3/10/07

“Posjudaísmo. Debates sobre lo judío en el siglo XX.”Editado por Prometeo Libros y compilado por Darío Sztajnszrajber, este primer libro de YOK reúne

Un libro para pensarnos:
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“Posjudaísmo. Debates sobre lo judío en el siglo XX.”
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Editado por Prometeo Libros
Compilado por Darío Sztajnszrajber
Este primer libro de YOK reúne lo dicho en algunas de las mesas que conformaron el ciclo 2005 y 2006 de esta actividad impulsada por el JOINT, y que fuera creada ante la emergencia de repensar la identidad judía dada la necesidad de abrir un espacio en el que consideren aquellas cosas de las que habitualmente no se habla. El propio Darío realizó una selección de textos, a solicitud de Nueva Sión, como una manera de difundir la salida de este material valioso, tanto en lo individual de las ponencias como en el mundo que refleja en su conjunto con el objetivo de avanzar hacia un judaísmo abierto, plural y no excluyente.

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Darío Sztajnszrajber:
La metáfora de la copa rota
Se puede imaginar al judaísmo como una plastilina tan liviana, que cada vez que alguien la toma entre sus manos, le da su propia forma, esto es, la forma que surge de la relación entre el molde de su mano y la plastilina que se deforma entre los dedos. Nunca se puede acceder a la plastilina en si misma. Ella siempre está mutando, ella siempre "es" la forma que cada mano le imprime. Hay judíos que se definen como tales solamente a partir de un acto emotivo: "me siento judío". En general resultan los más excluidos, ya que no se les reconoce la autoidentificación emocional como válida. La definición "me siento judío" no permite límite, es una anti-definición. ¿Pero no son los casos donde más se manifiesta el amor por lo judío? Pero el amor, la pasión, no se explican, lo irracional no se entiende, y por ello no es posible el dominio. Por eso es más judío el que se adapta a la regla que el que lo elige por vocación. La regla ordena, el amor caotiza. Sin embargo, ¿no es preferible que nuestras parejas nos amen, a pesar de que no cumplan los requisitos de lo que debiera ser una buena pareja? Así se garantiza un proyecto: con amor, no con obligación. Así se garantiza la continuidad, con pasión y no con cumplimiento inocuo. Por eso, la plastilina se expande todo el tiempo, y por eso cambia, muta, se transforma. Es como el río de Heráclito, aquel que cuando uno vuelve a bañarse ya no el mismo. Así, nos vamos expandiendo como pueblo, dudando, cuestionando, hasta renegando y retornando. Así nos vamos perdiendo y cuanto más erramos y más buscamos, más judíos nos sentimos.
Le debo a Pablo Dreizik la metáfora de la copa. El judaísmo es como una copa rota, hecha trizas, donde cada fragmento disperso anhela volver a ser parte de la copa entera. El tema es que por un lado, la melancolía por la copa entera tal vez sea fantasmagórica y el ideal de la copa entera no sea más que un sueño: nunca hubo más que fragmentos dispersos y se tiene la ilusión de una procedencia de una copa plena previa. Por otro lado, en la reconstrucción y armado del judaísmo único, ¿qué pedazo de la copa rota impondría su modelo de copa entera? ¿El pedazo más poderoso? ¿Y el resto?
Dice Rorty que en una sociedad pluralista, la clave es diferenciar las concepciones privadas de la buena vida, de las formulaciones concretas para el ordenamiento de lo social. Cada quien puede vivenciar sus diferencias privadamente, el problema se establece cuando se pretende universalizar las formas privadas en formas públicas. No hay un judaísmo, hay judíos. Judaísmo hay cuando algunos judíos buscan universalizar sus formas enunciando el catálogo del "buen judío". Entre los judíos, esos fragmentos de la copa, hay extrañamiento; hay un Dionisio que molesta, pero une. Hay una comunión de sensaciones diversas que se entrecruzan. Algunas están bien en los límites de las otras, pero en todas hay identificación con algún aspecto. Algunos son judíos por el sabor, otros por el estudio de la Torá, unos por el olor, aquellos por cierta mirada humanista, los otros por el cumplimiento de las mitzvoth. Algunos festejan el bar mitzvah con rabino, otros no. Unos se circuncidan, otros no. Algunos celebran matrimonios mixtos, pero otros celebran matrimonios "bien judíos", aunque no se amen.
