28/10/07

Constituyente, Autonomía, IDH y Capitalía versus Revolución

El épico octubre de 2003 sustituido por un circo
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Liborio Salazar
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(ASC-Noticias).- Bolivia cobraron cuerpo las demandas de constituyente, autonomía y capitalía debido a la no realización de una revolución social en octubre del 2003, pese al poderoso empuje de las masas y la grandiosa dimensión alcanzada en ese momento, donde la crisis de la clase dominante se hizo más patente, pero donde masas y dirección no vieron oportuna la toma del poder sino desviarse hacia las posiciones del democratismo burgués aceptando la sucesión constitucional y como consuelo proclamar la “agenda de octubre”, medio para resolver la crisis política del Estado burgués mediante recetas legalistas como la convocatoria al referéndum del gas y a una asamblea constituyente.
El episodio épico de hace cuatro años, cuando miles cercaban el Palacio de Gobierno asediando a Sánchez de Lozada, se asemeja al del episodio bíblico de las murallas de Jericó, pero con la diferencia de que aquellas fueron derribadas por la constancia y vigor de las trompetas judías y éstas se mantuvieron en pie porque las masas se quedaron a las puertas del poder y decidieron entregarlo a un pelele como Carlos Mesa.

Las posiciones revolucionarias, débilmente presentes en el escenario, se sintetizaron en la respuesta del gobierno obrero campesino, idea que resonó un tiempo y luego se apagó, momentáneamente las masas movilizadas la corearon pero finalmente cedieron ante el democratismo que venció por la ausencia de una dirección revolucionaria lo suficientemente firme e influyente. Las otras tendencias presentes con propuestas campesinistas e indigenistas pesaron más en el movimiento de masas, ya dominado por el factor racial campesino, y lo arrastró por la vía culturalista (en último término la democrática) supuestamente opuesta al gobierno proimperialista de Goni, visto como de los blancos opresores más que como gobierno de la burguesía boliviana en su conjunto.

Después de haber tocado el cielo con las manos, las masas perdieron la iniciativa y ésta pasó al campo de la reacción, de la contrarrevolución, que comenzó a actuar desde el gobierno y la oposición consolidando el programa neoliberal y al mismo tiempo distrayendo al pueblo con el circo de la pelea de comadres que estas tendencias burguesas ya han impuesto como espectáculo grotesco pero obligado.

Hay cierta analogía histórica entre 1970-71, cuando emenerristas y falangistas desde el Oriente conspiraron contra la Asamblea Popular y su proyecto socialista, con los desplazados de octubre 2003 que van a refugiarse a Santa Cruz, Tarija y otras regiones cuya dinámica social hace recuerdo a la Vendeé francesa, conservadora, políticamente rezagada, donde cavan una trinchera basada en la defensa de la región frente al “centralismo” y elaboran esa respuesta llamada “agenda de enero” o autonomista, que no es más que el plan de retomar el control de la economía y la política nacional usando la región como punto de apoyo y fortalecimiento, en alianza con las trasnacionales (un tanto discreto). Si esto no funciona, están dispuestos a tomar la vía independentista, a hacer otro país. Estas escaramuzas también tienen paralelo histórico más antiguo con el caso de la pugna entre conservadores y liberales del 1898-99, donde la capitalía fue el trofeo. Este problema de manera recurrente aparece en la historia y los intrigantes lo desentierran si es oportuno.

Entonces, supuestamente, entre Oriente y Occidente, se levantó un muro, hecho de constituyente y autonomía, pero que resultó ser nada más que un espejo de propuestas igual de conservadoras, imitadas por cada bando en disputa y solamente diferenciadas por los prejuicios culturales y de lugar, por sentimientos de apego al terruño y por el desconocimiento al otro, una especie de choque de civilizaciones alentado por fuerzas oscuras manipulando a los actores, resucitando viejos resentimientos haciendo énfasis en las diferencias.

Muchos medios de comunicación empresariales, interesados en tomar parte del reparto del botín, se adscribieron a estas tareas en primera fila, desinformando, dividiendo, impulsando liderazgos artificiales, apologizando el racismo y la delincuencia de las manifestaciones fascistas callejeras, en defensa de la región. Finalmente todos los factores se reunieron al incorporarse agentes del imperialismo munidos del discurso antifidel y antichavista para inaugurar un fenómeno nuevo en la política boliviana, la conspiración a través de la provocación y el chauvinismo de masas, apelando al miedo y al sentimiento, en lo que parece ser un escenario político ampliado, lleno de conspiraciones, que va desde el Caribe, pasando por Cuba, Ecuador hasta Bolivia… y la Argentina.

El grifo del IDH

Las dos agendas, como en una carrera de atletas de alta competencia comenzaron a desarrollarse. Por un lado el referéndum del gas, por el otro el referéndum por autonomías, por un lado la Asamblea Constituyente, por el otro los cabildos por Autonomía, y así sucesivamente. A esas alturas, la idea de expulsar a las transnacionales se fue apagando poco a poco. Para liquidarla completamente de la cabeza de las masas, el MAS, que co-gobernó con Mesa, lanzó la propuesta del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), como anticipo de la política rentista, descentralizadora y liberal que aplican ahora con total desenfreno e irresponsabilidad, con Evo como Presidente. Sacar más impuestos a las transnacionales pero no expulsarlas, era una copia de lo que Chávez iba haciendo en Venezuela, a lo cual las transnacionales no se opusieron gracias a un buen cálculo ya que parecen conocer a fondo el funcionamiento del Estado boliviano y lo miserables que son sus gobernantes y autoridades.

