Los gemelos divinos de la mitología taína hallados en Ponce se parecen a los de los cemíes de Caguana.
Primera Hora / David Villafañe
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Historia
de dioses
y
héroes míticos.
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La interrelación entre caciques y poblados más allá de las distancias. Y hasta las complejidades de lo que podría interpretarse como una ancestral, pero efectiva forma de propaganda política. Todo ello se funde en los petroglifos hallados en el yacimiento Jácana de Ponce.
Luego de analizar varios de los monolitos encontrados en ese yacimiento, el doctor en antropología Osvaldo García-Goyco concluyó que existe gran similitud entre los íconos religiosos que John Alden Manson encontró entre 1914 y 1915 en el Centro Ceremonial Caguana, en Utuado, y el recién descubierto en Jácana, de Ponce.
En ambos casos se trata de cemíes, dioses que se representaron en diversos materiales y que se creía que cobraban vida en sí mismos.
Los petroglifos de Jácana no son, sin embargo, idénticos a los de Utuado y es precisamente en sus diferencias donde reside el elemento más importante para llenar “huecos” históricos de la vida de nuestros indios.
Los petroglifos que logró analizar García-Goyco -un experto en arqueología de las Antillas que se desempeña como profesor de la Universidad de Puerto Rico y el Centro de Estudios de Puerto Rico y el Caribe- muestran los mismos cinco cemíes de Caguana: el llamado ancestro femenino o diosa madre; sus hijos, los gemelos divinos de la mitología taína; la careta que servía de conexión entre el cacique y el héroe mítico defensor de las costumbres; y el ancestro masculino.
“Con el hallazgo de Jácana se comprueba que ambos grupos, el de Caguana y el de Jácana, aunque distanciados geográficamente, debieron tener contacto cercano. También que sus caciques probablemente controlaban las imágenes que se tallaban”, dijo García-Goyco en una entrevista exclusiva con PRIMERA HORA.
Evidencia de ese control, dijo que se aprecia, incluso, en el caso de los monolitos de la diosa madre, ambos con cortes de piedra bien similares.
De acuerdo con el antropólogo, en Borinquen religión y poder también se entrelazaron como en otros países del mundo, en nuestro caso a través de una supuesta decendencia divina de los caciques.
Los petroglifos en la vida social indígena, anotó García-Goyco, pudieron, incluso, constituir un mecanismo de propaganda para resaltar la conveniente imagen pública de quien se proyecta como heredero de dioses.
Los dos yacimientos, el de Caguana y de Jácana, parecen ser del periodo taíno, pero el profesor sospecha que en el de Ponce se mezclan algunos elementos de cultura pretaína. “La careta” del petroglifo de Ponce, señaló, pudiera ser anterior al periodo taíno por la simpleza del dibujo, una señal que apuntaría a que plazas como ésa pudieron ser reusadas.
La diosa madre
Entre lo más destacado del trabajo de este experto resalta, sin embargo, su evaluación sobre uno de los petroglifos que se caracteriza por la complejidad del cemí: el del ancestro femenino o diosa madre, que en Ponce aparece con su cabeza desprendida del cuerpo.
Dicho hallazgo, dijo el antropólogo, corroboraría la importancia de la práctica cultural taína de venerar los cráneos de las personas importantes.
Ya en el yacimiento del Paso del Indio, en Vega Baja, el propio García-Goyco había encontrado, entre 1995 y 1997, esqueletos que no tenían cráneo y otros que sostenían un cráneo en sus manos, indicio adicional de la creencia de que éstos conservaban el espíritu del ancestro.
La madre diosa de Jácana exhibe un corona también mucho más trabajada que la de la diosa de Caguana.
La primera muestra la representación de la divinidad “más masculinizada” al mostrar sus puños cerrados, un símbolo de virilidad en los amuletos taínos.
Ella sería la diosa Itiba Cahubaba --ensangrentada diosa madre-- quien, según la leyenda, murió al parir cuatrillizos.
La diosa madre de Caguana, que luce más femenina al tocar con sus manos abiertas sus orejeras, pudiera ser, según García-Goyco, Atabeira, madre de los manantiales.
Cabe destacar que los petroglifos de Ponce muestran un relieve más marcado que los de Utuado. El yacimiento se ubica, además, en un valle de aluvión, que debido a la acción de las inundaciones debe contar con estratos de tierra sellados y, por tanto, más dados a distinguir unos periodos históricos de otros.
