30/10/07

Venezuela: El movimiento estudiantil, la democracia y la C.C.I

En primavera, la Administración Chávez había decidido llevar a término su promesa de no seguir renovando el permiso para salir al aire de una planta de televisión de la oposición, RCTV – la decana Radio Caracas Televisión –, que a diferencia de la red del magnate Cisneros (1), no cesó de atacar al gobierno y de apoyar las posiciones anti-chavistas de la administración americana.
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PCInt.
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Esta decisión va entonces a desencadenar reacciones que las autoridades venezolanas no esperaban. A nivel internacional, la condena inmediata que pronuncia el ejecutivo americano, en nombre de la «libertad de opinión», es retomada no sólo por organizaciones como «Periodistas sin Fronteras» (apoyada y financiada por el imperialismo US a través de la tristemente célebre «National Endowment for Democracy») o Amnesty International, no sólo por numerosos medias (incluidos aquellos llamados «de izquierda» como «Libération» en Francia), sino también por diputados europeos y brasileños (acusados por Chávez de ser «sirvientes del imperialismo yankee», lo que provocó una mini-crisis entre Caracas y Brasilia).

En Venezuela, la decisión del 27 de mayo contra RCTV provocaba al día siguiente movilizaciones estudiantiles en protestas que se extenderán a todo el país. Lanzadas al comienzo por estudiantes de las universidades privadas (católicas) y autónomas más prestigiosas, apoyadas por sus profesores y dirigentes, el movimiento iba a durar hasta que terminaran las clases y llegaran las vacaciones... Además de la defensa de la autonomía universitaria [en realidad esta «autodeterminación» o autonomía es sólo una ficción que disimula muy mal el hecho de que ella es «determinada» por las subvenciones y diversas ayudas financieras aportadas por las empresas privadas y/o estatales], para este movimiento la cuestión se centraba en las reivindicaciones democráticas típicas de este género de movimiento pequeño-burgués: por la libertad de expresión, la reconciliación nacional, el bien de la patria, llorando inconsolablemente por la democracia, clamando por la paz (no es por azar si uno de los símbolos del movimiento son las manos blancas). Ubicada entre las dos clases opuestas por excelencia (proletariado-burguesía, capital-trabajo), y cuyo conflicto amenaza en todo momento con barrerla, la pequeña burguesía aspira a la paz social, a la reconciliación de los intereses de clases antagónicas en nombre del «interés general», del interés supremo de la nación, cosa común a todos – y en tal caso se cuadran con la gran burguesía. «No se puede continuar aceptando la concepción miope de que la pequeña burguesía tiene por principio hacer triunfar un interés egoista de clase, escribe Marx en «El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte» (...) Al contrario, ella cree que sus particulares condiciones de liberación representan las condiciones de liberación de todos, fuera de las cuales la sociedad moderna no podrá ser salvada ni la lucha de clases evitada» Movilizándose por la defensa de la RCTV y la democracia, los estudiantes afirmaban querer «salvar a Venezuela», precisando que ellos no hacían política: «¡No somos socialistas, somos seres sociales; no somos neo liberales, sino seres libres; no hacemos oposición, sino proposiciones!», etc., etc.

La CCI apoya el movimiento

Con la llegada de las vacaciones, el movimiento termina apagándose por sí mismo pero, entre tanto, el gobierno reacciona denunciándolo como una operación organizada por «el imperialismo norteamericano» y llamando a sus partidarios y a los proletarios a apoyarlo contra lo que Chávez llamará «golpe suave». Las masas no se movilizaron, pero las diferentes corrientes de extrema izquierda salieron apoyando a Chávez. Desde un punto de vista proletario, no había ninguna razón de sostener al gobierno – menos aún a la oposición de derecha – pues, para los proletarios se trata más bien de defender bajo cualquier situación sus posiciones de clase. Esta no era la idea de la C.C.I (Corriente Comunista Internacional) que no vaciló en «saludar y apoyar» al movimiento estudiantil, con argumentos que podrían erizar los pelos de la cabeza.

Según esta organización: «El movimiento va más lejos que la oposición a un gobierno, y contiene los gérmenes de una crítica al sistema de explotación capitalista, colocándolo objetivamente en el campo de los asalariados, de la clase obrera. Por los medios y los métodos empleados (asambleas, elecciones de delegados responsables ante ésta, (...) convocatoria al debate fuera de las universidades – que últimamente han terminado en enfrentamientos verbales y sombrerazos entre chavistas y estudiantes pequeños burgueses, NdR) propios del proletariado cuando este lucha en el terreno de la defensa de sus intereses; existe en este movimiento, aunque de seguro minoritaria e inconsciente, tendencias que expresan los intereses de los asalariados, que lo impulsan hacia adelante» (2). ¡El lector notará que para la CCI son únicamente los métodos – ¡y evidentemente los métodos democráticos!- que hacen de este movimiento un movimiento de la clase obrera! Tenemos, además, un avance teórico que abre sin duda nuevos horizontes: por ejemplo, ¿las asambleas de accionarios no se inscriben ellas, de manera inconsciente, por supuesto, en la lucha de la clase obrera?

