Pilar Marrero
pilar.marrero@laopinion.com
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A menos de dos meses de las elecciones primarias y a un año de las generales para la presidencia de Estados Unidos hay una región estratégica para este país que apenas ha figurado en el debate: Latinoamérica.
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A menos de dos meses de las elecciones primarias y a un año de las generales para la presidencia de Estados Unidos hay una región estratégica para este país que apenas ha figurado en el debate: Latinoamérica.
Los expertos que conocen al dedillo la historia de Estados Unidos en la región no se sorprenden.
"Dudo mucho que el tema Latinoamérica tenga prominencia en la campaña", señaló Peter De Shazo, director del programa para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales en Washington. "El único asunto internacional que se ventila es la guerra en Irak. Al resto no se le da importancia".
Las elecciones de Estados Unidos se resuelven normalmente sobre temas de interés doméstico y rara vez el estadounidense promedio hace la conexión entre lo que pasa en otros países y la realidad interna, apuntan expertos.
No obstante, los observadores señalan que el gobierno de George W. Bush ha creado un reto particular para la política exterior del próximo presidente de este país, ya que la impopular guerra en Irak ha desmejorado enormemente la imagen de Estados Unidos en todo el mundo.
"El principal reto, si se quiere caminar en una dirección positiva, es que Estados Unidos se abra al mundo, incluyendo hacia Latinoamérica, para mejorar nuestra imagen en la región", dijo De Shazo.
No se trata de una cuestión romántica, sino de intereses vitales para Estados Unidos, señalo Dan Restrepo, director del Proyecto de Las Américas del Centro para el Progreso Americano.
"Hay intereses muy importantes. En principio, los energéticos. Los tres principales suministradores de petróleo a Estados Unidos son Canadá, México y Venezuela. México también es uno de nuestros principales socios económicos, junto con Canadá", apuntó Restrepo.
La inmigración es otro tema pendiente y uno de los pocos que sí ha tenido un lugar prominente en la campaña, aunque no para bien: la retórica tiende a tener que ver cómo se hace para lidiar con los inmigrantes indocumentados o cómo se impide que entren a este país, pero no cómo se ayuda a resolver el problema de fondo.
Durante su campaña por la presidencia, George W. Bush hizo discursos sobre Latinoamérica e indicó que pondría especial atención a esa parte del continente.
Viniendo de Texas, de un estado fronterizo de fuertes lazos culturales con México, Bush se posicionó como un aliado natural para Latinoamérica, a la que prometió no ignorar y se comprometió con el entonces presidente mexicano Vicente Fox a impulsar un programa de trabajadores huéspedes.
Pero luego llegó el 11 de septiembre de 2001.
"En ese momento se crea una gran solidaridad con Estados Unidos desde casi cada rincón del planeta", señala Jorge Neff, director del Instituto de Estudios para Latinoamérica y el Caribe. "Pero de repente comenzaron con las guerras, los ejes del mal y toda aquella retórica. Por supuesto, para Bush dejó de existir Latinoamérica".
Neff apunta que "desde el tiempo del presidente Franklin Delano Roosevelt, no ha habido una política inteligente hacia Latinoamérica. La política del "Buen Vecino", fue más o menos la última que tuvo algo de sentido".
El experto caracteriza la historia de Estados Unidos en Latinoamérica como "una larga noche, llena de años de ignorancia y arrogancia, que comenzó con la adquisición de Florida, siguió en la guerra con México, la guerra con España, y las numerosas intervenciones en Latinoamérica".
Roosevelt, considerado por muchos como uno de los mejores presidentes de la historia de este país, gobernó entre 1933 y 1945. Él instituyó una política del "Buen Vecino", una ruptura radical con la tradición de EU de ocupación e intervención en los países latinoamericanos, y logró que prevaleciera la democracia y la consulta.
"Si se quiere tener un buen vecindario, hay que ser un buen vecino y convivir con los vecinos, incluso con aquellos que tienen excentricidades", agregó Neff. "Se pueden usar reglas de derecho para cambiar esas conductas".
Hasta ahora, la campaña presidencial de Estados Unidos ha permanecido al margen de cualquier tema internacional que no sea la guerra en Irak y eso por la impopularidad y la importancia que tiene el conflicto dentro del país.
En los debates presidenciales y en las campañas internas de los partidos se ha hablado muy poco sobre una visión hacia Latinoamérica. Las dos grandes excepciones son Cuba y Venezuela.
La primera porque se cree que la muerte del mandatario cubano Fidel Castro puede ocurrir durante el próximo gobierno y la segunda, por la confrontación constante que han mantenido el presidente venezolano Hugo Chávez y la Casa Blanca de Bush.
La visión de los candidatos varía notablemente, desde el énfasis en la diplomacia y en el establecer vías de comunicación con Chávez, que es la idea de Bill Richardson, gobernador de Nuevo México y precandidato presidencial, hasta la mano dura de la mayoría de los republicanos, que manejan liberalmente la palabra "tirano" y "dictador", para referirse al presidente de Venezuela.
Richardson es, por cierto, el único candidato que ha dado a conocer una visión completa de la política que Estados Unidos debería tener, en su opinión, hacia Latinoamérica.
El precandidato, quien en las encuestas se mantiene en cuarto lugar en las internas demócratas, tiene una amplia experiencia en política exterior y, siendo de origen mexicano por vía materna, se siente muy cerca de la región.
Dice Richardson que en Latinoamérica hay que aplicar una política realista y pragmática, que desactive el creciente antiamericanismo, que Chávez explota al máximo para sus fines políticos y, al mismo tiempo, aumentar la cooperación económica y el intercambio diplomático".
"Lo primero que hay que hacer es bajar la temperatura a la retórica", dijo Richardson al dar a conocer su visión hacia Latinoamérica.
Curiosamente, el mismo día que Richardson daba su discurso en UCLA, Bush hablaba ante del Departamento de Estado, instando a movilizarse a las fuerzas democráticas dentro de Cuba e insistiendo que el boicot y la actitud dura hacia la isla son inamovibles.
Hillary Rodham Clinton, quien es la favorita según las encuestas recientes para hacerse con la candidatura demócrata y quizá, con la presidencia, aún no ha dicho qué tipo de política tendrá hacia Latinoamérica.
Clinton ha dicho a La Opinión que quiere "construir puentes" y ha calificado de "beligerante" la política de Bush hacia Latinoamérica, creando "retrocesos democráticos" y apuntando hacia el caso de Venezuela. No ha articulado, sin embargo, cuál será la alternativa y tuvo poco que decir respecto a la actitud de Bush hacia Cuba.
Para Restrepo, es inevitable que el próximo presidente estadounidense "tenga una actitud distinta hacia Latinoamérica".
"Pero, sin embargo, cualquiera que éste sea va a encontrar una lista muy larga de problemas que atender. En esa lista, los problemas de Latinoamérica figurarán seguramente muy atrás. Desde luego no en la primera página, y quizá tampoco en la segunda".
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La Opinión Digital - USA/29/10/2007
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