JEREMY SCHWARTZ / Cox News
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El enojo va en aumento en México tras la aprobación de nuevas y diversas leyes estatales en Estados Unidos, incluidas la de Georgia, Oklahoma y Arizona, consideradas por sus detractores como antimexicanas, en un giro que probablemente haya reflejado la dura crítica que el presidente Felipe Calderón dirigió a candidatos presidenciales en Estados Unidos.
En lo que fue una retórica más dura hacia políticas de inmigración en Estados Unidos, Calderón criticó a candidatos presidenciales por usar a los emigrantes como ``rehenes temáticos", anunciando una campaña mediática enfocada a influir sobre la opinión de Estados Unidos.
Los comentarios de Calderón representaron un notorio distanciamiento respecto de las declaraciones más tímidas de mandatarios anteriores, y, en México, muchos los acogieron de buena gana.
''Pienso que el gobierno actual de Estados Unidos ha ido demasiado lejos en contra de mexicanos indocumentados'', dijo Fernando García, administrador, de 36 años de edad, en Ciudad de México. ``No me gustan las redadas y cómo destruyen familias así como el odio que están generando en contra de nacionales mexicanos".
Este sentir contrasta con la reacción, decididamente más fría, que buena parte de México le dio a los millones de inmigrantes que salieron a las calles de Washington, Los Angeles, Atlanta, Austin y otras ciudades estadounidenses en la primavera y el verano del 2006, exigiendo una reforma a las leyes de inmigración.
En esa época, lo que al parecer fue indiferencia y falta de protestas de apoyo en México irritaron a muchos defensores de los derechos de inmigrantes.
Pero, desde esos días, ya se estancaron los esfuerzos en el Capitolio en pos de una reforma a la inmigración, al tiempo que una serie de rígidas leyes estatales fue promulgada y el gobierno estadounidense empezó a construir un muro a lo largo de la frontera.
En Georgia, nuevas leyes estatales exigen una mayor verificación del estatus legal para registrar un vehículo y estar al frente de algunos empleos. De manera similar, requieren que funcionarios locales alerten a agentes federales de inmigración sobre cualquier presunto indocumentado que haya sido fichado por delitos o cargos relacionados con manejar bajo la influencia del alcohol.
Algunos partidarios en Estados Unidos dicen que estas leyes están diseñadas para reducir la inmigración ilegal. Empero, mucha gente en México considera que éstas son discriminatorias, al tiempo que no logran encontrarle solución al tema de la política de inmigración estadounidense, lo cual reviste mayor importancia.
''El presidente Bush es el Hitler de nuestros días, justamente como lo es el resto de su partido'', dijo Antonio González, contador, de 35 años, en Ciudad de México. ``Ellos no tratan a los rusos o a los ingleses o cualquier otro europeo blanco de esa manera, así que, para mí, son una bola de racistas''.
La administración de Calderón también criticó con dureza en esta semana el muro o valla fronteriza de Estados Unidos, dando a conocer un estudio en el que es calificado como ''medieval'', un riesgo ambiental, aunado a un llamamiento al Congreso estadounidense para que reconsidere la idea.
México, que a menudo reacciona con enojo incluso ante una insinuación de intervención estadounidense en sus asuntos internos, ha aborrecido verter comentarios tan directos acerca de la política interna de Estados Unidos en años recientes.
''Cada día hay más exigencias con miras a que el gobierno mexicano asuma una posición más fuerte'', dijo Miguel Angel Castillo, el coordinador del Seminario de Migración en el Colegio de México. ``La reforma a la inmigración generó mucha expectativa, pero como todos sabemos, eso no ocurrió. Más bien, aprobaron una serie de acciones indeseables y todas estas cosas están creando mucha irritación .''.
En una conferencia de defensores de inmigrantes, los concurrentes citaron aproximadamente 170 medidas en contra de los inmigrantes que gobiernos locales y estatales adoptaron en Estados Unidos. Muchas personas dijeron que había llegado el momento de enfrentar directamente lo que, con frecuencia cada vez mayor, era visto como una creciente oleada de xenofobia.
''La sola idea de que nuestros hijos vivirán en la humillación es algo que nosotros no podemos permitir'', dijo Alonso Flores, integrante del Instituto de Mexicanos en el Exterior, dependencia del gobierno mexicano que fomenta lazos con mexicanos que viven en el extranjero.