La CCI trata de apoyar la tesis según la cual dicho movimiento puede ubicarse en la lucha de la clase obrera; afirma primero precipitadamente que «la mayoría [de los estudiantes] pertenecen a familias proletarias o depauperadas por la crisis»: en realidad en Venezuela como en todas partes, y particularmente en los establecimientos privados, los hijos de familias proletarias no representan sino una ínfima minoría. Pero lo esencial, siempre según la CCI, es que: «buena parte de estos jóvenes que hoy protestan en las calles han sido testigos de los estragos causados en sus familias, su entorno y en la sociedad, la polarización social inducida por las cúpulas chavistas y de la oposición, en su afán por tener el control del poder. Han sido víctimas de la división de la sociedad (¡!) y de un debilitamiento de los lazos de de solidaridad (¿?); muchos de ellos y sus padres han quedado atrapados en las redes de la polarización política, llegando incluso a fanatizarse tras una u otra facción, perdiendo toda perspectiva». Más adelante la CCI agrega que «Sin embargo, uno de los mayores peligros para el movimiento son las ilusiones democráticas» (como si las orientaciones democráticas no constituyeran precisamente el fondo mismo del movimiento) y el de «su cercanía con las banderas de lucha de la oposición» (como si este movimiento no hubiera significado un apoyo, que incluso esta última no esperaba); pero todo esto no son más que reservas mentales que para nada hacen mella en su proudhoniano entusiasmo, leamos:

«Este movimiento de los estudiantes, el cual hay que saludar y apoyar, ha tenido la gran virtud de intentar romper el círculo vicioso y nefasto de la polarización, proponiendo el diálogo y el debate a través de asambleas donde se decida qué se debate y en qué condiciones [Si, ¡votar para decidir por qué hay que votar, para decidir!]. Esa es una ganancia para los propios estudiantes, para los asalariados y para la sociedad en su conjunto, ya que fortalece los verdaderos lazos de solidaridad social. (...) Este movimiento tendrá verdaderos frutos si los factores proletarios que anidan en su seno logran acercarlo no sólo a los barrios populares, sino sobre todo a los asalariados de fábricas y empresas privadas y públicas. Este acercamiento debe ser buscado no a través de los sindicatos y partidos políticos, sino por medio de asambleas donde sean invitados los trabajadores de todos los sectores, y desempleados. Así los trabajadores podrán percibir la vena proletaria que existe en el movimiento, impulsando a su vez la reflexión y, por qué no, a la lucha de los trabajadores (...)».

Aquí no se trata de un simple encuadramiento sin principios en favor de un movimiento democrático pequeño-burgués, mas de un acto de fe pequeño-burguesa: ¿Quiénes sino los pequeños burgueses para gemir ante el «fanatismo», la «polarización política» y sobre todo ante la «división de la sociedad»? La sociedad capitalista es una sociedad dividida en clases y, guste o no a los pequeños burgueses que tanto temen ser sus víctimas, esta división no puede ser negada o superada mediante tediosos e interminables «conciliábulos» democráticos. Por el contrario, y para que una polarización política efectiva, de clase, fundada sobre la polarización social fundamental pueda realizarse, y para que los proletarios puedan sacar todas sus consecuencias, esta contradicción fundamental de la sociedad capitalista debe ser reconocida y proclamada.

Pretendiendo que «Hoy Venezuela es de todos», haciendo creer a los proletarios que sus enemigos no son más que un puñado de privilegiados apoyados por el imperialismo americano, el reformismo chavista se esfuerza en hacer barrera a esta verdadera polarización. Los proletarios deben sin duda alguna salir de este peligroso espejismo, de esta calle sin salida que simboliza el chavismo, de lo cual de ninguna manera saldrán mediante «el diálogo y el debate sobre los principales problemas sociales que golpean a la sociedad» (3). Una pregunta: ¿dialogar con quién?

El proletariado no tiene necesidad de asistir a las asambleas estudiantiles, y discutir sobre los problemas existenciales de los pequeños burgueses o, a la inversa, correr a prestar sus energías en defensa del gobierno. Lo que el proletariado necesita es dotarse de una organización independiente que exprese los intereses propios de su clase, contra los capitalistas y su Estado que, con todo lo «rojo rojito» que este se precia de ser, sigue siendo el Estado burgués.

