Entre 1930 y 1983, la estabilidad institucional argentina se vio quebrantada en varias oportunidades. Lo que para algunos ahora es un deber o una obligación, antes era un imposible. Cuando los gobernantes no tenían que pasar por las urnas.
Los golpes militares se convirtieron en una penosa costumbre durante más de medio siglo en la historia política argentina, al haber interrumpido siete gobiernos democráticos entre 1930 y 1976.
En total, gobernaron 29 años en diferentes etapas en las que además se produjeron seis autogolpes.
Esta irrupción de las fuerzas armadas en la política ocasionó que entre 1930 y 1983 se hayan intercalado ocho presidentes democráticos con 13 gobernantes de facto.
El primero en apropiarse del poder fue el general José Evaristo Uriburu quien el 6 de septiembre de 1930 al mando de un grupo de militares conservadores dio un golpe de Estado contra el segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen, a dos años de su nuevo mandato.
Ese proceso se extendió por un año y medio hasta que fueron convocadas elecciones en las que el radicalismo fue proscripto y ganó en las urnas un candidato del oficialismo, Agustín P. Justo.
En 1937, en comicios que fueron denunciados como fraudulentos, se impuso Roberto Ortiz pero la gestión duró hasta 1943, cuando un grupo de militares encabezado por Pedro Ramírez dio un golpe de Estado y se quedó con el poder.
Sin embargo, las internas castrenses no se hicieron esperar y en el primer autogolpe registrado en el país, Ramírez fue desplazado en 1944 por Edelmiro Farrell quien subió a la vicepresidencia al coronel Juan Perón.
El líder del justicialismo ganó las elecciones de 1946 luego del mítico 17 de octubre de 1945 y gobernó por una década, hasta que sus pares, convertidos en antiperonistas furiosos gestaron un cruento golpe de Estado que empezó con un bombardeo a la Plaza deMayo el 16 de junio de 1955.
Sofocado este primer intento, tres meses después, el 16 de septiembre la suerte de Perón estuvo echada y tras el golpe fue designado presidente Eduardo Leonardi, que duró apenas unos meses y fue reemplazado por el general Pedro Aramburu.
Tres años después, los integrantes de las Fuerzas Armadas desempolvaron las urnas, proscribieron al peronismo y permitieron elecciones, aunque siempre manteniendo el control.
El gobierno de Arturo Frondizi (1958/1962) tuvo siempre la presión de los militares, quienes impidieron en 1962 la asunción del peronista Andrés Framini, ganador de las elecciones bonaerense de ese año.
Inmediatamente después derrocaron a Frondizi y ubicaron en su lugar al titular del senador, José María Guido, un dirigente afín a los manejos de las Fuerzas Armadas.
Ese golpe de Estado comandado por los denominados "colorados" -acérrimos antiperonistas- fue enfrentado por otro grupo del Ejército con ideas mas democráticas a quienes se lo conocía como "azules".
Lo que comenzó con un cambio de comunicados y amenazas terminó en una batalla en plena ciudad donde se desplegaron tanques y terminó con la victoria de los "azules".
De esta manera, hubo elecciones en 1963, ganó Illia con el menor caudal de votos de la historia (22 por ciento) y asumió la Jefatura del Ejército el líder de los azules, quienes propiciaban la defensa de la Constitución: Juan Carlos Onganía.
Luego de tres años de advertencias, presiones y desplantes al presidente Illia, el general asestó otro golpe de Estado, el 28 de junio de 1966.
"Las urnas están bien guardadas", dijo Onganía que pretendía quedarse muchos años en el poder impulsando la "Revolución Argentina" que se agotó en menos de tres años, primero con el Córdobazo (1969) y luego con el secuestro y posterior asesinato de Aramburu a manos de Montoneros.
Esto llevó nuevamente a los tanques a la calle y a otro golpe esta vez encabezado por Alejandro Agustín Lanusse, quien no quiso asumir la Presidencia y dejó el cargo a un militar que estaba en Estados Unidos: Roberto Marcelo Levingston.
Este hombre de poco carácter estuvo frente al Ejecutivo menos de un año hasta que enfrentó a su mentor Lanusse, quien en 24 horas lo sacó del poder para colocarse la banda presidencial.
Sin caretas, Lanusse propició el "Gran Acuerdo nacional" y llamó a elecciones para 1973 para las que buscó de todas las maneras de aislar a Juan Perón.
Lo logró a medias, ya que el 25 de mayo de 1973 le entregó los atributos presidenciales a Héctor J. Cámpora quien luego debería renunciar para dar espacio al anciano líder.
El 24 de marzo de 1976 se produjo el último golpe de la historia a un gobierno democrático y fue cuando la Junta Militar encabezada por Jorge Videla derrocó a María Estela Martínez de Perón a nueve meses de las elecciones presidenciales.
Con la dictadura llegó la peor expresión histórica de la represión con desaparición de personas, torturas y asesinatos que también tuvo sus movimientos internos.
Videla se mantuvo hasta 1981 cuando se produjo una sucesión con la llegada al poder de Roberto Viola, quien solo duró nueve meses hasta el golpe que le produjo Leopoldo Galtieri.
Sus aires de grandeza y perpetuidad -otro que habló de urnas bien guardadas- cayeron en desgracia siete meses después tras la Guerra de Malvinas.