Su dependencia estima que, a causa de las nuevas leyes, un millón de mexicanos será deportado de Estados Unidos el año entrante.
Calderón, en un discurso dirigido a la conferencia antes mencionada, dijo que una nueva campaña mediática cambiaría las ''distorsionadas'' percepciones que los estadounidenses tienen de trabajadores mexicanos, amén que formaría conciencia con respecto a las ``muchas contribuciones que ellos hacen a la sociedad en la cual trabajan y viven''.
En tanto, expertos en México dicen que aún es muy pronto para saber si los comentarios de Calderón indican un cambio en la forma en que el gobierno mexicano lidia con la política estadounidense.
''En las semanas y meses entrantes, veremos si las declaraciones de Calderón forman parte de una nueva estrategia'', dijo Luis Escala, investigador en el Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana.
Empero, todo parece indicar que el presidente Calderón, efectivamente, está asumiendo una participación más activa en el destino de emigrantes que presidentes anteriores, comentan analistas.
Al favorece la creación de algo similar a una liga antidifamación para emigrantes mexicanos en Estados Unidos, en tanto ha apoyado la idea de construir centros de apoyo a lo largo de la frontera para mexicanos deportados. Estos centros ofrecerían comida, ropa y refugio para el creciente número de nacionales mexicanos que son deportados.
Sus promotores también están pugnando por un programa para ayudarlos a los deportados en su transición de vuelta a la vida en su tierra natal.
Buena parte de la frustración en México a causa del rumbo que ha seguido la legislación sobre inmigración ha estado dirigida al Partido Republicano y sus candidatos presidenciales.
Jorge Bustamante, reportero especial en Naciones Unidas por los derechos humanos de inmigrantes, escribió hace poco en el periódico Reforma que los principales candidatos republicanos ``han convertido sus propuestas antiinmigrantes en un claro elemento de sus respectivas campañas electorales''.
Escala, el investigador, dijo que el momento en que llegaban los comentarios de Calderón, aunado a la lucha por devolver lo que se percibe como ataques en contra de la inmigración, no se da por casualidad. ''Los motores de la campaña presidencial están arrancando'', dijo. ``Y ellos están buscando tener influencia''.
En lo que fue una retórica más dura hacia políticas de inmigración en Estados Unidos, Calderón criticó a candidatos presidenciales por usar a los emigrantes como ``rehenes temáticos", anunciando una campaña mediática enfocada a influir sobre la opinión de Estados Unidos.
Los comentarios de Calderón representaron un notorio distanciamiento respecto de las declaraciones más tímidas de mandatarios anteriores, y, en México, muchos los acogieron de buena gana.
''Pienso que el gobierno actual de Estados Unidos ha ido demasiado lejos en contra de mexicanos indocumentados'', dijo Fernando García, administrador, de 36 años de edad, en Ciudad de México. ``No me gustan las redadas y cómo destruyen familias así como el odio que están generando en contra de nacionales mexicanos".
Este sentir contrasta con la reacción, decididamente más fría, que buena parte de México le dio a los millones de inmigrantes que salieron a las calles de Washington, Los Angeles, Atlanta, Austin y otras ciudades estadounidenses en la primavera y el verano del 2006, exigiendo una reforma a las leyes de inmigración.
En esa época, lo que al parecer fue indiferencia y falta de protestas de apoyo en México irritaron a muchos defensores de los derechos de inmigrantes.
Pero, desde esos días, ya se estancaron los esfuerzos en el Capitolio en pos de una reforma a la inmigración, al tiempo que una serie de rígidas leyes estatales fue promulgada y el gobierno estadounidense empezó a construir un muro a lo largo de la frontera.
En Georgia, nuevas leyes estatales exigen una mayor verificación del estatus legal para registrar un vehículo y estar al frente de algunos empleos. De manera similar, requieren que funcionarios locales alerten a agentes federales de inmigración sobre cualquier presunto indocumentado que haya sido fichado por delitos o cargos relacionados con manejar bajo la influencia del alcohol.