Hay dogmatismo en la creencia en que cada fragmento es el modelo de los otros, hay apertura en la asunción de que cada fragmento es un fragmento más, y por ello, en extrañamiento consigo mismo, cada fragmento se busca en el otro. El posjudaísmo es la resistencia a ese dogmatismo. Es la celebración de la máxima: "no hay un judaísmo, hay judíos". Es más una actitud de resistencia frente a los autoritarismos, que una propuesta institucional; y a la manera de la escalera de Wittgenstein, una herramienta que se debiera autodestruir el día que ningún judío quiera ya imponer su perspectiva sobre las otras.
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Silvia Bleichmar:
"Ser judío es identificarse con los humillados de la tierra"
En cuanto a mí, terminé de definir mi judeidad en el exilio. Allí fue donde decidí que no iba a renunciar a nada. Una cosa era que yo amara a la Argentina y otra cosa es que por el hecho de amar a la Argentina tuviera que renunciar a lo que era. Esto se planteó a tal punto que escribí un texto reconociendo públicamente mi lugar en la judeidad. Ese texto estuvo dedicado a mi padre y en la dedicatoria decía: "A mi padre Salomón Bleichmar, que me enseñó que ser judío era identificarse con todos los humillados de la tierra". Escribí eso en un momento en que mi marginación en el exilio era por ser argentina y no por ser judía. En México, los judíos residentes no me preguntaban "¿de dónde son?", sino "¿de dónde vienen ustedes?". Para ellos no existía la pertenencia, mientras que para nosotros sí. Me chocaba brutalmente que me preguntaran de dónde veníamos, como si fuéramos judíos en diáspora, cuando en realidad en ese momento éramos argentinos en diáspora. Recuerdo incluso una anécdota ocurrida en una noche de Navidad. Yo también adoro festejar Navidad, Pesaj y tengo también una familia multicultural. Sin embargo, paradójicamente, si alguien pregunta quién es judío, todos los miembros de mi familia levantan la mano, estén donde estén. Contaba, entonces, que un año estábamos festejando la Navidad en Pommard, en la Bourgogne francesa. Era el año en que había defendido mi tesis (1983) y acababa de retornar la democracia a la Argentina. Estábamos con mis hijos en un Château viñatero maravilloso y entonces les dije: "chicos, el año que viene vamos a festejar en la Argentina". Laplanche, que estaba ahí, me dijo: "Ustedes los argentinos son todos tan judíos…"
Quisiera tomar un aspecto relacionado que está muy presente entre los judíos. Yo me he preguntado muchas veces cómo sería haber nacido sin la sombra de la Shoah. Es decir, ¿cómo vive un chico que no piensa en chicos que mueren en cámaras de gas? El tema de la Shoah es un tema que atraviesa nuestros pensamientos y que está en el fondo de nuestras cabezas casi diariamente. Esto es muy impresionante y, aún para quienes no lo vivieron, la Shoah es no sólo pasado, sino presente perpetuo y fantasma constitutivo. Esto se ve en la forma en que se inscribió la explosión de la bomba de la AMIA en los distintos sectores que fueron afectados por ella. Hubo, por ejemplo, judíos comunitarios que ligaron la bomba a la guerra en Medio Oriente y a la Shoah; hubo judíos no comunitarios que ligaron la bomba al terrorismo de estado y a la Shoah; y hubo gente que no judía, pero que ligó la bomba al terrorismo de estado y a la guerra de Medio Oriente. Pero no hubo un solo judío comunitario, extra comunitario, religioso o no religioso, que no hubiera tenido bajo el trasfondo de todos sus fantasmas a la Shoah. Después de Auschwitz los judíos somos otros, desde todo punto de vista. No sólo en lo que hace a la forma en que nos ubicamos en la humanidad, sino también en lo que hace a la forma en que nos pensamos a nosotros mismos.
