Las relaciones comerciales entre Israel y el África sub-sahariana representan hoy solamente una mínima parte de los intercambios entre el estado judío y el resto del mundo (cerca de un 1%). Tras un largo periodo de estancamiento debido a la interrupción de las relaciones diplomáticas entre los años 70 y 80, los intercambios comerciales se han incrementado y aún parecen poder mejorar gracias a la fuerte competitividad de la industria israelí de altas tecnologías y a la posibilidad de alcanzar acuerdos con los países africanos en diversos ámbitos. Al menos eso parece indicar la evolución reciente de los intercambios comerciales con Sudáfrica, Etiopía y Nigeria.
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La relación entre Israel y los estados africanos ha atravesado diferentes fases y se ha visto afectada de forma singular por la situación internacional, sobre todo por la evolución del conflicto árabe-israelí. La primera fase de dicha relación, inmediatamente posterior al nacimiento de los estados africanos (proceso que concluyó en su mayor parte a mediados de los años 60), fue fundamentalmente positiva, no sólo porque ambos se encontraban inmersos en una lucha similar por la independencia, sino también por la necesidad de los jóvenes estados africanos de recibir asistencia a la hora de comenzar a organizar la maquinaria estatal. Sin embargo, la guerra del Yom Kippur trastocó completamente este panorama. A causa de la presión ejercida por los Estados árabes productores de petróleo, los países africanos se vieron obligados a interrumpir las relaciones con el Estado de Israel para no sufrir las consecuencias de una sanción demasiado onerosa que repercutiría sobre el precio de adquisición del combustible fósil. En estos años, sólo tres estados africanos de importancia secundaria, Malawi, Lesoto y Swazilandia, decidieron mantener relaciones oficiales con Israel. Al mismo tiempo, comenzaron también a adquirir importancia las relaciones con la Sudáfrica del Apartheid. A pesar de todo, ya fuese por no estropear las relaciones con Estados Unidos o para garantizar las propias necesidades armamentísticas (fundamentales para que muchos dictadores africanos pudieran conservar el poder en un contexto de fuerte inestabilidad política), en la práctica muchos estados africanos mantuvieron relaciones informales con Israel. En cualquier caso, fue sólo en 1993, con la firma de los acuerdos de Oslo, cuando las relaciones diplomáticas comenzaron a recobrar la normalidad dando paso a la fase actual de relaciones comerciales entre ambas partes.
La relación entre Israel y los estados africanos ha atravesado diferentes fases y se ha visto afectada de forma singular por la situación internacional, sobre todo por la evolución del conflicto árabe-israelí. La primera fase de dicha relación, inmediatamente posterior al nacimiento de los estados africanos (proceso que concluyó en su mayor parte a mediados de los años 60), fue fundamentalmente positiva, no sólo porque ambos se encontraban inmersos en una lucha similar por la independencia, sino también por la necesidad de los jóvenes estados africanos de recibir asistencia a la hora de comenzar a organizar la maquinaria estatal. Sin embargo, la guerra del Yom Kippur trastocó completamente este panorama. A causa de la presión ejercida por los Estados árabes productores de petróleo, los países africanos se vieron obligados a interrumpir las relaciones con el Estado de Israel para no sufrir las consecuencias de una sanción demasiado onerosa que repercutiría sobre el precio de adquisición del combustible fósil. En estos años, sólo tres estados africanos de importancia secundaria, Malawi, Lesoto y Swazilandia, decidieron mantener relaciones oficiales con Israel. Al mismo tiempo, comenzaron también a adquirir importancia las relaciones con la Sudáfrica del Apartheid. A pesar de todo, ya fuese por no estropear las relaciones con Estados Unidos o para garantizar las propias necesidades armamentísticas (fundamentales para que muchos dictadores africanos pudieran conservar el poder en un contexto de fuerte inestabilidad política), en la práctica muchos estados africanos mantuvieron relaciones informales con Israel. En cualquier caso, fue sólo en 1993, con la firma de los acuerdos de Oslo, cuando las relaciones diplomáticas comenzaron a recobrar la normalidad dando paso a la fase actual de relaciones comerciales entre ambas partes.
