a algunos comerciantes y especuladores a ofrecer precios con incrementos de entre US $3 y US $15 dólares por barril. Y es que Irán es un importantísimo productor de petróleo en el mundo y un conflicto en esa zona generaría un impacto impredecible en el abastecimiento de combustible y –claro- en los precios, como lo revela lo ocurrido ante esta sola medida. Irán produce alrededor de 2.5 millones de barriles diarios. Si ello se detuviese, difícilmente se podría cubrir con la oferta de los países de la OPEC, pues algunos países árabes y Venezuela, por ejemplo, no lo harían y otros, como Arabia Saudita –llegando al máximo de su producción- apenas rasparía esa cantidad adicional. Y, ciertamente, un conflicto con Irán generaría un escalamiento en el conflicto interno con Irak, lo que a su vez afectaría el millón 700 mil barriles diarios que el invadido país produce. En síntesis se daría un verdadero caos energético en el planeta.
La política internacional norteamericana y los escenarios de conflicto que ha abierto constituyen pues un serio problema internacional, con efectos que rebasan las numerosas vidas humanas que cobran en diferentes lugares, impactando las condiciones de vida de millones de personas.
El Perú no puede ignorar este cuadro y malbaratar o desperdiciar sus recursos energéticos, como se estaría haciendo con el gas de Camisea y la venta de estos recursos a precios ínfimos a México en un negocio privado del Consorcio de Camisea, en el que los peruanos aparecemos como invitados de piedra cuando se trata de nuestros recursos. El Perú no puede repetir el camino de México que desperdició sus recursos, exportando a precios de huevo para terminar de importador de energía, dejando de garantizar el abastecimiento interno al país. Es un tema de seguridad y de desarrollo nacional que no puede ser decidido por una empresa particular con un Estado mudo, como pretende presentarse ahora el gobierno de Alan García.
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BolPress - Bolivia/30/10/2007
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