Dos años después de la publicación de las caricaturas de Mahoma, Dinamarca sigue siendo uno de los objetivos clave del extremismo musulmán. Copenhague se ha visto obligada a multiplicar los esfuerzos dirigidos a terminar con uno de los problemas más críticos que afronta el país: las relaciones entre el Estado y la comunidad musulmana. Algunas señales parecen indicar que el Gobierno de Rasmussen tiene intención de revisar su dura línea de actuación y favorecer una aproximación más abierta a la inmigración. De hecho, la economía danesa, caracterizada por la escasez de fuerza de trabajo (tanto especializada como no especializada), tiene verdadera necesidad de mano de obra inmigrante.
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Lorenzo Kihlgren
Lorenzo Kihlgren
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Nacimiento y desarrollo de la comunidad musulmana danesa
La inmigración y la integración de las minorías son dos problemas de vital importancia para Dinamarca, un país en el que apenas habían entrado inmigrantes hasta la segunda mitad del siglo XX. Entre los países de origen de los primeros flujos migratorios se encontraban Turquía, Pakistán y Marruecos. Pero a partir de 1973, año en el que se decretó el fin de la libre inmigración, los inmigrantes musulmanes en Dinamarca pasaron a ser, principalmente, los refugiados políticos provenientes de Somalia, Bosnia, Irán, Irak o Palestina. Debido al fuerte apego de los inmigrantes musulmanes hacia su tierra, las distintas y numerosas comunidades étnicas se han encontrado siempre fuertemente divididas (al menos hasta que se produjo el escándalo de las viñetas).Dinamarca se ha mostrado siempre muy preocupada por la inserción de inmigrantes y refugiados en la sociedad y en el mercado laboral (muy necesitado de la mano de obra inmigrante). En 1999 se convirtió en el primer país del mundo en introducir una ley sobre la integración, que vino acompañada también de numerosas iniciativas contra la discriminación y a favor del diálogo “a todos los niveles”. Recientemente, por ejemplo, la Cruz Roja danesa ha desarrollado con éxito una iniciativa muy original: la organización de cursos en los que se enseña a los inmigrantes a montar en bicicleta, el medio de transporte preferido de los daneses. Este tipo de iniciativas están teniendo una gran acogida entre los inmigrantes, sobre todo entre las mujeres musulmanas, pues son entendidas como un momento de convivencia, como una posibilidad de salir de la segregación en la que viven la mayoría de ellos y como una oportunidad para practicar la lengua danesa. Sin embargo, a pesar de estos y otros ejemplos de integración, hoy por hoy la situación de los musulmanes en Dinamarca no resulta especialmente reconfortante. Para empezar, cualquier iniciativa que se lleve a cabo a este respecto debe tener en cuenta siempre las dificultades existentes a la hora de cuantificar las dimensiones de esta comunidad, que podría rondar el 3 o el 5% de la población danesa. El propio Gobierno ha tenido que admitir que ignora el número exacto de imanes, de mezquitas, de escuelas musulmanas y de los alumnos que asisten a dichas escuelas en el territorio danés. De cualquier forma, y a pesar de los esfuerzos realizados por los diversos gobiernos para fomentar la integración, el peso económico y político de esta comunidad es muy escaso. En cambio, las altas tasas de delincuencia que se registran entre la comunidad de inmigrantes musulmanes hacen que éstos se encuentren más que representados en el contexto de las cárceles danesas. Esta circunstancia está haciendo crecer el recelo entre la población autóctona y ello a su vez ha provocado un notable fortalecimiento político de los partidos de la derecha nacionalista, contrarios a la inmigración, entre los que se encuentra el Partido Popular Danés.