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En respuesta al aislamiento posterior a 1973, Israel cambió su política en relación a Sudáfrica. Desde el comienzo Israel se había mostrado contraria al régimen de segregación, tratando de esta forma de ganarse la simpatía de la población africana. Pero tras la guerra del Yom Kippur, a medida que fue conformándose el nuevo contexto internacional, el estado judío se dio cuenta de hasta qué punto le interesaba reforzar las relaciones políticas y económicas con el país. De esta forma Sudáfrica se convirtió en su principal socio comercial en el continente africano. Hoy por hoy las exportaciones hacia Sudáfrica representan cerca del 40% del total de las exportaciones que Israel realiza en todo el continente, mientras que el porcentaje de las importaciones sudafricanas se eleva a un 60%. La tendencia al alza en los intercambios se ha mantenido siempre constante. Las cifras hablan por sí solas: durante toda la década de los 60 los intercambios entre ambos países movieron 10 millones de dólares, mientras que sólo en el año 2006 la cifra asciende a cerca de 500 millones, presentando un crecimiento de más del 15% respecto al 2005. Los principales artículos que importa Israel son los diamantes en bruto, que elabora y exporta al resto del mundo. También la compra de carbón, esencial para la producción de energía, tiene gran importancia, alcanzando la cifra de 45 millones de dólares. Las exportaciones, en cambio, están conformadas fundamentalmente por máquinas y productos eléctricos (cerca de 100 millones de dólares), perlas y metales preciosos (unos 70 millones de dólares) y productos químicos (unos 50 millones). De gran importancia es también la colaboración en materia de recursos hídricos: gracias a la tecnología de la empresa judía Netafim, el país africano ha podido desarrollar para algunas de sus regiones más áridas un proyecto de aprovechamiento del agua a bajo coste. Los datos de 2006 indican también una notable restricción de las importaciones israelíes, que han descendido un 30% respecto a las registradas en 2005, especialmente las de los bienes no clasificados y las manufacturas.Sudáfrica ha experimentado un importante desarrollo en el campo de las telecomunicaciones gracias a los acuerdos alcanzados entre las empresas israelíes y locales para el aprovisionamiento de productos de alta tecnología para los teléfonos móviles. La visita del primer ministro Olmert a Johannesburgo en el año 2004 tuvo una gran importancia desde el punto de vista de las relaciones comerciales ya que permitió que se alcanzase un acuerdo que pusiera fin al doble gravamen que pesaba sobre las empresas israelíes. Este acuerdo enlaza con otro ya existente que se ocupaba de la recíproca protección de los impuestos.
En respuesta al aislamiento posterior a 1973, Israel cambió su política en relación a Sudáfrica. Desde el comienzo Israel se había mostrado contraria al régimen de segregación, tratando de esta forma de ganarse la simpatía de la población africana. Pero tras la guerra del Yom Kippur, a medida que fue conformándose el nuevo contexto internacional, el estado judío se dio cuenta de hasta qué punto le interesaba reforzar las relaciones políticas y económicas con el país. De esta forma Sudáfrica se convirtió en su principal socio comercial en el continente africano. Hoy por hoy las exportaciones hacia Sudáfrica representan cerca del 40% del total de las exportaciones que Israel realiza en todo el continente, mientras que el porcentaje de las importaciones sudafricanas se eleva a un 60%. La tendencia al alza en los intercambios se ha mantenido siempre constante. Las cifras hablan por sí solas: durante toda la década de los 60 los intercambios entre ambos países movieron 10 millones de dólares, mientras que sólo en el año 2006 la cifra asciende a cerca de 500 millones, presentando un crecimiento de más del 15% respecto al 2005. Los principales artículos que importa Israel son los diamantes en bruto, que elabora y exporta al resto del mundo. También la compra de carbón, esencial para la producción de energía, tiene gran importancia, alcanzando la cifra de 45 millones de dólares. Las exportaciones, en cambio, están conformadas fundamentalmente por máquinas y productos eléctricos (cerca de 100 millones de dólares), perlas y metales preciosos (unos 70 millones de dólares) y productos químicos (unos 50 millones). De gran importancia es también la colaboración en materia de recursos hídricos: gracias a la tecnología de la empresa judía Netafim, el país africano ha podido desarrollar para algunas de sus regiones más áridas un proyecto de aprovechamiento del agua a bajo coste. Los datos de 2006 indican también una notable restricción de las importaciones israelíes, que han descendido un 30% respecto a las registradas en 2005, especialmente las de los bienes no clasificados y las manufacturas.Sudáfrica ha experimentado un importante desarrollo en el campo de las telecomunicaciones gracias a los acuerdos alcanzados entre las empresas israelíes y locales para el aprovisionamiento de productos de alta tecnología para los teléfonos móviles. La visita del primer ministro Olmert a Johannesburgo en el año 2004 tuvo una gran importancia desde el punto de vista de las relaciones comerciales ya que permitió que se alcanzase un acuerdo que pusiera fin al doble gravamen que pesaba sobre las empresas israelíes. Este acuerdo enlaza con otro ya existente que se ocupaba de la recíproca protección de los impuestos.