Como ustedes ven, traigo es un puñado de contradicciones que estoy dispuesta a seguir sosteniendo. Estas contradicciones son irresolubles, al menos en mi generación y al menos para mí. Me refiero a los que saltamos el círculo de tiza -pensando, por ejemplo, en Spinoza-, es decir, me refiero a los que ya no somos parte de esa comunidad que se siente partícipe y cerrada sobre sí misma. Para los que somos conocidos por lo que hacemos en la diáspora de la diáspora. Somos los judíos que hemos elegido pertenecer al mundo, como hijos de los que se enorgullecen tantos. Claro que cuando "metemos la pata", la pregunta es: ¿eso es malo para los judíos? Pero de todas maneras, me gustaría decir que más que el espacio público y el espacio privado lo que me preocupa es la forma en la cual la interioridad se encuentra en esta situación dilemática en la cual sabemos que no nos queda más remedio que pertenecer a nuestra tierra de nacimiento y a la tierra en la cual vivimos. No sé si ésta es la preocupación de Tomás, pero muchas veces yo me he preguntado dónde iban a enterrarme. Me he preguntado si me entierro con mis padres o me entierro para que algún día pueda estar con mis hijos. No sé si es claro lo que estoy diciendo. Es decir, mis padres están en el cementerio judío y creo que me corresponde. Tal vez yo sea la última judía de verdad de mi familia. Pero eso no quiere decir que no tenga muy claro que pertenezco a una tierra y que no estoy definida solamente por mi pertenencia a la comunidad.
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NOTA DE LA REDACCION: Silvia no pudo ver concluido este libro porque un maldito cáncer se la llevó antes. De hecho, el volumen está dedicado a su memoria.
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Tomás Abraham:
"La causa judía es la causa de la dignidad y del género humano"
Fundamentalmente soy judío afuera de mi casa. Adentro de mi casa no tanto. No tengo una familia judía porque en mi familia hay de todo, así que festejamos Pesaj, Navidad y todo lo que haya que festejar. Es más, me encanta que haya de todo. El mestizaje, el multiculturalismo, la diferencia, el compartir tradiciones es maravilloso. Así que, principalmente, son mis actividades y lo que pasa en la Argentina, lo que hace que a veces yo salga a defender la causa judía, que es la causa del género humano y de la dignidad.
Dentro de lo que me interesa del judaísmo y del pensamiento judío están ante todo los judíos considerados "malos". Por ejemplo: Spinoza y a Hannah Arendt. Los judíos que me gustan son los disidentes. Me encanta ese judaísmo rebelde que no encuentra su lugar, el judaísmo del judío errante. En los pensamientos de Spinoza -que tan mal la pasó en su época- y de Hannah Arendt -que también la pasó mal con respecto a la jerarquía de la comunidad judía- estoy frente a pensamientos sobre los que yo he trabajado, he escrito y voy a seguir pensando y escribiendo.
Me gustaría decir algo acerca del Estado de Israel. Gracias a que existe -como dice Daniel Barenboim- no nos bancamos que ningún racista nos dé una trompada en la calle e inmediatamente lanzamos nuestra respuesta sin el menor miedo. Digamos que ésta no es una condición sine qua non, pero entiendo lo que Barenboim quiso decir y lo comparto. Para mí el Estado de Israel, la defensa de su existencia y su derecho a la vida, no tiene que ver con el sionismo. El sionismo es otra cosa. Creo que hoy en día el sionismo es una ideología absolutamente distinta a la de otra época. Israel sabe perfectamente -al igual que lo saben perfectamente los sionistas- que son casi tan importantes los judíos de la Diáspora como los que viven en su propia tierra y sabe que jamás podrían subsistir todos los judíos dentro de ese espacio territorial. Eso es así, al menos desde el punto de vista financiero. Me gustaría recordar también que no es lo mismo el Estado de Israel que los gobiernos de Israel. Eso es algo que tengo absolutamente claro. Israel es una democracia republicana -con todos los defectos de las democracias republicanas- y hay gente que está a favor y gente que está en la oposición respecto del gobierno. Defender el derecho a la existencia de Israel no es lo mismo que defender su política. Hoy en día -según mi punto de vista- no hay una cuestión judía, sino una "cuestión palestina". Ése es el problema de Medio Oriente. Por eso adhiero absolutamente a la campaña de Daniel Barenboim y Edward Said (ya fallecido, de modo que esta tarea es continuada por sus seguidores) para llegar a la creación de un estado binacional y multicultural. Creo que ése es el verdadero judaísmo.
