El papel de un Mandatario es aclarar los prejuicios o las informaciones superficiales que circulan en los cables.
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A veces los ecuatorianos tendemos a sobredimensionar nuestro escenario o, lo que es peor, ignorar del todo el mapamundi. Y al tomar decisiones dentro del escenario dentro de la economía política internacional parecemos el Quijote, cuando luchaba contra los molinos de viento. Atacamos por ahí, ensartamos por allá, pero la verdad es que no atinamos a aceptar el mundo como viene y no como queremos que sea.Al parecer la deriva nacional está apoderándose por momentos de Carondelet. El presidente Rafael Correa debe pensar que la Cumbre Iberoamericana -además en Chile- no es precisamente el mejor escenario para hablar de las bondades o desatinos de una concesión aeroportuaria, menos aún cuando la mayor parte de invitados provenía más bien del Cono Sur o de España. La globalización, sobre todo, significa que las personas interesadas en América Latina en general y en nuestro país en particular saben en tiempo real cuáles son los dilemas, los problemas y los hechos políticos y económicos de nuestros países y están atentos a ello. El papel de un Mandatario debería ser aclarar los prejuicios o las informaciones superficiales que circulan en los cables y servicios informativos y más bien trazar las grandes líneas de cambio de su gobierno, en lugar de las grandes líneas de crítica hacia los poderes fácticos, que, dicho sea de paso, generalmente son las mismas en casi toda América Latina.Y, en general, si algo tiene que hacer este Gobierno en materia de política exterior es dejar formalmente aclaradas las grandes líneas de trabajo con países como Estados Unidos, la China, la Unión Europea y la misma España. Está bien dejar el TLC de lado, pero eso no puede significar no tener política comercial con EE.UU. y no aclarar, de una vez por todas, el tema de la Base de Manta, el tratado del Ciadi, lo que pasará con el Tratado de Protección de Inversiones o el narcotráfico. Digo en forma oficial, porque algunos de estos temas han sido aclarados en una cadena radial primero, o a través de declaraciones de prensa. Y con Estados Unidos hay que llevar una relación saludable, ni más ni menos. Sigue siendo el país que más compra en el planeta y sigue siendo -a pesar del 11 de septiembre- un socio necesario en temas de cooperación bilateral y multilateral. Pero, ojo, lo mismo puede pasar con China. A EE.UU no le afectaron un ápice las subidas o bajadas de aranceles, pero sí a los exportadores chinos, a tres semanas de la visita presidencial al país más poblado del planeta. Casi todos los presidentes ecuatorianos han visitado China, pero muy pocos han sabido qué buscar allí. Sería un error ir a China con una idea equivocada de los que busca China con nosotros, pero sobre todo, qué buscamos nosotros allá. Nuestras exportaciones hacia allá son mínimas cuando este país está produciendo 10 millones de nuevos ricos cada año; mientras tanto, enviamos misiones a Irán, que no es precisamente un comprador importante.Ojalá lancemos iniciativas con un mapa en la mano y mejor si viene con brújula. El mundo está lleno de posibilidades y la mayoría no tiene idea de cuáles son las nuestras: empecemos a exportar ideas, en lugar de exportar incertidumbres o peleas internas. Por ahí podríamos encontrar inversionistas.
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A veces los ecuatorianos tendemos a sobredimensionar nuestro escenario o, lo que es peor, ignorar del todo el mapamundi. Y al tomar decisiones dentro del escenario dentro de la economía política internacional parecemos el Quijote, cuando luchaba contra los molinos de viento. Atacamos por ahí, ensartamos por allá, pero la verdad es que no atinamos a aceptar el mundo como viene y no como queremos que sea.Al parecer la deriva nacional está apoderándose por momentos de Carondelet. El presidente Rafael Correa debe pensar que la Cumbre Iberoamericana -además en Chile- no es precisamente el mejor escenario para hablar de las bondades o desatinos de una concesión aeroportuaria, menos aún cuando la mayor parte de invitados provenía más bien del Cono Sur o de España. La globalización, sobre todo, significa que las personas interesadas en América Latina en general y en nuestro país en particular saben en tiempo real cuáles son los dilemas, los problemas y los hechos políticos y económicos de nuestros países y están atentos a ello. El papel de un Mandatario debería ser aclarar los prejuicios o las informaciones superficiales que circulan en los cables y servicios informativos y más bien trazar las grandes líneas de cambio de su gobierno, en lugar de las grandes líneas de crítica hacia los poderes fácticos, que, dicho sea de paso, generalmente son las mismas en casi toda América Latina.Y, en general, si algo tiene que hacer este Gobierno en materia de política exterior es dejar formalmente aclaradas las grandes líneas de trabajo con países como Estados Unidos, la China, la Unión Europea y la misma España. Está bien dejar el TLC de lado, pero eso no puede significar no tener política comercial con EE.UU. y no aclarar, de una vez por todas, el tema de la Base de Manta, el tratado del Ciadi, lo que pasará con el Tratado de Protección de Inversiones o el narcotráfico. Digo en forma oficial, porque algunos de estos temas han sido aclarados en una cadena radial primero, o a través de declaraciones de prensa. Y con Estados Unidos hay que llevar una relación saludable, ni más ni menos. Sigue siendo el país que más compra en el planeta y sigue siendo -a pesar del 11 de septiembre- un socio necesario en temas de cooperación bilateral y multilateral. Pero, ojo, lo mismo puede pasar con China. A EE.UU no le afectaron un ápice las subidas o bajadas de aranceles, pero sí a los exportadores chinos, a tres semanas de la visita presidencial al país más poblado del planeta. Casi todos los presidentes ecuatorianos han visitado China, pero muy pocos han sabido qué buscar allí. Sería un error ir a China con una idea equivocada de los que busca China con nosotros, pero sobre todo, qué buscamos nosotros allá. Nuestras exportaciones hacia allá son mínimas cuando este país está produciendo 10 millones de nuevos ricos cada año; mientras tanto, enviamos misiones a Irán, que no es precisamente un comprador importante.Ojalá lancemos iniciativas con un mapa en la mano y mejor si viene con brújula. El mundo está lleno de posibilidades y la mayoría no tiene idea de cuáles son las nuestras: empecemos a exportar ideas, en lugar de exportar incertidumbres o peleas internas. Por ahí podríamos encontrar inversionistas.
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El Comercio - Ecuador/10/11/2007
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