La inmigración y la integración de las minorías son dos problemas de vital importancia para Dinamarca, un país en el que apenas habían entrado inmigrantes hasta la segunda mitad del siglo XX. Entre los países de origen de los primeros flujos migratorios se encontraban Turquía, Pakistán y Marruecos. Pero a partir de 1973, año en el que se decretó el fin de la libre inmigración, los inmigrantes musulmanes en Dinamarca pasaron a ser, principalmente, los refugiados políticos provenientes de Somalia, Bosnia, Irán, Irak o Palestina. Debido al fuerte apego de los inmigrantes musulmanes hacia su tierra, las distintas y numerosas comunidades étnicas se han encontrado siempre fuertemente divididas (al menos hasta que se produjo el escándalo de las viñetas).Dinamarca se ha mostrado siempre muy preocupada por la inserción de inmigrantes y refugiados en la sociedad y en el mercado laboral (muy necesitado de la mano de obra inmigrante). En 1999 se convirtió en el primer país del mundo en introducir una ley sobre la integración, que vino acompañada también de numerosas iniciativas contra la discriminación y a favor del diálogo “a todos los niveles”. Recientemente, por ejemplo, la Cruz Roja danesa ha desarrollado con éxito una iniciativa muy original: la organización de cursos en los que se enseña a los inmigrantes a montar en bicicleta, el medio de transporte preferido de los daneses. Este tipo de iniciativas están teniendo una gran acogida entre los inmigrantes, sobre todo entre las mujeres musulmanas, pues son entendidas como un momento de convivencia, como una posibilidad de salir de la segregación en la que viven la mayoría de ellos y como una oportunidad para practicar la lengua danesa. Sin embargo, a pesar de estos y otros ejemplos de integración, hoy por hoy la situación de los musulmanes en Dinamarca no resulta especialmente reconfortante. Para empezar, cualquier iniciativa que se lleve a cabo a este respecto debe tener en cuenta siempre las dificultades existentes a la hora de cuantificar las dimensiones de esta comunidad, que podría rondar el 3 o el 5% de la población danesa. El propio Gobierno ha tenido que admitir que ignora el número exacto de imanes, de mezquitas, de escuelas musulmanas y de los alumnos que asisten a dichas escuelas en el territorio danés. De cualquier forma, y a pesar de los esfuerzos realizados por los diversos gobiernos para fomentar la integración, el peso económico y político de esta comunidad es muy escaso. En cambio, las altas tasas de delincuencia que se registran entre la comunidad de inmigrantes musulmanes hacen que éstos se encuentren más que representados en el contexto de las cárceles danesas. Esta circunstancia está haciendo crecer el recelo entre la población autóctona y ello a su vez ha provocado un notable fortalecimiento político de los partidos de la derecha nacionalista, contrarios a la inmigración, entre los que se encuentra el Partido Popular Danés.
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De las viñetas al terrorismo
Desde la publicación de las viñetas, la vida de la comunidad musulmana danesa ha experimentado importantes transformaciones. Desde que se produjeran las injurias contra el mundo musulmán, el problema ha vuelto otra vez a introducirse en el seno de la sociedad danesa. La causa de la rápida difusión de las protestas se encuentra en un dossier de 43 páginas redactado por un grupo de jóvenes musulmanes daneses entre los que se encuentra el imán Ahmed Akkari. Akkari, que ha sido invitado a realizar unas charlas en una serie de centros de estudio de los países árabes (como la Universidad Al-Azhar de El Cairo), insiste en difundir una visión de la sociedad danesa como discriminadora e islamofóbica. La actitud del joven Imán ha exacerbado los ánimos tanto en el exterior como en el interior de Dinamarca, donde las acusaciones y las protestas por la discriminación en el trabajo y por la insuficiente integración se han multiplicado rápidamente, sobre todo entre los jóvenes.La firmeza del Presidente Rasmussen a la hora de reafirmar la libertad de expresión, unido ello al intento fallido de minimizar el suceso y de mantener al margen al Gobierno, no consiguieron más que agudizar la crisis. Además el extremismo islámico encontró fácilmente otro motivo de protesta en la participación de efectivos daneses en las iniciativas militares estadounidenses llevadas a cabo en Irak (y ello a pesar de que en junio, el contingente de 460 soldados fue sustituido por una pequeña escuadra de aviación) y en Afganistán. En este contexto, la condena a las viñetas realizada por el Presidente el uno de enero de 2006 llegó demasiado tarde para poder tener un efecto real. Además, la evidente amistad que une a Dinamarca con Estados Unidos (que son de hecho los que han dotado al país de los instrumentos necesarios para localizar a los terroristas) empeora todavía la posición danesa a los ojos de los integristas musulmanes. De esta forma, este pequeño país de tan sólo 5 millones y medio de habitantes, ha alcanzado una importancia simbólica, especialmente para aquellos defensores de un “enfrentamiento entre civilizaciones”. Prueba de ello es, por ejemplo, la operación llevada a cabo recientemente por los servicios secretos daneses que ha llevado al arresto de 8 militantes islámicos ligados a Al-Qaeda, acusados de planificar una masacre con explosivos. Aunque algunos de los altos cargos de la inteligencia danesa hayan rechazado la teoría de que la causa principal de esta espiral de terrorismo se encuentra en las caricaturas, hay numerosos expertos que están firmemente convencidos de ello.