Para terminar, recuerdo que el poeta judío alemán Heine decía que la Biblia era la patria portátil del judaísmo. Así lo fue durante muchísimo tiempo. Por muchos siglos la Torá fue la patria de los judíos. Hoy en día creo que no es así, sobre todo por dos razones. Una de ellas es el Estado de Israel, que le da un lugar al judaísmo en el mundo. La otra razón son las doctrinas emancipacipatorias surgidas después del siglo XVIII que, a pesar del Genocidio, siguen vigentes. Por ejemplo, "todos los hombres somos iguales" no se lo van a sacar a nadie de la cabeza, por más fascismo, racismo o lo que fuere. Todos los hombres somos iguales. Es decir, no pensamos lo mismo ni tenemos el mismo color, pero somos iguales puesto que ninguno nace superior a otro. Esta idea de emancipación ha revolucionado al mundo y también al judaísmo. Esto no significa "asimilación" ni "fragmentación", sino que significa libertad. Ésa es la libertad de ser judío.
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Alicia Dujovne Ortiz:
El judaísmo mixto

Es evidente que en algún momento he sentido, como todo el mundo, una especie de envidia por las identidades seguras. Una envidia absurda porque me pregunto: ¿cuál es el judío que no es mixto? Basta con darse cuenta de que nunca decimos judío, sino judío español, argentino o ruso. Aunque no sea en nuestra sangre, todo judío es mixto por el hecho de que además de ser judío pertenece a otro lado. Recuerdo los chistes que hacíamos los escritores judeo-latinoamericanos en Israel, durante una invitación que nos habían hecho la Universidad Hebrea de Jerusalem. Saúl Sosnovski, profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Maryland, tenía toda una teoría de los guiones. Ahí la única que tenía un guión incorporado era yo, Dujovne Ortiz, pero todos los demás tenían apellidos absolutamente judíos e igual, tenían guiones, porque todos venían de un país que hacía necesario especificar: judeo-colombiano, judeo-mexicano, etc.
Creo que ser medio judía me ha convertido, en cierto sentido, en doblemente judía o exacerbadamente judía. Tengo la capacidad, que probablemente venga un poco del Dujovne y del Ortiz, de poder ver las cosas bajo dos ángulos diferentes. Suelo no entender de qué discuten dos personas que aparentemente están diciendo cosas opuestas. Una vez estaba hablando sobre Eva Perón en Brasil y sufrí la agresión que suelo sufrir cuando hablo en público. Ya he identificado al tipo de persona que me agrede en esa situación. Se trata siempre de un hombre, gordo y peludo. El gordo peludo brasileño estaba allí mientras hablaba sobre Eva Perón. Yo estaba diciendo cosas intermedias, dobles, que chocan e irritan tanto a la gente que necesita un solo eje, una sola idea. En un momento dado el gordo me interrumpe y me dice: "¿usted es judía?". Le contesto "sí, ¿por qué me lo pregunta?". Él me responde: "porque se nota en su manera de pensar, no se sabe qué piensa, si está a favor o en contra de Evita". En ese momento entendí lo que tenía que hacer. Fue la primera vez en mi vida que eché a alguien de un recinto. Le dije "usted se va, yo con usted no puedo hablar". ¿Qué quería decir eso? Él había sentido que yo estaba reflexionando de una manera judía, doblemente judía, porque estaba reflexionando como efectivamente reflexiona lo mejor del judaísmo. Lo mejor que tiene el tipo de reflexión judía es el yo y el tú, el diálogo. Entonces, digamos que he tenido la gran suerte de nacer con el diálogo judío incorporado.