Una organización que responda a la falsa alternativa chavismo/antichavismo, a los sueños nebulosos de diálogo social y de fortalecimiento de «la sociedad en su conjunto» (o sea, todas las clases incluidas), en vista de que los proletarios se verán obligados a responder tomando el camino de la real alternativa y del enfrentamiento real: clase contra clase. Pero ese día ellos verán que los pequeños burgueses demócratas pacifistas y sus dirigentes políticos, tout gentils qu’ils sont, se encontrarán inevitablemente del otro lado de la barricada.
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Libertad de expresión y lucha proletaria
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Otra organización, trotskista esta vez, la «Liga Internacional de los Trabajadores», tomó también una posición similar. Esta organización declara no sin razón que Chávez, con 8 años en el poder, jamás ha atacado a los capitalistas, además de haber llegado a acuerdos con los medios burgueses, luego del golpe de Estado fallido, [pero] que hay que defender la democracia y la libertad de expresión contra la medida tomada por el gobierno contra RCTV (4). Para esto la LIT se apoya sobre un artículo de Trotsky (aunque en realidad su posición se apoya más en algunos sondeos de opinión que revelaron que entre 60 y 85% de la población eran hostiles a la medida).

Con este artículo de 1938 (5) Trotsky condena una campaña organizada por los estalinistas mejicanos para obtener del gobierno («progresista») medidas represivas contra la prensa reaccionaria; él escribe: «Un dirigente de la clase obrera que aporta al Estado burgués armas excepcionales de control de la opinión pública en general y de la prensa en particular, es exactamente un traidor. En último análisis, con la agravación de la lucha de clases, los burgueses en todos sus matices terminarán por ponerse de acuerdo, y entonces dirigirán contra la clase obrera todas las leyes de excepción, todos los reglamentos restrictivos, toda suerte de «censura democrática».

Esto es indiscutible, al igual que la observación de Trotsky, cuando explica que no se puede hacer una analogía entre las medidas represivas tomadas por una dictadura del proletariado y aquellas tomadas por un Estado burgués.

Pero lo cuestionable de su posición es que para criticar a la burocracia estaliniana, retorna sobre sus pasos y acepta la libertad de prensa bajo la dictadura del proletariado: « (...) incluso desde el punto de vista de los intereses de la dictadura del proletariado, la prohibición de la prensa burguesa o su censura distan mucho de constituir un programa o un principio, o un régimen ideal. Dichas medidas no pueden ser más que un mal inevitable y provisorio».

Según Trotsky, si estas medidas excepcionales empleadas contra la burguesía se vuelven permanentes, ¡se corre el riesgo de ver aparecer una burocracia que puede transformarse en fuente de degeneración!: «Las tareas reales del Estado proletario consisten, no en amordazar la opinión pública mediante la policía, sino de librarla del yugo del capital. (...) Una vez realizada esta medida socialista fundamental, todas las corrientes de opinión pública, que no luchan armas en la mano contra la dictadura del proletariado, deben tener la posibilidad de expresarse libremente. El Estado obrero tiene el deber de poner a su disposición todos los medios técnicos indispensables (...)». Aquí hay que frotarse los ojos: que el Estado obrero tenga el deber de aportar a la burguesía los medios para expresarse libremente, ello no corresponde a la idea que la Izquierda italiana se ha hecho del gran revolucionario, sino a la idea que tenía Lenin y el mismo Trotsky ¡de Kautsky! el intelectual alemán que siempre se reclamó de Marx, al mismo tiempo que aprobaba los fondos que iban a permitir a la Alemania desencadenar la 1ra Guerra Mundial, el renegado del socialismo que combatía el poder bolchevique, pluma a la mano mientras que, de acuerdo a la división del trabajo, los soldados burgueses combatían este poder con las armas en la mano! Nadie más que el mismo Trotsky que pueda responder a este enigma:
En las inolvidables páginas de «Terrorismo y Comunismo», escrito en 1920 contra Kautsky, Trotsky consagra un capítulo entero para refutar las jeremíadas liberales pequeño-burguesas del «marxista» alemán, escandalizado por la libertad de prensa que los bolcheviques no estaban dispuestos a respetar:

