26/10/07

¿Más excesos imperiales?






La gira de Condoleza Rice por el Medio Oriente no logró losresultados que pensaban en la Casa Blanca, donde, en tanto, a Bush se le soltó una febril conjetura
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POR ELSA CLARO
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Como una amenaza sin mucho maquillaje fueron tomadas las recientes expresiones de George W. Bush referidas al posible estallido de una tercera guerra mundial si se permitía a Irán obtener "el conocimiento" para desarrollar armas nucleares.
Se ha repetido tanto desde Washington que ese país pretende crear arsenales atómicos que es probable a estas alturas que ellos mismos se hayan creído sus propios embustes. No sería la única ni la primera oportunidad.
Algunos hablan todavía de armas de destrucción masiva en Iraq, luego de cuatro años de ocupación y ya probado que tanto la administración norteamericana como la de Londres de Blair mintieron ex profeso para justificar la guerra. Tanto fue así que la conjura de estos dos con el entonces presidente del gobierno español, José María Aznar, fue, o es, más íntima y anterior al momento en que él se les sumara en las Azores, para obligar a Europa a aceptar las decisiones de dos de sus miembros que estaban respaldando a EE.UU. en actos ofensivos gestados fuera del ámbito de la ONU y a espaldas incluso de la UE.
Es posible que tales antecedentes influyeran en el ánimo de Vladimir Putin cuando dijo en Teherán que el pretendido estadounidense de crear un mundo unipolar es irrealizable y así lo demuestran las aventuras emprendidas en Afganistán e Iraq, escenarios no precisamente victoriosos y en los cuales hay de todo menos orden, gratitud ciudadana o posibilidades de buen futuro.
Las declaraciones del Presidente ruso tuvieron lugar en la capital del país persa, donde asistió a un encuentro con los jefes de estado de las naciones ribereñas del Mar Caspio, una de las reservas de petróleo de mayor potencialidad existentes hoy; zona que busca consenso sobre los límites que a cada cual pertenecen y donde comienzan a percatarse de que no será con la fragmentación propiciada por las trasnacionales extranjeras que alcancen el mejor provecho de ese bien natural.
Este encuentro de Rusia, Irán, Kazajistán, Azerbaiyán y Turkmenistán, se considera de la mayor importancia pues en el documento final que firmaron se plantean elementos como que "sus Fuerzas Armadas no tienen el objetivo de agredir a otros países de la zona del Caspio" y enfatiza que en ninguna circunstancia se permitirá el empleo de cualquiera de esos territorios como plataforma de agresión o actos punitivos contra terceros estados.
Ese último aludido se basa en los supuestos publicados por distintos observadores según los cuales Azerbaiyán, cuyos dirigentes tienen buenas relaciones con Estados Unidos y compromisos económicos con varias de sus empresas petroleras, pudiera servir de base a una futura agresión contra Irán. Sería la idea favorita del vicepresidente Richard Cheney, aseguran varias fuentes, y es una entre varias especulaciones al respecto.
Otras aseguran, por ejemplo, que sería Israel quien acometería ese posible ataque o tendría a su cargo gestar provocaciones que desaten un problema y la "justificada" intrusión militar estadounidense. La guerra contra Líbano y las recientes incursiones aéreas de Tel Aviv contra instalaciones sirias, se toman como ensayos sionistas enfilados hacia ese otro objetivo contra los iraníes, siempre según varias de las muchas tesis alimentadas por la ofensiva verbal anti-irania de la administración Bush, que acaba de llegar al extremo de evocar un enfrentamiento de dimensiones mundiales sin explicar por qué, cómo estallaría, ni quienes estarían involucrados, pese a la trascendencia que le da.
Durante su visita a Teherán, Putin dijo que por grande y poderosa que sea una potencia, no "podrá resolver los problemas mundiales por sí sola porque no le alcanzarán los recursos financieros, económicos, materiales ni políticos". En referencia a la perspectiva de ataques contra los iraníes, el mandatario también dijo que sería un grave error. Antes que ello, lo que debería hacer EE.UU. es retirarse de Iraq lo antes posible, pues en tanto no lo haga el gobierno de Bagdad no va a desarrollar capacidades propias.
Las expresiones de Putin durante esta visita y en posteriores encuentros dentro de Rusia, están en línea con lo que viene notificando desde enero último, cuando en la Conferencia Internacional de Seguridad, realizada en Munich, planteó con fuerza y coherencia lo inadmisible de una política exclusivista y egocéntrica en el mundo contemporáneo, dado el carácter de las amenazas que le aquejan.
Esas ideas se las repitió a Condolezza Rice y Robert Gates, hace apenas semanas, cuando la secretaria de estado y el ministro de la guerra norteamericanos visitaron Moscú para tratar el tema del escudo antimisiles, dejando a sus anfitriones descontentos ante la ausencia de iniciativas aceptables.
Las acciones por cuenta propia emprendidas por Bush, incitan a ver con suspicacia el sesgo malicioso que le ha dado la Casa Blanca al programa nuclear pacífico iraní, en el cual involucran, con sus conceptos tremendistas, a los europeos (recordar que el canciller francés dijo hace poco que lo irremediable había que aceptarlo).
Los sucesos anteriores y recientes se constituyen en parte de las bases para que el mandatario ruso también se refiriera a la urgencia de elevar el protagonismo y la magnitud de las Naciones Unidas para, al mismo tiempo, honrar el Derecho Internacional que hace rato está siendo subestimado, se desconoce e irrespeta.
Los cinco dignatarios reunidos en Teherán dejaron constancia de que aprueban el programa nuclear iraní de desarrollo civil y el derecho de cualquier otro país para hacer lo mismo, siempre que se atenga a los pactos que regulan este tipo de empresa, como lo está haciendo Irán. Por eso, quizás, Vladimir Putin, también aludió a la necesidad de no olvidar la importancia que tiene el respeto estricto a la soberanía nacional y a que debe mejorar el empeño por encontrar acuerdos en lugar de ir hacia confrontaciones.
Algunos comentarios suspicaces aventuraron que Rusia podía abandonar su colaboración con Irán en materia nuclear, debido a las fuertes presiones que le ha hecho la administración norteamericana, pero en el marco del cónclave se supo que, al contrario, Moscú piensa concluir la sureña central atómica de Busher.
Esta importante cita y sus nada despreciables resultados, es posible que no sirvan de freno a las viejas intenciones norteamericanas de emprender una operación "de castigo" contra Irán para aniquilar sus objetivos económicos y militares relevantes, de modo que la nación quede empobrecida y pierda su índole de potencia regional respetada por los movimientos nacionalistas del Medio Oriente.
Pero no se dude de que los acuerdos alcanzados son una piedra inesperada y molesta en el zapato imperial. Así lo indica la altisonante referencia de Bush a una tercera guerra que solo él puede desatar si nadie lo frena en uno de sus clásicos momentos de obcecación.
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Granma Internacional - Cuba/26/10/2007

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