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Baruj Plavnick:
"Todo matrimonio es un matrimonio mixto"
Sobre el conflicto de los matrimonios mixtos, los que tenemos algunos años de casados, sabemos que el conflicto real es estar casado. No sé por qué se ríen. Lo dije en serio. Por supuesto que hay problemas, como en todo matrimonio. Estos son algunos problemas específicos. Dándonos cuenta de esta cuestión, por ejemplo, algunas instituciones nos hemos aglutinado alrededor del Joint y propusimos un programa que se llama 'Shaar'. Es un programa que tiene que ver con atender las circunstancias que ocurren en las familias con la mixtura. Todo matrimonio es un matrimonio mixto. Estos matrimonios, a los que hacemos alusión, de los que todos sabemos que estamos hablando, tienen estas dificultades o estas particularidades que deben ser tratadas como en otro matrimonio. Desde el punto de vista de la preocupación por el judaísmo, lo que me parece que hay que trabajar es en la autenticidad de la vida judía que cada uno tiene. Del proyecto judío que cada uno tiene. Cultivar un proyecto judío. Lo mejor para la humanidad y para el pueblo judío es que sean variados esos proyectos. Sostenidos en el encuentro, el diálogo, el debate y en la responsabilidad recíproca. Me parece que se insiste demasiado con la nostalgia, las memorias y los recuerdos. Creo que la definición de judío tendría que ser, no el que tiene un abuelo judío, sino el que tiene un nieto judío. Todos tendremos, o tenemos, un nieto judío. El ser judío, insisto, no es algo que quede limitado a la subjetividad. Hay un contenido objetivo que no podemos evitar y que transmitimos. El asunto es, en todo caso, si lo hacemos con culpa, con temor o con alegría, proyecto e ilusión. No hay modo que yo no sea judío. No hay modo que mis hijas no sean judías. No hay modo que mis nietas no sean judías. El asunto es qué hacen con eso. También, a posteriori, uno puede abandonar el judaísmo. Lo dije antes. Se puede ingresar al judaísmo, se puede salir del judaísmo. Pero no es un acto de decisión individual y voluntaria. Es un proceso, en todo caso. Me parece que, desde la perspectiva de la continuidad judía, el asunto pasa por desarrollar un proyecto que empieza, fundamentalmente, en la casa. El lugar más importante del pueblo judío, históricamente, no han sido las instituciones, sino el hogar. ¿Cómo soy judío dentro de mi hogar?, es la pregunta, no ¿cómo lo soy en las instituciones?
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Daniel Muchnik:
El interés de Napoleón

En Polonia los judíos desarrollaron la actividad de prestamistas. Al mismo tiempo, enormes masas de población que no contaban con la tecnología adecuada, ni los activos suficientes como para el préstamo, también se dedican a otras actividades. Hacia el 1600 la concentración judía en Polonia era realmente descomunal, especialmente en Cracovia y en lo que luego sería el bolsón de la Galitzia polaca en el Imperio Austro-Húngaro. Un dato significativo es que Napoleón es el que hace el corte definitivo y, de alguna manera, es recibido como un benefactor por paralizar toda acción demoníaca contra el judío. El judío pasa a ser así un ciudadano. Claro, Napoleón era un piola, porque recibía toda una masa de economía negra que no contribuía a la economía nacional. Por esta razón, Napoleón obligó a todos los países sitiados a dar a sus judíos un nombre y un apellido. No todos los judíos tenían apellido por aquel entonces y comienzan a tenerlos a comienzos de 1800 y fines de 1700. ¿Por qué Napoleón les otorga el nombre a los judíos? Por el C.U.I.T. El nombre es un C.U.I.T. El hombre con nombre formaba parte del fisco y del patrimonio de una nación, de manera que así debía contribuir. A partir de la era napoleónica, o sea, a partir de la emancipación y de la así llamada "era de las luces", los judíos comienzan a integrarse a la nación. En toda esta etapa de flujo y reflujo las conversiones son masivas, no solamente de los judíos religiosos de abajo sino también de rabinos. Hubo una enorme cantidad de rabinos que se convierten presionados por la reacción de los poderosos. España es una demostración pasmosa de ello y allí tenemos otro genocidio que se produce a fines del 1500.