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Los motivos por los que Etiopía e Israel mantienen hoy buenas relaciones son muy distintos. Etiopía, al igual que Israel, sufre las consecuencias de ser el único país en una área de mayoría musulmana. Por ello ambos países están tratando de potenciar el mismo tipo de política en referencia al problema del terrorismo internacional de matriz islámica, así como en materia de tráfico comercial en el Mar Rojo. Esta visión común se ha visto reforzada por la presencia de ciudadanos de fe judía en Etiopía, muchos de los cuales se transfirieron a Israel en el curso de los años 80. La presencia de esta comunidad denominada Falasha ha sido utilizada con frecuencia por el gobierno etíope como moneda de cambio para obtener de Israel una mayor cantidad de armas durante el conflicto con Eritrea. La presencia de falashas en Israel representa, por su parte, una buena oportunidad para mejorar los intercambios comerciales con Etiopía. De hecho, buena parte de las exportaciones etíopes, especialmente las de productos alimentarios, son absorbidas por la que antes fuera una de sus comunidades nacionales.Durante mucho tiempo las importaciones a Israel han presentado niveles extremadamente bajos, valorándose tan sólo en unos 2 millones de dólares anuales. Pero después de 1989 y de que se recuperasen las normales relaciones diplomáticas, comenzó a experimentarse un lento crecimiento de las importaciones, hasta alcanzar en 2006 una cifra de unos 22 millones. De esta forma Etiopía se convirtió en el segundo socio comercial africano de Israel en cuanto a cantidad de importaciones. Estas importaciones están conformadas principalmente por productos alimenticios como el café, el sésamo o las especias. En cambio las exportaciones, que hasta 1990 habían superado con mucho a las importaciones, descendieron durante toda la década de los 90, para después volver a colocarse nuevamente por encima de las importaciones, hasta alcanzar la cota de 41 millones de dólares en 2005. Los principales productos de las exportaciones son los fertilizantes (40% del total), las máquinas (25%) y los metales preciosos (10%). Otros elementos interesantes para entender las relaciones económicas entre ambos países son el turismo israelí en Etiopía (se calcula que unos 3.000 turistas israelíes visitan el país cada año) y el nacimiento de los acuerdos tipo Joint Venture (alianza estratégica comercial de inversión conjunta a largo plazo, NdT.) entre las empresas etíopes e israelíes en el campo del denominado bio-diésel. En este sentido, en el año 2005 se puso en marcha un programa a largo plazo entre el gobierno etíope y el israelí que en el próximo decenio debería producir una importante ampliación del sector del bio-diésel. Finalmente, es importante señalar la colaboración existente entre ambos países en el ámbito de la industria sanitaria y la lucha contra el SIDA, que ha incluido el envío a Etiopía de técnicos especializados y expertos israelíes.