Algunos partidarios en Estados Unidos dicen que estas leyes están diseñadas para reducir la inmigración ilegal. Empero, mucha gente en México considera que éstas son discriminatorias, al tiempo que no logran encontrarle solución al tema de la política de inmigración estadounidense, lo cual reviste mayor importancia.
''El presidente Bush es el Hitler de nuestros días, justamente como lo es el resto de su partido'', dijo Antonio González, contador, de 35 años, en Ciudad de México. ``Ellos no tratan a los rusos o a los ingleses o cualquier otro europeo blanco de esa manera, así que, para mí, son una bola de racistas''.
La administración de Calderón también criticó con dureza en esta semana el muro o valla fronteriza de Estados Unidos, dando a conocer un estudio en el que es calificado como ''medieval'', un riesgo ambiental, aunado a un llamamiento al Congreso estadounidense para que reconsidere la idea.
México, que a menudo reacciona con enojo incluso ante una insinuación de intervención estadounidense en sus asuntos internos, ha aborrecido verter comentarios tan directos acerca de la política interna de Estados Unidos en años recientes.
''Cada día hay más exigencias con miras a que el gobierno mexicano asuma una posición más fuerte'', dijo Miguel Angel Castillo, el coordinador del Seminario de Migración en el Colegio de México. ``La reforma a la inmigración generó mucha expectativa, pero como todos sabemos, eso no ocurrió. Más bien, aprobaron una serie de acciones indeseables y todas estas cosas están creando mucha irritación .''.
En una conferencia de defensores de inmigrantes, los concurrentes citaron aproximadamente 170 medidas en contra de los inmigrantes que gobiernos locales y estatales adoptaron en Estados Unidos. Muchas personas dijeron que había llegado el momento de enfrentar directamente lo que, con frecuencia cada vez mayor, era visto como una creciente oleada de xenofobia.
''La sola idea de que nuestros hijos vivirán en la humillación es algo que nosotros no podemos permitir'', dijo Alonso Flores, integrante del Instituto de Mexicanos en el Exterior, dependencia del gobierno mexicano que fomenta lazos con mexicanos que viven en el extranjero.
Su dependencia estima que, a causa de las nuevas leyes, un millón de mexicanos será deportado de Estados Unidos el año entrante.
Calderón, en un discurso dirigido a la conferencia antes mencionada, dijo que una nueva campaña mediática cambiaría las ''distorsionadas'' percepciones que los estadounidenses tienen de trabajadores mexicanos, amén que formaría conciencia con respecto a las ``muchas contribuciones que ellos hacen a la sociedad en la cual trabajan y viven''.
En tanto, expertos en México dicen que aún es muy pronto para saber si los comentarios de Calderón indican un cambio en la forma en que el gobierno mexicano lidia con la política estadounidense.
''En las semanas y meses entrantes, veremos si las declaraciones de Calderón forman parte de una nueva estrategia'', dijo Luis Escala, investigador en el Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana.
Empero, todo parece indicar que el presidente Calderón, efectivamente, está asumiendo una participación más activa en el destino de emigrantes que presidentes anteriores, comentan analistas.
Al favorece la creación de algo similar a una liga antidifamación para emigrantes mexicanos en Estados Unidos, en tanto ha apoyado la idea de construir centros de apoyo a lo largo de la frontera para mexicanos deportados. Estos centros ofrecerían comida, ropa y refugio para el creciente número de nacionales mexicanos que son deportados.
Sus promotores también están pugnando por un programa para ayudarlos a los deportados en su transición de vuelta a la vida en su tierra natal.
Buena parte de la frustración en México a causa del rumbo que ha seguido la legislación sobre inmigración ha estado dirigida al Partido Republicano y sus candidatos presidenciales.
Jorge Bustamante, reportero especial en Naciones Unidas por los derechos humanos de inmigrantes, escribió hace poco en el periódico Reforma que los principales candidatos republicanos ``han convertido sus propuestas antiinmigrantes en un claro elemento de sus respectivas campañas electorales''.
Escala, el investigador, dijo que el momento en que llegaban los comentarios de Calderón, aunado a la lucha por devolver lo que se percibe como ataques en contra de la inmigración, no se da por casualidad. ''Los motores de la campaña presidencial están arrancando'', dijo. ``Y ellos están buscando tener influencia''.
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El Nuevo Herald - USA/19/11/2007
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