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Daniel Goldman:
"Hay que distinguir entre judíos y judaísmo"

Yo creo que, en general, el bolsillo nos plantea el problema de la sobrevivencia, el problema del excedente, pero también problemas como la pertenencia, la propiedad, la identidad, el poder o la inseguridad. Creo que la tradición judía tiene bastante para contribuir. Hay que hacer una distinción entre los judíos y el judaísmo. Yo voy a hablar primero del judaísmo y después vamos a hablar un poquito de los judíos. Lo que hacen los judíos no es específicamente judaísmo. A veces el judaísmo es una cosa, y entonces uno puede pensar en las bellezas o las perlas que aparecen en el Talmud o en los escritos rabínicos. Eso es lo que a mí me gusta pensar como la Torá, y allí incluyo toda la tradición y la creatividad. Hay un dicho en idish que dice: "La Torá es la mejor mercadería". Esto quiere decir que la sabiduría y el conocimiento son la mejor mercadería, y por eso hay que estudiar. Esto es algo que a mí me enseñaron de chico. Hay también un chiste que dice algo como lo que sigue: - ¿Cuándo un judío deja de ser feto?: cuando ingresa en la universidad.
Creo que la Torá como mercadería es algo intangible, y tiene que ver -entonces- con pensar un poco en esa característica de lo intangible.
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Ricardo Forster:
Acerca de la infelicidad

En relación al impacto del conflicto en Argentina, quiero decir que cuando León Rozitchner saca un texto en el que se pregunta: "¿se puede seguir siendo judío?", a mí me produce un malestar interno. Quien conoce a León Rozithcner -yo lo conozco hace muchos años-, puede decir que le salió la vena profética de aquellos profetas del Antiguo Testamento que le decían al pueblo que era miserable, que era responsable de todo lo que estaba pasando. Es una vieja tradición judía, que no es menor y que ha sido muy benéfica en el interior de su historia, decir: ahí está el responsable. No lo busquen afuera, nosotros somos los responsables de nuestra bajeza, de nuestra maldad, de nuestra injuria, de nuestra idolatría. No puedo aceptar esa frase y ese texto: "¿podemos seguir siendo judíos?" ¿Qué significa eso? ¿Qué significa exigirle al judío, como otro amigo escribía por ahí, después de la Shoá y del exterminio, que sea el más justo entre los justos? Después del exterminio viene la otra lógica. Casi parece la Epístola de los Romanos de San Pablo: "si ustedes no reconocen el advenimiento del Mesías, están demorando la redención de la humanidad, por lo tanto como los judíos no reconocen el advenimiento del Mesías son los responsables de que todos nosotros vivamos infelizmente".
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Alejandro Horowitz:
La gramática de la tragedia
En primera instancia voy a aceptar su definición para ver qué pasa, después vamos a ver qué es más obligatorio, porque desde ese punto de vista, ni siquiera Hitler hizo un genocidio. Lo que importa es la gramática que se pone en marcha, no el éxito o fracaso de esa garantía. Lo que estoy diciendo es que esa lógica militar contiene inexorablemente un genocidio de avanzar, porque está avanzando, no por el hecho aislado al que hacemos mención, sino por la serie de la que forma parte. Esa serie nos muestra una voluntad genocida. ¿Por qué digo eso? Porque hay una cuestión clave que impone de nuevo la vida. Cuando yo elegía las biografías de los que firmaron la paz, no la elegía por un dato de color, sino en función de entender que gente que no tiene ninguna clase de afinidad por la política real, puede aceptar determinadas cosas. Trabajar contra el sentido de las cosas, no sólo es necio sino que es extraordinariamente peligroso. No es que solamente tenemos que no tener una guerra cada tanto en El Líbano, tenemos que tener una forma de existencia. ¿Por qué se persigue a Hezbollah? ¿Hezbollah existía antes de 1982? No. El Hezbollah es un subproducto directo de la invasión de Israel a El Líbano. Esta es la tragedia.
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Alejandro Kaufman:
"Habrá guerras mientras lo sucedido en Auschwitz sea algo increíble"
Siempre va a haber guerra, siempre que la historia sea lo que ha sido hasta ahora, siempre que lo humano sea lo que ha sido hasta ahora. Siempre que lo que ocurrió en Auschwitz sea algo increíble, algo que no debería haber ocurrido. Siempre que se mantenga como algo que no puede ocurrir, seguirán habiendo accidentes en discotecas, seguirán habiendo secuestros y asesinatos de hijos, seguirán habiendo robos, estupro. Seguirá habiendo delito, porque esto forma parte de la historia de la humanidad y decir esto no implica aceptarlo... ¡qué disparate es ese, completamente ridículo! ¿Cómo puede ser que en toda una sociedad se esté hablando de esa manera, de cosas totalmente absurdas?