Los motivos por los que Etiopía e Israel mantienen hoy buenas relaciones son muy distintos. Etiopía, al igual que Israel, sufre las consecuencias de ser el único país en una área de mayoría musulmana. Por ello ambos países están tratando de potenciar el mismo tipo de política en referencia al problema del terrorismo internacional de matriz islámica, así como en materia de tráfico comercial en el Mar Rojo. Esta visión común se ha visto reforzada por la presencia de ciudadanos de fe judía en Etiopía, muchos de los cuales se transfirieron a Israel en el curso de los años 80. La presencia de esta comunidad denominada Falasha ha sido utilizada con frecuencia por el gobierno etíope como moneda de cambio para obtener de Israel una mayor cantidad de armas durante el conflicto con Eritrea. La presencia de falashas en Israel representa, por su parte, una buena oportunidad para mejorar los intercambios comerciales con Etiopía. De hecho, buena parte de las exportaciones etíopes, especialmente las de productos alimentarios, son absorbidas por la que antes fuera una de sus comunidades nacionales.Durante mucho tiempo las importaciones a Israel han presentado niveles extremadamente bajos, valorándose tan sólo en unos 2 millones de dólares anuales. Pero después de 1989 y de que se recuperasen las normales relaciones diplomáticas, comenzó a experimentarse un lento crecimiento de las importaciones, hasta alcanzar en 2006 una cifra de unos 22 millones. De esta forma Etiopía se convirtió en el segundo socio comercial africano de Israel en cuanto a cantidad de importaciones. Estas importaciones están conformadas principalmente por productos alimenticios como el café, el sésamo o las especias. En cambio las exportaciones, que hasta 1990 habían superado con mucho a las importaciones, descendieron durante toda la década de los 90, para después volver a colocarse nuevamente por encima de las importaciones, hasta alcanzar la cota de 41 millones de dólares en 2005. Los principales productos de las exportaciones son los fertilizantes (40% del total), las máquinas (25%) y los metales preciosos (10%). Otros elementos interesantes para entender las relaciones económicas entre ambos países son el turismo israelí en Etiopía (se calcula que unos 3.000 turistas israelíes visitan el país cada año) y el nacimiento de los acuerdos tipo Joint Venture (alianza estratégica comercial de inversión conjunta a largo plazo, NdT.) entre las empresas etíopes e israelíes en el campo del denominado bio-diésel. En este sentido, en el año 2005 se puso en marcha un programa a largo plazo entre el gobierno etíope y el israelí que en el próximo decenio debería producir una importante ampliación del sector del bio-diésel. Finalmente, es importante señalar la colaboración existente entre ambos países en el ámbito de la industria sanitaria y la lucha contra el SIDA, que ha incluido el envío a Etiopía de técnicos especializados y expertos israelíes.
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Las relaciones con Nigeria son más representativas de lo que constituye la norma de las relaciones entre Israel y los países africanos. Al no haber ninguna comunidad judía en el país, las relaciones han dependido únicamente de la necesidad de intercambios económicos. Las relaciones entre ambos países comenzaron a complicarse después de 1973 y sólo muy lentamente han comenzado a normalizarse, entre otras cosas a causa del apoyo israelí a la causa secesionista de Biafra. En la práctica, sin embargo, durante los años 70 y 80 Israel no dejó de suministrar soporte militar al estado nigeriano, gracias sobre todo a la actuación de algunos enviados informales tales como empresarios emprendedores o agentes de la Inteligencia. Hubo de esperar a octubre de 1992 para que se recuperasen las relaciones diplomáticas normales. También la evolución de los intercambios comerciales son una muestra de la difícil relación mantenida por ambos países. Las importaciones en Israel son prácticamente nulas a causa de la falta de acuerdos comerciales con un país cuya actividad económica se sustenta casi de forma exclusiva en la producción y la exportación de petróleo, algo que Israel tiende a poner en segundo plano frente a fuentes alternativas de energía tales como el uranio y el carbón. Desde los 200.000 dólares en importaciones comerciales que se gastaron en 1960, en el año 2005 tan sólo se ha alcanzado la cifra de 1 millón. Sin embargo, la perspectiva cambia completamente si se atiende a las exportaciones israelíes realizadas en el país. En los años 70 se alcanzó la cifra de 40 millones de dólares, un valor que solamente se recuperó en el curso de los años 2002 y 2003, después de 30 años de numerosos altibajos. De esta forma, Nigeria se convirtió en el segundo socio comercial en materia de exportaciones de todo el continente africano, sólo un puesto por detrás de Sudáfrica. Los principales productos de exportación son los fertilizantes, necesarios para la agricultura local que aún no es autosuficiente, y los productos de alta tecnología, desde las telecomunicaciones a los productos de construcción necesarios para el desarrollo del país. En otros sectores se han alcanzado recientemente algunos acuerdos importantes, por ejemplo, el llevado a cabo por la agencia espacial nigeriana para que algunos de sus técnicos sean instruidos en el estado judío. Este tipo de acuerdos han sido posibles gracias al empeño puesto por ambos países en el curso del 2006 para poner en marcha consultas bilaterales periódicas sobre los problemas en común.