El IDH fue como un soborno para acallar a los que clamaban por una nacionalización verdadera fue como si lo masistas hubiesen dicho “vean, no es necesaria un revolución, con leyes podemos presionar a las petroleras para que entren en razón y paguen más impuestos… además se conserva la paz y evitamos otro octubre negro”. Recién ahora se puede ver ¡cuanta estupidez cometió el MAS! El IDH ahora alimenta las fuerzas conspiradoras que no cesan en su empeño por tumbarlo

El IDH nunca dejó de ser una migaja comparada con los millones que se llevan las petroleras, pero de repente en el sediento bolsillo de la degenerada burguesía boliviana, se abrió como un grifo del cual emanó un chorro de dinero, tan grande que no parece alcanzar la imaginación a los gobernantes para ver en qué gastarlo y como enriquecerse gracias a él. Instituciones, como por ejemplo, las universidades públicas, controladas por camarillas docentes corrompidas, languidecían en medio de millonarias deudas, comiéndose las entrañas, adeudando por retenciones de su personal para las AFPs, degradando el nivel académico, poniendo un candado al ingreso de nuevos docentes y hasta endeudándose groseramente, para pagar una orgía de sueldos a docentes incapaces, mediocres y hasta pervertidos. Muchos hasta pensaban dejar esa teta de la que vivieron muchos años porque ya estaba media seca y pensaban buscar otros horizontes. Es cuando Carlos Mesa y el MAS, vía Referéndum y Ley de Hidrocarburos, les abrió el grifo del IDH. Así las camarillas se han rejuvenecido, meten nuevos docentes, que aseguran fidelidad y no capacidad, ejecutan numerosas obras faraónicas y detrás de ella se cobran millonarias comisiones de hasta el 15%. Una camada creciente de dirigentes estudiantiles corrompidos se les apega, lumpens agarrados por el estómago y el dinero fácil. Muchos municipios viven lo mismo, los jerarcas que antes por su corrupción y el despilfarro de la coparticipación tenían sus fondos congelados, ahora tienen los recursos del IDH para seguir sobreviviendo. Es la profundización del liberalismo y por esa vía de la disgregación.

Capitalía, un espectro que matará a la Constituyente

En ese ambiente una nueva provocación y más hábil se fabricó. La capitalía plena para Sucre fue un sentimiento ya despertado por Carlos Mesa pero que un diputado de la coalición derechista PODEMOS la retomó para exigir se debata en la Asamblea Constituyente, generando a partir de ese momento la formación de un cerco mortal que fue acogotando a la Constituyente hasta ponerla en coma.

Unas masas manipuladas por la idea de transformar el país con un nuevo papelito presentado como la Constitución soñada combaten a otras cuyos oídos fueron endulzados con la idea de que la clave de todo está en administrar el Estado de forma autonómica. Ahora, los chuquisaqueños creen que es cosa de vida o muerte la capitalía plena y en contraposición equivalente los paceños, que ven sus intereses afectados por ese pedido, salen a las calles haciendo saber que “la sede no se mueve”.

El racismo se vuelve personaje de primer plano

Esta es una época donde el racismo adquiere carta de ciudadanía, cobra fuerza elaborando repuestas asentadas en la superioridad o mayor importancia de ciertos conglomerados raciales y culturales. Se torna importante la pertenencia a grupos indígenas, por un lado y a los “mestizos” o la “clase media”, por otra. El racismo, que en Bolivia siempre estuvo presente, actúa con relativo cinismo, alimentado por sentimientos regionales de los cuales muchos sienten orgullo. De todo lado se echa más leña al fuego, alentando los sentimientos cada vez más encontrados de las regiones, el anuncio de una posible guerra civil se hace más repetido, como parte del melodrama entre quienes de forma irresponsable juegan con los anhelos populares usando el miedo como arma. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, porque el racismo, antes tan negado, ya no puede pasarse por alto y debe ser analizado para curar a la sociedad de este mal.

La disputa que prepara la llegada de la barbarie

Estas riñas tan ajenas a la verdadera política, arrastran a las masas de uno a otro lado reflejando una polarización artificial y exagerada entre el gobierno, PODEMOS y los cívicos, pero es una situación en la que mutuamente se desgastan.

Es un permanente elucubrar de intrigas que empezó en la falsa contradicción entre el gobierno de Mesa y los cívicos autonomistas emergentes. Los medios, que son cadenas nacionales, se sumaron. En la Paz, decían “los cruceños atacan a los paceños” y en Santa Cruz, los mismos medios, de los mismos dueños decían “los paceños atacan a Santa Cruz”. Con hábiles maniobras redujeron todo el occidente del país a un solo hombre que hablaba y pensaba por todos, Carlos Mesa, y al oriente lo redujeron a Rubén Costas, en ese entonces presidente del Comité pro Santa Cruz. Mesa se granjeó un odio cerval de los cívicos al hacer notar su “provincianismo” y en igual medida creció Costas. Ahora es Evo el que sintetiza lo más odiado y más querido. Son Mesías caprichosos.

La política convertida en todo un carnaval de intrigas es la forma en que la burguesía boliviana se descompone en el poder, incluso amenazando destruir su propia obra, todo porque la revolución social no llega. El Estado está diluido sin fuerza y el gobierno sin autoridad resiste a una oposición burguesa que reclama majaderamente, esperando verle arrodillado. En último término el acuerdo obligado se acerca porque finalmente ambos buscan sostener el orden capitalista. Será un arreglo para dar gusto a quienes buscan menor presencia del Estado en la economía, como garantía de lograr beneficios sin control. Eso será la barbarie. Lo único que la evitaría es que los de abajo se sacudan de tanta distracción sin sentido y salgan a luchar por lo que necesitan hoy, trabajo, producción, desarrollo.
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BolPress - Bolivia/28/10/2007

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