Claro que va a seguir ocurriendo, se van a seguir quemando discotecas, chocando trenes, cayendo aviones y desearemos siempre que sean cada vez menos, que se puedan prevenir. En realidad, no queremos que ocurran, pero no porque no ocurran "nunca más", sino por que hay otro orden de cosas en el cual uno puede pensar, una sociedad en donde esas cosas no ocurran. Pero no es esta la manera de discutirlo. Podemos leer a Isaías, "la espada convertida en arado", ese es el discurso que nos permite pensar en un mundo diferente. Entonces cuando entre nosotros se dice "nunca más", en relación a la "seguridad", el "nunca más" de la seguridad es el ingeniero Santos. Claro, a él nunca más le van a robar un pasacasettes, para eso sacrificó la vida de dos personas. Estuvo 12 veces esperando que se lo volvieran a robar, 12 veces pensando que iba a matar a alguien. No puede haber un asesinato más premeditado que ese. He ahí una forma de "nunca más", tal como se practica entre nosotros.
Entonces estamos en una profunda confusión, que también es consecuencia del horror, porque lo que produce la pérdida de los héroes, lo que produce la pérdida de la posibilidad, de la necesidad de que haya héroes, de que haya un discurso ético, épico, como hubo desde hace tres mil años, es una inmensa confusión. ¿Qué tipo de muerte es una y qué tipo de muerte es la otra? ¿Cómo se inscribe el poder en un caso y cómo se inscribe en el otro? Se hace difícil. Esto es lo que decía el relato de Kafka cuando los dos mueren en esa confusión. Visto desde afuera se hace difícil saber quién es la victima y quién es el victimario, porque el buitre se ahogó en la sangre de su victima. ¿El victimario se queja de que se ahoga en la sangre de su victima? El victimario se queja de los derechos humanos porque se oponen a su crimen. Los ricos se quejan de las represalias de los pobres, de la violencia social. Los ricos se quejan por la injusticia, porque sufren las consecuencias de la injusticia social en lugar de poner en el lugar que le corresponde a la injusticia social.
No voy a disimilar, ni voy a omitir, ni voy a dejar implícito, que las palabras que Sergio Bergman pronunció públicamente hace unos días, han inspirado algo de lo que dije, y que forma parte de la confusión en la que estamos sumidos. Es una confusión que nos abarca multitudinariamente y de la que nadie puede sustraerse. El pobre esfuerzo que uno pueda hacer diciendo algunas palabras o escribiendo algunas palabras, es casi inútil, es casi ínfimo e incapaz de ejercer ninguna influencia sobre lo que ocurre. Vivimos con una clase política desprestigiada, demolida por la historia, en medio de una crisis profundísima de valores. Entonces ocurre que el victimario se presenta como víctima. Yo creo que lo que nos está ocurriendo, es una verdadera desgracia colectiva. Que el tema seguridad se convierta en el tema central de la agenda, es una desgracia colectiva, y esto lo estoy diciendo desde todos los núcleos de la tradición profética hebrea más remota. Es dejar abandonada a la viuda y al huérfano, es llevarlos a la cárcel, es amenazarlos con la pena, con el dolor, no escucharlos. Es invocar el dolor y la venganza para quien nos ha infligido un dolor a nosotros en una circunstancia azarosa.
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Sergio Bergman:
De confusión en confusión
Hay una nueva manera de pensar la comunidad judía, este tipo de actividades da cuenta bien de ello, y creo que nuestra comunidad como tal, tiene que devenir en su poder para servir a los intereses de la comunidad judía y no necesariamente al servicio de quienes la representan. Hoy, planteo mi tristeza por las confusiones. Las confusiones argentinas, las confusiones judías, las confusiones en nuestras instituciones, las confusiones de la poca capacidad que tenemos de disentir, de conversar. Me recuerda muchísimo a la época de Memoria Activa. Íbamos a la plaza y preguntábamos a las instituciones y a la comunidad qué podíamos o debíamos decir en función del interés de la comunidad. Pero no tuvimos una respuesta. Dennos una respuesta de plan estratégico como comunidad respecto a lo que tenemos que decir. Somos tan brillantes y tan capaces los miembros de la comunidad judía, pero al mismo tiempo manejamos de una manera tan oscura, incapaz e ineficiente la agenda comunitaria, que evidentemente en eso también estamos confundidos. También estamos necesitando de esa conversación de las semanas de la guerra. Cómo esclarecemos, en esta confusión, lo que es el Pueblo Judío, lo que es la Nación Judía y lo que es el Estado de Israel. Sin temer ponerle a cada cosa su nombre. Porque en la Argentina está todo, en este caso, también confundido: judío, israelí y Estado es exactamente todo igual.