«Nuestra tarea, escribe Trotsky, no consiste en castigar a los ‘mendaces’ y aplaudir a los ‘justos’ de la prensa de todas las tendencias, mas sólo de ahogar la mentira de clase de la burguesía y de asegurar el triunfo de la verdad de clase del proletariado (...). La prensa no es el arma de una sociedad abstracta, sino la de dos campos irreconciliables, que se combaten mediante las armas. Suprimimos la prensa de la contrarrevolución, así como destruimos sus posiciones fortificadas, sus comunicaciones, sus servicios de espionaje» (6), sabiendo también que las corrientes políticas que se proclamaban socialistas y obreras tales como los mencheviques o los eseristas, terminaron en las filas del enemigo debiendo sufrir la misma suerte. Incluso en los países más democráticos, la libertad de expresión, la libertad de prensa no existe más que para aquellos que disponen de medios suficientes como para dotarse de una red publicitaria y de prensa, lo que significa en la práctica que sólo las clases capitalistas pueden servirse cómodamente de estos derechos, y utilizarlos sobre todo para expandir su mentiras y sus justificaciones, y para moldear la «opinión pública», según sus intereses particulares y de clase. Atacando a RCTV, el gobierno le ha propinado un severo golpe a los capitalistas de la oposición de derecha – y estos últimos protestan porque ven en la medida la denegación de su libertad de expresión.

Pero, que RCTV pueda transmitir o no, eso en nada cambia el derecho de expresión de los proletarios. La reaccionaria RCTV jamás les dio la palabra y Chávez, como cualquier otro reformista de cualquier otro país, tampoco va a poner al servicio de los trabajadores aunque sea una sola de las plantas de televisión del Estado.

Con todo lo revolucionario que él se pretenda, así como ayer acordó su violín al de los capitalistas más influyentes – Cisneros y otros banqueros o patronos, ayer golpistas y hoy pilares del gobierno –, mañana Chávez no vacilará en entenderse y llegar a acuerdos con los capitalistas de la oposición. A contrario, frente a los proletarios que comienzan ya a molestar a los capitalistas, el presidente venezolano ha utilizado y utilizará todos los medios: desde las fuerzas de represión tradicionales (policía, ejército) hasta las bandas para-legales, como los Tupamaros, grupo de origen maoista que en estos últimos tiempos se ha librado a diversas exacciones, incluyendo asesinatos, todo por cuenta del régimen.

Su libertad de expresión y sobre todo su libertad de acción, los proletarios no deben esperarlas de las leyes burguesas; y no podrán obtenerlas tampoco mediante alianzas con las capas pequeño-burguesas, ni mucho menos con el apoyo que ellos le puedan dar al gobierno chavista y al Estado burgués.

Siempre amenazadas, estas libertades no pueden ser tomadas como derechos que pueden ser garantizados por una constitución, [¡o una reforma constitucional!] así como tampoco pueden ser arrancadas ni mantenidas más que por la lucha y la organización de clase. Ello impone a los proletarios de vanguardia una tarea inmediata bien precisa: trabajar para arrojar las bases de esta organización de clase, partiendo de las organizaciones de luchas económicas y de defensa inmediata hasta llegar a la organización política, el partido revolucionario de clase, anti-democrático y anti-legalista, anti-pacifista y anti-patriota, encargado de centralizar y dirigir la lucha proletaria contra el capitalismo.

Partido Comunista Internacional

Octubre de 2007

Notas:

(1) RCTV, uno de los canales de televisión más populares en Venezuela, pertenece a Marcel Granier, que estuvo emparentado con Cisneros (al parecer los dos propietarios ya no se hablan). Granier acusa a Cisneros de haber apoyado la clausura de RCTV, para aprovechar el beneficio que significaba para su planta, Venevisión, la ausencia de su principal competidor (Cf. "El Nuevo Herald", 8/7/2007).

(2) Cf "Acción Proletaria" n°196, julio-septiembre 2007, o conectarse al sitio Internet de CCI: www.internationalism.org.
(3) Los principales problemas que señalan en el artículo son: "El desempleo, la inseguridad, etc.". ¡La explotación capitalista de los proletarios y los medios de luchar contra ella, deben sin duda esconderse detrás del "etc"! Chiste aparte, los estudiantes no esperan sino hablar de sus problemas, de empleo y otros, y por supuesto en modo alguno los problemas de los proletarios.

(4) Declaración del 19/8/2007, Sao Paulo. www.gsi-litqi.org/declarcom/an-2007/D-LITQI-20070620-rct. La LIT es una organización "morenista" (Moreno fue un trotskista argentino) cuya sede principal se encuentra en Brasil. En Venezuela sus partidarios son miembros del PRS, organización de extrema izquierda donde se encuentran numerosos trotskistas, y que hizo campaña en favor de Chávez en las últimas elecciones.

(5) "La libertad de la prensa y la clase obrera" (21 de Agosto de 1938). Cf Trotsky, Oeuvres, tomo XVIII.

(6) Cf. "Terrorismo y comunismo", Ediciones Prométhée, p. 71.

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