De las viñetas al terrorismo
Desde la publicación de las viñetas, la vida de la comunidad musulmana danesa ha experimentado importantes transformaciones. Desde que se produjeran las injurias contra el mundo musulmán, el problema ha vuelto otra vez a introducirse en el seno de la sociedad danesa. La causa de la rápida difusión de las protestas se encuentra en un dossier de 43 páginas redactado por un grupo de jóvenes musulmanes daneses entre los que se encuentra el imán Ahmed Akkari. Akkari, que ha sido invitado a realizar unas charlas en una serie de centros de estudio de los países árabes (como la Universidad Al-Azhar de El Cairo), insiste en difundir una visión de la sociedad danesa como discriminadora e islamofóbica. La actitud del joven Imán ha exacerbado los ánimos tanto en el exterior como en el interior de Dinamarca, donde las acusaciones y las protestas por la discriminación en el trabajo y por la insuficiente integración se han multiplicado rápidamente, sobre todo entre los jóvenes.La firmeza del Presidente Rasmussen a la hora de reafirmar la libertad de expresión, unido ello al intento fallido de minimizar el suceso y de mantener al margen al Gobierno, no consiguieron más que agudizar la crisis. Además el extremismo islámico encontró fácilmente otro motivo de protesta en la participación de efectivos daneses en las iniciativas militares estadounidenses llevadas a cabo en Irak (y ello a pesar de que en junio, el contingente de 460 soldados fue sustituido por una pequeña escuadra de aviación) y en Afganistán. En este contexto, la condena a las viñetas realizada por el Presidente el uno de enero de 2006 llegó demasiado tarde para poder tener un efecto real. Además, la evidente amistad que une a Dinamarca con Estados Unidos (que son de hecho los que han dotado al país de los instrumentos necesarios para localizar a los terroristas) empeora todavía la posición danesa a los ojos de los integristas musulmanes. De esta forma, este pequeño país de tan sólo 5 millones y medio de habitantes, ha alcanzado una importancia simbólica, especialmente para aquellos defensores de un “enfrentamiento entre civilizaciones”. Prueba de ello es, por ejemplo, la operación llevada a cabo recientemente por los servicios secretos daneses que ha llevado al arresto de 8 militantes islámicos ligados a Al-Qaeda, acusados de planificar una masacre con explosivos. Aunque algunos de los altos cargos de la inteligencia danesa hayan rechazado la teoría de que la causa principal de esta espiral de terrorismo se encuentra en las caricaturas, hay numerosos expertos que están firmemente convencidos de ello.
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La iniciativas del Gobierno
Después de la crisis de las caricaturas, la línea de actuación elegida por la Administración Rasmussen fue la de defender a toda costa los valores fundamentales de la democracia danesa. Sin embargo, las alarmantes noticias que hacen referencia a la extensión del terrorismo en Dinamarca han llevado al Gobierno a desarrollar una estrategia alternativa a la hora de gestionar las relaciones con la comunidad musulmana. El objetivo principal de los esfuerzos realizados por el Ministro de Integración Rikke Hvilshøj es el de conseguir una aproximación “más flexible” a esta comunidad, para de esta forma evitar que las nuevas generaciones se dejen seducir por la retórica violenta y anti-occidental. El Gobierno ha decidido prestar atención especialmente al diálogo intercultural (que ha sido encargado a un grupo de voluntarios que deben entrar en contacto con los inmigrantes) y aquellos experimentos en los que se ha comprobado que la integración es posible. La intención principal de ministro Hvilshøj es demostrar a los jóvenes musulmanes que la cultura danesa y la musulmana pueden coexistir de forma pacífica.Recientemente, el propio Rasmussen ha declarado también su intención de auspiciar una reforma de las leyes sobre inmigración dirigida a facilitar la entrada de trabajadores en Dinamarca, algo de lo que el país tiene una enorme necesidad. Entre las medidas que el Primer Ministro ha señalado para favorecer la inmigración, destaca la de reducir el requisito para conseguir el visado de un salario mínimo de 450 mil a 300 mil coronas danesas (unos 40.000 euros). A la hora de presentar este proyecto, Rasmussen ha procurado subrayar la importancia que dicha apertura tendría para el país, al contribuir al bienestar tanto de los inmigrantes como de la sociedad danesa en general.Como ocurre con todas las políticas migratorias, será necesario esperar todavía algunos meses para valorar los efectos de este cambio de rumbo. En este sentido, la iniciativa danesa podría compararse con la política que viene desarrollando la vecina Suecia, que desde siempre está persiguiendo un concepto de integración sin imposiciones de ningún tipo y basado en la mejora de las condiciones de vida de los inmigrantes.Sin embargo, es necesario señalar el escaso margen de maniobra que posee el Gobierno de Rasmussen a causa de la actual situación política danesa. En la práctica, Rasmussen se encuentra encerrado entre dos fuegos: por una parte, el representado por el Partido Popular Danés, histórico partido de la derecha nacionalista, de cuyo apoyo depende la alianza que se encuentra en el Gobierno y que está empeñado en reducir la inmigración; por otra parte, el representado por la recién nacida Nueva Alianza, un partido de centro presidido por Naser Khader, diputado de origen sirio y fundador del movimiento político “Musulmanes Democráticos”. Los dos objetivos principales de Khader son minar la influencia del Partido Popular Danés en el Gobierno y multiplicar el empeño del país en lograr una integración y una pacífica coexistencia entre el Islam y la democracia. En este contexto, el cambio en la política de integración parece indicar que se producirá en breve tiempo un alejamiento del Gobierno de Rasmussen de la derecha nacionalista.