Llegó el momento en el cual tenemos que empezar a aclarar algunas confusiones respecto a qué vamos a hacer los judíos en la Argentina, por la Argentina en donde vivimos y por la contribución judía que le debemos. Eso no va a venir de las instituciones, va a venir de los ciudadanos judíos argentinos sin dobles lealtades sino con la coherencia por la cual no se trata de héroes, se trata de poder ser en el hacer.
La única defensa que nosotros tenemos para un interés judío, es meternos en la agenda de la ciudadanía argentina. Acepto lo de la confusión, ¿cómo lo hacemos? Eso está todo abierto, pero la estrategia para mí, en este caso, tiene que ser clara. ¿Estamos convencidos que la mayor parte de los argentinos son esencialmente antisemitas y saldrían con las antorchas a buscarnos, o es sólo una minoría? Para mí es una pregunta estratégica. Si nosotros creemos todavía que la mayoría no saldría por propia iniciativa con las antorchas, pero muchos irían atrás de ellos cuando salgan -que no es lo mismo-, entonces es el tiempo de reclutarlos a favor de una causa ciudadana constitucional. No para hacer ideología de quién tiene razón, sino para hacer profilaxis de la jurisdicción. En este país no se mata gente, no se la persigue; se la deja transitar, se la deja manifestar, se la deja expresar, no porque uno está de acuerdo con lo que dice, sino porque tiene la garantía constitucional de ser un ciudadano de este país. Nosotros, como judíos, tenemos que instarlos como ciudadanos de primera en igualdad de condiciones; porque siempre estamos en la posición superlativa de que nunca estamos en ningún lado; es decir: estamos acá pero por la Ley del Retorno podemos estar allá. Cuando las cosas anden mal, ya sea por crisis económica en el 2002, o cuando venga un pogrom, o lo que venga, tenemos a Israel.
Pero a Israel hay que sostenerlo todos los días. Para quien tiene claro que la manera de defender los intereses del Estado de Israel, tiene que ver con lo que Israel hace, tiene toda la razón y tiene todo el derecho, pero se tiene que ir a vivir allá. Porque en la medida en que uno vive acá, adhiere con Israel pero se compromete con la agenda del país donde uno vive. Somos todos sionistas. El sionismo es legítimo, pero tiene que ser coherente con nuestra lealtad ciudadana en la Argentina.
Al embajador del Estado de Israel hay que darle toda la adhesión, pero no tenemos obediencia debida hacia un embajador. Porque, el trabajo en Argentina en relación al esclarecimiento respecto a la política del Estado de Israel lo tienen que realizar los funcionarios de la Embajada; contratar voceros, tener profesionales que trabajen en los medios; gente que en nombre del Estado de Israel defienda los intereses mediáticos del Estado de Israel.
Poner a la comunidad judía a defender incondicionalmente situaciones que van a favor de la soberanía del Estado de Israel y su política, pero en contra de la ética judía y los derechos humanos que queremos sostener en toda circunstancia y en toda razón, nos pone en un dilema moral, ético y judaico que no podemos aceptar. No significa estar en contra de Israel. Es estar a favor de lo judío, de lo nacional y de la reivindicación que a Israel le corresponde. Significa sostener una practica judía, significa sostener la adhesión al Estado de Israel y, significa preguntarse respecto a los civiles de El Líbano. Nosotros no dijimos nada de los civiles de El Líbano como comunidad. Eso es un error ético, comunitario y judaico imperdonable.
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Nueva Sión - Argentina/03/10/2007

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