Las relaciones con Nigeria son más representativas de lo que constituye la norma de las relaciones entre Israel y los países africanos. Al no haber ninguna comunidad judía en el país, las relaciones han dependido únicamente de la necesidad de intercambios económicos. Las relaciones entre ambos países comenzaron a complicarse después de 1973 y sólo muy lentamente han comenzado a normalizarse, entre otras cosas a causa del apoyo israelí a la causa secesionista de Biafra. En la práctica, sin embargo, durante los años 70 y 80 Israel no dejó de suministrar soporte militar al estado nigeriano, gracias sobre todo a la actuación de algunos enviados informales tales como empresarios emprendedores o agentes de la Inteligencia. Hubo de esperar a octubre de 1992 para que se recuperasen las relaciones diplomáticas normales. También la evolución de los intercambios comerciales son una muestra de la difícil relación mantenida por ambos países. Las importaciones en Israel son prácticamente nulas a causa de la falta de acuerdos comerciales con un país cuya actividad económica se sustenta casi de forma exclusiva en la producción y la exportación de petróleo, algo que Israel tiende a poner en segundo plano frente a fuentes alternativas de energía tales como el uranio y el carbón. Desde los 200.000 dólares en importaciones comerciales que se gastaron en 1960, en el año 2005 tan sólo se ha alcanzado la cifra de 1 millón. Sin embargo, la perspectiva cambia completamente si se atiende a las exportaciones israelíes realizadas en el país. En los años 70 se alcanzó la cifra de 40 millones de dólares, un valor que solamente se recuperó en el curso de los años 2002 y 2003, después de 30 años de numerosos altibajos. De esta forma, Nigeria se convirtió en el segundo socio comercial en materia de exportaciones de todo el continente africano, sólo un puesto por detrás de Sudáfrica. Los principales productos de exportación son los fertilizantes, necesarios para la agricultura local que aún no es autosuficiente, y los productos de alta tecnología, desde las telecomunicaciones a los productos de construcción necesarios para el desarrollo del país. En otros sectores se han alcanzado recientemente algunos acuerdos importantes, por ejemplo, el llevado a cabo por la agencia espacial nigeriana para que algunos de sus técnicos sean instruidos en el estado judío. Este tipo de acuerdos han sido posibles gracias al empeño puesto por ambos países en el curso del 2006 para poner en marcha consultas bilaterales periódicas sobre los problemas en común.
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En los últimos años, la ampliación de las relaciones comerciales entre Israel y algunos países del África subsahariana parece llevar a un crecimiento moderado de las relaciones comerciales entre las dos partes. Destaca especialmente la disposición recíproca mostrada por Israel y Sudáfrica para suprimir la doble tributación sobre las empresas. Esto es una clara muestra de la forma en que, en poco tiempo, un país secundario en materia comercial puede llegar a influir y a producir alteraciones en la estructura económica de otro país. En este sentido, la conferencia de paz de Oriente Medio programada para el próximo mes podría llegar a producir importantes transformaciones en el cuadro de las relaciones diplomáticas: muchos países africanos, por ejemplo Nigeria, podrían querer profundizar las relaciones con Israel como medio de acceder a su competitiva industria de altas tecnologías, indispensable para que tengan lugar mejoras en la productividad de su agricultura y para desarrollar el sector de las comunicaciones. En cambio, si se agudizasen las tensiones del conflicto árabe-israelí, muchos países africanos podrían verse disuadidos de suscribir nuevos acuerdos que resintieran las buenas relaciones con los países árabes productores de petróleo. En tal caso, las relaciones comerciales de Israel con los países africanos podrían recuperar la inestabilidad de antaño y comenzaría a desarrollarse una política más pragmática respecto a África, reapareciendo la posibilidad de un incremento de las ayudas militares y de un apoyo a las luchas secesionistas y de poder de algunas de las comunidades, sobre todo de las no islámicas pues son ellas las que secundan con mayor vehemencia el aumento de las relaciones comerciales y de las relaciones diplomáticas seguras y fiables, que no corran el peligro de torcerse en el futuro inmediato.