"Con el hallazgo de Jácana se comprueba que ambos grupos, el de Caguana y el de Jácana, aunque distanciados geográficamente, debieron tener contacto cercano. También que sus caciques probablemente controlaban las imágenes que se tallaban”.
Osvaldo García-Goyco / Antropólogo
Luego de analizar varios de los monolitos encontrados en ese yacimiento, el doctor en antropología Osvaldo García-Goyco concluyó que existe gran similitud entre los íconos religiosos que John Alden Manson encontró entre 1914 y 1915 en el Centro Ceremonial Caguana, en Utuado, y el recién descubierto en Jácana, de Ponce.
En ambos casos se trata de cemíes, dioses que se representaron en diversos materiales y que se creía que cobraban vida en sí mismos.
Los petroglifos de Jácana no son, sin embargo, idénticos a los de Utuado y es precisamente en sus diferencias donde reside el elemento más importante para llenar “huecos” históricos de la vida de nuestros indios.
Los petroglifos que logró analizar García-Goyco -un experto en arqueología de las Antillas que se desempeña como profesor de la Universidad de Puerto Rico y el Centro de Estudios de Puerto Rico y el Caribe- muestran los mismos cinco cemíes de Caguana: el llamado ancestro femenino o diosa madre; sus hijos, los gemelos divinos de la mitología taína; la careta que servía de conexión entre el cacique y el héroe mítico defensor de las costumbres; y el ancestro masculino.
“Con el hallazgo de Jácana se comprueba que ambos grupos, el de Caguana y el de Jácana, aunque distanciados geográficamente, debieron tener contacto cercano. También que sus caciques probablemente controlaban las imágenes que se tallaban”, dijo García-Goyco en una entrevista exclusiva con PRIMERA HORA.
Evidencia de ese control, dijo que se aprecia, incluso, en el caso de los monolitos de la diosa madre, ambos con cortes de piedra bien similares.
De acuerdo con el antropólogo, en Borinquen religión y poder también se entrelazaron como en otros países del mundo, en nuestro caso a través de una supuesta decendencia divina de los caciques.
Los petroglifos en la vida social indígena, anotó García-Goyco, pudieron, incluso, constituir un mecanismo de propaganda para resaltar la conveniente imagen pública de quien se proyecta como heredero de dioses.
Los dos yacimientos, el de Caguana y de Jácana, parecen ser del periodo taíno, pero el profesor sospecha que en el de Ponce se mezclan algunos elementos de cultura pretaína. “La careta” del petroglifo de Ponce, señaló, pudiera ser anterior al periodo taíno por la simpleza del dibujo, una señal que apuntaría a que plazas como ésa pudieron ser reusadas.
La diosa madre
Entre lo más destacado del trabajo de este experto resalta, sin embargo, su evaluación sobre uno de los petroglifos que se caracteriza por la complejidad del cemí: el del ancestro femenino o diosa madre, que en Ponce aparece con su cabeza desprendida del cuerpo.
Dicho hallazgo, dijo el antropólogo, corroboraría la importancia de la práctica cultural taína de venerar los cráneos de las personas importantes.
Ya en el yacimiento del Paso del Indio, en Vega Baja, el propio García-Goyco había encontrado, entre 1995 y 1997, esqueletos que no tenían cráneo y otros que sostenían un cráneo en sus manos, indicio adicional de la creencia de que éstos conservaban el espíritu del ancestro.
La madre diosa de Jácana exhibe un corona también mucho más trabajada que la de la diosa de Caguana.
La primera muestra la representación de la divinidad “más masculinizada” al mostrar sus puños cerrados, un símbolo de virilidad en los amuletos taínos.
Ella sería la diosa Itiba Cahubaba --ensangrentada diosa madre-- quien, según la leyenda, murió al parir cuatrillizos.
La diosa madre de Caguana, que luce más femenina al tocar con sus manos abiertas sus orejeras, pudiera ser, según García-Goyco, Atabeira, madre de los manantiales.
Cabe destacar que los petroglifos de Ponce muestran un relieve más marcado que los de Utuado. El yacimiento se ubica, además, en un valle de aluvión, que debido a la acción de las inundaciones debe contar con estratos de tierra sellados y, por tanto, más dados a distinguir unos periodos históricos de otros.
"Con el hallazgo de Jácana se comprueba que ambos grupos, el de Caguana y el de Jácana, aunque distanciados geográficamente, debieron tener contacto cercano. También que sus caciques probablemente controlaban las imágenes que se tallaban”.
Osvaldo García-Goyco / Antropólogo
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Primera Hora - Puerto Rico/09/11/2007
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