La iniciativas del Gobierno
Después de la crisis de las caricaturas, la línea de actuación elegida por la Administración Rasmussen fue la de defender a toda costa los valores fundamentales de la democracia danesa. Sin embargo, las alarmantes noticias que hacen referencia a la extensión del terrorismo en Dinamarca han llevado al Gobierno a desarrollar una estrategia alternativa a la hora de gestionar las relaciones con la comunidad musulmana. El objetivo principal de los esfuerzos realizados por el Ministro de Integración Rikke Hvilshøj es el de conseguir una aproximación “más flexible” a esta comunidad, para de esta forma evitar que las nuevas generaciones se dejen seducir por la retórica violenta y anti-occidental. El Gobierno ha decidido prestar atención especialmente al diálogo intercultural (que ha sido encargado a un grupo de voluntarios que deben entrar en contacto con los inmigrantes) y aquellos experimentos en los que se ha comprobado que la integración es posible. La intención principal de ministro Hvilshøj es demostrar a los jóvenes musulmanes que la cultura danesa y la musulmana pueden coexistir de forma pacífica.Recientemente, el propio Rasmussen ha declarado también su intención de auspiciar una reforma de las leyes sobre inmigración dirigida a facilitar la entrada de trabajadores en Dinamarca, algo de lo que el país tiene una enorme necesidad. Entre las medidas que el Primer Ministro ha señalado para favorecer la inmigración, destaca la de reducir el requisito para conseguir el visado de un salario mínimo de 450 mil a 300 mil coronas danesas (unos 40.000 euros). A la hora de presentar este proyecto, Rasmussen ha procurado subrayar la importancia que dicha apertura tendría para el país, al contribuir al bienestar tanto de los inmigrantes como de la sociedad danesa en general.Como ocurre con todas las políticas migratorias, será necesario esperar todavía algunos meses para valorar los efectos de este cambio de rumbo. En este sentido, la iniciativa danesa podría compararse con la política que viene desarrollando la vecina Suecia, que desde siempre está persiguiendo un concepto de integración sin imposiciones de ningún tipo y basado en la mejora de las condiciones de vida de los inmigrantes.Sin embargo, es necesario señalar el escaso margen de maniobra que posee el Gobierno de Rasmussen a causa de la actual situación política danesa. En la práctica, Rasmussen se encuentra encerrado entre dos fuegos: por una parte, el representado por el Partido Popular Danés, histórico partido de la derecha nacionalista, de cuyo apoyo depende la alianza que se encuentra en el Gobierno y que está empeñado en reducir la inmigración; por otra parte, el representado por la recién nacida Nueva Alianza, un partido de centro presidido por Naser Khader, diputado de origen sirio y fundador del movimiento político “Musulmanes Democráticos”. Los dos objetivos principales de Khader son minar la influencia del Partido Popular Danés en el Gobierno y multiplicar el empeño del país en lograr una integración y una pacífica coexistencia entre el Islam y la democracia. En este contexto, el cambio en la política de integración parece indicar que se producirá en breve tiempo un alejamiento del Gobierno de Rasmussen de la derecha nacionalista.
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Conclusiones
Dinamarca está con gran probabilidad atravesando su periodo más crítico desde la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno de Rasmussen, expuesto de forma constante a las presiones anteriormente descritas, está dando desde hace tiempo señales de un lígero cambio de rumbo en la política de integración. El juego político danés, con la colaboración de las asociaciones musulmanas, podría, efectivamente, permitir una aproximación más abierta a dicha comunidad. La atención se centrará por tanto en la sociedad danesa y en las diversas medidas que ésta desarrolle.
Conclusiones
Dinamarca está con gran probabilidad atravesando su periodo más crítico desde la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno de Rasmussen, expuesto de forma constante a las presiones anteriormente descritas, está dando desde hace tiempo señales de un lígero cambio de rumbo en la política de integración. El juego político danés, con la colaboración de las asociaciones musulmanas, podría, efectivamente, permitir una aproximación más abierta a dicha comunidad. La atención se centrará por tanto en la sociedad danesa y en las diversas medidas que ésta desarrolle.
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Equilibri.net - Italy/03/10/2007
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