En los últimos años, la ampliación de las relaciones comerciales entre Israel y algunos países del África subsahariana parece llevar a un crecimiento moderado de las relaciones comerciales entre las dos partes. Destaca especialmente la disposición recíproca mostrada por Israel y Sudáfrica para suprimir la doble tributación sobre las empresas. Esto es una clara muestra de la forma en que, en poco tiempo, un país secundario en materia comercial puede llegar a influir y a producir alteraciones en la estructura económica de otro país. En este sentido, la conferencia de paz de Oriente Medio programada para el próximo mes podría llegar a producir importantes transformaciones en el cuadro de las relaciones diplomáticas: muchos países africanos, por ejemplo Nigeria, podrían querer profundizar las relaciones con Israel como medio de acceder a su competitiva industria de altas tecnologías, indispensable para que tengan lugar mejoras en la productividad de su agricultura y para desarrollar el sector de las comunicaciones. En cambio, si se agudizasen las tensiones del conflicto árabe-israelí, muchos países africanos podrían verse disuadidos de suscribir nuevos acuerdos que resintieran las buenas relaciones con los países árabes productores de petróleo. En tal caso, las relaciones comerciales de Israel con los países africanos podrían recuperar la inestabilidad de antaño y comenzaría a desarrollarse una política más pragmática respecto a África, reapareciendo la posibilidad de un incremento de las ayudas militares y de un apoyo a las luchas secesionistas y de poder de algunas de las comunidades, sobre todo de las no islámicas pues son ellas las que secundan con mayor vehemencia el aumento de las relaciones comerciales y de las relaciones diplomáticas seguras y fiables, que no corran el peligro de torcerse en el futuro inmediato.
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A pesar de las óptimas posibilidades de negocio, Israel mantienen aún un acercamiento gradual y prudente en las relaciones comerciales con África. Tras el entusiasmo de los años 60, sus relaciones con el continente han cambiado radicalmente. La expansión del comercio internacional del país se ha dirigido en el último decenio hacia otros mercados, y parece que no va a cambiar de manera radical en los próximos años, dada la imposibilidad de prever el desarrollo del conflicto árabe-israelí. Más allá de algunas relaciones político estratégicas vinculadas a la necesidad de limitar la expansión del radicalismo islámico y a su limitada necesidad de las materias primas del continente con respecto a Sudáfrica, es posible que a lo largo de los próximos años el mercado comercial africano se mantenga inferior con respecto al europeo o americano, que garantiza mayor seguridad y fiabilidad en virtud de las necesidades de Israel en cuanto a la seguridad y al aprovisionamiento.
A pesar de las óptimas posibilidades de negocio, Israel mantienen aún un acercamiento gradual y prudente en las relaciones comerciales con África. Tras el entusiasmo de los años 60, sus relaciones con el continente han cambiado radicalmente. La expansión del comercio internacional del país se ha dirigido en el último decenio hacia otros mercados, y parece que no va a cambiar de manera radical en los próximos años, dada la imposibilidad de prever el desarrollo del conflicto árabe-israelí. Más allá de algunas relaciones político estratégicas vinculadas a la necesidad de limitar la expansión del radicalismo islámico y a su limitada necesidad de las materias primas del continente con respecto a Sudáfrica, es posible que a lo largo de los próximos años el mercado comercial africano se mantenga inferior con respecto al europeo o americano, que garantiza mayor seguridad y fiabilidad en virtud de las necesidades de Israel en cuanto a la seguridad y al aprovisionamiento.
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Traducido por Paula Martos
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Equilibri.net - Italy/22/10/2007
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