Herida de muerte la dictadura puso en su lugar a Reynaldo Bignone, en julio de 1982, quien fue el gobernante de facto a cargo de la transición a la democracia.
Los golpes militares se convirtieron en una penosa costumbre durante más de medio siglo en la historia política argentina, al haber interrumpido siete gobiernos democráticos entre 1930 y 1976.
En total, gobernaron 29 años en diferentes etapas en las que además se produjeron seis autogolpes.
Esta irrupción de las fuerzas armadas en la política ocasionó que entre 1930 y 1983 se hayan intercalado ocho presidentes democráticos con 13 gobernantes de facto.
El primero en apropiarse del poder fue el general José Evaristo Uriburu quien el 6 de septiembre de 1930 al mando de un grupo de militares conservadores dio un golpe de Estado contra el segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen, a dos años de su nuevo mandato.
Ese proceso se extendió por un año y medio hasta que fueron convocadas elecciones en las que el radicalismo fue proscripto y ganó en las urnas un candidato del oficialismo, Agustín P. Justo.
En 1937, en comicios que fueron denunciados como fraudulentos, se impuso Roberto Ortiz pero la gestión duró hasta 1943, cuando un grupo de militares encabezado por Pedro Ramírez dio un golpe de Estado y se quedó con el poder.
Sin embargo, las internas castrenses no se hicieron esperar y en el primer autogolpe registrado en el país, Ramírez fue desplazado en 1944 por Edelmiro Farrell quien subió a la vicepresidencia al coronel Juan Perón.
El líder del justicialismo ganó las elecciones de 1946 luego del mítico 17 de octubre de 1945 y gobernó por una década, hasta que sus pares, convertidos en antiperonistas furiosos gestaron un cruento golpe de Estado que empezó con un bombardeo a la Plaza deMayo el 16 de junio de 1955.
Sofocado este primer intento, tres meses después, el 16 de septiembre la suerte de Perón estuvo echada y tras el golpe fue designado presidente Eduardo Leonardi, que duró apenas unos meses y fue reemplazado por el general Pedro Aramburu.
Tres años después, los integrantes de las Fuerzas Armadas desempolvaron las urnas, proscribieron al peronismo y permitieron elecciones, aunque siempre manteniendo el control.
El gobierno de Arturo Frondizi (1958/1962) tuvo siempre la presión de los militares, quienes impidieron en 1962 la asunción del peronista Andrés Framini, ganador de las elecciones bonaerense de ese año.
Inmediatamente después derrocaron a Frondizi y ubicaron en su lugar al titular del senador, José María Guido, un dirigente afín a los manejos de las Fuerzas Armadas.
Ese golpe de Estado comandado por los denominados "colorados" -acérrimos antiperonistas- fue enfrentado por otro grupo del Ejército con ideas mas democráticas a quienes se lo conocía como "azules".
Lo que comenzó con un cambio de comunicados y amenazas terminó en una batalla en plena ciudad donde se desplegaron tanques y terminó con la victoria de los "azules".
De esta manera, hubo elecciones en 1963, ganó Illia con el menor caudal de votos de la historia (22 por ciento) y asumió la Jefatura del Ejército el líder de los azules, quienes propiciaban la defensa de la Constitución: Juan Carlos Onganía.
Luego de tres años de advertencias, presiones y desplantes al presidente Illia, el general asestó otro golpe de Estado, el 28 de junio de 1966.
"Las urnas están bien guardadas", dijo Onganía que pretendía quedarse muchos años en el poder impulsando la "Revolución Argentina" que se agotó en menos de tres años, primero con el Córdobazo (1969) y luego con el secuestro y posterior asesinato de Aramburu a manos de Montoneros.
Esto llevó nuevamente a los tanques a la calle y a otro golpe esta vez encabezado por Alejandro Agustín Lanusse, quien no quiso asumir la Presidencia y dejó el cargo a un militar que estaba en Estados Unidos: Roberto Marcelo Levingston.
Este hombre de poco carácter estuvo frente al Ejecutivo menos de un año hasta que enfrentó a su mentor Lanusse, quien en 24 horas lo sacó del poder para colocarse la banda presidencial.
Sin caretas, Lanusse propició el "Gran Acuerdo nacional" y llamó a elecciones para 1973 para las que buscó de todas las maneras de aislar a Juan Perón.
Lo logró a medias, ya que el 25 de mayo de 1973 le entregó los atributos presidenciales a Héctor J. Cámpora quien luego debería renunciar para dar espacio al anciano líder.
El 24 de marzo de 1976 se produjo el último golpe de la historia a un gobierno democrático y fue cuando la Junta Militar encabezada por Jorge Videla derrocó a María Estela Martínez de Perón a nueve meses de las elecciones presidenciales.
Con la dictadura llegó la peor expresión histórica de la represión con desaparición de personas, torturas y asesinatos que también tuvo sus movimientos internos.
Videla se mantuvo hasta 1981 cuando se produjo una sucesión con la llegada al poder de Roberto Viola, quien solo duró nueve meses hasta el golpe que le produjo Leopoldo Galtieri.
Sus aires de grandeza y perpetuidad -otro que habló de urnas bien guardadas- cayeron en desgracia siete meses después tras la Guerra de Malvinas.
Herida de muerte la dictadura puso en su lugar a Reynaldo Bignone, en julio de 1982, quien fue el gobernante de facto a cargo de la transición a la democracia.
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Canal 26 - Argentina/16/10/2007
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